sábado, 29 de enero de 2011

MORDEDURA DE MAMÍFEROS EN CHILE. Pamela Rojas

Mordedura de mamíferos en Chile ¿Hay novedades?
Dra. Pamela Rojas G. Médico Familiar PUCI

Introducción

Se estima que el 50% de la población estadounidense ha sido mordido por un mamífero o un humano alguna vez durante su vida (1, 2). Las cifras reportadas para Chile son similares. Un estudio del comité de "Emergentes" de la Sociedad Chilena de Infectología mostró que en niveles socio económicos altos el 22% de los dueños de mascotas han sido mordidos por ellas. En los estratos más bajos esta cifra aumenta a un 60% (3). Agente causal en ChileEn los pacientes consultantes a servicios de urgencia en Chile, las mordeduras más frecuentes son aquellas causadas por perros (80%), seguidas por mordeduras de gatos (6 %) y por mordeduras humanas (1-3%) (4). A diferencia de lo que ocurre con otro tipo de injuria, las mordeduras combinan distintos mecanismos de daño; heridas cortantes, penetrantes, desgarros y aplastamientos. Las lesiones pueden producir infecciones locales e infecciones sistémicas de alta morbilidad y eventual mortalidad (5).¿Cómo enfrento una mordedura?

I. Aseo: toda mordedura requiere de un aseo profundo con irrigación a presión y aseo de los tejidos desvitalizados (4). Se sugiere el uso de antisépticos en la piel vecina a la herida y suturar sólo ante la certeza que la herida no está infectada (4, 6). Pese a que no existe hasta la fecha estudios randomizados controlados (ERC) ni estudios de cohortes que permitan obtener conclusiones en torno a la utilidad de éstas medidas, existe consenso en que parecen ser beneficiosas (7).II. Antibióticos profilácticos: La infección es la complicación más frecuente asociada a mordeduras; la mayoría de ellas son polimicrobianas (con aerobios y anaerobios). Con respecto a la utilidad de la profilaxis antibiótica los estudios muestran:
a. Una revisión sistemática de 7 ERC (8) no encontró diferencias significativas en las tasas de infección en mordeduras al usar profilaxis antibiótica v/s placebo (OR 0.49, 95% CI 0.15 a 1.58).b. Según sitio anatómico agredido: una revisión sistemática de 3 ERC (8) mostró que la profilaxis redujo significativamente las infecciones exclusivamente de las manos (2% con antibióticos v/s 28% placebo; OR 0.10, 95% CI 0.01 a 0.86; NNT 4)c. Mordeduras por humanos (históricamente asociadas a grandes infecciones): la evidencia actual muestra que si éstas ocurren en cualquier lugar distinto de las manos no presentan mayor riesgo de infección que las mordeduras por otros mamíferos (2). Con respecto a la profilaxis antibiótica 1 ERC (8) mostró que ésta redujo significativamente la infecciones de las manos al compararlo con placebo (0% con antibióticos v/s 47% placebo, P < 0.05)
No existe consenso con respecto a la profilaxis indicada, sin embargo, se recomienda cubrir gérmenes gram positivos y anaerobios (6) y prolongarse por al menos 10 días (4). Por ejemplo: Amoxicilina + Ácido Clavulánico.

III. Vacunación Antitetánica: No existe ERC ni estudios de cohorte que revisen la utilidad del toxoide ni de la inmunoglobulina antitetánica en la prevención del tétanos luego de una mordedura (9). La recomendación actual en Chile se basa en una vacunación dependiente del tipo de herida, del antecedente de inmunización activa y de la edad del afectado. Así (6): 1. Paciente con vacunación completa:
a. Herida de alto riesgo (o sea, aquella susceptible de contaminarse con deposiciones de animales): colocar un refuerzo si han pasado más de cinco años desde la última vacunación
b. Herida de bajo riesgo: administrar un refuerzo sólo si han pasado más de diez años desde la última vacuna activa
2. Paciente con vacunación incompleta (menos de tres dosis). El esquema PAI de vacunaciones incluye dosis antitetánicas a los 2, 4, 6 y 18 meses y a los 4 años).
a. Herida de bajo riesgo: colocar inmediatamente un refuerzo
b. Alto riesgo: administrar un refuerzo más la gammaglobulina antitetánica

IV. Vacunación Antirrábica Como se revisó en el artículo anterior, la situación epidemiológica actual de la rabia en Chile ha determinado que el MINSAL introduzca modificaciones al esquema de vacunaciones antirrábica (4). Actualmente la única indicación perentoria de vacunación es que el animal presente clínica de rabia (10). El criterio basado en la ubicación anatómica de la mordedura se encuentra obsoleto (4).Las indicaciones actuales de vacunación son:
i. Mordedura de perro o gato (4):
a. Animal observable: observar 10 días. Si desarrolla síntomas de rabia, vacunar. b. Animal no observable: vacunar sólo si la mordedura ocurrió sin provocación previa. Si el animal fue molestado NO vacunar.
ii. Mordedura de murciélago (4):
a. Animal observable: estudio serológico del animal (en ISP) con un tope de siete días. Si el test resulta positivo o demora más que este plazo, vacunar. b. Animal no observable: vacunar de inmediato

Desde Marzo del 2003 Chile incorporó una nueva vacuna antirrábica. La tradicional vacuna "Fuenzalida Palacios" dio paso a un producto elaborado en líneas celulares, el que se encuentra disponible tanto en los servicios públicos y privados del país.Mayores detalles sobre las características de la vacuna actualmente en uso se encuentran disponibles en la revisión anterior, sin embargo se recalca el hecho que entrega una protección de un 100% a los 7 días de iniciado el esquema y con mínimos efectos adversos (10). Resumen

Las mordeduras por animales son frecuentes en nuestro país. Pese a que no existe hasta la fecha estudios de calidad que avalen el uso de medidas de aseo y la necesidad de utilizar profilaxis antitetánica, la recomendación es mantener su uso. En el caso de Chile, la indicación de la vacuna antitetánica dependerá del tipo de herida y la inmunización del paciente.Con respecto a la profilaxis antibiótica, la recomendación es cubrir gérmenes aerobios y anaerobios. Hasta la fecha existe evidencia contradictoria en torno a la efectividad de la profilaxis antibiótica. Los estudios publicados son pequeños, por tanto su interpretación debe ser cautelosaEn cuanto a la profilaxis de virus rabia, la recomendación actual para nuestro país, en términos generales, es considerar la vacunación en caso de mordedura de perro o gato no provocada o cuando es por murciélagos.

Referencias
1. Smith PF, Meadowcroft AM, May DB. Treating mammalian bite wounds. J Clin Pharm Ther. 2000 Apr;25(2):85-99
2. Griego RD, Rosen T, Orengo IF, Wolf JE. Dog, cat, and human bites: a review. J Am Acad Dermatol. 1995 Dec;3 3(6):1019-29.
3. Dabanch P. Zoonosis. Rev Chil Infect 2003; 20 (Supl 1): S47 - S51
4. Barreda P. Mordedura de perros, Toda una puesta al día. www.pediatraldia.cl/mordeduras_de_perros.htm. Noviembre 2004
5. Freer L. North American wild mammalian injuries. Emerg Med Clin North Am.2004 May; 22 (2): 445-73
6. Giugliano C. Manejo Ambulatorio de Heridas y Mordeduras. Medwave. Año 5, Nº1, Enero 2005
7. Marques de Medeiros I, Saconato H. Bites (mammalian), Debridement, irrigation, and decontamination. Clinical Evidence Noviembre 2003.http://www.clinicalevidence.com
8. Marques de Medeiros I, Saconato H. Bites (mammalian), Antibiotic Prophylaxis. Clinical Evidence Noviembre 2003
9. Marques de Medeiros I, Saconato H. Bites (mammalian), Immunization against tetanus. Clinical Evidence Noviembre 200310. Cofré J. Novedades en vacunas. Rev Chil Pediatr 74 (4); 366-373, 2003

lunes, 24 de enero de 2011

HISTORIA Y DESARROLLO DE LA EPIZOOTIA EN CABALLOS DE NORTEAMÉRICA. 1872-1873

Historia y desarrollo de la epizootia en caballos de Norteamérica. 1872 - 1873

Adoniram B. Judson

Reports and papers presented at the meeting of the American Public Health Association in the year 1873

Es probable que la influenza se haya presentado como epizootia entre los caballos desde tiempos muy antiguos. Se supone que en algunos pasajes de algunos escritos de la IV centuria se hayan referido a esta enfermedad; además la literatura entre la XIII y XVII centuria indica la repetida presentación de esta plaga. Durante la XVIII centuria y en la primera parte de esta centuria se ha presentado varias veces en los caballos de Gran Bretaña y en el continente europeo. La descripción de las últimas presentaciones no deja dudas que la enfermedad era la misma de la que ahora está en consideración.

Los antiguos relatos de este enfermedad no entregan una descripción relacionada con su capacidad de difusión. Los más recientes relatos entregan algunos puntos claves sobre esta característica epidemiológica. Por ejemplo, a fines de 1727 se presentó en Inglaterra y en Irlanda. En 1760 afectó Londres y otros lugares de Inglaterra, alcanzado a los caballos de Dublin.

Con respecto a la panzootia de gripe equina de 1872 A. Smith estableció que los primeros casos ocurrieron en York, Scarborough y Markham cerca de Toronto, Canadá a fines de de septiembre, 1872. La enfermedad se extendió en todas direcciones hasta llegar a Toronto en unos 8 a 14 días. Rápidamente se extendió por el continente americano llegando rápidamente a USA, México, Nicaragua y San Salvador.

La enfermedad atacó a caballos, mulas y asnos, y jacks. Se describe unas 20 mulas muertas!

Durante el brote no había condiciones meteorológicas anormales.

En todos los lugares afectados se notó la ausencia de caballos. las calles se veían desiertas. Los carruajes tirados por caballos tampoco se veían en las calles. Era imposible conseguir trasporte por lo que algunos comerciantes optaron por utilizar bueyes en reemplazo de los caballos de tiro.
La epizootia interfirió con todo tipo de negocios que requerían caballos para el transporte. Nueva York se paralizó por la falta de transporte equino. En esta ciudad se estimó un 3,7% de mortalidad. Todo USA sufrió las consceuencia de la enfermedad de los caballos.

Los caballos afectados presentaban fiebre, inapetencia, descarga nasal mucosa, tos, estornudos, escalofríos. Los ganglios linfáticos se presentaban aumentados de tamaño y con dolor, especialmente los submaxilares. La muerte de algunos animales se debió a pleuresía y neumonía.


Traducido y resumido por Patricio Berríos

sábado, 22 de enero de 2011

UN BROTE DE INFLUENZA AVIAR ASOCIADA A LA PANZOOTIA DE INFLUENZA EQUINA DE 1872

An avian outbreak associated with panzootic equine influenza in 1872: an early example of highly pathogenic avian influenza?


David M. Morens, Jeffery K. Taubenberger
National Institute of Allergy and Infectious Diseases, National Institutes of Health, Bethesda, MD, USA.

Correspondence: David Morens, National Institute of Allergy and Infectious Diseases, National Institutes of Health, Bethesda, MD 20892, USA.
E-mail: dm270q@nih.gov
Accepted 15 August 2010. Published Online 12 October 2010.


Background
An explosive fatal epizootic in poultry, prairie chickens, turkeys, ducks and geese, occurred over much of the populated United States between 15 November and 15 December 1872. To our knowledge the scientific literature contains no mention of the nationwide 1872 poultry outbreak.

Objective
To understand avian influenza in a historical context.

Results The epizootic progressed in temporal-geographic association with a well-reported panzootic of equine influenza that had begun in Canada during the last few days of September 1872. The 1872 avian epizootic was universally attributed at the time to equine influenza, a disease then of unknown etiology but widely believed to be caused by the same transmissible respiratory agent that caused human influenza.

Conclusions
Another microbial agent could have caused the avian outbreak; however, its strong temporal and geographic association with the equine panzootic, and its clinical and epidemiologic features, are most consistent with highly pathogenic avian influenza. The avian epizootic could thus
have been an early instance of highly pathogenic avian influenza.

Keywords Avian influenza, epizootic, equine influenza, highly pathogenic avian influenza, influenza poultry.

Please cite this paper as: Morens and Taubenberger (2010) An avian outbreak associated with panzootic equine influenza in 1872: an early example of highly pathogenic avian influenza? Influenza and Other Respiratory Viruses 4(6), 373–377.


Introduction

An explosive fatal epizootic in poultry, prairie chickens, turkeys, ducks, and geese occurred over much of the populated United States between November 15 and December 15, 1872. The epizootic progressed in temporal-geographic association with a well-reported panzootic of equine influenza, which had begun in or around Markham, Ontario, during the last few days of September 1872,1–4 at a time when human influenza had not been recently prevalent.
The equine epizootic spread rapidly into the United States along railroad lines, with separate simultaneous introductions into Michigan and upper New York State. It quickly spread over the entire United States to the Caribbean and Central America. Horses, mules, and menagerie ⁄ circus zebras were involved, with ‘‘spill over’’ infections into dogs and cats.4

Numerous individual human cases and localized outbreaks throughout the United States, often associated with exposures to ill horses, were reported. The human disease, generally mild and uncomplicated, was popularly referred to as the ‘‘epizooty’’, or ‘‘zooty’’.4 Major US influenza epidemics were documented in 1873 and 1874,5 but it is not clear that they were related to the 1872 panzootic. The panzootic proceeded explosively and extinguished rapidly, but smaller outbreaks recurred in some locales in late winter and early spring 1872–1873, and episodically in years thereafter.1,2 ¡Major national epizootics of equine influenza recurred in 1880–1881, 1900–1901, and 1915–1916,4 ! but avian epizootics were not to our knowledge associated with them.

Methods

Information about the 1872 avian epizootic was identified by systematic web-based examination of 89 newspapers published in 22 of the 37 States and two of the 12 Territories (Colorado and Utah), representing approximately 70Æ4% of the US population, and covering the period from
January 1, 1872 to June 30, 1873. Using various keyword combinations (e.g., ‘‘chicken epizootic’’, ‘‘chicken disease’’, ‘‘fowl disease’’, and others), we searched two web-based
newspaper archival sources (http://www.Newspaperarchives. com; http://www.Proquest.com) with optical character recognition (OCR) capability, visually scanned the OCR summaries for each of over 3200 ‘‘hits’’, and then examined, printed, and read newspaper pages containing relevant information.

Results

Lethal outbreaks in domestic chicken flocks associated with the equine panzootic were first reported in Poughkeepsie, New York, on November 15, 1872.6 Newspapers generally referred to the epizootic as ‘‘the chicken disease’’, but many different names, some of them fanciful or humorous, were used in different parts of the country, including chicken epidemic [sic], chicken epihippic [sic; epihippic being a less common term for epizootic equine influenza], chickizooty,
epiornithosis, henfluenza, ornicephalzymosis, and many others. In some Pennsylvania locales with large German-speaking populations, the avian epizootic disease became known as Pferdhu¨hnkrankheit (‘‘horse-chicken-disease’’ 8).
Whole flocks were usually struck simultaneously, with fatality at or near 100%. Prominent features included upper respiratory signs of ‘‘a cold or influenza’’, slimy discharge emitted from the beak, dark streaks in the neck, ‘‘dizziness’’ or ‘‘staggering fits’’, crawling away from the flock into holes or corners, and death within 12–18 hours.9–12 In many cases, the head swelled markedly before death, prompting poultry vendors to decapitate ill birds and rush them into city markets for sale.10,11 Suspicious buyers brought from surrounding areas into New York City and elsewhere.30

It was universally believed that the avian disease, often referred to as ‘‘henfluenza’’, as it is here, was being transmitted to poultry from horses ill with equine influenza. The term ‘‘fatal epizootic’’ refers to equine influenza, which during the 1872–1873 panzootic was more often called ‘‘the epizootic’’ or ‘‘the epizooty’’ when seen in horses, mules, or humans. The reference to ‘‘mansard [Mansart] roofs’’ appears to be a pun related to the ‘‘great’’ Boston fire 10 days earlier, in which
a large part of the city burned to the ground.7 The press blamed not only horse-less fire department wagons, pulled by teams of human volunteers, for responding too slowly, but also alleged poor fire repellant properties of new mansard roofs on storehouses that first
caught fire, and newspaper reporters noted that recently ill birds could be detected by swollen heads or recent decapitation (not normally a practice in poultry markets), neck discoloration
and dark breast flesh.9

From the upper Hudson River area of New York State, the epizootic expanded rapidly outward, allegedly ‘‘following in the tracks of the dread [equine] Epizootic’’. Evidence of the avian epizootic was found in nine of 22 States in which we sought newspaper evidence and was concentrated in the Northeast and Midwest. Newspaper reports indicate a strong temporal-geographic
association between the equine panzootic and the avian epizootics. Based on the examination of
over 3200 reports, all poultry epizootic activity occurred in locales that were having, or had had within the previous 1–2 weeks, widespread panzootic equine influenza. Local observers repeatedly linked avian disease to antecedent equine disease and independently noted outbreaks in poultry immediately after being allowed to peck in stables that held ill or recently ill horses.13,14

Outbreaks of an allegedly novel fatal swine disease were also widely reported and often attributed to pigs rooting in stables after equine illnesses.14–16 Unfortunately, clinical signs and epidemiological features of this disease were poorly described and not distinguishable from swine fever.12,14 Reports of morbidity and moderate mortality in wild deer around the country were also attributed by observers to equine influenza on the basis of clinical signs and development of illness after contact with ill work horses in the forests.17–21

Discussion

The 1872 avian epizootic raises difficult questions. It is impossible to identify with certainty any of the diseases in horses, humans, poultry, pigs, or deer, as materials for ‘‘archaemicrobial’’ testing have not been identified. The equine and human diseases were regarded at the time to be clinically and epidemiologically typical of influenza. A close association between equine and human influenza had been extensively documented since 1648, with equine outbreaks
typically preceding, or less frequently following epidemics by a few weeks.2,4 The 1872 avian epizootic was universally attributed to equine influenza, a disease then of unknown etiology but widely believed to be caused by the same transmissible respiratory agent that caused human influenza.

The avian disease could have been caused by other agents; however, the strong temporal and geographic association with equine influenza and its clinical and epidemiologic features are highly consistent with influenza, and specifically highly pathogenic avian influenza (HPAI), as the cause of poultry disease. Newcastle disease was not recognized until 1926, and the epizootic features described in 1872 seem less consistent with it than with HPAI. Newcastle disease does not seriously affect horses, pigs, or humans. The associated diseases in swine and deer are curious, but in both cases, the link to equine disease is more tenuous and neither disease was described clearly in newspaper reports. Repeated observations that pigs, like chickens, became ill after rooting in stables where ill horses had been, or were being kept, could be coincidental and were in any case repeated in reports that were passed around from newspaper to newspaper.

Swine influenza was not recognized until 1918 and there is little evidence of which we are aware that it existed in the preceding decades.4 Influenza in deer has been reported only rarely.4
Wild avian species constitute a reservoir for influenza A viruses, which can be transmitted to domestic gallinaceous poultry (chickens, turkeys, quail, etc.) and to mammals (humans, pigs, horses, and other species). Back-transmission from mammals to birds is apparently not common, although turkey outbreaks of swine-adapted influenza viruses, including the 2009 pandemic virus, are well described.4

The first equine influenza virus to have been isolated (now presumed extinct) was a 1956 H7N7 subtype virus,4 as were all known HPAI viruses from the early 20th century. Curiously, the available equine H7N7 hemagglutinin sequences contain an expanded cleavage site as do
HPAI H7 viruses. It is not known when these virus lineages appeared or whether they are descendants of 19th century avian or equine viruses. If the 1872 epizootic was truly caused by an avian HPAI virus that was coadapted to horses, the unprecedented epizootiologic features remain to be explained.

The equine panzootic clearly spread from city to city between railroad hubs, in a manner analogous to modern airline hub-associated spread of diseases like pandemic acute hemorrhagic conjunctivitis (1981), SARS (2003), and the novel 2009 H1N1 virus. One speculative possibility is that the equine panzootic could have begun in Ontario with avian to equine viral transmission and have been subsequently amplified and spread by the large and mobile horse population. In this scenario, equine disease caused by a newly equine-adapted but still avian-like HPAI virus was carried by ill horses and then ‘‘back-transmitted’’ into local poultry farms everywhere horses were shipped, horses thereby serving as intermediate hosts for avian transmission.
Such a mechanism of spread, though speculative, is consistent with the nature of the poultry industry of the era, confined largely to small farms with few free-ranging chickens, and with limited transportation of poultry, mostly from farms into urban markets. Alternatively, the avian epizootic might have been spread entirely by the movement of poultry. This appears consistent with the rapidity of recognition of the outbreaks, identified west of the Mississippi River within a week of initial reports in upper New York, a travel time that seems possible only by railroad, and with most recognized outbreaks occurring in the vicinity (100 or so miles) of rail lines. However, we have little information about the extent of large-scale poultry rail shipment in that era, which in any case went generally from West to East,22 in the opposite direction of equine and avian epizootic spread. Conceivably, the apparent rapidity of spread of the avian
epizootic merely reflected ‘‘epidemic recognition’’, once major newspapers picked up the story. A final possibility that the avian epizootic was a ruse perpetrated by butchers attempting to co-opt pre-thanksgiving poultry sales – a widely circulated charge made by poultry sellers and at least one reporter – seems at variance with the many independent reports from around the country, and with the signs and epizootiologic features described. Nevertheless, evaluating newspaper reports of the era is complicated by reporting whose accuracy cannot be independently
assessed, copying of stories, and possibly embellishment for local consumption.

To our knowledge, the scientific literature contains no mention of the nationwide 1872 poultry outbreak. This may be because at the time, there was no organized poultry industry, chickens being generally raised on small farms by farmers or farm wives, and because physicians and veterinarians rarely examined or treated poultry. Fowl plague (later recognized as HPAI) was not described until 1878, and swine influenza was not described until 1918.23–25
Lacking scientific publications on the avian epizootic, web-based newspaper analysis was uniquely helpful in obtaining information about explosive nationwide spread of the epizootic diseases and provided significant advantages over traditional historical investigation into disease outbreaks utilizing library-based published sources and (typically non-centralized) archival and primary data sources. Indeed, comparison of newspaper-reported dates and locations of equine influenza appearance with scientific data published in 1873 New York public health physician Adoniram Judson,1,3 and in 1874 by Ithaca, New York-based veterinary professor James Law,2 both of whom had access to selected newspapers and probably telegraph dispatches, suggests greater accuracy and comprehensiveness in the web-based newspaper research. Negative aspects of the newspaper sources include lack of scientific detail, hearsay evidence, and republishing or copying of stories.

In an exhaustive historical search completed in the 1880s and covering millennia, Fleming found no avian outbreaks that seem to us consistent with HPAI.26,27 If the 1872 poultry epizootic was caused by influenza, it would be the first such epizootic identified. Observers in 1872 suggested that the same poultry disease had been spread throughout the United States about 5 years earlier, apparently with much less explosiveness.28 Other consistent outbreaks were documented much earlier, e.g., an avian outbreak widespread in Northern Italy in the summer of 1789.29 Despite the negative evidence of Fleming and others, it seems plausible to us that avian influenza could have existed for centuries without detection.4 To better understand human influenza, which has been repeatedly pandemic over at least 500 years, it may be fruitful to examine non-traditional historical sources, such as equine, poultry, and agricultural records.

Such efforts may help us learn more about the behavior of influenza, which is caused by a complex group of wild avian viruses with the ability to adapt to a variety of domestic avian and mammalian hosts and environmental milieux.4

Acknowledgement
This work was supported by the Intramural Research Program of the NIH and the NIAID.

References

1 Judson A. Report on the origin and progress of the epizootic among horses in 1872, with a table of mortality in New York. Illustrated with maps; in York Board of Health of the City of New York (ed.): Third Annual Report of the Board of Health of the Health Department of the City of New York April 11, 1872, to April 30, 1873. New York: D. Appleton and Company; 1873; 250–291.

2 Law J. Influenza in horses. in Commission of Agriculture (ed.): Report of the Commissioner of Agriculture for the Year 1872. Washington, DC: Government Printing Office; 1874; 203–248.

3 Judson A. History and course of the epizootic among horses upon the North American continent in 1872–1873. Public Health Pap Rep [American Public Health Association]. 1873;1:88–109.

jueves, 20 de enero de 2011

RABIA EN ZORRO GRIS PATAGÓNICO, MAGALLANES. J.C. Durán R. 1989

Rabia en zorro gris (Pseudalopex griseus) patagónico, Magallanes, Chile
Juan C. Durán R. , Miriam Favi C.


Resumen

Por muchos años, la rabia en Chile se ha descrito directamente relacionada con el medio urbano. Esta conceptualización se acentuó, por la frecuencia de humanos que aparecían como mordidos por animales. Entre el resto de animales, los silvestres han tenido históricamente en el país una representatividad tangencial o nula en la vigilancia epidemioepizootiológica de esta enfermedad, que necesita un análisis integrado como zooantroponosis.

Se realiza la primera descripción de rabia en zorro gris (Pseudalopex griseus) por inmunofluorescencia directa y diagnóstico biológico en la XII Región de Magallanes y Antártica Chilena y un análisis y proyección de resultados de muestreos sistemáticos de rabia silvestre en zorro gris en una extensa área de Magallanes continental y Tierra del Fuego, considerada históricamente como libre de rabia, en la que se determina una prevalencia de un 8,62% (n = 58) con un grado de confianza de 95%, se determina un error estándar 0,38 y los límites de confianza = 7,86–9,38%. Se establece la distribución de la positividad según: sexo, área muestral y edad de la muestra poblacional. La positividad se manifiesta en Tierra del Fuego y en el área continental de la XII Región siendo la distribución más austral del país. Se determina una positividad creciente desde 1–12 meses a 37–60 meses de edad. Se estiman las magnitudes etarias de animales infectados en el área de estudio y se revisan aspectos biológicos de zorros y de rabia, con experiencias internacionales comparables que nos aproximan a la solución del manejo y control de la enfermedad. Los impactos sobre los recursos faunísticos y ganaderos en el área de estudio de la XII Región, permiten demostrar la factibilidad del tratamiento. Se plantea la necesidad de fomentar la cooperación interdisciplinaria y transectorial en la búsqueda del manejo integrado, para el bienestar de la sociedad.

Introducción

La rabia es una zoonosis milenaria de alta significancia mundial en salud pública, agricultura y economía, especialmente ligada a los cánidos: perros, zorros, lobos, chacales, coyotes; a los mustélidos: mofetas y mapaches, y a los quirópteros: vampiros y murciélagos insectívoros (Sikes, 1981; Carey y McLean, 1983; Cherkasskiy, 1988; Charlton y col., 1988; Steele, 1988).
En URSS, los lobos matan anualmente, 50.000 animales, entre los que destacan bovinos, equinos, ovinos, ciervos domésticos y otros, con pérdidas anuales de US$ 45.000.000, y además son responsables del 3,5% de los casos de rabia humana en varias regiones, lo que ha llevado a un Consejo de Ministros a tomar diversas medidas de control, como es la bonificación de caza, lo que ha logrado aumentar el número de capturados de 20.600 en 1976 a 33.500 en 1981 (Cherkasskiy, 1988).

La rabia de zorros es ampliamente reportada. Secord y col. (1980) describe prevalencias de rabia en URSS de 3% y de 75% en zorros árticos y en Canadá encuentra prevalencias de 5,4% y 21,9% para los mismos. En Europa se describen epizootias de rabia en zorros, consignando en Dinamarca y Suiza ocurrencias de 51% del total de 4.195 zorros muertos por atropellos, trampas y cazadores, 95% de los cuales tenían el virus en su saliva, con fluctuaciones epizoóticas estacionales de 3 a 7 años (Wandeler y col., 1974 a, b; Sikes, 1981). En Suiza en un área de rabia, se determinó la presencia de actividad neutralizante sérica en el 52% (n=178) y 43% de zorros normales (n=61); en áreas sin rabia un 24% de zorros tenían actividad neutralizante sérica (Wandeler y col., 1974 b).

En USA la rabia en zorros se ha encontrado en tres estados, con prevalencias en zorros rojo de 1,7% (n=1 17) y en zorro gris de 3,3% (n=909). En Virginia, a través de anticuerpos, la prevalencia de rabia fue de 7,5% en zorro gris (n=94) y en 2,1 % de zorros rojos (n=47) (Carey y McLean, 1983).

Los países desarrollados de Europa y Norteamérica, por cada caso doméstico, consignan sobre tres casos de rabia silvestre. Los países latinoamericanos, en cambio, presentan una alta proporción de casos domésticos sobre los silvestres (Durán y Favi, 1988). En Chile, la vigilancia epidemiológica se ha centrado históricamente en los animales domésticos.
En 1979, en Magallanes, por el manejo silvopastoral, uno de los autores de este trabajo realizó entrevistas a profesionales, ganaderos, y pastores, detectando signo de daño al ganado ovino por zorros, por prelación y heridas por mordeduras que, aunque fueran leves eran letales a corto plazo. Un 2 a 4% de los ovinos moría por causa indeterminada. En Chile, en 1982, se realizó el primer estudio poblacional de zorros grises (Psectdalopex griseus) en el área de Magallanes continental, determinándose una población de 65.835 ejemplares, con una metodología transectal de franjas truncadas, en la red caminera (Durán y col., 1985). En noviembrediciembre de 1984, con igual metodología y en una segunda etapa, se determinó una población para esta área de 70.492 ejemplares y de 42.478 para Tierra del Fuego (Durán, 1989 a). Con un muestreo de 74 zorros grises entre ambas áreas estudios, realizados entre febrero y marzo de 1985, se estudió la estructura etaria por cronología dentaria y cristalinos (Durán y Alvarez, 1986) y la positividad a rabia por inmunofluorescencia directa y diagnóstico biológico en ratones lactantes (Durán y Favi, 1988).

Los planteamientos señalados para los estudios poblacionales de zorros, dados por los organismos oficiales evaluadores (Corporación Nacional Forestal, Comisión Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico y Servicio Agrícola y Ganadero) estaban dirigidos a estudiar la posibilidad de extracción racional, pero no incluían diversos aspectos de funcionamiento de las poblaciones y comunidades, entre los cuales eran de alta prioridad los estudios de rabia, por tratarse de una zoonosis de alto riesgo en el manejo del recurso según antecedentes y signos.
Con el objetivo de determinar la existencia de rabia en zorros grises, en la XII Región de Magallanes y Antártica Chilena, históricamente libre. de la enfermedad, y para definir en caso de confirmarse, el nivel de prevalencia, describiendo grupos etarios, sexo y distribución geográfica de los positivos, se planteó una muestra poblacional tanto en el Area Continental como en Tierra del Fuego.

Material y métodos

El área muestral de 313.000 ha en Magallanes continental y de 195.000 ha en Tierra del Fuego, se definió como una franja transectal de 5 km de ancho y con un largo total de 1016 km sobre la red caminera de ambos sectores de la XII Región de Magallanes y Antártica Chilena, considerada representativa de la distribución y hábitat de estos cánidos, en la estepa patagónica (Durán y col., 1985) (figura 1). En 1985, se capturó con rifles, en forma sistemática en el área de distribución, un total de 74 ejemplares de zorros grises (P. griseus), de aspecto normal, los que fueron numerados e identificados para estudios diversos. Dado que la zona estaba considerada libre de rabia, se definió un grado de confianza de 95%, y para una prevalencia crítica de 5% se procedió a un submuestreo aleatorio simple, y a la toma de muestras de cerebro en un total de 58 animales (OPS, 1973), y a su envío en condiciones de refrigeración al Instituto de Salud Pública, con la posterior congelación. se identificó las muestras de los animales por sector de estudio y sexo, estimándose la edad por medio de cronología dentaria y peso de cristalinos (Durán y Alvarez, 1986) estructura etaria, distribución geográfica (Durán y Favi, 1988). Durante 1986, se procedió al estudio de la muestra por medio de las técnicas de diagnóstico de inmunofluorescencia directa (IFD) para la detección de antígeno en frotis de cerebro (Larghi, 1975), y al diagnóstico biológico (DB) por inoculación intracerebral en ratones lactantes (Mus musculus) cepa CF 1 con suspensión de cerebros (Martín y col., 1973). A la prevalencia encontrada en la muestra (p), como estimador puntual de la prevalencia real de la población (P), se le estimó el error estándar, que se multiplicó por el factor 2,0 para un grado de confianza de 95% y se construyó un intervalo de confianza para la prevalencia real (OPS, 1973). Se realizó uná proyección poblacional por clase etaria y prevalencia (Durán y Favi, 1988), estimando el número de zorros positivos por clase etaria y total con sus límites de confianza. Se realizó una revisión y discusión de la información, consideraciones y medidas necesarias para acercarnos a una solución de alta factibilidad.

Resultados y discusión

Los resultados generales, se entregan en el cuadro 1. De los 58 zorros estudiados, 43 (74,13%) eran de grupos etarios entre 1 y 36 meses, y 14 (24,14%) entre 37 y 84 meses de edad. Se diagnosticó rabia en 5 animales por IFD y/o DB, se consignó una prevalencia de rabia en la muestra estudiada, de 8,62%, para un coeficiente de confianza de 0,95 calculándose un error estándar 0,38 y límites de confianza 7,86–9,37%. Los animales positivos se distribuyeron tanto en el área continental, en las localidades de Bernardo O'Higgins (N=1), San Gregorio (N=1) y Morro Chico (N=1), como en Tierra del Fuego, en la localidad de Porvenir (N=2) (figura 1). Además, se distribuyen entre tres grupos etarios de menor edad. Los animales aumentan la ocurrencia de rabia, de menor a mayor edad, alcanzando una positividad de 22,22% en el grupo de 37 a 60 meses. No se consignó ocurrencia de rabia en los grupos sobre 61 meses de edad. La distribución de la rabia por sexo, es en tres ejemplares hembras y dos machos.

Basado en la estructura etaria de los 74 zorros y las estimaciones poblacionales realizadas en la XII Región para el Sector Continental, Isla Riesco e Isla Tierra del Fuego (Durán y Favi, 1988; Durán, 1989 a), se estimó la población existente por grupo de edad para la Región: una población de adultos maduros y viejos de 6.100 animales, los que no muestran rabia, aunque el número muestral de estos grupos es bajo. Suponiendo que la muestra estudia da tiene la misma distribución que la población, cabe destacar que los grupos de mayor riesgo de portar la infección estarían entre 13 y 60 meses, pues estimándose un N = 42.748 zorros, su prevalencia otorga a la clase un N = 7.888, e incluye a los grupos etarios prerreproductivos y reproductivos adultos jóvenes, de esperada mayor vagilidad y actividad migratoria.

De aceptarse la virtual existencia del orden de 10.000 zorros grises infectados, para una superficie del orden de 3.000.000 ha, significaría una densidad de 0,33 zorros rabiosos por km2. A la fecha del estudio, las densidades de zorros en Tierra del Fuego y del área continental, se consignaban entre 0,61 y 5,77 zorros/km2 (Durán y Favi, 1988; Durán, 1989 a). Anderson (1981), desarrolla un modelo de dinámica de la rabia en zorros rojos europeos, con una carga típica entre 0,1–4,0 zorros/km2, que requieren de 4 a 6 días promedio para contactarse entre grupos familia. Agrega que la rabia persiste en poblaciones de zorros sólo en bajas prevalencias (3–7%), pero se vería asegurada por su alta susceptibilidad a ésta. Lo anterior es confirmado por Blancou (1988), quien determina que, comparativamente con otros animales, el zorro (Vulpes vulpes), tiene la máxima susceptibilidad al virus rábico tipo zorro, siguiéndole la liebre, ratones y ratas, y siendo 100 veces menos susceptible los ovinos que los bovinos, y los ratones 10.000 veces más susceptible que los perros. Agrega que estos mismos animales tienen distintos rangos de excreción viral por las glándulas salivales, siendo de un 90–100% en zorros, 80–90% en bovinos y ovinos, 30–40% en liebres, 70–80% en gatos y 20–30% en perros.

El alto consumo de liebres por P. culpaeus en Neuquén, Argentina (Crespo y De Carlo, 1963), el alto consumo de ovinos por P. griseus en Tierra del Fuego (Atalah y col., 1980), el daño que pueden causar estos carnívoros a poblaciones roedoras (Pearson, 1971), el rol de predador oportunista, de amplia dieta en áreas de conservación de fauna en peligro de extinción como Chinchilla lanigera (Durán y col., 1987), y por lo mismo su participación en el ciclo silvestre de enfermedades parasitarias como Chagas (Durán y col., 1989), son aspectos a incluir en el análisis integrado de la función de estos cánidos silvestres.

Carey y MacLean (1983), han descrito la coadaptación entre el virus rábico del biotipo zorro y el huésped que, según el autor actuaría como reservorio y vector. Estos dos roles y agregado el de víctima de la rabia del género Vulpes, se facilitan por su carácter ubicuitario, naturaleza prolífica y longevidad, entre otros, una rápida y eficiente recuperación poblacionel (Blancou, 1988). Aún cuando entre los métodos de control de la rabia se contempla la reducción de la población susceptible, ésta trae controversias (Rosatte, 1987), siendo de creciente aceptación la vacunación oral en cebos con incorporación de sustancias atrayentes, lo que ha permitido liberar extensas áreas de rabia en zorros (Schneider, 1985; Baer, 1988).

Según Johnston y col. (1988), una invasión de rabia desde el Artico en la década de 1950 ha persistido 30 años al sur de Ontario, donde ahora es enzootia en zorros rojos y mofetas, con un costo estimado anual de US$ 14.000.000, con 2.000 casos diagnosticados en animales domésticos y silvestres de 2.300 vacunaciones humanas. El costo incluye la vacunación humana y animal, indemnizaciones e investigación sobre el control de vida silvestre. Estos autores agregan que lo extensivo del área y la baja densidad humana comparada con Europa, los ha llevado a desarrollar métodos de optimización de estrategias cebos–vacuna para maximizar el costo beneficio. En 1986 el costo de la distribución aérea de cebos era de US$ 1,06 por km2, con 1,25 líneas de vuelo por km. Lo anterior no incluía el costo del cebo y la vacuna. Ellos estiman que el costo de distribución terrestre es 10 veces mayor que el aéreo, con un alto esfuerzo, y menos efectivo por problemas de acceso en terreno para cubrir las áreas de tratamiento. De la experiencia señalada y por la similitud de extensividad y acceso, se perfila un tratamiento semejante como vía para la solución de la enzootia rabia en Magallanes. La similitud es además en componentes faunísticos involucrados.

La XII Región, donde se realiza este estudio, y la XI donde se presentan altas poblaciones de zorros grises y colorado (P. culpaeus) (Durán, 1989 b), reúnen experiencias de animales cosechados a base de estudios. pero también con alto contrabando de pieles hacia Argentina. Esto permitiría explicar en parte, las cosechas y exportaciones por k m2 de Argentina, cerca de 540 veces mayores que Chile (1,2991 zorros versus 0,0024 zorros, respectivamente) que encuentran Iriarte y Jaksic (1986). Es muy factible la inversión de vacunación bajo esquemas señalados, puesto que las densidades promedio de zorros de 2,49/ 100 ha en el Continente y de 2,68 en Tierra del Fuego, y la alta cotización internacional de pieles de ambos recursos que les señalan Ojeda y Mares (1982) (US$ 39 por piel de zorro gris–US$ 76 por culpeo) con todo el valor agregado a la protección humana, pecuaria, y de vida silvestre de alto valor económico y ecológico. Estas proyecciones confirman en Chile, el acuerdo del Comité de Montes del Consejo de la FAO en mayo de 1982, que otorgó primera prioridad en los planes nacionales de desarrollo forestal, al manejo de fauna silvestre para seguridad alimentaria y fuente de beneficios socioeconómicos (FAO, 1988).

En el área, existen altas poblaciones de liebres (Lepus europaeus) y conejos (Oructolagus cuniculus) que están siendo exportadas por empresas regionales. A la fecha, 120 lagomorfos han sido estudiados por inmunofluorescencia directa, 8 pasaron al diagnóstico biológico como sospechosos, desarrollándose parálisis total en ratones lactantes, por inoculación de suspensión de cerebro con 5 muestras, sin detectarse antígeno rábico a la IFD en los cerebros de los animales sacrificados, los que se siguen estudiando, para la identificación del agente causal. Se conjugan diversos factores integrados, que determinarán la mantención de la rabia en la XII Región y su probable expansión, de no mediar un manejo efectivo y oportuno. Las interrelaciones predador–presa, con los lagomorfos señalados, así como las relaciones con otros carnívoros y roedores, se ven acrecentadas con las relaciones del hombre que se contacta con estos recursos, y que ignora el alto riesgo que corre. La XI Región, exportaba 77.584 kg de liebres y 61.521 pieles (Chile, 1982 a), conociéndose que estas cifras han aumentado anualmente al igual que en la XII Región.

Al cuadro anterior, se agrega la existencia de la mayor masa ovina del país concentrada entre ambas regiones que superan los 4.000.000, una masa bovina de 326.111 cabezas (Chile, 1982 b), 32.776 equinos (Chile, 1976), una rica y variada fauna silvestre, donde sobresalen las poblaciones de guanacos (Lama guanicoe) que según nuevos registros (no publicados) alcanzan del orden de los 20.000 ejemplares; pequeñas poblaciones de cérvidos en peligro de extinción como huemules (Hippocamelus bisulcus). La XII Región presenta otras cinco especies de mamíferos considerados en peligro de extinción en Actas del Simposio Estado de Conservación de la Fauna de Vertebrados Terrestres de Chile (CONAF, 1988) y de gran importancia biológica, siendo susceptibles de contraer rabia: Ctenomus magellanicus magellanicus, Pseudalopex culpaeus lucoides, Felix colocola, Felis geoffroyi, Mirounga leonina. Y obviamente, otros 6 mamíferos que están en condición de raros, y 7 vulnerables, obligan a una acción transsectorial efectiva respecto a rabia.

Los recursos naturales faunísticos, pecuarios y la población humana de las Regiones XI y XII, no están siendo cubiertos con una adecuada vigilancia epidemo–epizootiológica de rabia, baste señalar que en un análisis de registros y muestras enviadas de la XII Región entre 1929 a la fecha, sólo se remitieron 6, todas de animales domésticos y negativas. La XI Región, registra la referencia de envío de sólo 4 muestras al Instituto de Salud Pública. Lo anterior se agrava por la falta de vacunas antirrábicas para humanos y animales en ambas regiones, probablemente por considerarse áreas libres de la enfermedad.

En noviembre de 1986, comunicamos al Servicio Agrícola y Ganadero de ambas regiones, la presentación de rabia en una muestra poblacional de zorro gris, e internamente al Ministerio de Salud. En el VI Congreso Nacional de Medicina Veterinaria de diciembre de 1986, Santiago, Chile, se expusieron los resultados preliminares a la comunidad científica (Durán y Favi, 1986). La opinión pública conoció por diversos medios de difusión la noticia. El 5 de enero de 1987, la Subsecretaria de Salud, impartió un instructivo sobre el control de rabia animal y sobre el cumplimiento del manual del programa de prevención, donde se especifica las medidas de vigilancia epidemiológica en ambas regiones, dándose las directivas de coordinación para el envío de muestras al Instituto de Salud Pública. Hasta la fecha, no se han remitido muestras, salvo las que son parte de nuestro proyecto de investigación.

Winkler (1988), dedujo, que un área importante de investigar en la problemática de rabia es la cooperación. Primero centra la discusión en la falta universal de cooperación entre Ministerios de Salud, Agricultura y de Vida Silvestre o similares. Agrega además, que penosamente otra área necesaria, es la que involucra la interacción interdisciplinaria señalando que ya no puede mantenerse la rabia como una problemática médica, veterinaria, patológica, clínica y epidemiológica, sino que debe requerir el incremento de la participación de otros especialistas como biólogos, mástozoólogos, ecólogos, geógrafos, etólogos, estadísticos y educadores en salud pública. Aparte de la necesidad de cooperación internacional, la lucha contra esta enfermedad requiere de la cooperación del área privada y de gobierno local y nacional.

La posibilidad de integrar la problemática de rabia dentro del amplio contexto del manejo integrado de recursos como los zorros patagónicos, que desarrollamos ahora como proyecto, cobra una dimensión ambiental especial, para realizar la interrelación multidisciplinaria y multisectorial. De este modo lo que puede parecer no prioritario para profesiones y disciplinas específicas alcanza otra percepción, cuando surgen relaciones de múltiples interseptos que buscan resolver un problema de alto impacto socioeconómico. Este conocimiento, permite aproximarnos al mejor manejo de los recursos faunísticos y ganaderos que contribuyen al desarrollo y bienestar de una sociedad que espera una acción moderna, integradora y efectiva.

Referencias

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miércoles, 19 de enero de 2011

UN CASO DE RABIA HUMANA PRESUNTAMENTE ABORTADO

Presumptive Abortive Human Rabies — Texas, 2009

Rabies is a serious zoonotic disease. Recovery has been well documented in only six human patients worldwide (1,2). Five of those patients had received rabies vaccinations before illness; one had not received rabies vaccination but survived infection after prolonged intensive care. In most of these survivors, moderate to profound neurologic sequelae occurred (2,3). In all six survivors, rabies was diagnosed based on exposure history, compatible clinical symptoms, and detection of rabies virus-neutralizing antibodies (VNA). This report describes the clinical course and laboratory findings of an adolescent girl with encephalitis who had not had rabies vaccination and who had been exposed to bats 2 months before illness. Antibodies to rabies virus were detected in specimens of the girl’s serum and cerebrospinal fluid (CSF) by indirect fluorescent antibody test (IFA). However, the presence of rabies VNA was not detected until after she had received single doses of rabies vaccine and human rabies immune globulin (HRIG). Although the patient required multiple hospitalizations and follow-up visits for recurrent neurologic symptoms, she survived without intensive care. No alternate etiology was determined, and abortive human rabies (defined in this report as recovery from rabies without intensive care) was diagnosed. Public education should emphasize avoiding exposure to bats and other potentially rabid wildlife and seeking prompt medical attention after exposure to such animals. Rabies is preventable if rabies immune globulin and vaccine are administered soon after an exposure; however, this case also suggests the rare possibility that abortive rabies can occur in humans and might go unrecognized.

Although the patient required multiple hospitalizations and follow-up visits for recurrent neurologic symptoms, she survived without intensive care. No alternate etiology was determined, and abortive human rabies (defined in this report as recovery from rabies without intensive care) was diagnosed. Public education should emphasize avoiding exposure to bats and other potentially rabid wildlife and seeking prompt medical attention after exposure to such animals. Rabies is preventable if rabies immune globulin and vaccine are administered soon after an exposure; however, this case also suggests the rare possibility that abortive rabies can occur in humans and might go unrecognized.

Case Report

On February 25, 2009, an adolescent girl aged 17 years went to a community hospital emergency department with severe frontal headache, photophobia, emesis, neck pain, dizziness, and paresthesia of face and forearms. The headaches had begun approximately 2 weeks before she went to the hospital (Figure). Her examination was significant for intermittent disorientation, with a Glasgow Coma Score of 14, nuchal rigidity, and fever to 102.0oF (38.9oC). Computed tomography of her head was normal. A lumbar puncture (LP) was performed and revealed a white blood cell (WBC) count of 163/mm3, no red blood cells (RBC), 97% lymphocytes, 3% monocytes, and glucose of 61 mg/dL (Table 1). The patient was treated with intravenous ceftriaxone and dexamethasone, but when CSF bacterial cultures produced no growth, these medications were discontinued. After 3 days in the hospital, the girl’s symptoms resolved, and she was discharged home. Subsequently, her headaches recurred and intensified; on March 6, she went to another local hospital with photophobia, emesis, and myalgias, particularly of the neck and back. Magnetic resonance imaging (MRI) of her head demonstrated enlarged lateral ventricles for her age; another LP was performed and revealed a protein level of 160 mg/dL, WBC count of 185/mm3, and RBC count of 1/mm3 with 95% lymphocytes and 5% macrophages (Table 1). She was transferred to a tertiary-care children’s hospital that same day.

On admission to the hospital (Figure), she was afebrile, alert, and oriented. Fundoscopic examination demonstrated a blurring of disk margins bilaterally. She was photophobic with transient limitation of vision in the left visual field. Initially, she had decreased strength of the left lower and upper extremities, but it resolved during subsequent examinations. She also had a new papular pruritic rash on her arms and back. She received a diagnosis of suspected infectious encephalitis and was treated during the hospitalization with intravenous acyclovir, ceftriaxone, ethambutol, isoniazid, pyrazinadmide, and rifapmin. On March 10, the girl reported loss of sensation and strength of the right extremities, and weakness was confirmed on examination. Emesis increased, and she became agitated and combative. But these symptoms resolved the next day. Repeat LP demonstrated increased intracranial pressure (Table 1).

An extensive workup for potential etiologies of encephalitis/aseptic meningitis was performed, but no definitive etiology was determined (Table 2). On March 10, the medical team elicited a history of bat exposure, and rabies was considered in the differential diagnosis. The patient recalled that approximately 2 months before her headaches began she had entered a cave while on a camping trip in Texas and came into contact with flying bats. Although several bats hit her body, she did not notice any bites or scratches. The patient also reported owning pet ferrets and a dog; all were in good health and under routine veterinary care.

The patient reportedly had never received rabies prophylaxis. On March 11, serologic tests of serum and CSF for antirabies virus antibodies, polymerase chain reaction (PCR) tests of saliva and nuchal skin biopsy for the presence of rabies virus RNA, and direct fluorescent antibody tests of the nuchal biopsy for rabies virus antigen were performed at CDC. No rabies virus antigens or RNA were detected. However, four serum and CSF samples tested positive for rabies virus antibodies by IFA. Serum immunoglobulin G (IgG) reactivity increased to a peak dilution of 1:8192 and immunoglobulin M (IgM) to 1:32. The CSF IgG was positive up to dilution 1:32 through March 19 and by April 3 had decreased to 1:8. The CSF IgM remained negative (Table 1). The positive IFA results were corroborated by a Western blot assay performed in blinded fashion by an independent investigator. Although rabies virus can crossreact serologically with other members of the Lyssavirus genus, Kern Canyon virus (KCV) is the only other rhabdovirus associated with bats in North America that potentially could demonstrate
a limited serologic crossreactivity with rabies virus. KCV RNA was not detected in the patient’s skin biopsy, saliva, and CSF by nested PCR.

On March 14, after notification of positive rabies serology results, the girl received 1 dose of rabies vaccine and 1,500 IU of HRIG. Additional doses of vaccine were not administered because of concern over possible adverse effects from potentiating the immune response. On March 19 and March 29, the patient’s serum tested positive for rabies VNA by the rapid fluoresThe
cent focus inhibition test (RFFIT), whereas her CSF remained negative for rabies VNA (Table 1). The patient was managed supportively and never required intensive care. She was discharged on March 22 with clinical symptom resolution but returned to the emergency department on March 29 with recurring headache. She left before an LP could be performed, but returned to the emergency department again on April 3 with headache and emesis. At that time, an LP was performed, and her CSF opening pressure was still elevated (Table 1). After the LP, her headache resolved. She was not rehospitalized and did not return for follow up in the outpatient clinic.

Questionnaires were administered to close friends and family members of the girl and to health-care workers to assess indications for postexposure prophylaxis
(PEP). Only the girl’s boyfriend met the criteria and received PEP (4). The current clinical status of the patient or her boyfriend is unknown.

Editorial Note

This is the first reported case in which certain clinical and serologic findings indicate abortive human rabies and in which, despite an extensive medical investigation, no alternate etiology for the illness was determined. The patient’s positive serologic results offer evidence of rabies virus infection; IFA and Western blot assays indicated the presence of antibodies capable of binding to rabies virus antigens before the patient received rabies PEP. Rabies virus can crossreact serologically with other members of the Lyssavirus genus, distributed in Australia, Eurasia, and Africa (5) or, theoretically, with as yet uncharacterized rhabdoviruses. However, this patient had no history of foreign travel and no evidence of infection with KCV, the only other rhabdovirus associated with bats in North America.

Laboratory diagnosis of rabies antemortem is based typically on routine detection of viral antigen in a full-thickness skin biopsy, viral RNA in the skin biopsy or saliva, or antibodies in serum and CSF. Only antibodies were found in this patient. However, viral antigen and RNA often are not detected in infected humans antemortem because of limited virus replication
and intermittent viral excretion in saliva (1,4,6). Notably, the diagnosis of rabies in all human survivors has been based solely on serologic findings, including the presence of VNA, but without virus isolation or detection of viral antigens or RNA (2,6).

Certain other clinical and laboratory findings also support a diagnosis of abortive rabies in the patient described in this report. First, the onset of acute encephalopathy approximately 2 months after exposure to bats is compatible with documented incubation periods after rabies virus exposure. Second, central nervous system (CNS) findings (e.g., fever, photophobia, emesis, neck pain, dizziness, paresthesia, limitation of visual field, and altered behavior with agitation and combativeness) are compatible with clinical aspects of rabies. Although this patient did not have classic symptoms such as laryngeal spasms (manifested as hydrophobia) or autonomic instability, the lack of such symptoms has been documented in other rabies patients (1,2,6). Finally, despite an extensive medical workup, no alternate infectious etiology was identified for the patient’s neurologic symptoms, increased intracranial pressure, and CSF pleocytosis.
In animal models, both cellular and humoral immune responses are important indicators in survivorship after rabies virus infection (7–9). In this report, the patient’s serologic profile suggests that her immune system cleared the rabies virus before production of VNA. This might help explain the patient’s atypical (i.e., waxing and waning) neurologic course. In more typical rabies cases, infected persons who have not received rabies PEP experience a rapid neurologic decline, resulting in death. Human survivors of rabies have demonstrated a vigorous immune response to the virus, as measured by serum and CSF antibody levels (2,4). However, CSF IgG in the patient in this report never exceeded a dilution of 1:32, with serum IgG reaching 1:8192, not nearly as high as values reported in previous survivors (1). Another patient, given experimental treatment, showed evidence for neurologic recovery, with high serum but low CSF VNA, but died shortly after therapy (10).

Detection of viral antibodies in serum can be indicative of previous vaccination or exposure to a lyssavirus, but does not necessarily indicate the development of disease. Contact with virus does not ultimately constitute a productive infection (e.g., the virus can be inactivated by the host innate response or by other means before replication in host cells). Similarly, a productive infection does not necessarily indicate the development of disease. Contact with virus does not ultimately constitute a productive infection (e.g., the virus can be inactivated by the host innate response or by other means before replication in host cells). Similarly, a productive infection does not necessarily result in transportation of virus to the CNS. An abortive
infection can occur outside the CNS, with limited replication of the virus at the exposure site and further clearance by the host immune system (7,8).

Rabies virus is a highly neurotropic pathogen, transported from the exposure site to the CNS by peripheral nerves without significant local replication and avoiding or impairing the host immune response during the incubation period. Thereafter, when the virus reaches higher concentrations in the CNS and spreads peripherally, specific antibodies can be detected as the clinical course evolves. Typically, the detection of specific virus antibodies in the CSF indicates a CNS infection. Based on evidence to date with U.S. rabies patients, antibodies to the abundant viral nucleocapsid antigens detected by IFA are registered first, whereas VNA, directed to the outer viral glycoprotein, are only detected later by RFFIT, if VNA are detected at all. The patient described in this report did not have detectable rabies VNA in the serum until after receiving rabies vaccine and HRIG.

In all previous human survivors, rabies was diagnosed based on exposure histories, compatible clinical symptoms, and detection of rabies virus antibodies. However, in all of those patients, the clinical courses were substantially longer, with more severe neurologic compromise and more prominent stimulation of the immune system, including the induction of VNA. In the case presented here, the clinical manifestation was relatively mild, which might imply variables associated with viral dose, route, and type, with a more limited virus replication and less apparent stimulation of the immune system. Clinicians treating possible cases of human rabies, indicated by acute, progressive infectious encephalitis, a compatible exposure history, and serologic evidence of a specific lyssavirus response, even in the absence of detectable VNA or fulminant neurologic decline, should contact their state health department for engagement with CDC.


References

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IDEAS SOBRE EL MODO DE PROTECCIÓN CONTRA LA RABIA. Eliseo Hernández B. 2011

IDEAS SOBRE EL MODO DE PROTECCIÓN CONTRA LA RABIA
Eliseo Hernández Baumgarte
México

En respuesta a tu petición te escribo estos puntos, que espero que te sean de utilidad.

Entre las proteínas del virus de la rabia (G, M, N, P y L) se encuentra la proteína N cuya función durante el ciclo celular es la de cubrir los ácidos nucleicos de nueva síntesis, de ahí que sea la proteína que inicia el genoma viral y la que se produce en mayor cantidad. También tiene la función (un tanto controvertida por los inmunólogos) de ser un “super-antígeno”. La vacuna Fuenzalida-Palacios es especialmente rica en esta proteína, de ahí que no requiera adyuvante para producir una buena inmunidad.

Todas las pruebas para cuantificar las vacunas, son la NIH , que son en ratones y evalúan la inmunidad ante la descarga virulenta del virus CVS (Challenge virus standard). Aparentemente las vacunas inactivadas para la protección de animales contra la rabia producidas en cerebro de animales inoculados experimentalmente, contiene también este super-antígeno en cantidades importantes.

Las pruebas de vacunación y desafío, evalúan la inmunidad humoral en los animales vacunados, y la recomendación de la OMS es que la vacuna produzca un nivel de seroneutralización de 1:20 o maá alto para considerar apropiada la vacuna para uso en la especie blanco sin necesidad de hacer el desafío.

Las vacunas de cultivos celulares con virus atenuados, contienen una gran cantidad de partículas defectivas del virus rábico, que por definición no son infecciosas, pero contribuyen a la inmunización preventiva.

No sé de ningún estudio en el que se haya evaluado la inmunidad celular en los animales vacunados, pero existe un estudio en el que se inyectan ratones por vía intracerebral con virus Flury HEP que es apatógena para los ratones destetados y después desafiándolos con CVS. En estas condiciones hasta el 50% de los ratones desarrollan rabia abortiva; es decir que se enferman con los primeros síntomas de rabia, y después de unos días, se recuperan. Al examen histopatológico, estos animales muestran una gran invasión de macrófagos y otras células sanguíneas en el encéfalo, así como una gran destrucción de células nerviosas.

Revisando un poco la patogenia de la rabia, podremos detectar los puntos vulnerables de la infección. Después de la mordedura, se deposita en el tejido subcutáneo y muscular una gran cantidad de virus contenidos en la saliva. El virus tiene varios receptores celulares en sus peplómeros y logra invadir fibroblastos y otras células localmente. En este sitio puede permanecer por largo tiempo, pero la cantidad de virus producido no es suficiente para inducir inmunidad en el animal (Acuérdate que el virus rábico no es citopático). Después de un tiempo, se adhiere a terminaciones nerviosas del tejido fibroso y muscular e inicia su ascenso por vía de los troncos nerviosos hasta los ganglios espinales de los cuernos superior e inferior de la médula. En estos puntos encuentra los primeros cuerpos celulares en donde se multiplica ya en tejido nervioso. De ahí pasa a las neuronas de la médula espinal y se empieza a difundir a los cuerpos celulares con los que la neurona infectada tiene contacto. Hasta este punto el virus ha hecho uso de varios de sus receptores: el primero para adherirse e infectar a las células locales de la mordedura; luego en las terminales nerviosas ha hecho uso de los receptores nicotínicos de la acetilcolina. Una vez dentro de la célula, utiliza otro receptor para adherirse a los microtúbulos y ascender al perikarion y por último usa desde dentro de la neurona otros receptores para adherir su nucleocápside a la cara interna de la sinapsis de las diferentes neuronas. Cuando ha llegado al sistema nervioso central en la médula espinal, ya se encuentra protegido por la barrera hemato-encefálica proporcionada por las meninges y el líquido cefalorraquídeo. De aquí el virus se difunde en forma radial hacia arriba, abajo, hacia el otro lado de la médula y a otros órganos del cuerpo. Cuando llega al encéfalo empieza una fase de ampliación vírica muy intensa afectando a una gran cantidad de neuronas y cada vez que ocupa una sinapsis, la inactiva como ruta de neurotransmisores. Hasta este punto no han empezado los síntomas, pero cuando ya ha invadido una gran cantidad de neuronas es cuando empiezan los síntomas y empiezan las defensas del animal a intervenir. Entran células fagocitarias al encéfalo y empiezan a destruir neuronas infectadas (Nódulos de Babes). Las células infectadas contienen los corpúsculos de Negri, pero no matan a las neuronas y el virus sigue pasando de célula a célula sin entrar al torrente circulatorio. El animal muere de parálisis respiratoria y neumonía hipostática, y el virus llega a la saliva unos días antes del inicio de síntomas. La bajada del virus a las glándulas salivales ocurre vía los pares nerviosos encefálicos, principalmente el trigémino y así logra el virus su perverso fin: volver loco al animal y salir en la saliva.

La vacunación preventiva, que estimule una buena respuesta humoral, puede marcar el virus para su destrucción desde la mordedura, e impedir su ingreso a los troncos nerviosos. Una vacuna vigente sí es estimuladora de la rabia abortiva o incluso aborta la infección antes de que produzca síntomas. Una vez en el sistema nervioso central, algunas proteínas del virus son fragmentadas por los macrófagos que recorren normalmente todo el cuerpo; procesan los antígenos y se los presentan a las células presentadoras de antígeno. El sistema inmune una vez activado procede con gran rapidez a producir anticuerpos en gran cantidad, células killer comprometidas y además producen interferón localmente en el encéfalo.

La diferencia en el curso de la enfermedad entre animales susceptibles y animales vacunados, es la ventaja que tiene el arranque de la respuesta inmune en el animal vacunado (Células de memoria).

Tanto los animales vacunados como los testigos no vacunados en una prueba de potencia de una vacuna antirrábica dan una respuesta inmune, pero en el caso de los desafiados, ésta es tardía y el animal pierde la carrera y muere.

jueves, 13 de enero de 2011

RABIA EN CHILE. 1989 - 2005

Rabia en Chile. 1989-2005
Myriam Favi C., Luis Rodriguez A., Carla Espinosa M. y Verónica Yung P.

Rabies in Chile. 1989-2005

A retrospective epidemiological study about epidemiology of rabies in Chile between years 1989 and 2005was done. A data base of 39793 national registries of rabies samples was analyzed by means of statistical packages. Out of 39793 analyzed cases, 719 bats, 7 dogs, 7 cats, 1 bovine and 1 human were positive to rabies throughout the 17 years of this study. The statistical analysis established a significant increase in the proportions of positivity in bats, with predominance of variant 4 between the reservoirs. Given the complexity of the wild cycle of the rabies in Chile, it is necessary to maintain a program control of rabies, directed to educate people for a responsible possession of domestic animals, due to the risk of rabies transmission from bat to the susceptible species.

Key words: Bats, rabies, viral characterization, antigenic variant.
Palabras clave: Murciélago, rabia, caracterización viral, variante antigénica
Instituto de Salud Pública de Chile, Santiago de Chile. Laboratorio Diagnóstico de rabia


Introducción

La rabia es una zoonosis milenaria de alta significancia global en salud pública, agricultura y economía, debido a su amplia distribución mundial y propagación entre reservorios animales1.
Se describe como una encefalitis viral que puede afectar a cualquier vertebrado homeotermo. Prácticamente todos los mamíferos son susceptibles al virus de la rabia2, siendo el perro el principal reservorio, sobre todo en los países en desarrollo. En algunas regiones, donde la rabia en perros se ha controlado con campañas de vacunación, los quirópteros pueden
desempeñar un papel muy importante en ese sentido3.

En Chile, la rabia urbana fue endémica entre los años 1950 y 1960, registrándose numerosos casos en humanos y animales. Esto llevó a la instauración en 1960 de un programa de control y prevención de la rabia en el país. Este programa fue orientado a tres importantes objetivos: primero, reducir la población canina; segundo inmunizar masivamente a los perros y
finalmente, aumentar la cobertura del diagnóstico de rabia, tanto en animales sospechosos como a través de la vigilancia epidemiológica activa4,5. La efectividad de las medidas adoptadas se hizo evidente a partir de 1962, al producirse una disminución drástica de los casos de rabia, detectándose casos en humanos sólo hasta el año 1972 6.

Desde el año 1980, se han presentado casos de rabia en forma esporádica en animales domésticos sin que su fuente de infección pudiera ser identificada. Estos casos tuvieron la particularidad de ser de bajo poder epidémico, presentándose incluso un silencio
epidemiológico en los años 1982 y 1984. Este cuadro epidemiológico sugirió que la fuente de infección en estos eventos podría ser de origen silvestre7. La importancia de los animales silvestres en la transmisión de la rabia fue reconocida en Chile en 1985, cuando se detectó por primera vez rabia en murciélagos insectívoros de la especie Tadarida brasiliensis5,6,8. Hasta ese momento, todas las acciones del Programa de Control y Prevención de Rabia estaban focalizadas sobre las especies domésticas, principalmente sobre los perros, existiendo un total desconocimiento de la presencia de la rabia en la fauna silvestre. El reconocimiento de los murciélagos como reservorios de la enfermedad en Chile hizo que se ampliaran las acciones de vigilancia epidemiológica hacia esas especies. A partir de entonces, el patrón epidemiológico de la rabia en Chile se ha caracterizado por una endemia en quirópteros. La importancia de esta nueva situación epidemiológica alcanza su mayor relevancia en el país al reportarse el primer caso humano después de 24 años. Este ocurrió en un niño de siete años de edad, sin antecedentes de mordeduras o exposición al virus, confirmándose como su fuente de infección a murciélago insectívoro (Tadarida brasiliensis)9.

Este cambio epidemiológico de la rabia donde el promedio de casos positivos en murciélagos ha aumentado, representa un riesgo real de contagio para el hombre y animales, razón que justificó la realización de este estudio, a fin de analizar con mayor precisión el comportamiento epidemiológico de la rabia en Chile, evaluando su evolución durante los últimos 17 años.
Introducción

Epidemiología

Material y Métodos
Para la realización de este estudio, se revisó la información que mantiene el Instituto de Salud Pública de Chile (ISP), utilizando los 39.793 registros existentes entre los años 1989 y 2005. Se incorporaron estos registros a un archivo Excel ingresando a la planilla los siguientes datos: comunas del país, fecha, especie involucrada (perro, gato, murciélago y otras especies),
diagnóstico de laboratorio de rabia del ISP (positivo o negativo), categorización de vigilancia epidemiológica (sospecha o vigilancia) e identificación de la variante antigénica de las especies que obtuvieron resultados positivos.

El diagnóstico de rabia se realizó por la técnica de inmunofluorescencia directa (IFD) y para la identificación antigénica se utilizó un panel de ocho anticuerpos monoclonales dirigidos contra la glicoproteína viral (elaborados y donados por el CDC, Atlanta, E.U.A.), con el que se pudo identificar las distintas variantes antigénicas virales de acuerdo al panel de reacción (Tabla 1).
Una vez construida la base de datos, se utilizaron tablas dinámicas de Excel para comprimir, resumir y cruzar numerosas variables, obteniendo tabulados descriptivos de sumas parciales y totales por mes, año, comunas del país, especies animales involucradas, y sus interacciones. Esta información fue guardada como documentos de texto para permitir su ingreso a los paquetes estadísticos Statgraphics versión 5.0 y Stata versión 8 y, ocasionalmente, el Applet Sisa (Internet), para obtener estimaciones y gráficos10. Se empleó regresión binomial negativa debido a que la gran dispersión de datos (“Deviance” > 1,5) impidió usar regresión de Poisson que es la indicada para recuentos o proporciones de recuentos. Para verificar la ausencia de autocorrelación se recurrió a la regresión de Cochrane-Orcutt que, en esta versión de Stata, entrega una estimación exacta de presencia de auto-correlación. La prueba exacta de Fisher se prefirió cuando alguna de las casillas de la tablas 2x2 tenía valores muy pequeños. Los procedimientos de tendencia y series de tiempo se emplearon para verificar numérica y gráficamente la presencia de dispersión de los datos y la tendencia ascendente de la proporción
de murciélagos positivos. Para los análisis se usaron Stata versión 8 (Stata Corp. 4905 Lakeway Drive. College Station, Texas 77845. USA) y STATGRAPHICS versión 5.0 (Statistical Graphics Corp. 2325 Dulles Corner Blvd. Ste. 500 Herndon, VA. USA).

Resultados
Se analizó un total de 39.793 muestras del período 1989 a 2005, de las cuales 17.081 correspondieron a murciélagos. Del total de murciélagos analizados, 719 fueron positivos
para el virus rabia; la especie Tadarida brasiliensis presentó el mayor número de casos positivos
(672), en comparación con las otras especies de murciélagos Histiotus macrotus (13), Lasiurus sp (27) y Myotis chiloensis (7), para cada año evaluado (Tabla 2).

Las regiones con mayor número de casos son la Región Metropolitana (39,5% de los casos), Región del Bío-Bío (VIIIª Región) (22,5%) y la Región de Valparaíso (Vª Región)) (12,9% de los casos) (Tabla 3).

De las 39.793 muestras analizadas, 735 correspondieron a casos positivos para el virus rabia en todas las especies (humano, canino, felino, bovino y murciélago). En 10 casos no fue posible aislar el virus rábico, por lo tanto no se pudo determinar la variante antigénica; la variante antigénica 4 se identificó en 671 murciélagos T. brasiliensis, dos perros, un gato y un humano. La variante 6 se identificó en 27 murciélagos Lasiurus sp y la variante 3 se identifico en siete murciélagos
M. chiloensis, la variante NT (no tipificado por el panel de ocho anticuerpos monoclonales y que
corresponde genéticamente a Histiotus macrotus) se identificó en 13 murciélagos H. macrotus, un gato, y un murciélago T. brasiliensis. La variante 1 canina se identifico en un perro aislado en el año 1990 (Tabla 4).

Con relación a la positividad en muestras de murciélagos obtenidas por demanda espontánea (sospecha) y aquellas procedentes de capturas (vigilancia), se observó una diferencia altamente significativa al aplicar la prueba exacta de Fisher. La única excepción la constituye el año 1990, en que no se observó diferencia significativa (P exacto = 0,736) (Tabla 5). Para comprobar este análisis recurrimos a la curva suavizante de Winter (Figura 1). Mediante esta curva se puede observar que a pesar de la gran dispersión hay una línea que tiene una manifiesta tendencia ascendente con límites de confianza de 95% lo que es bastante ancho; esta anchura es debida a la gran dispersión de datos; no obstante, hacía falta una mayor información para comprobar si era esta tendencia un producto casual. Se aplicó entonces la prueba de tendencia de Sen-Man-Kendall (Tabla 6), en la cual se analizaron las proporciones de murciélagos positivos por sospecha, vigilancia y los totales para los años 1989 al 2005. Se obtuvo un valor P de = 0,024 que sugiere que efectivamente ha habido un aumento en la proporción de murciélagos positivos en Chile a lo largo del tiempo. Cuando se separaron por sospecha y vigilancia se encontró que ninguna de estas dos variables era significativa con la combinación de todos los datos.

Debido al exagerado valor de dispersión se utilizó la regresión binomial negativa la cual indica la influencia que tiene el tiempo sobre la proporción de murciélagos positivos se complementó este estudio buscando un sistema que nos permitiera establecer si había una auto correlación significativa. El valor P correspondiente a Z = 5,259 fue 0,000000072, con lo cual se hace
creíble la influencia de la variable ao=Tiempo en años en el aumento de la proporción de murciélagos positivos a lo largo de los 17 años estudiados (Tabla 7). Lo normal a utilizar en estos casos es la regresión de Poisson pero tenía un altísimo valor de dispersión, por lo tanto, era obligatorio quedarse con los resultados de la regresión binomial negativa; se descarta la
autocorrelación al usar la regresión de Cochrane-Orcutt como prueba complementaria con el propósito descartar una posible autocorrelación que habría hecho insostenible la significación obtenida con la regresión binomial negativa.
Mediante la regresión de Cochrane-Orcutt se obtuvo un valor p = 0,175 que es alto y permite mostrar ausencia de autocorrelación y demostrar que lo único que influye en el aumento de positividad es el tiempo.

Discusión

La relevancia de los murciélagos no hematófagos en la epidemiología de la rabia en los centros urbanos de América del Sur ha sido previamente demostrada.
Las características poblacionales y la diversidad de estas especies en América Latina hacen que su infección con el virus rábico, aún con una baja incidencia, sea una fuente de infección muy importante para humanos y animales domésticos11,12.
El control de la rabia urbana permite que se haga evidente la presencia de ciclos silvestres en áreas geográficas donde previamente eran inadvertidos13. La caracterización antigénica de aislamientos del virus rábico obtenidos de diferentes especies animales y un humano en Chile, confirmó que actualmente la especie T. brasiliensis es el reservorio más importante de la rabia en los centros urbanos y rurales del país. Esta situación es la que actualmente caracteriza el
cuadro epidemiológico en Chile donde, el último caso producido por la variante 1 (canina) fue en el año 1990. Todos los casos en animales domésticos detectados posteriormente, correspondieron a variantes antigénicas distintas a la variante 1, lo que nos permite decir
que hasta el momento no hay circulación de la variante canina y los reservorios identificados antigénica y genéticamente son cuatro (M. chiloensis, T. brasiliensis, Lasiurus sp e Histiotus sp)14.
La identificación antigénica y genética del caso humano del año 1996 correspondió a variante 4 (T. brasiliensis), lo que permite afirmar que estos quirópteros, por sus hábitos antropofílicos, representan un riesgo real para el hombre. Este evento epidemiológico es similar a numerosos
casos de rabia humana ocurridos en E.U.A. durante las últimas dos décadas, en los que no se pudo determinar la forma de exposición al virus o comprobar historia alguna de mordedura15,16.
En circunstancias como ésta, en que se comprobó un aumento de la positividad a lo largo de los años la correcta y pronta identificación de la variante antigénica implicada, y en algunos casos su caracterización genética, permiten la definición del cuadro epidemiológico que, a su vez, se traduce inmediatamente en medidas de vigilancia y control más eficaces. Dada la complejidad
del ciclo silvestre de la rabia en Chile, que ya ha cobrado una vida humana, es necesario mantener un programa de control de rabia dirigido a la educación de la población y además crear conciencia en relación con la tenencia responsable de los animales domésticos.

Agradecimientos:
Al personal del Laboratorio de Diagnóstico de Rabia del Instituto de Salud Pública de Chile y en
forma muy especial a Cristina Toledo por su valiosa colaboración en la recolección de los antecedentes para realizar este estudio.

Resumen
Se realizó este estudio para actualizar el conocimiento epidemiológico de la rabia en Chile, entre los años 1989 y 2005. Se trabajó con una base de datos de Epidemiología 39.793 registros históricos nacionales de muestras para el diagnóstico de rabia que mantiene el Instituto de
Salud Pública de Chile, analizando los datos mediante paquetes estadísticos. De los 39.793 casos analizados se detectaron positivos a rabia en murciélagos (n: 719), perros (n: 7), gatos (n: 7), bovino (n: 1) y humano (n:1) a lo largo de los 17 años de estudio; estos representan el total de casos confirmados en Chile durante ese período. El análisis estadístico determinó un aumento
lento pero significativo de positividad a rabia en murciélagos con un predominio de la variante 4 entre los reservorios circulantes. Dada la complejidad del ciclo silvestre de la rabia en Chile, es necesario mantener un programa de control de rabia dirigido a la educación de la población en pro de la tenencia responsable de los animales domésticos; existe riesgo de transmisión
de la rabia desde murciélago a las especies susceptibles.


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lunes, 10 de enero de 2011

INFLUENZA CANINA CAUSADA POR EL VIRUS EQUINO H3 N8

INFLUENZA CANINA: infección por el virus equino H3 N8

A principios de este año, numerosos programas de televisión y los informes periodísticos han enfatizado, de manera que sólo los medios de comunicación pueden hacer esto, los hallazgos de investigaciones recientes que confirman el hecho de que el virus de la gripe equina ha "saltado" la barrera de especies presentándose en perros infectados.

Los investigadores principales son : Dr. P. Crawford Cynda, Universidad de la Florida, la Facultad de Medicina Veterinaria, en Gainesville, FL; Dubovi Dr. Ed, Universidad de Cornell, Facultad de Medicina Veterinaria, Ithaca, NY.
Es más, estos informes han mostrado su preocupación generalizada de la enfermedad respiratoria que afecta, e incluso puede matar a los perros. Y entonces ... ¿es este el precursor del brote de gripe aviar inminente que (tal vez) amenaza a los seres humanos en todo el mundo? Los perros mascotas amenazan la salud humana??? No es muy tranquilizante esta situación!


Los hechos:La enfermedad clínica: En enero de 2004, se observó un brote de enfermedad respiratoria en 22 galgos de carrera en un hipódromo de la Florida. Se informó de dos síndromes clínicos:1. una tos leve, con fiebre, con una duración entre 10 y14 días con la recuperación posterior (14 perros), y ... 2. la muerte sobreaguda asociadas con una amplia hemorragia del tracto respiratorio inferior (8 perros ... 36%) que afectó los pulmones, el mediastino, y el espacio pleural. Histología de los pulmones reveló bronconeumonía supurativa, así como lbronquiolitis, y traqueítis.

En una declaración resumen del CDC, el Dr. Crawford señala que la gripe canina no es una enfermedad altamente mortal, lo que indica que el 80% de los perros infectados desarrollan la descarga nasal, tos, fiebre leve y se recuperan espontáneamente. Varios otros no muestran ningún signo clínico alguno. Lo que hace que esta enfermedad sea especialmente problemática, clínicamente hablando, es el hecho de que es contagiosa de perro a perro. Las tasas de susceptibilidad, obviamente, son muy altas. Infecciones complicadas son poco frecuentes y, a diferencia de los virus de la influenza humana A, están asociados con la infección bacteriana (B. bronchiseptica sería un candidato probable!) del tracto respiratorio inferior.
La mortalidad en los perros se estima que es del 6% al 8%.

Identificación del Virus: Después de una investigación considerable, se confirmó que la transmisión entre especies de la gripe equina es el virus A (H3N8) (documentado como causa de la enfermedad respiratoria equina durante más de 40 años), es decir la secuencia del virus corresponde con la hemoaglutinina H3 y la neuroaminidasa N8 del subtipo. Es más, los investigadores en la U. de Florida examinaron el tejido pulmonar de archivo de galgos que murieron de bronconeumonía hemorrágica en marzo de 2003, mediante el análisis de secuencias de virus aisladas en los pulmones indicaron que esos virus habían infectado galgos antes de 2004. Estudios que comparan las cepas equina y canina de virus de la gripe han demostrado que sólo existen 4 cambios de aminoácidos que diferencian los dos virus.La seroprevalencia en galgos de carreras: De enero a mayo de 2005, se tomó muestras de la sangre de 96 perros en las 7 pistas de carreras de la Florida (muestras aguda y de convalescencia) de las cuales 100% eran seropositivos. 100% de los perros; ( en las pistas de West Virginia eran 100% seropositivos con un n = 25. Diez perros en Wisconsin fueron también seropositivos.

La aparición de la influenza canina en perros mascotas: Las muestras de sangre recogidas de 70 perros con enfermedades respiratorias en refugios en la Florida y en una una gran variedad de clínicas de veterinaria en Florida y Nueva York reveló que el 97% fueron positivos para anticuerpos contra el virus de la gripe. Este estudio demostró que la infección por virus de la gripe canina no es exclusivo de la raza galgo. Hoy en día, los investigadores sólo han confirmado la influenza canina en perros en Florida, Nueva York (Ciudad) y, posiblemente, Massachusetts.

Conclusión: La identificación de los perros infectados en varios lugares geográficos desde 2003 hasta 2005, apoya a la conclusión de que un evento de transmisión del virus de los caballos a los perros se produjo. Es más, la propagación horizontal del virus de un perro a otro se documentó.

Transmisión: Estudios experimentales en perros sugieren que el virus persiste en la cavidad nasal y orofaringe de perros desafiados con el virus, lo que sugiere que es posible la diseminación viral.

La transmisión entre perro podría ocurrir a través de grandes gotas de aerosol en el tracto respiratorio superior, fómites o contacto con la mucosa directamente.
Diagnóstico clínico de los virus de la influenza canina: Los títulos de anticuerpos en suero (agudo y convaleciente) es la principal herramienta utilizada para establecer el diagnóstico en perros. Sin embargo, una prueba comercial no está disponible actualmente. U de la Florida y, posiblemente, de Cornell son las únicas instalaciones que están trabajando en la identificación del virus. Por lo tanto, el permiso antes de enviar suero o tejidos (pulmón preferentemente) de los perros que murieron de la infección aguda respiratoria hemorrágica estaría justificado.
Tratamiento: La atención de apoyo con un antimicrobiano de amplio espectro está indicado para gestionar el riesgo de bronconeumonía bacteriana secundaria (se sugiere: la doxiciclina, amoxicilina-ácido clavulánico, azitromicina o fluoroquinolona). La acumulación de líquido en el espacio pleural, a pesar de considerarse un signo de pronóstico grave, debe ser removido a través de la toracocentesis. Se debe tener cuidado de disponer adecuadamente de los materiales (tubos endotraqueales, catéteres, agujas, jeringas, tubos de oxígeno, etc.)

Vacuna: Actualmente no hay vacunas disponibles ... pero es posible contar con una en el futuro próximo. Importante: No hay protección cruzada entre la vacuna de virus de la parainfluenza o una vacuna de adenovirus-2 en la protección contra la influenza canina. NOTA: una vacuna recombinante de influenza equina (parenteral) ha sido autorizada en Europa (Merial) y se espera que sea aprobado para su uso en los caballos en los EE.UU. en un futuro próximo. No obstante, no hay evidencia de que esta vacuna sea inmunogénica en los perros.

Potencial zoonótico: no hay ninguno. Aunque los autores de este estudio indican que "la evidencia de infección por influenza canina en perros, un animal de compañía principal de los seres humanos, plantea la posibilidad de que los perros pueden proporcionar una nueva fuente para la transmisión de la nueva influenza A virus a los seres humanos. ".... No hay absolutamente ninguna prueba, incluso que la transmisión de perro a humano ha ocurrido … Ni tampoco sugiere que la transmisión zoonótica ocurrirá. El virus de la gripe canina es tan cerca de los virus de la influenza equina, 4 aminoácidos, (y el virus de la gripe equina tiene los seres humanos nunca infectados en 40 años), los investigadores han indicado que el virus de la influenza canina puede ser incluso menos probable que el virus equino infectan a los humanos. Las recientes preocupaciones sobre la gripe aviar, el virus que ha saltado las especies, los seres humanos infectados, con la documentación posterior de la (limitada) de transmisión de humano a humano ha alimentado las preocupaciones sobre la capacidad de la influenza canina Un virus para infectar a los seres humanos. Los virus son, con base en la clasificación de los virus de la gripe, algo distante en su especificidad de especie. A diferencia de la gripe canina A (H3N8) virus, el virus de la gripe aviar (H5N1) causa hemorrágica aguda y enfermedad respiratoria, pero los derrames pleural y la neumonía bacteriana secundaria no son característicos.


CANINE INFLUENZA VIRUS INFECTION

At Issue: Earlier this year, numerous television and newspapers reports addressed, in only ways that the media can do this, recent research findings that confirmed the fact the equine influenza virus ‘jumped’ species and had infected dogs. [Primary Investigators: Dr. P. Cynda Crawford, University of Florida, College of Veterinary Medicine, Gainesville, FL; Dr. Ed Dubovi, Cornell University, College of Veterinary Medicine, Ithaca, NY.] What’s more, these reports cited concerns of widespread respiratory disease affecting, and even killing, dogs. And then…is this the forerunner of the impending avian influenza outbreak that (maybe) threatens humans throughout the world?? Will pet dogs threaten human health???
NOT QUITE!
The Facts:
The Clinical Disease: In January 2004 (correct…2004), an outbreak of respiratory disease occurred in 22 racing greyhounds at a Florida racetrack. Two clinical syndromes were reported:
1. a mild cough, with fever, lasting 10-14 days with subsequent recovery (14 dogs), and…
2. peracute death associated with extensive lower respiratory tract hemorrhage (8 dogs…36%) involving the lungs, mediastinum, and pleural space. Histology of the lungs revealed suppurative bronchopneumonia as well as bronchiolitis, and tracheitis.

In a summary statement to the CDC, Dr. Crawford points out that canine influenza is NOT a highly fatal disease, indicating that 80% of infected dogs develop nasal discharge, cough, mild fever and recover spontaneously. Several others will show NO CLINICAL SIGNS whatsoever. What makes this disease particularly problematic, clinically speaking, is the fact that it is contagious from dog-to-dog. Susceptibility rates, obviously, are very high.
Complicated infections are UNCOMMON and, unlike the human influenza A virus, are associated with bacterial infection (B. bronchiseptica would be a likely candidate!) of the lower respiratory tract.
Mortality in dogs is estimated to be from 6% to 8%.

Virus Identification: After considerable research, it was (recently) confirmed that interspecies transmission of an entire equine influenza A (H3N8) virus (documented as a cause of equine respiratory disease for over 40 years) to the dog [ie, the virus sequence corresponds with the H3 immunoglutinen and the N8 neurominidase subtype]. What’s more, investigators at U of FL examined archival lung tissue from greyhounds that died from hemorrhagic bronchopneumonia in March 2003. Sequence analyses of virus isolated from lungs indicated that viruses had infected greyhounds prior to 2004. Further studies comparing the equine and canine influenza viruses have shown that only 4 amino acid changes differentiate the two viruses.

Seroprevalence in Racing Greyhounds: From January to May 2005, blood from 96 dogs at 7 Florida racetracks was collected (acute and convalescent samples). 100% were seropositive. 100% of dogs (n = 25) in West Virginia racetracks were seropositive. Ten dogs in Wisconsin were also seropositive.

Occurrence of Canine Influenza in Pet Dogs: Blood samples collected from 70 dogs with respiratory disease in shelters in Florida and a variety of veterinary practices in Florida and New York City showed 97% were positive for antibody to the influenza virus. This study demonstrated that canine influenza virus infection was not unique to the greyhound breed. Today, investigators have ONLY confirmed canine influenza in dogs in Florida, New York (City) and possibly Massachusetts.

The Conclusion: Identification of infected dogs in widespread geographical locations from 2003 to 2005, support the conclusion that a single virus transmission event from horses to dogs occurred. What’s more, horizontal spread of the adapted virus from dog to dog was documented.

Transmission: Experimental studies in dogs suggest that virus will persist in the nasal cavity and oropharynx of challenged dogs and suggests that shedding is possible. Dog-to dog transmission could occur via large aerosolized droplets from the upper respiratory tract, fomites, or direct mucosal contact.

Clinical Diagnosis of Canine Influenza Virus: Serum Antibody titers (acute and convalescent) is the primary tool used to establish a diagnosis in dogs. However, a commercial test is not currently available. U of Florida and possibly Cornell are the only facilities that are working on virus identification. Therefore, prior permission to send serum or tissue (lung preferably) from dogs that died of acute, hemorrhagic respiratory infection would be warranted.

Treatment: Supportive care with a broad spectrum antimicrobial is indicated to manage the risk of secondary bacterial bronchopneumonia (suggest: doxycycline, amoxicillin-clavulanic acid, azithromycin, or a fluoroquinolone). The accumulation of fluid in the pleural space, although regarded a grave prognostic sign, should be removed via thoracocentesis. Care should be taken to properly dispose of materials (endotracheal tubes, catheters, needles, syringes, oxygen tubing, etc.).

Vaccine: No vaccine is currently available…but count on one becoming available in the near future. Important…there is NO cross protection between the parainfluenza virus vaccine or adenovirus-2 vaccine in protecting against canine influenza.
NOTE: a recombinant equine influenza vaccine (parenteral) has been licensed in Europe (Merial) and is expected to be approved for use in horses in the US in the near future. HOWEVER, there is no evidence that this vaccine is immunogenic in dogs.

Zoonotic potential: There is NONE. Although the authors of this study added: “evidence of canine influenza infection in pet dogs, a primary companion animal for humans, raises the possibility that dogs may provide a new source for transmission of novel influenza A viruses to humans. “ ….there is absolutely no evidence even suggesting that dog-to-human transmission has occurred….nor does it suggest that zoonotic transmission will occur.

The canine influenza virus is so close to the equine influenza virus, 4 amino acids, (and the equine influenza virus has NEVER infected humans in 40 years), investigators have indicated that the canine influenza virus may even be LESS likely than the equine virus to infect humans.
Recent concerns over the avian influenza A virus that has also jumped species, infected humans, with the subsequent documentation of (limited) human-to-human transmission has fueled concerns over the ability of the canine influenza A virus to infect humans. The viruses are, based on the classification of influenza viruses, somewhat distant in their species specificity. Unlike the canine influenza A (H3N8) virus, the avian influenza virus (H5N1) causes acute and hemorrhagic respiratory disease, but pleural effusions and secondary bacterial pneumonia are not characteristic.