jueves, 2 de diciembre de 2010

“Aspectos Bioéticos de la Experimentación Animal" INTRODUCCIÓN. Dra. Carmen Gallo. CONICYT 2009

4to Taller de Bioética organizado por Comité Asesor de Bioética, FONDECYT-CONICYT
“Aspectos Bioéticos de la Experimentación Animal”
Comité Asesor de Bioética,
FONDECYT-CONICYT
Enero, 2009

Capítulo 2

INTRODUCCIÓN

Dra. Carmen Gallo, Médico Veterinario

Por muchos años los animales no fueron considerados como seres sintientes, no había
preocupación por restringir el número de animales a usar en experimentación (reducción) excepto por una preocupación económica, por cambiar modelos animales por no animales (reemplazo) o usar técnicas más refinadas que evitaran el posible sufrimiento de los animales (refinamiento). Hoy la investigación con seres vivos, tanto en universidades como en centros especializados, es revisada y autorizada por los comités de bioética que cautelan estos aspectos;
adicionalmente, al postular a fondos para realizar investigación o previo a que los resultados de un estudio puedan ser considerados para publicación en una revista científica, se revisan los aspectos éticos de las metodologías experimentales usadas.

El uso de animales en experimentación va en paralelo al desarrollo de la medicina, cuyas raíces provienen de la Grecia antigua. Según Baumans (2005) la creciente demanda de modelos
animales de calidad, junto con las críticas vertidas sobre el modo en que se utilizan los animales, ha llevado a la aparición de una rama multidisciplinaria de la ciencia denominada ciencia
de los animales de laboratorio, que se rige por los principios cardinales de las tres erres: reemplazo, reducción y refinamiento, formuladas por Russell y Burch en 1959. Los experimentos con animales sólo deberían ser realizados cuando no hay otra alternativa y cuando los beneficios del mismo son tales que se justifica el sufrimiento animal. Al usar animales en investigación,
existe una obligación legal y moral de salvaguardar su bienestar y causarles el menor sufrimiento posible. Lo anterior además suele ser positivo para el propio proceso experimental, ya que las incomodidades y el estrés antes y durante un experimento pueden llevar a obtener resultados no confiables ni repetibles. Si consideramos que el bienestar animal es un prerrequisito para lograr resultados experimentales confiables, es esencial buscar procedimientos que mejoren el bienestar de los animales usados en investigación, no sólo los de laboratorio sino también los de granja, compañía, trabajo o entretención.

Definir bienestar animal es un tema complejo, que forma parte de un debate continuo tanto científico como filosófico.

Uno de los primeros acercamientos a una definición de bienestar animal fue publicada en el año 1965 por el Comité Brambell y hacía referencia a que el animal tuviese suficiente espacio para moverse libremente, darse vuelta, acicalarse, levantarse, echarse y extender sus extremidades.
En 1986 Broom entrega una de las definiciones más ampliamente reconocidas de bienestar animal; él lo define como el estado de un animal en relación a sus intentos por adaptarse o sobrellevar su medio ambiente. Luego en 1993 el Consejo Británico para el Bienestar de los Animales (FAWC, 1993) basándose en el Comité Brambell, publicó lo que se conoce como las 5 libertades (o necesidades) de los animales: estar libres de sed, hambre o malnutrición; no sufrir incomodidades; no sufrir dolor, lesiones o enfermedad; ser libres de expresar su comportamiento normal y no padecer miedo y distrés. Las dos últimas libertades no sólo incorporan aspectos físicos y del medio ambiente en que viven los animales con los que el hombre interactúa (mascotas, animales de producción o trabajo, para entretención y deporte, o para la investigación), sino además aspectos relacionados con la naturalidad de cada especie (telos). Varios años más tarde, el tratado de Amsterdam en 1997 entregó a los animales el reconocimiento de “seres sintientes” (European Union, 1997). Según Broom y Fraser (2007), un ser sintiente es aquél que tiene la habilidad de evaluar las acciones de otros en relación a sí mismo y a terceros; de recordar algunas de sus acciones y sus consecuencias; de evaluar riesgos, tener algunos sentimientos y algún grado de conciencia. Es inte resante darse cuenta de cómo la opinión de los seres humanos en el sentido de reconocer a otros como seres sintientes ha ido evolucionando paulatinamente. Así, se partió por incorporar a todos los humanos y no sólo algunos (esclavitud, género), luego reconocer estas características en los mamíferos más parecidos a los humanos (simios, monos), más tarde en todos los mamíferos, hasta incluir a todos los vertebrados. Es difícil predecir qué otros seres vivos seremos capaces de reconocer como seres sintientes en el futuro, esperamos que las evidencias científicas nos lo vayan indicando de modo de no cometer injusticias tales como asumir que un determinado ser vivo no siente, cuando en efecto puede estar sintiendo.

Las principales estrategias para evaluar bienestar animal se basan en el uso de indicadores, los que pueden ser directos o basados en el animal, e indirectos o basados en el medio ambiente
y los recursos entregados (Whay, 2007). Entre los indicadores basados en el animal están los parámetros fisiológicos, que entregan información de su funcionamiento biológico (problemas de salud o estrés, determinables por medición de variables sanguíneas, frecuencia respiratoria o cardiaca, temperatura corporal y muchas otras). Otros indicadores directos son los conductuales; en este caso al observar conductas positivas o de placer éstas nos indican un estado de bienestar, en tanto al observar en los animales conductas negativas o de sufrimiento, ello refleja un estado de malestar. Para ello es imprescindible conocer el comportamiento normal de cada especie en su entorno natural.

Según Duncan (2005), el bienestar tiene que ver con las sensaciones experimentadas por los animales; esto es la ausencia de fuertes sensaciones negativas, llamadas en general sufrimiento y probablemente la presencia de otras positivas, que suelen denominarse placer. Pero puede evaluarse científicamente el sufrimiento o las emociones negativas en los animales no-humanos?
Aunque esto puede parecerle a muchas personas algo subjetivo o antropocéntrico, sí puede determinarse en forma precisa, utilizando la metodología científica. Si bien difícilmente
un animal podrá expresarnos tan claramente lo que necesita del modo que nos podemos comunicar las sensaciones entre humanos, existen métodos indirectos mediante
los cuales se puede “preguntar” a los animales cómo se sienten respecto a sus condiciones de vida y los procedimientos que les aplican. Estos métodos comprenden la realización de las llamadas pruebas de preferencia, en que se le presentan distintas opciones a elegir, y las de motivación, para evaluar cuán importante es la preferencia del animal y cuánto es capaz de trabajar para obtenerlo (Fraser 1996). De hecho Dawkins (2008) señala que para evaluar si se logró una mejora en el bienestar animal uno se podría basar en sólo dos preguntas: ¿se mejoró la salud animal? (que se puede medir con los parámetros fisiológicos y conductuales) y ¿se entregó a los animales lo que ellos desean? (que se podría medir con pruebas de preferencia y motivación).
La ciencia del bienestar animal se ha desarrollado rápidamente en los últimos 15 años y ha sido importante para separar lo científico o netamente biológico, de los juicios morales. Según Broom y Fraser (2007) la evaluación del bienestar animal se puede llevar a cabo objetivamente y en forma independiente de consideraciones morales. No obstante, independientemente de cuántas respuestas científicas obtengamos al realizar evaluaciones del bienestar animal, aún quedará una pregunta moral: cuán mal puede estar el bienestar de un animal para ser considerado “inaceptable”? Al respecto antiguamente se tendía a pensar que el sufrir un dolor sería algo claramente inaceptable; actualmente otros problemas como el sufrir sed o inanición, o el tener que vivir en condiciones en que no se cumplen las necesidades de los animales, como por ejemplo falta de espacio físico, o incluso el poder realizar o no ciertas conductas normales para la especie, han pasado a ser igualmente importantes.

Según Lund y Coleman (2006) el bienestar animal es un tema multifacético, que incluye importantes dimensiones científicas, éticas, económicas y políticas, lo que requiere un acercamiento integrado que utiliza conceptos y metodologías de varias disciplinas.
Dado que en gran parte el bienestar de los animales depende de su interacción con los humanos, parece lógico que confluyan disciplinas como las ciencias naturales y sociales. Es por ello que científicos y filósofos han trabajado juntos para poder entender y articular los principios de bienestar animal (Fraser, 1999). También las instituciones científicas, así como aquellas que financian la investigación y las comunidades académicas deberán ampliar sus horizontes y abarcar aspectos interdisciplinarios, reduciendo los límites artificiales que se tienden a poner entre disciplinas. Pero un trato ético de los animales no sólo es importante en la investigación con animales de laboratorio, sino también en la investigación con otras especies animales que el hombre utiliza para su beneficio. Desde su domesticación, la vida de los animales de granja se ha integrado y es parte importante de la sociedad humana. Las actitudes de los humanos pueden afectar la calidad de vida de muchos animales, ya que ellos dependen del cuidado que les damos los seres humanos. En el caso de los animales de producción o también llamados de granja (aves, cerdos, bovinos, ovinos y otros), la información sobre el comportamiento y bienestar animal es relevante y necesaria para que las empresas productivas puedan llevar a cabo su trabajo efectiva y económicamente. En estas especies el maltrato no sólo resulta relevante desde un punto de vista netamente ético, sino que adicionalmente tiene consecuencias productivas. Así por ejemplo existe una relación estrecha entre la forma como manejamos los animales y la cantidad y/o calidad del producto que ellos nos entregan.

En los animales de granja el estudio de su comportamiento nos permite identificar qué procesos o manejos pueden resultar más ventajosos desde el punto de vista productivo y hasta qué punto puede ser beneficioso para el animal y para el hombre un cambio en dichos procesos. Para manejar correcta y productivamente los animales son necesarios los conocimientos sobre el comportamiento de los mismos; esta información permite también capacitar al personal, ya que se aprende más fácil cuando se puede fundamentar el por qué se deben hacer las cosas de una u otra forma. La misma información del comportamiento animal ha sido relevante para fundamentar el diseño más apropiado de las estructuras en las que viven y se manejan los animales (Grandin y Deesing, 2008). En el caso de los animales de granja, a los indicadores de bienestar animal ya mencionados, se suman otros indicadores directamente medibles en los animales, como lo son los de tipo productivo (kg de ganancia de peso, de carne, leche u otro producidos). Cuando el bienestar animal es muy pobre, se pueden incluso encontrar alteraciones en la calidad del producto. En los animales productores de carne, por ejemplo, un mal trato en el manejo previo a su sacrificio se refleja en lesiones corporales (hematomas) y cambios bioquímicos que afectan negativamente la calidad de la carne (Gregory, 1998).

El incremento de la población humana en el mundo y sus consecuentes mayores requerimientos de consumo de alimentos han llevado en algunos casos a una intensificación tal de la producción, que se han visto restringidas varias de las libertades de los animales, en particular la de poder vivir de acuerdo a su “naturalidad”. Esto es evidente en la producción intensiva de cerdos y aves; los consumidores perciben un problema en el trato de los animales y requieren cada vez más antecedentes sobre la calidad ética de los productos. Para llegar a ser una potencia agroalimentaria, es imprescindible que al realizar investigación sobre animales de producción en Chile, se incorporen estos aspectos más claramente en las metodologías.

La etología aplicada también puede ofrecer criterios científicos que permiten realizar investigación para evaluar el grado de bienestar de nuestros animales de compañía. Las personas que tienen mascotas, animales de trabajo, deporte o entretención, generalmente están más concientes de las necesidades y del comportamiento de sus animales; en algunos casos porque el comportamiento no es el que el dueño desea y entonces ello representa un problema. En otros casos es justamente el comportamiento la razón por la que el animal es útil para el propietario
(perro guardián). Según Odendaal (2005) la historia del ser humano pone de manifiesto que la manera en que trata a los animales responde a la concepción que tiene de si mismo y de los seres vivos que lo rodean, lo que puede ir desde la convicción de la superioridad del hombre sobre los animales hasta la idea de igualdad entre unos y otros.

En general, las investigaciones sobre el comportamiento y bienestar de las especies animales que el hombre utiliza para beneficio propio nos pueden entregar valiosas evidencias científicas
sobre las cuales se pueden basar las leyes y reglamentos correspondientes. La Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) es hoy la institución líder en el campo del bienestar animal y a ella se le ha dado el mandato de elaborar los estándares internacionales de bienestar animal (OIE, 2009). Los países miembros de esta organización, incluido Chile, deberán ir creando su propia legislación bajo el paraguas de estos estándares de bienestar animal. Por lo mismo resulta importante que se realice investigación científica tanto en laboratorios como aplicada a la realidad de cada país, que pueda sustentar dicha reglamentación.

Hasta el año 2006 eran pocos los países latinoamericanos en que se realizaba investigación propia en temas de bienestar animal, y también escasos los que ya habían implementado reglamentación bajo los estándares de la OIE (Gallo, 2007). Sin embargo la situación ha ido cambiando y el tema se ha ido difundiendo rápidamente. En Chile se destaca la reciente aprobación de la Ley de Protección Animal (Chile, 2009), que pone énfasis en inculcar el sentido de respeto y protección a los animales, como seres vivientes y sensibles que forman parte de la naturaleza. También en el ámbito de la investigación destaca Chile entre los países latinoamericanos, al haber sido reconocido recientemente (Mayo de 2009) el Programa de Bienestar Animal de la Universidad Austral de Chile en conjunto con su homólogo del Uruguay, como un centro colaborador de la OIE para la investigación sobre el bienestar de los animales. La edición del presente libro es una señal más de nuestra preocupación por cumplir estándares de bioética y proteger el bienestar de los animales con los que interactuamos para distintos fines.

REFERENCIAS
Baumans, V. 2005. Science-based assessment of animal welfare: laboratory animals. Rev. sci. tech. Off. Int. Epiz. 24 (2) 503-514.
Broom, D.M. 1986. Indicators of poor welfare. British Vet. J. 142,524-526.
Broom, D.M., A.F. Fraser. 2007. Domestic animal behavior and welfare. CAB International, 4th ed., Wallingford, UK.
Brambell, F.W.R. 1965. Report of the Technical Committee to Enquire into the Welfare of Animals kept under Intensive Livestock Husbandry Systems. HMSO, London, UK.
Chile. 2009. Ley 20.380 o Ley de protección animal. Ministerio de Salud Subsecretaría de Salud Pública. Diario Oficial, del 03 de Octubre de 2009, Normas Generales.
Dawkins, M.S. 2008. The science of animal suffering. Ethology 114, 937-945.
Duncan, I.J.H. 2005. Science-based assessment of animal welfare: farm animals. Rev. sci. tech. Off. Int. Epiz. 24 (2) 483-492.
European Union. 1997. Treaty of Amsterdam. Office for Official Publications of the European Communities, Luxembourg.
Fraser, D. 1996. Preference and motivational testing to improve animal well-being. Lab. Anim., 25 (1), 27-31.
Fraser, D. 1999. Animal ethics and animal welfare science: bridging the two cultures. Appl.Anim. Beh.Sci. 65, 171-189.
Gallo, C. 2007. Animal Welfare in the Americas. In: 18th Conference
of the OIE Regional Commission for the Americas, Florianopolis, Brasil, 28 November - 2 December 2006. Compendium of Technical Items presented to the International Committee or to the Regional Commissions of the OIE. Edited by OIE. pp: 151-166.
Grandin, T., M. Deesing. 2008. Humane livestock handling. Understanding livestock behaviour and building facilities for healthier animals. Storey Publishing, North Adamas, USA.
Gregory, N.G. 1998. Animal welfare and meat science. CAB Internacional, Wallingford, UK.
Lund,V., G. Coleman, S. Gunnarsson, M.C. Appleby, K. Karkinen. 2006. Animal welfare science - working at the interface between the natural and social sciences. Appl. Anim. Beh. Sci. 97, 37-49.
Odendaal, J.S.J. 2005. Science-based assessment of animal welfare: companion animals. Rev. sci. tech. Off. Int. Epiz. 24 (2) 493-502.
OIE. Organización Mundial de Sanidad Animal. 2008. Código Sanitario para los Animales Terrestres, 2008. Título 7. Bienestar de los animales
Russel, W.M.S., R.L. Burch. 1959. The principles of humane experimental technique. Methuen, London, UK.
Whay HR. 2007. Thejourney to animal welfare improvement. Anim Welf 16, 117- 122.

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