4to Taller de Bioética organizado por Comité Asesor de Bioética, FONDECYT-CONICYT
“Aspectos Bioéticos de la Experimentación Animal”
Enero, 2009
Capítulo 3
ASPECTOS BIOÉTICOS EN EL USO DE ANIMALES DE EXPERIMENTACIÓN
Dra Jessica Gimpel, Médico Veterinario
En este capítulo se revisan algunos conceptos de ética que constituyen las principales corrientes en uso, en torno al tema de animales de experimentación. No pretende ser una revisión exhaustiva, sino más bien un barniz de los puntos más importantes. Por otro lado, se examinan algunas definiciones de conceptos fundamentales, se describe el tipo de información que se requiere para hacer la revisión bioética de un proyecto de investigación con animales y se discute la importancia de implementar este procedimiento en nuestro país.
Historia
Existe una preocupación histórica por los aspectos éticos del uso de animales para diversos propósitos. Dentro de ésta, la experimentación con animales, aún cuando es más reciente, es una de las áreas más sensibles debido a que, en general esto implica un grado de sufrimiento animal no menor.
Diversas corrientes filosóficas y éticas han discutido si los animales tienen un estatus moral o no. La visión de Descartes (1637), por ejemplo, se basaba en las diferencias entre animales y humanos, siendo su famoso “pienso, luego existo” el argumento central para no atribuir ningún valor moral a los animales. Su planteamiento era que los animales no eran seres racionales sino que funcionaban como máquinas que no tenían sentimientos, conciencia de sí mismos, ni intereses propios. Esto, según su visión, hace que los humanos no tengan un deber moral directo hacia ellos. De ahí que mucha investigación sobre el tema se dedicara más adelante a averiguar si los animales tenían alguna capacidad mental tal como memoria, aprendizaje o razonamiento, habilidad para sentir dolor, angustia o sensaciones placenteras. Sin embargo, otros importantes filósofos, rebatieron este enfoque planteando que esa no era la cuestión fundamental en la forma como los humanos trataban, o deberían tratar, a los animales.
Bentham en uno de sus principales escritos, Introducción a los principios de la moral y la legislación (1789), argumentó que en esa época, la gente ya se estaba dando cuenta de que a los esclavos negros no se les podía tratar indignamente sólo porque tuvieran un color de piel distinto y se preguntaba cuándo comenzaría la preocupación por el trato que se les daba a los animales, ya que por no hablar o demostrar una inteligencia como la humana se les trataba indignamente. Él planteaba que el asunto fundamental respecto de los animales no es preguntarse si tienen la capacidad de razonar o no. De hecho, en algunos casos los animales pueden demostrar mayores capacidades intelectuales que los humanos, por ejemplo, en niños con retardo mental o personas en estado vegetativo. Por lo tanto, lo central no es entonces preguntarse si es que los animales pueden razonar o si tienen otras habilidades mentales, sino si es que tienen la capacidad de sufrir. Es el aspecto en que hay que concentrarse.
En la historia más reciente, grandes avances se hicieron en la segunda mitad del siglo XX. En particular, existieron dos libros muy influyentes en la opinión pública que motivaron el inicio de importantes cambios, tanto en la percepción de la sociedad del trato hacia los animales, como en la legislación, regulación e investigación.
El primero, publicado en la década del ’50 por los investigadores Russell y Burch, The Principles of Humane Experimental Technique (1959), se basó en un exhaustivo estudio de las especies, número de animales utilizados, naturaleza y severidad de los experimentos realizados en laboratorios de investigación en el Reino Unido y que se llevó a cabo en 1952. Producto de esta revisión, los autores propusieron el concepto de la Tres R Reemplazo, Reducción y Refinamiento.
El segundo libro, Animal Machines de Ruth Harrison (1964), también publicado en el Reino Unido, fue aún más influyente en la sociedad ya que trataba sobre un tema más cercano a la gente: se relataba cómo se producían los alimentos de origen animal, esto en una época en que estaba en pleno auge el desarrollo de la producción animal intensiva. La opinión pública se mostró muy sensible, lo que llevó al gobierno británico a crear un comité especial para estudiar a estos temas, ver si existían realmente problemas y cómo podrían solucionarse. Es así como el Brambell Committee (1965) produjo un reporte que acuñó el concepto de las Cinco Libertades,
aspectos que los científicos y técnicos reunidos en dicho comité consideraban indispensables para otorgar condiciones mínimas de vida a los animales de producción. Aún así, se trataba de características muy básicas (libertad para poder pararse, echarse, darse vuelta, acicalarse y estirar sus miembros). Sin embargo, gracias a esto se suscitó la necesidad de investigar cuales eran realmente las necesidades primordiales de los animales, se abrieron nuevas líneas de investigación y financiamiento y en 1979 se estableció el Consejo de Animales de Granja (Farm Animal Welfare Council, FAWC). Esta entidad hizo una exhaustiva revisión de la investigación realizada en el área en las décadas siguientes al reporte Brambell y se redefinió el concepto de las Cinco Libertades:
1. Que los animales no padezcan hambre ni sed.
2. Que no sufran malestar físico ni dolor.
3. Que no sufran heridas ni enfermedades.
4. Que puedan ajustarse a su comportamiento normal y esencial.
5. Que no sufran miedo ni angustia.
Estos conceptos, las Cinco Libertades y las Tres R, han sentado las bases para el estudio y mejoramiento del bienestar animal en la experimentación con animales.
¿Qué es bienestar animal?
Existen varios enfoques sobre el bienestar animal y por lo tanto diferentes definiciones. Hughes (1976) afirma que el bienestar es un estado de completa salud mental y física en que el animal está en con su ambiente y no sólo la mera falta de enfermedad. Broom (1986) lo define como el estado de un animal en su intento por adaptarse a su medio. Describe el bienestar como una característica individual que incluye la magnitud del éxito del animal para sobreponerse a todos los efectos ambientales. Así un individuo que no es exitoso en esto, puede llegar a enfermarse, estar herido o incluso morir. El bienestar animal varía en un rango desde muy positivo a muy negativo y es posible evaluarlo científicamente siempre que se use un rango adecuado de medidas (Broom, 1999). Dichas medidas incluyen respuestas fisiológicas, de conducta, inmunidad y sensaciones como el dolor, miedo o placer (Broom, 1991). Otra forma de definirlo es considerar el grado de adaptación en ambientes diseñados por el hombre sin experimentar sufrimiento (Duncan & Dawkins, 1983). Sin embargo, el bienestar animal no solo se refiere a la ausencia de estados emocionales subjetivos negativos, lo que se conoce como sufrimiento, sino también a la existencia de estados emocionales subjetivos positivos, a lo que generalmente se llama placer (Duncan, 2002).
Un aspecto central en muchas de las definiciones recién mencionadas es el concepto de sufrimiento. En términos generales éste se define como una estimulación aversiva del sistema nervioso central por conflictos fisiológicos y/o conductuales con el ambiente. El sufrimiento animal en particular, es definido como una experiencia subjetiva negativa, aguda o prolongada en el tiempo, en que el animal no es capaz de ejercer las acciones adaptativas que normalmente lo ayudarían a reducir el riesgo al que se enfrenta (Dawkins, 1990). En la naturaleza los animales reaccionan frente a diversos estímulos como, por ejemplo, un predador, el hambre o a algo tan sencillo como el calor: un animal que tiene calor se mueve a la sombra, es decir, manifiesta una reacción conductual y compensa el malestar o incomodidad. Un animal que se enfrenta a un predador padece mucho estrés y si es que puede escapa y se salva, usando todos sus mecanismos naturales para sobreponerse a este riesgo. Sin embargo, en cautiverio, en laboratorios o en cualquiera de los sistemas artificiales donde se les mantiene, a veces se les somete a un estrés tan considerable, que no son capaces de ejercer sus condiciones adaptativas. Al ser sobrepasados en sus capacidades, no pueden sobreponerse y ahí es donde se presenta un problema de sufrimiento animal.
Ética y uso de animales
Como se señaló antes, muchos basan su preocupación, o indiferencia, en lo que respecta al trato de los animales, en posiciones morales cuya primera interrogante es si es que los animales tienen estatus moral o no. Esto es, ¿tenemos algún tipo de responsabilidad hacia ellos? De ser así, ¿Qué tipo de responsabilidad?
Existen 4 posturas éticas principales:
1. Utilitarianismo: cuyo principal exponente en nuestros tiempos es el filósofo australiano Peter Singer, conocido frecuentemente por su libro Animal Liberation, publicado en 1975. Esta corriente plantea que existe igualdad de especies, por lo que los intereses de cada una deberían tener el mismo peso. Es decir, no se debería experimentar con animales sólo por el hecho de serlo o porque como humanos los consideramos de alguna manera como inferiores. Sin embargo, también afirma que los animales no tienen conciencia de sí mismos: basta con que lleven una vida placentera, libre de dolor y sean sacrificados sin dolor. No considera valor moral en cada individuo y de acuerdo a este planteamiento, un ser humano sin auto-conciencia (ej. alguien con un retardo mental severo, un feto o un bebé recién nacido) también podría ser usado en los experimentos en que generalmente se usan animales; algo con lo que gran parte de la comunidad en general no estaría de acuerdo.
2. Derechos de los animales: una corriente de pensamiento fuertemente defendida por el filósofo Tom Regan (2003). Según esta, los individuos tienen valor inherente. El fin no puede justificar el violar los derechos de los individuos ya que, por el solo hecho de estar vivos, merecen respeto, sea cual sea su condición o el fin que se persiga. Este argumento es usado por muchas organizaciones animalistas que son abolicionistas de la investigación y la agricultura comercial. Sin embargo, también plantea el derecho a defender la especie humana cuando hay conflictos de intereses, ya que la considera más valiosa que la de otros seres vivientes.
Ambas corrientes, Utilitarianismo y Derechos Animales coinciden en que es importante
considerar los intereses de seres sintientes, es decir de aquellos que tienen la capacidad de sentir o percibir en forma subjetiva. En el caso de los animales se refiere principalmente a la habilidad de sentir dolor o placer. La sintiencia implica subjetividad, sentimientos o sensaciones que importan al individuo (Webster, 2006).
3. Integridad de la especie: Uno de los filósofos más importantes en esta corriente es Bernard Rollin (2003). Plantea que el valor intrínseco radica en la especie y no en el o los individuos. Una especie es más que la suma de los intereses individuales, su valor incluye su ambiente. La responsabilidad, por lo tanto, no es con los individuos, sino con mantener la especie; el individuo es subordinado al interés de su especie, ya que ésta constituye la unidad de supervivencia. Un problema es que este enfoque privilegia el genoma actual y en el caso de animales domésticos y de laboratorio se usa selección artificial. Sin embargo, de acuerdo a estos principios, la tendencia sería mantener las razas actuales y no usar este tipo de selección, sin que esto tenga un claro beneficio para los animales como individuos.
4. Centrada en el agente: También llamada la ética de la virtud. En vez de pensar en los animales, sea como individuos o como especie, el centro es ¿Qué nos hacen nuestras acciones hacia los animales a nosotros como seres humanos? La relación con animales es indirecta, se basa en la analogía de la naturaleza humana con la animal. Al estar centrada en lo que uno hace, permite distinciones según el uso que se haga de los animales, aún cuando se trate de una misma especie. Por ejemplo, el tratamiento de roedores en investigación versus control de pestes; mascotas versus plagas, etc. No obstante, un problema con esta corriente es que es muy vaga en varios aspectos y hace muy fácil justificar lo que hacemos a través del sentido común. Por otro lado, se pueden suscitar conflictos entre virtudes, por ejemplo compasión por el sufrimiento animal versus compasión por los niños que necesitan alimento de origen animal, ¿a cuál debería darse prioridad? Esta corriente no aporta directrices claras en ese sentido.
Es prerrogativa de cada sociedad, grupo de investigación o comunidad legislativa, cual corriente adoptará. Pero es difícil decidirlo, ya que no existe una postura defini tiva y se requiere una discusión abierta de temas controversiales a los que muchas veces la sociedad, o sectores de ella, se resisten. Generalmente, se adopta una visión híbrida con una combinación de elementos de las anteriores. Esto nos lleva a preguntarnos si tiene sentido entonces preocuparse de la ética. La respuesta es sí, por varias razones.
El pensamiento ético es necesario para poder formarse una opinión: hay mucha gente que quiere tener una opinión, pero realmente no sabe qué pensar.
Estimular el pensamiento ético ayuda a decidir la posición individual. Existen campañas
con mucho ‘gancho’ emocional, pero sin un planteamiento ético claro. Se gastan importantes recursos en ellas con poco o nada beneficio real para los animales, ni siquiera pensando en la ética de la virtud. El pensamiento ético lleva a tener integridad, opiniones basadas en información, en evidencia, argumentos racionales e imparciales. Esto contribuye a sostener una justificación de nuestras actitudes y planteamientos morales. Esto produce un beneficio a largo plazo en la comunidad. Es también importante interesar en el pensamiento ético a personas con poder de decisión e información, por ejemplo legisladores, comités de ética, medios de comunicación, etc. En cuanto al financiamiento de la investigación con animales, los planteamientos respaldados por principios éticos son tomados con mayor seriedad y tienen mayores posibilidades de conseguir fondos. Es cierto que este es un proceso, un paso a corto plazo, especialmente en una sociedad que sólo recientemente (al menos en comparación con otras) ha comenzado a preocuparse de estos temas. El hecho de que consume mucho tiempo y energía es visto muchas veces como una desventaja. Sin embargo, es un proceso necesario que no sólo mejora la integridad y coherencia de una comunidad, sino la calidad de la investigación, haciéndola más válida, publicable y universal.
Uso de Animales en Experimentación: Algunas cifras
En el Reino Unido se usaron mas de 3.5 millones de animales de laboratorio en 2008. De éstos un 77% eran roedores, 17% peces y 3% aves. Casi el 80% de los procedimientos iniciados en 2008 fueron para evaluar la eficacia y seguridad de productos farmacéuticos (Home Office, 2009).
En Estados Unidos se reporta un total de poco más de 1 millón de animales usados en experimentación el 2007. Sin embargo, en este total no se cuenta a roedores de los géneros Rattus y Mus, ya que están específicamente excluidos del Acta de Bienestar Animal (USDA-APHIS, 2008). Se estima que estos roedores representan el 90% de los animales usados en experimentación en los EEUU, aunque algunos autores estiman cerca de 23 millones de animales al año (Trull & Rich, 1999). Sea cual sea la cifra, el hecho es que existe un gran número de animales que están desprotegidos. Por ello ha habido una fuerte presión pública para cambiar el Acta y se han dado pasos en esa dirección. No obstante, se argumenta que el costo de implementar dicha protección perjudicaría la cantidad de fondos que hoy van directamente a financiar la investigación por lo que se han solicitado estudios de costos antes de tomar acción (Acta AWA, enmienda, USDA-APHIS, 2002). Es un punto a resolver que es muy sensible en la sociedad norteamericana. Sin embargo, aún cuando no existe la legislación concreta para la experimentación con roedores Rattus y Mus, sí es posible someter a inspección a las instalaciones de centros de investigación. Existen recomendaciones de estándares de tenencia y cuidado de estos roedores, que son provistas por las mismas entidades gubernamentales que sancionan el Acta (AWIC, 2006), por lo que igual se han dado pasos importantes en ese sentido y muchos científicos las cumplen, ya que reconocen el impacto positivo, tanto en sus resultados (por ejemplo, menos ‘ruido’ en sus datos) como en la percepción pública de su investigación.
El concepto de las 3 R
Como se mencionó anteriormente, este concepto proviene de la propuesta de Russell y Burch (1959) en su libro acerca de los principios de la técnica experimental humanitaria. Las 3 R son hasta hoy una pauta fundamental para mejorar las prácticas en investigación con animales. Su gran mérito radica en que a través de 3 sencillas directrices basales, es posible abordar todos los aspectos de la experimentación animal.
Reemplazo: Propone reemplazar, toda vez que sea posible, el uso de animales vivos en experimentación por otras alternativas viables o por animales menos ‘sintientes’. Grandes avances se han hecho en las últimas décadas en cuanto al reemplazo de muchos modelos animales o etapas experimentales por pruebas in Vitro, cultivos celulares y simulación por medio de modelos matemáticos, gracias al uso de la computación.
Reducción: Cada vez se pone mayor atención en usar el número mínimo de animales que permita la obtención de resultados significativos, basándose en criterios estadísticos y no arbitrarios o tradicionales. Es importante enfatizar el uso de antecedentes (como la variabilidad de un determinado parámetro) que permitan fijar o estimar criterios estadísticos (ej. número de réplicas), ya que reducir el n de un experimento en forma arbitraria sin un referente como este, podría hacer de todo el proceso un ejercicio inútil que terminaría finalmente desperdiciando animales y recursos, por no contar con el número mínimo necesario.
Refinamiento: Adecuar el protocolo de trabajo para minimizar potencial estrés, dolor,
sufrimiento o daño permanente que los animales puedan llegar a experimentar. Mejorar el bienestar animal, tanto durante el procedimiento como en el manejo diario. Es quizás el punto más importante, por su directa relación con los animales de experimentación y a la vez, extrañamente, el más difícil de implementar en muchos casos. Esto debido a que muchas veces impera larga una tradición o Status quo respecto a la forma de hacer los procedimientos. Para los revisores de proyectos en comités de bioética es frecuente encontrar explicaciones como “es la forma que siempre se ha usado y funciona bien”, sin que exista ningún cuestionamiento por parte del investigador o su equipo, acerca de si sería posible mejorar el procedimiento, aún en pequeños detalles (ej. la forma de manipular a los sujetos), para bajar los niveles de miedo y estrés en los animales. No se trata de reinventar modelos o empezar todo desde cero, como la palabra lo dice se trata de refinar lo que ya existe, tratando de mejorarlo. Ello implica siempre un ejercicio de humildad, de cuestionarse si lo que el grupo de investigación lleva haciendo por 10 años es realmente lo mejor. Quizás es eso lo que hace que esta R sea muchas veces la más difícil de implementar en forma cotidiana y, sin embargo, con frecuencia es la más efectiva y la más barata: no siempre es necesario hacer grandes inversiones para poner jaulas más grandes. Darles algo que hacer a los animales en su reducido espacio, puede ser mucho más efectivo en términos de su bienestar, ya que les posibilita realizar conductas para las que están altamente motivados (ej. sustrato de papel picado en jaulas de hámsters).
Revisión bioética de protocolos de investigación con animales
En Chile es muy reciente la aprobación de una ley de protección animal que incluye a animales de experimentación. Aún es necesaria la formulación de todos los reglamentos
que harán posible la implementación práctica y fiscalización de la ley. Sin embargo -y este libro es un reflejo de ello- hace ya varios años que la comunidad científica viene preocupándose por estos temas. De allí que existan también comités de bioética en muchas universidades e instituciones de investigación. Es algo que ha sido impulsado por varios hechos: la preparación de muchos científicos nacionales en el extranjero (que implica capacitación en temas de manejo y bienestar animal antes de poder trabajar con ellos), colaboración con investigadores de otros países en que la legislación existe hace mucho tiempo, agencias extranjeras de financiamiento,
restricción de las posibilidades de publicación en revistas internacionales de proyectos que no hayan contado con una revisión ética, etc. En esto ha sido importante el trabajo de CONICYT, que desde hace ya varios años, ha venido guiando a los investigadores y adentrándose en los temas de bioética y bienestar animal en forma paulatina. Esto hace además que la investigación desarrollada en nuestro país sea valorada y respetada en otros países más desarrollados, abriéndose así mayores posibilidades de colaboración y financiamiento para la ciencia en Chile.
Al no existir legislación hasta hace poco tiempo, lo que los centros de investigación han hecho, es adaptar a nuestra realidad nacional los métodos usados en países con mayor trayectoria en este tema. Se han utilizado varios modelos, la mayoría de ellos similares entre sí, basados principalmente en las regulaciones norteamericanas publicadas por el NIH y las europeas, principalmente del Reino Unido, que ha liderado el tema desde hace ya muchos años.
Los principales aspectos que deben mencionar, describir y explicar los investigadores
que someten su proyecto a revisión por parte de un comité de bioética, son los siguientes:
• Información general del investigador y su equipo: formación y años de experiencia en el tema
• Información acerca del proyecto
• Propósito y la justificación científica del trabajo en términos generales: qué aporte al conocimiento se intenta obtener, ¿no se ha hecho antes?
• Descripción completa y detallada de los procedimientos a realizar: quirúrgicos y no quirúrgicos. En este último se considera también la supervisión diaria de los animales. Para esto existen protocolos que sistematizan la información y facilitan la toma de decisión en caso de que haya que aumentar medidas paliativas del dolor, sacar a algún animal del experimento y/o hacer eutanasia, etc. Ver Apéndice 1.
• Especie y número estimado de animales a utilizar: clara justificación de ambos
• Evaluación de la severidad potencial de cada procedimiento y del proyecto completo
• Calificación y experiencia del responsable y de su reemplazante en caso de ausencia
• Justificación de la investigación: información específica
- Por qué se está haciendo: beneficio potencial vs. costo para el animal
- ¿Es probable que el experimento cause sufrimiento (ej. dolor)?
- ¿Se ha considerado si es posible?
• ¿Reemplazar?
• ¿Reducir?
• ¿Refinar?
Cada uno de estos puntos requiere de una explicación clara. No se considera suficiente una simple cita de un trabajo anterior o razones como “es el modelo que siempre se ha usado”. Se debe entregar una justificación bien argumentada que demuestre que el o los investigadores se han hecho estos cuestionamientos.
Beneficio potencial vs. costo para el animal: aún cuando esto puede parecer subjetivo
y difícil de evaluar, es posible sistematizar este análisis, de tal forma de llegar a tener elementos para un proceso más objetivo.
Tipos de beneficio:
• Médico
• Científico
• Educacional
• Ambiental
Ejemplos: control de enfermedades, estudios fisiológicos, entrenamiento y perfección
de técnicas, protección ambiental, etc.
II. Costo para el animal (Wolfensohn & Lloyd, 1994):
• Severidad: según los efectos adversos esperados se establecen tres bandas de severidad:
Menor, Moderada y Sustancial. Para determinar esto se estiman los efectos adversos y la proporción de animales afectados a partir de antecedentes de experimentos
anteriores, de la literatura o de procedimientos similares. Como primer paso se evalúa el Efecto potencial que conjuga el nivel esperado de efectos adversos inmediatos con el nivel de efectos adversos a largo plazo.
Evaluación del Nivel de Severidad
Ejemplos de Severidad Menor:
• Toma de muestra sangre infrecuente o pequeña
• Biopsia superficial
• Procedimientos en los que el animal será sacrificado antes de que muestre cambios mayores en su comportamiento habitual
• Procedimientos quirúrgicos menores bajo anestesia
Ejemplos de Severidad Moderada:
• Procedimientos quirúrgicos en que se provee cuidados post-operatorios y analgésicos
en forma metódica
• Tests de toxicología con un punto final humanitario definido (es decir sin esperar mortalidad como punto final, como se hacía en pruebas de dosis letal-50)
Ejemplos de Severidad Sustancial:
• Cirugía mayor que cause sufrimiento post-operatorio
• Estudios de toxicología con grado considerable de morbilidad o muerte como punto
final
• Cualquier procedimiento que resulte en una alteración significativa del estado normal de salud del animal
Son estos los elementos que permiten juzgar, disminuyendo la subjetividad y aumentando
la objetividad, si un proyecto de investigación que utiliza animales tiene una justificación ética o no. El hecho de que esto lo revise un comité con científicos y profesionales de distintas áreas, aumenta también la confiabilidad y objetividad de la evaluación.
Comentario final
La revisión bioética de los proyectos de investigación con animales, no pretende ser una dificultad más en el ya complicado camino de la ciencia. Es más bien una oportunidad y, a pesar de la usual reticencia inicial, en países que llevan más tiempo usando estos esquemas, se ve finalmente como una ventaja. La razón es que esto permite mejorar la calidad de la ciencia, la percepción pública de la experimentación con animales, las oportunidades de financiamiento y la colaboración con otros centros de investigación.
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