PULSIÓN DE MUERTE Y SELECCIÓN NATURAL EN CRÍAS DE DIAMANTE MANDARÍN Y GOLONDRINA CHILENA. María verónica Valenzuela Rasmussen

Pulsión de muerte y selección natural en crías de diamante mandarín (Poephila guttata) y golondrina chilena (Tachycineta meyeni)

El suicidio, en aves pequeñas, me ha llamado enormemente la atención en los años que llevo dedicándome a la ornitología de aves exóticas. ¿Qué es lo que hace que un recién nacido no tenga ganas de vivir? ¿Cómo es posible que aves recién eclosionadas vengan con un propósito tan marcado? ¿Se puede controlar el deseo de no querer vivir? ¿Son acaso enfermedades, descuidos de los padres, o sólo un contenido genético? ¿O es porque la naturaleza así lo quiso?

En las siguientes líneas, plantearé posibles causas, ideas y experiencias, que he recolectado en seis años, tanto en aves de jaula como el diamante mandarín o pinzón cebra, y la golondrina chilena.

Durante estos años, he visto día tras día, muertes de pequeñas aves sin razón alguna. Tratando de mejorar esta condición, he equipado mis jaulas con los mejores servicios, alimentos y complementos de hábitat para las aves exóticas. Las aves disponen de una gran variedad de semillas, agua fresca todos los días, frutas, verduras, calcio tanto hueso de jibia como calcio molido, bloques de mineral, pastón huevo para criar y alimento vivo con tenebrios (gusanos de la harina). Para desparasitar utilizo permetrina y en caso de sarna aplico ivermectina, además le agrego al agua ajo y vinagre de manzana para evitar hongos y parásitos internos, además de polivitamínicos y antibióticos en caso de necesitarlos.

Teniendo en cuenta todos estos aspectos de nutrición, y no descuidando la higiene, las aves no deberían tener problemas en reproducirse y estar sanas. Sin embargo, comienza la época de crianza y empiezan a aparecer aves recién nacidas en el piso de la jaula. A veces una, otras, dos y a veces, la camada completa. Entonces, se debe revisar qué es lo que pasa, ¿tendrán piojillos o poca comida? Y la respuesta que he obtenido todo este tiempo es no. Los polluelos al parecer eran sanos, y sus buches estaban llenos de semillas cálidamente depositadas por sus padres.

La otra sorpresa que me he llevado, es que a veces no mueren al caer, muchas veces he recogido algunos que han aguantado el frío fuera del nido. Los he puesto con aves nodrizas como la Isabelita del Japón (Lonchura Doméstica), un ave de jaula creada a partir de otras especies, para criar aves de difícil reproducción como el Diamante de Gould (phoephila gouldae) y descubro que, después de estabilizarse, se lanzan nuevamente al vacio.

Luego de repetir el acto de ponerlos en un nido con aves nodrizas, vuelve a ocurrir lo mismo, a veces no es inmediato, lo que como criadora es peor, ya que, las aves estando a punto de dejar el nido, parecidas ya a un ejemplar adulto, mueren.

¿Es acaso una falla general programada, que terminará en la muerte de cualquier forma, y que las aves sienten apenas salen de su huevo? ¿Qué es lo que las hace querer morir? ¿Es una selección natural?, empiezo a creer que si, porque luego de tantos esfuerzos en tratar de sacar adelante a estos indefensos desplumados, finalmente nada se puede hacer, sólo he logrado atrasar el proceso de su muerte. Y así me ha pasado con más de 50 crías. Tanto así, que en las últimas que he recogido, no interfiero demasiado, sólo las dejo en calor para que mueran de forma más cálida.

De mis experiencias, sólo dos veces he logrado que sobrevivan dos diamantes mandarín, el primero ya tiene más de 3 años y la otra, una hembra, que hasta la fecha está sana y empezando a criar. En las otras ocasiones, sólo logré atrasar la muerte unos días.

En la temporada de crianza de golondrinas, me llamó la atención la gran cantidad de crías que caían desde los nidos. Una mañana, vi caer desde las tejas, dos golondrinas chilenas, una murió de inmediato y la otra sobrevivió. Luego de estabilizarla y comprobar que no podía volver al nido, decidí ponerla en una jaula con tres aves nodrizas. Pero, la golondrina insistía en caer del nido, por lo que me dediqué a cuidarla yo misma con alimentos a base de; huevo duro molido, 5 tipos de cereales y pastón de cría varias veces al día, sin descuidar el calor y limpieza. Comprobé que la golondrina tenía el mismo comportamiento ya visto en mis jaulas; siendo de sólo unos centímetros, ciegos y con poca movilidad, se acercaba al borde del nido, o incubadora en este caso, y se dejaba caer. La golondrina tenía deseos de lanzarse del nido. La mantuve bien por más de una semana en una caja cerrada para evitar el suicidio, luego entró en un estado de sopor y posteriormente murió.

Dentro de las enfermedades típicas de las aves, están las bacterianas, como la coccidiosis y virales, como la pulmonía, las cuales nunca he visto manifestadas en crías que experimentaron suicidio, ya que, al parecer éstas son normales y sanas. Tampoco he visto algún padre empujar del nido a su cría. Sólo cuando realizan limpieza, después de las puestas, se puede ver al macho botar huevos malos.

La muerte de estas aves está regida de algún modo por algún gen o instinto que invita a lanzarse y abandonar la seguridad del nido. ¿Es acaso la sangre, su genética, hábitat, o sólo un impulso natural para el control de la población?

En mi opinión, creo que es algo que ya venía con el ave desde el minuto de su fecundación, una pulsión interna que está programada para no vivir, para lanzarse a la muerte apenas logró liberarse del cascarón que lo retuvo minutos antes de su lanzamiento al vacío. Lo que no puedo entender es por qué. Habiéndoles dado lo necesario para su sobrevida, mejorándolos en sus enfermedades, no puedo ir en contra de esa pequeña voluntad tan fuerte de no querer vivir, de rechazar alimentos. Sólo me queda claro de estas pequeñas aves, la idea fija de ellas de seguir su camino hacia el borde del acantilado sin que nada y nadie las logre detener.


María Verónica Valenzuela Rasmussen
Estudiante de Medicina veterinaria. Universidad Santo Tomás. Santiago. Chile