VACUNAS EN ANIMALES DOMÉSTICOS I GENERALIDADES 2014 Patricio Berríos Etchegaray
Patricio Berríos Etchegaray
Médico Veterinario, Ph.D
pbetch19@gmail.com
1.- INTRODUCCIÓN
1. 1.- Aspectos históricos
La historia de las
vacunas y vacunaciones es muy antigua, aproximadamente en el año 2.650 AC los
chinos observaron que los individuos que se recuperaban de la viruela se hacían
resistentes a la enfermedad. Para prevenir la enfermedad copiaron a la
Naturaleza e infectaban en forma deliberada a los niños con la viruela,
frotando las costras obtenidas de las personas enfermas sobre pequeños cortes
hechos en la piel. Los riesgos inherentes a esta acción eran aceptables en una
época caracterizada por una alta mortalidad infantil. Con experiencia redujeron
la mortalidad causada por la “inoculación” variólica a un 1%. El conocimiento
de este procedimiento llegó a Occidente en el siglo XVIII. En 1798, Edward Jenner confirmó el conocimiento
empírico que aceptaba que la substancia procedente de las lesiones de la
viruela bovina podía substituir la inoculación variólica.
En el siglo XIX la peste bovina o “rinderpest” causó una gran mortalidad en los bovinos de la Europa Occidental. Debido a que las lesiones cutáneas de las vacas afectadas eran similares a las de la viruela, se estimó, en 1754, que su inoculación podía ser útil para tratar la enfermedad. La inserción de un cordel, infectado con exudado nasal de un animal enfermo, en una incisión hecha en la papada del animal que se quería proteger, producía una sintomatología menor que la observada en los casos naturales. Los animales así tratados quedaban protegidos contra la enfermedad.
Desde Edward Jenner y Luis Pasteur hasta Albert Sabin y Jonas Salk, son numerosos los científicos que han consagrado sus vidas en esta cruzada. Es destacable el mérito de Eduardo Fuenzalida L., médico veterinario, quien junto con Raúl Palacios V., médico cirujano, presentó en 1955 en la Tercera Jornada de la Sociedad Chilena de Salubridad del Instituto Bacteriológico de Chile, el trabajo titulado “Un método mejorado para la preparación de la vacuna antirrábica”, dando a conocer la vacuna antirrábica preparada en cerebro de ratón lactante, conocida como Vacuna Antirrábica Fuenzalida-Palacios. Este logro, de alcances internacionales, le valió a Eduardo Fuenzalida L. recibir distinciones por sus “Servicios Al País” en México y Brasil, y la Condecoración de Salud y Mérito Asistencial del Ministerio de Salubridad en Colombia. El Instituto Pasteur de París en 1974 le confirió su Medalla de Honor. En Chile un sobrio monolito erigido en un patio del actual Instituto de Salud Pública de Santiago de Chile, lo recuerda junto a su obra como un hombre que ha sido y será un estímulo de superación permanente a las nuevas generaciones de médicos veterinarios.
En el siglo XIX la peste bovina o “rinderpest” causó una gran mortalidad en los bovinos de la Europa Occidental. Debido a que las lesiones cutáneas de las vacas afectadas eran similares a las de la viruela, se estimó, en 1754, que su inoculación podía ser útil para tratar la enfermedad. La inserción de un cordel, infectado con exudado nasal de un animal enfermo, en una incisión hecha en la papada del animal que se quería proteger, producía una sintomatología menor que la observada en los casos naturales. Los animales así tratados quedaban protegidos contra la enfermedad.
Desde Edward Jenner y Luis Pasteur hasta Albert Sabin y Jonas Salk, son numerosos los científicos que han consagrado sus vidas en esta cruzada. Es destacable el mérito de Eduardo Fuenzalida L., médico veterinario, quien junto con Raúl Palacios V., médico cirujano, presentó en 1955 en la Tercera Jornada de la Sociedad Chilena de Salubridad del Instituto Bacteriológico de Chile, el trabajo titulado “Un método mejorado para la preparación de la vacuna antirrábica”, dando a conocer la vacuna antirrábica preparada en cerebro de ratón lactante, conocida como Vacuna Antirrábica Fuenzalida-Palacios. Este logro, de alcances internacionales, le valió a Eduardo Fuenzalida L. recibir distinciones por sus “Servicios Al País” en México y Brasil, y la Condecoración de Salud y Mérito Asistencial del Ministerio de Salubridad en Colombia. El Instituto Pasteur de París en 1974 le confirió su Medalla de Honor. En Chile un sobrio monolito erigido en un patio del actual Instituto de Salud Pública de Santiago de Chile, lo recuerda junto a su obra como un hombre que ha sido y será un estímulo de superación permanente a las nuevas generaciones de médicos veterinarios.
Indudablemente uno de
los éxitos más relevantes de la medicina ha sido el desarrollo y producción de
productos biológicos capaces de proteger al hombre y a los animales domésticos
contra las enfermedades infecciosas, bacterianas y virales, de efectos
devastadores, marcando hitos tan importantes como la erradicación de la viruela
humana y de la peste bovina en el mundo. El término vacuna proviene del latín
vacca (vaca) y fue introducido por Luis Pasteur en honor a Edward Jenner, quien
en 1798, usó el virus del “cow pox” o viruela bovina para combatir la viruela
humana. La verdad es que esta primera
“vacuna” no fue aceptada fácilmente. Los compatriotas de Jenner lo
caricaturizaron en el Times de Londres transformando a los niños en terneros en
el proceso de “vaquisación del Dr. Jenner”. Cabe señalar que este mismo virus
pox se ha usado como vector de genes virales; en 1983, el virus de la viruela
bovina o virus vaccinia se ha utilizado como vector de genes que codifican
antígenos de superficie del virus de la hepatitis B que afecta al hombre.
El desarrollo de la producción de vacunas ha seguido, casi paralelamente, el avance de nuevas tecnologías propias de la microbiología, inmunología y biología molecular, avanzando desde una metodología empírica que utilizaba técnicas más bien gruesas de inactivación de la patogenicidad de los microorganismos patógenos, modificación de la virulencia por pasajes sucesivos en hospederos heterólogos, aplicación de inactivantes y coadyuvantes no del todo eficientes, así como la producción de antígenos virales en cultivos celulares, purificación de antígenos con modernas tecnologías bioquímicas, hasta llegar a producir vacunas comerciales de alta eficiencia. Algunos logros son las actuales vacunas de segunda generación del tipo subunitarias preparadas con el virus de la influenza equina y fiebre aftosa; la preparación de vacunas tipo liposomas con mycoplasmas porcinos; vacunas clonadas con virus de la bronquitis infecciosa aviar, entre otros.
Las vacunas preparadas para ser usadas en la prevención de enfermedades infecciosas de los animales domésticos, han sido muy importantes en la génesis del conocimiento conceptual y aplicado de las bases de la inmunización. Luis Pasteur con sus trabajos iniciales sobre vacunas contra el carbunclo bacteridiano y la rabia, estableció los principios básicos de inactivación y atenuación, utilizados posteriormente en diversas vacunas humanas y veterinarias.
Luis Pasteur, en 1879, obtuvo un cultivo envejecido de Pasteurella multocida, bacteria causante del cólera aviar, que al ser inoculado en aves susceptibles no produjo la enfermedad; más aún, los pollos al ser reinoculados con una cepa de P. multocida no envejecida, tampoco desarrollaron la enfermedad. Este investigador dedujo acertadamente que el fenómeno de resistencia observado, obedecía a un principio semejante al de la vacunación con viruela bovina.
Es significativo señalar que Pasteur, junto a Chamberland y Roux, publicaron sus nuevos conocimientos en un trabajo titulado “De l’attenuation des virus et leur retour a la virulence” en 1881, es decir hace algo más de un siglo y en plena época heroica de la microbiología.
Salmon, en 1885, demostró que la Salmonella cholerasuis podía ser inactivada por tratamiento con calor y transformarse en un producto antigénico desprovisto de patogenicidad conocido como bacterina.
Posteriormente en 1922, Ramón que era médico veterinario, probó fehacientemente que el tratamiento de ciertas toxinas con formaldehído, les permitía ser utilizadas como vacunas o toxoides contra la difteria y tétanos. Este autor utilizó substancias adyuvantes del proceso inmunológico para potenciar los toxoides o anatoxinas, abriendo paso de este modo a la preparación de vacunas inactivadas o muertas.
El desarrollo de la producción de vacunas ha seguido, casi paralelamente, el avance de nuevas tecnologías propias de la microbiología, inmunología y biología molecular, avanzando desde una metodología empírica que utilizaba técnicas más bien gruesas de inactivación de la patogenicidad de los microorganismos patógenos, modificación de la virulencia por pasajes sucesivos en hospederos heterólogos, aplicación de inactivantes y coadyuvantes no del todo eficientes, así como la producción de antígenos virales en cultivos celulares, purificación de antígenos con modernas tecnologías bioquímicas, hasta llegar a producir vacunas comerciales de alta eficiencia. Algunos logros son las actuales vacunas de segunda generación del tipo subunitarias preparadas con el virus de la influenza equina y fiebre aftosa; la preparación de vacunas tipo liposomas con mycoplasmas porcinos; vacunas clonadas con virus de la bronquitis infecciosa aviar, entre otros.
Las vacunas preparadas para ser usadas en la prevención de enfermedades infecciosas de los animales domésticos, han sido muy importantes en la génesis del conocimiento conceptual y aplicado de las bases de la inmunización. Luis Pasteur con sus trabajos iniciales sobre vacunas contra el carbunclo bacteridiano y la rabia, estableció los principios básicos de inactivación y atenuación, utilizados posteriormente en diversas vacunas humanas y veterinarias.
Luis Pasteur, en 1879, obtuvo un cultivo envejecido de Pasteurella multocida, bacteria causante del cólera aviar, que al ser inoculado en aves susceptibles no produjo la enfermedad; más aún, los pollos al ser reinoculados con una cepa de P. multocida no envejecida, tampoco desarrollaron la enfermedad. Este investigador dedujo acertadamente que el fenómeno de resistencia observado, obedecía a un principio semejante al de la vacunación con viruela bovina.
Es significativo señalar que Pasteur, junto a Chamberland y Roux, publicaron sus nuevos conocimientos en un trabajo titulado “De l’attenuation des virus et leur retour a la virulence” en 1881, es decir hace algo más de un siglo y en plena época heroica de la microbiología.
Salmon, en 1885, demostró que la Salmonella cholerasuis podía ser inactivada por tratamiento con calor y transformarse en un producto antigénico desprovisto de patogenicidad conocido como bacterina.
Posteriormente en 1922, Ramón que era médico veterinario, probó fehacientemente que el tratamiento de ciertas toxinas con formaldehído, les permitía ser utilizadas como vacunas o toxoides contra la difteria y tétanos. Este autor utilizó substancias adyuvantes del proceso inmunológico para potenciar los toxoides o anatoxinas, abriendo paso de este modo a la preparación de vacunas inactivadas o muertas.
El evidente progreso alcanzado en la producción en gran escala de las vacunas modernas, es debido a la implementación gradual de nuevas tecnologías que involucran un acabado conocimiento del microorganismo patógeno y de la respuesta inmunitaria, a un nivel básico propio de la biología molecular. El acelerado desarrollo de la biotecnología ha permitido el descubrimiento de importantes técnicas relacionadas con la síntesis de péptidos, recombinación genética, y la inmortalización de células, base de la producción de anticuerpos monoclonales. El progreso de la tecnología del ácido desoxirribonucleico (ADN) recombinante abre enormes perspectivas al desarrollo de productos biológicos necesarios en medicina, farmacia y medicina veterinaria, especialmente en la producción de quimioterápicos, implementación de nuevos métodos de diagnóstico, y producción de nuevas vacunas.
Según Desmettre (1986) las vacunas del futuro serán fruto de la recombinación genética o de la síntesis peptídica, construídas por la mano del hombre, aminoácido tras aminoácido... La recombinación genética que descansa en la universalidad del código genético, resulta del ensamblaje de técnicas que permiten fusionar fragmentos de ADN o genes provenientes de especies diferentes para posteriormente obtener su expresión en un sistema hospedero. El ADN recombinante dispone de un nuevo patrimonio genético y el hospedero transformado expresará y sintetizará nuevas moléculas totalmente diferentes a aquellas para las que estaba originalmente codificado.
El principio de la recombinación genética aplicado a la preparación de vacunas es relativamente simple. La primera etapa consiste en la identificación y aislamiento de la proteína responsable del poder antigénico del agente infeccioso problema. Algunos genes pueden ser directamente cortados del genoma que los contiene por medio de enzimas de restricción. Los genes así separados son insertados en una molécula de ADN vector que sirve de vehículo para su transferencia a una célula hospedera, bacteria, célula eucariótica o levadura. Esta célula alterada permite la transcripción y traducción del gen extraño al mismo tiempo que el de su propio genoma, produciendo la proteína antigénica requerida. La universalidad del código genético permite por lo tanto la síntesis de proteínas virales, bacterianas o parasitarias, por bacterias, células de mamíferos o levaduras, y quimeras virales, que en último término producirán los antígenos deseados.
El primer ejemplo de vacunas de uso veterinario preparadas en base a la recombinación genética es la vacuna contra la colibacilosis neonatal de bovinos y porcinos, causada por Escherichia coli enterotoxigénica. Otras aplicaciones, deberán ineludiblemente enmarcarse en ciertos puntos de referencia económicamente competitivos, o no tendrán aplicabilidad.
Desde la variolización, usada por los chinos siglos atrás, hasta la vacunación de Jenner en el Siglo XVIII, muchos seres humanos murieron por una de las grandes plagas, la viruela, que finalmente en 1979, fue declarada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como erradicada de la faz de la tierra. La vacuna que se usó en este programa contenía el mismo tipo de virus usado por E. Jenner en 1798, es decir, el virus de la viruela bovina.
La cadena sin fin de estudios y estudiosos, que de algún modo han logrado contactar a E. Jenner con L. Pasteur a través de un recombinante del virus vaccinia que expresa la proteína inmunizante (gpG) del virus de la rabia en el gen TK del virus vaccinia, permitirán mejorar las actuales vacunas, y crear nuevas vacunas contra el SIDA en el hombre, anemia infecciosa equina, leucosis bovina, peste porcina africana en nuestros animales domésticos.
Siempre se han
destinado innumerables esfuerzos para conseguir que los animales y el hombre
tuvieran una resistencia a muchas enfermedades que por siglos eran azotes de la
humanidad. Los éxitos obtenidos para las vacunas de uso humano fueron similares
en la lucha de enfermedades de los animales.
La vacunación en los animales se basa en la aplicación de un antígeno procedente de un agente infeccioso, de tal manera que se produzca una respuesta inmune, para ello deben cumplirse una serie de características o criterios para que la vacunación sea precisa y conveniente en el control de una enfermedad específica: Identificar por completo al agente causal; que la respuesta inmune sea conseguida con seguridad para que el animal quede protegido con esa enfermedad y la seguridad de que los riesgos de la vacuna no superen el de contraer la enfermedad. Además se debe tomar en cuenta que para luchar con muchas enfermedades se pueden complicar los sistemas de diagnóstico serológicos; y finalmente en Medicina Veterinaria la utilización de vacunas en poblaciones animales, aún en las pequeñas especies (gatos y perros) se debe tener tener claro el concepto de inmunidad de masas o comunitaria.
La inmunización activa implica una ventaja esencial con respecto a la pasiva al obtenerse una protección duradera que se puede aumentar mediante inyecciones repetidas del mismo antígeno. Una vacuna perfecta sería aquella que produjera una inmunidad intensa y prolongada careciendo de efectos secundarios. Los antígenos “vivos” confieren mejor inmunidad que los antígenos “muertos”.
Las vacunas vivas en base de bacterias están disponibles en el mercado para ganado como son las vacunas contra la Brucelosis, en donde se emplea una vacuna en base de Brucella abortus atenuada a la que se le ha bajado su virulencia en algunos casos por subcultivos y subcultivos subsecuentes por muchos años. Estas vacunas deben conferir una inmunidad duradera, deben requerir pocas inoculaciones, no necesitar adyuvantes y deben disminuir los riesgos de producir hipersensibilidad. Las vacunas vivas deben prepararse, almacenarse y manejarse con mucho cuidado para que no disminuyan su potencia inmunogénica. El tipo de inmunidad que confieren es de tipo humoral y mediada por células.
Las vacunas bacterianas “muertas” o también denominadas, dentro de la Medicina Veterinaria, como “Bacterinas” son elaboradas a partir de bacterias infecciosas pero inactivados generalmente con agentes químicos. Dentro de sus cualidades destaca que permanecen estables y con poca probabilidad de causar la enfermedad a consecuencia de la virulencia residual o de la conversión, además de que son relativamente fáciles de conservar por que las bacterias ya están inactivadas o muertas, aunque hay que tener presente el cuidar la “cadena fría” con buenos sistemas de refrigeración. El tipo de inmunidad que inducen es principalmente de tipo humoral.
Desde el punto de vista antigénico es importante que en el proceso de inactivación, los microorganismos muertos en este caso las bacterias, conserven la mayor similitud de las bacterias vivas. De ahí que procedimientos burdos como sería el calor que desnaturalizan las proteínas perdiendo la antigenicidad de las mismas, es necesario utilizar métodos químicos como seria la utilización de formaldehído o betapropiolactona para conservar mejor a los antígenos, o bien irradiaciones con rayos X.
Las vacunas vivas atenuadas emplean por lo general métodos de adaptación de las bacterias a condiciones anormales, hasta conseguir que pierdan su adaptación a las condiciones habituales, como serían los medios de cultivo desfavorables, así como a las temperaturas poco favorables.
También se han desarrollado bacterinas a base de la purificación de macromoléculas específicas, obtenidas de los microorganismos patógenos como son algunos miembros del los Géneros: Clostridium, Actinobacillus, Bordetella, Pasteurella, entre otros y que se han utilizado como vacunas. Se han encontrado tres formas generales de este tipo de vacunas: exotoxinas inactivadas, polisacáridos capsulares y antígenos de superficie recombinantes
La vacunación en los animales se basa en la aplicación de un antígeno procedente de un agente infeccioso, de tal manera que se produzca una respuesta inmune, para ello deben cumplirse una serie de características o criterios para que la vacunación sea precisa y conveniente en el control de una enfermedad específica: Identificar por completo al agente causal; que la respuesta inmune sea conseguida con seguridad para que el animal quede protegido con esa enfermedad y la seguridad de que los riesgos de la vacuna no superen el de contraer la enfermedad. Además se debe tomar en cuenta que para luchar con muchas enfermedades se pueden complicar los sistemas de diagnóstico serológicos; y finalmente en Medicina Veterinaria la utilización de vacunas en poblaciones animales, aún en las pequeñas especies (gatos y perros) se debe tener tener claro el concepto de inmunidad de masas o comunitaria.
La inmunización activa implica una ventaja esencial con respecto a la pasiva al obtenerse una protección duradera que se puede aumentar mediante inyecciones repetidas del mismo antígeno. Una vacuna perfecta sería aquella que produjera una inmunidad intensa y prolongada careciendo de efectos secundarios. Los antígenos “vivos” confieren mejor inmunidad que los antígenos “muertos”.
Las vacunas vivas en base de bacterias están disponibles en el mercado para ganado como son las vacunas contra la Brucelosis, en donde se emplea una vacuna en base de Brucella abortus atenuada a la que se le ha bajado su virulencia en algunos casos por subcultivos y subcultivos subsecuentes por muchos años. Estas vacunas deben conferir una inmunidad duradera, deben requerir pocas inoculaciones, no necesitar adyuvantes y deben disminuir los riesgos de producir hipersensibilidad. Las vacunas vivas deben prepararse, almacenarse y manejarse con mucho cuidado para que no disminuyan su potencia inmunogénica. El tipo de inmunidad que confieren es de tipo humoral y mediada por células.
Las vacunas bacterianas “muertas” o también denominadas, dentro de la Medicina Veterinaria, como “Bacterinas” son elaboradas a partir de bacterias infecciosas pero inactivados generalmente con agentes químicos. Dentro de sus cualidades destaca que permanecen estables y con poca probabilidad de causar la enfermedad a consecuencia de la virulencia residual o de la conversión, además de que son relativamente fáciles de conservar por que las bacterias ya están inactivadas o muertas, aunque hay que tener presente el cuidar la “cadena fría” con buenos sistemas de refrigeración. El tipo de inmunidad que inducen es principalmente de tipo humoral.
Desde el punto de vista antigénico es importante que en el proceso de inactivación, los microorganismos muertos en este caso las bacterias, conserven la mayor similitud de las bacterias vivas. De ahí que procedimientos burdos como sería el calor que desnaturalizan las proteínas perdiendo la antigenicidad de las mismas, es necesario utilizar métodos químicos como seria la utilización de formaldehído o betapropiolactona para conservar mejor a los antígenos, o bien irradiaciones con rayos X.
Las vacunas vivas atenuadas emplean por lo general métodos de adaptación de las bacterias a condiciones anormales, hasta conseguir que pierdan su adaptación a las condiciones habituales, como serían los medios de cultivo desfavorables, así como a las temperaturas poco favorables.
También se han desarrollado bacterinas a base de la purificación de macromoléculas específicas, obtenidas de los microorganismos patógenos como son algunos miembros del los Géneros: Clostridium, Actinobacillus, Bordetella, Pasteurella, entre otros y que se han utilizado como vacunas. Se han encontrado tres formas generales de este tipo de vacunas: exotoxinas inactivadas, polisacáridos capsulares y antígenos de superficie recombinantes
2. GENERALIDADES DE
VACUNAS
Las vacunas se
clasifican en bacterianas, virales y parasitarias. Pueden ser vivas o
inactivadas. Las bacterinas son vacunas bacterianas preparadas con bacterias
inactivadas. Los toxoides o anacultivos son vacunas inactivadas que contienen
productos bacterianos solubles como son las toxinas.
2. 1. Principales características de las vacunas
Las vacunas son
preparados biológicos que contienen microorganismos (bacterias y virus) y
parásitos, capaces de inducir una respuesta inmunológica completa, humoral y
celular; activa, mediada por anticuerpos y células inmunes producidas por el animal
inoculado, y específica con una respuesta dirigida sólo contra el antígeno
vacunal. La inoculación inicial de un preparado vacunal inducirá una respuesta
primaria que dejará memoria que al ser reactivada por un contacto secundario
con la misma vacuna o el agente patógeno de campo, montará una respuesta
secundaria más rápida, mayor y de más duración.
La clave en la preparación de las vacunas es modificar al microorganismo patógeno manteniendo su antigenicidad pero haciéndolo inocuo es decir no patógeno. Básicamente esto es posible porque tanto los anticuerpos específicos como los linfocitos T son capaces de reconocer parte de los antígenos microbianos (epítopos) y no necesariamente al virus o bacteria completos.
Las vacunas deben ser inocuas, y no deben contener contaminantes microbianos, mycoplasmas, otros virus, ácidos nucleicos virales o células transformadas potencialmente oncogénicas. Luego de ser aplicadas no deben provocar ninguna alteración, local o sistémica. La inocuidad de una vacuna debe ser específica e inespecífica.
La actividad de una vacuna es la capacidad que tienen de conferir protección adecuada a un individuo, se establece mediante pruebas in vivo, utilizando animales de laboratorio como modelo de semejanza. La potencia de una vacuna se determina in vitro utilizando métodos indirectos de medición. Sin embargo, la prueba contundente de una vacuna se establece en la llamada especie blanco o usuario, fin de la misma, por ejemplo, una vacuna para perros se prueba en perros y observando su capacidad de resistir un desafío virulento.
Las vacunas deben ser estables, capaces de mantener inalterables sus propiedades de inocuidad y actividad, desde su elaboración (envase, almacenaje y transporte) hasta la fecha de vencimiento. La calidad del producto comercial se asegura siguiendo exactamente las instrucciones del laboratorio productor, así no deben emplearse después de la fecha de vencimiento indicada en el envase, se deben mantener a la temperatura indicada por el productor y una vez abiertos los envases que contengan varias dosis, se utilizarán lo antes posible a fin de evitar contaminaciones y pérdida de eficacia.
Las vacunas deben ser seguras y no producir problemas post vacunales, especialmente alérgicos. Siempre se debe aplicar la dosis recomendada por el laboratorio productor. Los productos vacunales comerciales deben ser controlados cuidadosamente tanto en un nivel interno del laboratorio productor como por organismos nacionales o internacionales.
Un buen control debe asegurar que la vacuna no contenga contaminantes de cualquier tipo y que el producto antigénico corresponda exactamente con las cepas actuantes en un nivel de campo. Algunas vacunas usadas en bovinos y porcinos contienen pestivirus como contaminantes, probablemente provenientes del suero fetal bovino de los cultivos celulares utilizados para la replicación del virus vacunal.
La potencia debe exceder los mínimos requeridos para conferir una adecuada protección en las especies a utilizar. Puede ser cuantificada indirectamente inoculando animales susceptibles con diferentes dosis de la vacuna, y midiendo la respuesta inmune 3 a 4 semanas después por alguna prueba serológica como es la seroneutralización viral en cultivos celulares, y ELISA. El desafío consiste en vacunar un número significativo de animales susceptibles y aplicar posteriormente una dosis preestablecida del agente infeccioso virulento. La vacuna debe proteger a los animales de la enfermedad.
La vacuna antirrábica Fuenzalida-Palacios fue aceptada internacionalmente por la OMS una vez que se demostró que era 50 veces más potente que las vacunas tradicionales de la época, y que no producía reacciones indeseables en las personas vacunadas.
En el caso de la fiebre aftosa los animales que debían ser bovinos vírgenes de la enfermedad, se desafiaban por vía intradermolingual para asegurar su sensibilidad. Debido a las dificultades para obtener animales susceptibles en Chile, se utilizaron hospederos no naturales como el cobayo, estableciéndose índices de protección asimilables al bovino. En el laboratorio, el control de las vacunas aftosas inactivadas con formalina, se realizaba inoculando ratones adultos de 21 gramos; si existe virus residual infectante los ratones mueren por parálisis 4 a 5 días después de la inoculación. En el caso de la rabia paresiante bovina (derriengue) en México se requiere hacer las pruebas en bovinos y desafiar a los vacunados y testeados no vacunados con una cepa virulenta de murciélagos vampiro
En el control de la influenza equina ésta se realiza midiendo los títulos séricos inhibidores de la hemoaglutinación (IHA) 21 días después de la vacunación. Títulos IHA entre 40 y 80, indican una adecuada protección, lo que se correlacionaría con la ausencia de replicación viral a nivel de faringe en los animales desafiados con virus infecciosos.
La protección puede ser totalmente efectiva si el virus no se replica al infectar animales previamente vacunados. En la parvovirosis canina la protección puede ser parcial permitiendo la replicación del virus en un nivel intestinal aunque sin producir la enfermedad. En la enfermedad de Marek, el virus vacunal que es un herpes de pavo, protege a las aves de la producción de tumores, aunque permite la replicación del virus de campo en las aves así inmunizadas.
La experiencia recogida durante las últimas décadas nos entrega una visión general sobre las vacunas antivirales, demostrando claramente que el conocimiento del virus y de la respuesta del hospedero a la infección ha sido fundamental para progresar en la elaboración de vacunas eficaces e inocuas.
Para establecer un adecuado programa de vacunación es necesario conocer los factores determinantes de infecciosidad, virulencia, antigenicidad viral y patogénesis de la enfermedad viral. Algunas características clínicas como: período de incubación prolongado, infecciones asintomáticas frecuentes, así como dificultades en el diagnóstico de la virosis en cuestión, plantean serios problemas en la obtención y evaluación de las vacunas antivirales.
La existencia de numerosos serotipos, como sucede con los rinovirus humanos, hace impracticable la elaboración de vacunas. También influyen negativamente las frecuentes variaciones antigénicas del virus como ocurre en el caso del síndrome de imunodeficiencia adquirida. Incluso la falta de un hospedero experimental adecuado que sirva como modelo experimental dificulta la obtención de vacunas eficientes.
Cabe consignar que el fabricante de vacunas debe emplear una tecnología compleja que implica costos elevados en la producción y control; en algunos casos el precio de venta apenas cubre los gastos de producción, particularmente cuando el mercado potencial es relativamente pequeño.
Es necesario insistir en que ni la vacunación ni la recuperación de una infección natural inducen siempre protección total contra una posterior infección causada por el mismo virus. Por otra parte, es preciso subrayar que una vacuna eficaz no protege contra la enfermedad sino hasta que se ha aplicado en la dosificación establecida en la mayor parte de los individuos susceptibles. La inmunidad de masas se refiere a que no es necesario vacunar el 100% de los animales sino un porcentaje mínimo de 70% que otorgue un rango de seguridad en caso de un nuevo contagio. En el caso de la rabia canina la cobertura mínima es de 75%.
Generalmente las vacunas son preparadas con virus tratados con inactivantes para eliminar su infectividad; en este caso se habla de vacunas inactivadas. En el proceso de inactivación se requiere un cuidado extremo para evitar la presencia de virus vivo virulentos residuales, manteniendo la total capacidad inmunizante del antígeno viral
Un caso especial lo constituye la vacuna atenuada para el cólera aviar causado por la Pasteurella multocida, preparada por Pasteur mediante el sencillo procedimiento de cultivar esta bacteria en medios carentes de un nutriente.
Las vacunas preparadas con virus vivo se han obtenido principalmente con cepas atenuadas en forma natural o propagando el virus en serie en diversos hospederos o cultivos celulares hasta obtener cepas virales atenuadas. Actualmente se trata de conseguir mutantes virales que antigénicamente coincidan con el virus silvestre o de campo pero cuya actividad esté restringida en algún paso esencial de la patogénesis viral. La vacunación con virus vivo modificado tiene la ventaja de parecerse a la infección natural. Estos virus se multiplican en el hospedador estimulando una producción más duradera de anticuerpos además de inducir una mejor respuesta inmunológica mediada por células y resistencia en un nivel local.
En el presente la biología molecular está facilitando nuevas tecnologías para obtener vacunas diferentes a las tradicionales. Las técnicas de ADN recombinante permiten insertar el gen que codifica la proteína viral inmunizante en un vector viral o bacteriano, el que puede administrarse como vacuna. Virus animales como herpes, adeno y pox han sido utilizados como vectores. Es importante señalar a las vacunas preparadas con subunidades virales, péptidos sintéticos, proteínas purificadas mediante el uso de genes clonados. Otras posibilidades a futuro cuentan con el uso de virus atenuados mediante manipulación genética lo que permitiría preparar vacunas vivas con capacidad de replicación pero incapaces de reverter a su virulencia original. Más sofisticado resulta ser el posible uso de anticuerpos antiidiotipos que imitan la forma de un antígeno viral de superficie, siendo por lo estructuralmente semejantes al antígeno original y posibles de usar como vacuna.
Es conveniente puntualizar que las vacunas no son infalibles, y que deben ser consideradas como insumos y por lo tanto deben ser usadas en forma adecuada. La vacunación es un procedimiento dinámico sujeto a las variaciones epidemiológicas de la enfermedad y costos generales, quedando su aplicación supeditada al criterio del médico veterinario.
Inmunización pasiva y activa.
La clave en la preparación de las vacunas es modificar al microorganismo patógeno manteniendo su antigenicidad pero haciéndolo inocuo es decir no patógeno. Básicamente esto es posible porque tanto los anticuerpos específicos como los linfocitos T son capaces de reconocer parte de los antígenos microbianos (epítopos) y no necesariamente al virus o bacteria completos.
Las vacunas deben ser inocuas, y no deben contener contaminantes microbianos, mycoplasmas, otros virus, ácidos nucleicos virales o células transformadas potencialmente oncogénicas. Luego de ser aplicadas no deben provocar ninguna alteración, local o sistémica. La inocuidad de una vacuna debe ser específica e inespecífica.
La actividad de una vacuna es la capacidad que tienen de conferir protección adecuada a un individuo, se establece mediante pruebas in vivo, utilizando animales de laboratorio como modelo de semejanza. La potencia de una vacuna se determina in vitro utilizando métodos indirectos de medición. Sin embargo, la prueba contundente de una vacuna se establece en la llamada especie blanco o usuario, fin de la misma, por ejemplo, una vacuna para perros se prueba en perros y observando su capacidad de resistir un desafío virulento.
Las vacunas deben ser estables, capaces de mantener inalterables sus propiedades de inocuidad y actividad, desde su elaboración (envase, almacenaje y transporte) hasta la fecha de vencimiento. La calidad del producto comercial se asegura siguiendo exactamente las instrucciones del laboratorio productor, así no deben emplearse después de la fecha de vencimiento indicada en el envase, se deben mantener a la temperatura indicada por el productor y una vez abiertos los envases que contengan varias dosis, se utilizarán lo antes posible a fin de evitar contaminaciones y pérdida de eficacia.
Las vacunas deben ser seguras y no producir problemas post vacunales, especialmente alérgicos. Siempre se debe aplicar la dosis recomendada por el laboratorio productor. Los productos vacunales comerciales deben ser controlados cuidadosamente tanto en un nivel interno del laboratorio productor como por organismos nacionales o internacionales.
Un buen control debe asegurar que la vacuna no contenga contaminantes de cualquier tipo y que el producto antigénico corresponda exactamente con las cepas actuantes en un nivel de campo. Algunas vacunas usadas en bovinos y porcinos contienen pestivirus como contaminantes, probablemente provenientes del suero fetal bovino de los cultivos celulares utilizados para la replicación del virus vacunal.
La potencia debe exceder los mínimos requeridos para conferir una adecuada protección en las especies a utilizar. Puede ser cuantificada indirectamente inoculando animales susceptibles con diferentes dosis de la vacuna, y midiendo la respuesta inmune 3 a 4 semanas después por alguna prueba serológica como es la seroneutralización viral en cultivos celulares, y ELISA. El desafío consiste en vacunar un número significativo de animales susceptibles y aplicar posteriormente una dosis preestablecida del agente infeccioso virulento. La vacuna debe proteger a los animales de la enfermedad.
La vacuna antirrábica Fuenzalida-Palacios fue aceptada internacionalmente por la OMS una vez que se demostró que era 50 veces más potente que las vacunas tradicionales de la época, y que no producía reacciones indeseables en las personas vacunadas.
En el caso de la fiebre aftosa los animales que debían ser bovinos vírgenes de la enfermedad, se desafiaban por vía intradermolingual para asegurar su sensibilidad. Debido a las dificultades para obtener animales susceptibles en Chile, se utilizaron hospederos no naturales como el cobayo, estableciéndose índices de protección asimilables al bovino. En el laboratorio, el control de las vacunas aftosas inactivadas con formalina, se realizaba inoculando ratones adultos de 21 gramos; si existe virus residual infectante los ratones mueren por parálisis 4 a 5 días después de la inoculación. En el caso de la rabia paresiante bovina (derriengue) en México se requiere hacer las pruebas en bovinos y desafiar a los vacunados y testeados no vacunados con una cepa virulenta de murciélagos vampiro
En el control de la influenza equina ésta se realiza midiendo los títulos séricos inhibidores de la hemoaglutinación (IHA) 21 días después de la vacunación. Títulos IHA entre 40 y 80, indican una adecuada protección, lo que se correlacionaría con la ausencia de replicación viral a nivel de faringe en los animales desafiados con virus infecciosos.
La protección puede ser totalmente efectiva si el virus no se replica al infectar animales previamente vacunados. En la parvovirosis canina la protección puede ser parcial permitiendo la replicación del virus en un nivel intestinal aunque sin producir la enfermedad. En la enfermedad de Marek, el virus vacunal que es un herpes de pavo, protege a las aves de la producción de tumores, aunque permite la replicación del virus de campo en las aves así inmunizadas.
La experiencia recogida durante las últimas décadas nos entrega una visión general sobre las vacunas antivirales, demostrando claramente que el conocimiento del virus y de la respuesta del hospedero a la infección ha sido fundamental para progresar en la elaboración de vacunas eficaces e inocuas.
Para establecer un adecuado programa de vacunación es necesario conocer los factores determinantes de infecciosidad, virulencia, antigenicidad viral y patogénesis de la enfermedad viral. Algunas características clínicas como: período de incubación prolongado, infecciones asintomáticas frecuentes, así como dificultades en el diagnóstico de la virosis en cuestión, plantean serios problemas en la obtención y evaluación de las vacunas antivirales.
La existencia de numerosos serotipos, como sucede con los rinovirus humanos, hace impracticable la elaboración de vacunas. También influyen negativamente las frecuentes variaciones antigénicas del virus como ocurre en el caso del síndrome de imunodeficiencia adquirida. Incluso la falta de un hospedero experimental adecuado que sirva como modelo experimental dificulta la obtención de vacunas eficientes.
Cabe consignar que el fabricante de vacunas debe emplear una tecnología compleja que implica costos elevados en la producción y control; en algunos casos el precio de venta apenas cubre los gastos de producción, particularmente cuando el mercado potencial es relativamente pequeño.
Es necesario insistir en que ni la vacunación ni la recuperación de una infección natural inducen siempre protección total contra una posterior infección causada por el mismo virus. Por otra parte, es preciso subrayar que una vacuna eficaz no protege contra la enfermedad sino hasta que se ha aplicado en la dosificación establecida en la mayor parte de los individuos susceptibles. La inmunidad de masas se refiere a que no es necesario vacunar el 100% de los animales sino un porcentaje mínimo de 70% que otorgue un rango de seguridad en caso de un nuevo contagio. En el caso de la rabia canina la cobertura mínima es de 75%.
Generalmente las vacunas son preparadas con virus tratados con inactivantes para eliminar su infectividad; en este caso se habla de vacunas inactivadas. En el proceso de inactivación se requiere un cuidado extremo para evitar la presencia de virus vivo virulentos residuales, manteniendo la total capacidad inmunizante del antígeno viral
Un caso especial lo constituye la vacuna atenuada para el cólera aviar causado por la Pasteurella multocida, preparada por Pasteur mediante el sencillo procedimiento de cultivar esta bacteria en medios carentes de un nutriente.
Las vacunas preparadas con virus vivo se han obtenido principalmente con cepas atenuadas en forma natural o propagando el virus en serie en diversos hospederos o cultivos celulares hasta obtener cepas virales atenuadas. Actualmente se trata de conseguir mutantes virales que antigénicamente coincidan con el virus silvestre o de campo pero cuya actividad esté restringida en algún paso esencial de la patogénesis viral. La vacunación con virus vivo modificado tiene la ventaja de parecerse a la infección natural. Estos virus se multiplican en el hospedador estimulando una producción más duradera de anticuerpos además de inducir una mejor respuesta inmunológica mediada por células y resistencia en un nivel local.
En el presente la biología molecular está facilitando nuevas tecnologías para obtener vacunas diferentes a las tradicionales. Las técnicas de ADN recombinante permiten insertar el gen que codifica la proteína viral inmunizante en un vector viral o bacteriano, el que puede administrarse como vacuna. Virus animales como herpes, adeno y pox han sido utilizados como vectores. Es importante señalar a las vacunas preparadas con subunidades virales, péptidos sintéticos, proteínas purificadas mediante el uso de genes clonados. Otras posibilidades a futuro cuentan con el uso de virus atenuados mediante manipulación genética lo que permitiría preparar vacunas vivas con capacidad de replicación pero incapaces de reverter a su virulencia original. Más sofisticado resulta ser el posible uso de anticuerpos antiidiotipos que imitan la forma de un antígeno viral de superficie, siendo por lo estructuralmente semejantes al antígeno original y posibles de usar como vacuna.
Es conveniente puntualizar que las vacunas no son infalibles, y que deben ser consideradas como insumos y por lo tanto deben ser usadas en forma adecuada. La vacunación es un procedimiento dinámico sujeto a las variaciones epidemiológicas de la enfermedad y costos generales, quedando su aplicación supeditada al criterio del médico veterinario.
Inmunización pasiva y activa.
El proceso de
inmunización consiste en la aplicación a un animal de una substancia que en
último término va a inducir un estado de resistencia inmune específico contra
una enfermedad causada por un microorganismo patógeno. La inmunización puede
ser pasiva, cuando se administran anticuerpos específicos, o activa cuando se
estimula al sistema inmunólogico mediante la aplicación de substancias
antigénicas.
A través del proceso de inmunización a nivel individual se va a prevenir la presentación de la enfermedad en cuestión, mientras que a nivel poblacional se pretenderá controlar o erradicar la enfermedad. Obviamente para lograr este último objetivo la campaña de vacunación deberá ser acompañada de otras metodologías que la complementen.
Inmunización pasiva. Este tipo de inmunización involucra la administración de anticuerpos específicos producidos en otros animales. Su acción protectiva es rápida pero de corta duración. En Medicina Veterinaria este recurso fue utilizado para prevenir la peste porcina clásica junto a la vacunación con virus vivo, inoculando simultáneamente antisuero peste porcina clásica. El uso de inmunoglobulinas específicas en sueros hiperinmunes ha sido eficaz en la prevención del tétanos y otras enfermedades humanas (sueros antitetánicos, por ejemplo).
Inmunización activa. La aplicación de antígenos virales o bacterianos, inactivados o vivos modificados, partes del microorganismo o productos inactivados como los toxoides, estimula rápidamente al sistema inmune obteniéndose protección entre 3 y 4 semanas que en algunos casos puede durar años. El principio de la inmunización activa o vacunación descansa en la especificidad y memoria que caracterizan a la inmunidad adaptativa. La memoria permite al sistema inmunológico montar una respuesta mucho más rápida ante estímulos antigénicos posteriores, fenómeno que se aprovecha en las revacunaciones.
Históricamente las primeras vacunas se prepararon con virus muertos o inactivados las que no fueron suficientes para controlar las enfermedades virales del hombre y de los animales domésticos. Posteriormente las vacunas preparadas con virus vivo modificado llegaron a ser el producto de elección para inmunizar animales debido a que inducen una rápida y prolongada respuesta inmune tanto humoral como celular. Las vacunas inactivadas han retornado debido principalmente al uso de técnicas modernas de inactivación con inactivantes de primer orden como es la acetiletilenimina binaria y nuevos coadyuvantes como son los ISCOMES.
La inmunización activa ha sido enriquecida por el uso de vacunas combinadas que contienen antígenos virales y bacterianos, y vacunas múltiples que contienen hasta ocho antígenos diferentes. La aparición en el mercado de una vacuna recombinante que contiene el gen de un antígeno del virus distemper canino en el genoma del virus pox del canario, junto al desarrollo de una vacuna contra la rabia que es factible de utilizar, en cebos, contra la rabia silvestre.
A través del proceso de inmunización a nivel individual se va a prevenir la presentación de la enfermedad en cuestión, mientras que a nivel poblacional se pretenderá controlar o erradicar la enfermedad. Obviamente para lograr este último objetivo la campaña de vacunación deberá ser acompañada de otras metodologías que la complementen.
Inmunización pasiva. Este tipo de inmunización involucra la administración de anticuerpos específicos producidos en otros animales. Su acción protectiva es rápida pero de corta duración. En Medicina Veterinaria este recurso fue utilizado para prevenir la peste porcina clásica junto a la vacunación con virus vivo, inoculando simultáneamente antisuero peste porcina clásica. El uso de inmunoglobulinas específicas en sueros hiperinmunes ha sido eficaz en la prevención del tétanos y otras enfermedades humanas (sueros antitetánicos, por ejemplo).
Inmunización activa. La aplicación de antígenos virales o bacterianos, inactivados o vivos modificados, partes del microorganismo o productos inactivados como los toxoides, estimula rápidamente al sistema inmune obteniéndose protección entre 3 y 4 semanas que en algunos casos puede durar años. El principio de la inmunización activa o vacunación descansa en la especificidad y memoria que caracterizan a la inmunidad adaptativa. La memoria permite al sistema inmunológico montar una respuesta mucho más rápida ante estímulos antigénicos posteriores, fenómeno que se aprovecha en las revacunaciones.
Históricamente las primeras vacunas se prepararon con virus muertos o inactivados las que no fueron suficientes para controlar las enfermedades virales del hombre y de los animales domésticos. Posteriormente las vacunas preparadas con virus vivo modificado llegaron a ser el producto de elección para inmunizar animales debido a que inducen una rápida y prolongada respuesta inmune tanto humoral como celular. Las vacunas inactivadas han retornado debido principalmente al uso de técnicas modernas de inactivación con inactivantes de primer orden como es la acetiletilenimina binaria y nuevos coadyuvantes como son los ISCOMES.
La inmunización activa ha sido enriquecida por el uso de vacunas combinadas que contienen antígenos virales y bacterianos, y vacunas múltiples que contienen hasta ocho antígenos diferentes. La aparición en el mercado de una vacuna recombinante que contiene el gen de un antígeno del virus distemper canino en el genoma del virus pox del canario, junto al desarrollo de una vacuna contra la rabia que es factible de utilizar, en cebos, contra la rabia silvestre.
3.
RESPUESTA INMUNOLÓGICA Y VACUNACIÓN
La respuesta defensiva frente a la vacunación descansa en la respuesta inmune desarrollada por el animal vacunado. El conocimiento del “modus operandi” de las vacunas está íntimamente ligado a los fundamentos de la inmunología.
Inmunidad innata y adaptativa: La base de la respuesta frente al medio ambiente es la capacidad del “yo” de diferenciar lo “propio” de lo “no propio”, para ello debe reconocer todo lo “extraño” que pueda dañarlo.
La respuesta defensiva frente a la vacunación descansa en la respuesta inmune desarrollada por el animal vacunado. El conocimiento del “modus operandi” de las vacunas está íntimamente ligado a los fundamentos de la inmunología.
Inmunidad innata y adaptativa: La base de la respuesta frente al medio ambiente es la capacidad del “yo” de diferenciar lo “propio” de lo “no propio”, para ello debe reconocer todo lo “extraño” que pueda dañarlo.
En los mamíferos se ha desarrollado un sofisticado mecanismo de reconocimiento o inmunidad adaptativa que conlleva a un complejo sistema defensivo, superior a la inmunidad innata de los invertebrados, aunque no prescinde de ella. Ambos tipos de inmunidad constituyen una combinación interactiva de mecanismos efectores humorales y celulares que han evolucionado aumentando su complejidad en la filogenia. Así en los invertebrados existen células llamadas inmunocitos que poseen variadas funciones de carácter inespecífico, siendo la fagocitosis su principal mecanismo de defensa. Cabe señalar que los mecanismos de defensa innatos y adaptativos no actúan por separado.
3. 1. Inmunidad innata
Los mecanismos de defensa innatos o inespecíficos se ejercen en diferentes niveles. Los genéticos, propios del hospedero y del agente patógeno, se reflejan en incompatibilidades genéticas como es el caso de la restricción de los virus herpes. Los físicos son las barreras físicas o mecánicas como piel, sistema mucociliar, pH intestinal y temperatura. Los humorales se refieren a lisozima, sistema del complemento, proteínas de fase aguda e interferones. Los celulares representados por el sistema retículoendotelial, leucocitos fagocitarios y células agresora naturales (Natural killer o NK).
Interferón (IFN). El IFN es una proteína
inducida. En el hombre el gen IFN se ubica en el cromosoma 9. Se describen tres
tipos: (alfa) producido por macrófagos; b producido por fibroblasto, IFN-
células epiteliales e IFN- γ (gamma o inmune) producido por aIFN- linfocitos T (Lc-T). Estos interferones comparten el
mismo receptor celular. Los IFN son producidos por diferentes células como
respuesta al estímulo viral o de agentes no virales como el ARN doble hebra
(ácido polirriboinosínico-polirribocitidílico) y lipopolisacáridos. La mayoría
de los inductores de IFN conocidos hasta ahora, son tóxicos y no tienen
aplicación clínica.
Las principales propiedades biológicas de los interferones son: desarrollar un estado antiviral en las células; modular la respuesta inmune; inhibir el desarrollo de tumores tanto in vivo como in vitro; y estimular la fagocitosis y la citotoxicidad natural. El IFN γ actúa como mediador exclusivo controlando la producción de varias citoquinas; aumenta la expresión de los antígenos del complejo principal de histocompatibilidad clase I y II; induce y aumenta la expresión de receptores Fc para IgG; es el principal factor activador de macrófagos; y estimula la actividad citotóxica dependiente o no de anticuerpos. El IFN γ actúa como inhibidor del crecimiento celular.
Las principales propiedades biológicas de los interferones son: desarrollar un estado antiviral en las células; modular la respuesta inmune; inhibir el desarrollo de tumores tanto in vivo como in vitro; y estimular la fagocitosis y la citotoxicidad natural. El IFN γ actúa como mediador exclusivo controlando la producción de varias citoquinas; aumenta la expresión de los antígenos del complejo principal de histocompatibilidad clase I y II; induce y aumenta la expresión de receptores Fc para IgG; es el principal factor activador de macrófagos; y estimula la actividad citotóxica dependiente o no de anticuerpos. El IFN γ actúa como inhibidor del crecimiento celular.
Otros mecanismos protectores innatos no celulares se refieren a lisozima/lactoferrina, en que la lisozima, una proteína básica, rompe el enlace entre N-acetil glucosamina y ácido N-acetil murámico de los complejos mucopéptidos situados en la pared celular bacteriana mientras que la lisozima tiene actividad antimicrobiana en el interior de fagosomas, y líquidos corporales evitando la excesiva multiplicación de las bacterias saprófitas. La lactoferrina compite con las bacterias por el hierro debido a su capacidad de unirse con él, disminuyendo la capacidad de multiplicación de las bacterias. Se encuentra en leche y secreciones nasales y bronquiales. Ciertas proteínas de fase aguda como la proteína C-reactiva, son factores inespecíficos que actúan en la resistencia frente a infecciones bacterianas. Esta proteína se une a la proteína C del neumococo.
El sistema del complemento es muy importante en la resistencia antimicrobiana, actuando mediante citolisis y opsonización en el fenómeno denominado citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos y complemento. Por otra parte, la piel con un pH 5,0 y el intestino delgado y estómago con pH más bajo, evitan la multiplicación de bacterias patógenas.
Los mecanismos defensivos innatos celulares
se refieren a la fagocitosis por polimorfonucleares neutrófilos (PMN) y macrófagos, y a la acción
de las células NK.
Los PMN se producen en la médula ósea y en el hígado. Contienen dos tipos de gránulos con diversas enzimas como fosfatasas, mieloperoxidasas y catepsinas. Debido al fenómeno de quimiotáxis llegan al lugar de la invasión bacteriana. La unión entre el PMN y la bacteria se realiza a través de la unión entre lectina y azúcares de la superficie de la bacteria. En algunos casos en que la tensión superficial es muy alta, la unión de anticuerpos y complemento a los receptores del fagocito, fenómeno conocido como opsonización, reduce dicha tensión haciendo posible la fagocitosis. Luego que las bacterias quedan encerradas en el fagosoma son atacadas por las enzimas de los gránulos. El pH bajo y la formación de superóxido actúan como enérgicos bactericidas.
Los macrófagos menos abundantes pero de vida más larga que los PMN, contienen peroxidasa, hidrolasas ácidas y proteínas catiónicas. Su función es fagocitar y eliminar bacterias y restos particulados. Los macrófagos además son células secretoras que producen interleuquina-1, componentes del complemento, prostaglandinas y lisozima. Los macrófagos activados por endotoxinas bacterianas o linfoquinas, son de mayor tamaño, difunden más rápidamente y tienen un metabolismo mayor. Su acción es de amplio espectro puesto que es inespecífica. Incluso son capaces de destruir células tumorales.
Las células NK son linfocitos que presentan citotoxicidad natural o espontánea, tienen la capacidad de destruir en forma inespecífica a células infectadas por virus y a células tumorales. Su actividad no está restringida por el complejo mayor de histocompatibilidad. Las células NK son estimuladas por interleuquina-2 e interferones
3. 2. Inmunidad adaptativa
Los mecanismos de defensa adaptativos se basan en la especificidad de acción de los anticuerpos y linfocitos T citotóxicos (Lc Tc) los que serían los elementos efectores en un nivel humoral y celular, respectivamente. Tres grupos anti-antígenos poseen receptores, ellos son los linfocitos B y T y las moléculas de histocompatibilidad.
Los PMN se producen en la médula ósea y en el hígado. Contienen dos tipos de gránulos con diversas enzimas como fosfatasas, mieloperoxidasas y catepsinas. Debido al fenómeno de quimiotáxis llegan al lugar de la invasión bacteriana. La unión entre el PMN y la bacteria se realiza a través de la unión entre lectina y azúcares de la superficie de la bacteria. En algunos casos en que la tensión superficial es muy alta, la unión de anticuerpos y complemento a los receptores del fagocito, fenómeno conocido como opsonización, reduce dicha tensión haciendo posible la fagocitosis. Luego que las bacterias quedan encerradas en el fagosoma son atacadas por las enzimas de los gránulos. El pH bajo y la formación de superóxido actúan como enérgicos bactericidas.
Los macrófagos menos abundantes pero de vida más larga que los PMN, contienen peroxidasa, hidrolasas ácidas y proteínas catiónicas. Su función es fagocitar y eliminar bacterias y restos particulados. Los macrófagos además son células secretoras que producen interleuquina-1, componentes del complemento, prostaglandinas y lisozima. Los macrófagos activados por endotoxinas bacterianas o linfoquinas, son de mayor tamaño, difunden más rápidamente y tienen un metabolismo mayor. Su acción es de amplio espectro puesto que es inespecífica. Incluso son capaces de destruir células tumorales.
Las células NK son linfocitos que presentan citotoxicidad natural o espontánea, tienen la capacidad de destruir en forma inespecífica a células infectadas por virus y a células tumorales. Su actividad no está restringida por el complejo mayor de histocompatibilidad. Las células NK son estimuladas por interleuquina-2 e interferones
3. 2. Inmunidad adaptativa
Los mecanismos de defensa adaptativos se basan en la especificidad de acción de los anticuerpos y linfocitos T citotóxicos (Lc Tc) los que serían los elementos efectores en un nivel humoral y celular, respectivamente. Tres grupos anti-antígenos poseen receptores, ellos son los linfocitos B y T y las moléculas de histocompatibilidad.
Los anticuerpos son glicoproteínas formadas
por cuatro cadenas peptídicas unidas por enlaces disúlfuros. Las
inmunoglobulinas poseen una zona variable en que se ubica el sitio de unión
para el antígeno, y una zona constante que es responsable de la activación del
complemento, de la unión a células cebadas y del paso de los anticuerpos a
través de la placenta. Los anticuerpos presentan cinco isotipos: IgM, IgG, IgA,
IgE e IgD.
Los anticuerpos de acción antimicrobiana pertenecen a las clases IgM, IgG e IgA. IgM es la primera en producirse, su presencia en animales recién nacidos sugiere una infección viral intrauterina ya que este anticuerpo no cruza la placenta. IgG actúa preferentemente contra virus sin envoltura y en la sangre. En bovinos y ovinos la IgG es la inmunoglobulina que se encuentra en mayor proporción en el calostro, jugando un importante papel en la protección del recién nacido contra las infecciones virales. IgA actúa en nivel local. La IgA secretoria (IgAs) es la principal inmunoglobulina de las mucosas. En equinos y porcinos se encuentra en altas concentraciones en la leche y calostro.
La respuesta inmune mediada por anticuerpos IgA es más efectiva cuando es inducida por antígenos que se aplican por vía oral o intranasal.
La vida media de los anticuerpos caninos contra el distemper y hepatitis infecciosa es de 8,4 días; en felinos la vida media de los anticuerpos contra la panleucopenia infecciosa es de 9,5 días. Es importante considerar la vida media de los anticuerpos contra el distemper canino para determinar la fecha precisa en que es posible vacunar a los cachorros en que los anticuerpos maternos no interfieran con la inmunización. Los anticuerpos maternos contra el distemper canino disminuyen a cantidades mínimas entre las 10 a 12 semanas de vida, aunque ocasionalmente pueden persistir hasta las 16 semanas de vida.
Los anticuerpos clases IgM, IgG e IgA tienen las siguientes funciones efectoras: Unión directa con el microorganismo para impedir su adhesión al tejido de mucosas como la intestinal. Unión con el antígeno para neutralizar la acción de toxinas o impedir la adsorción del virus a la célula y su posterior penetración (seroneutralización viral). Unión con el antígeno y fijación del complemento provocando la destrucción del microorganismo o de la célula con antígenos virales u otros en su superficie. Unión con el antígeno y opsonización por macrófagos y receptor para Fc, conduciendo a la fagocitosis. Unión con el antígeno de superficie de células y mediación en la citotoxicidad celular (dependiente de anticuerpos). En las funciones antes indicadas los anticuerpos de alta afinidad actúan más eficientemente que los de baja afinidad.
La reacción antígeno-anticuerpo ocurre entre dos moléculas aunque no involucra completamente a las moléculas participantes sino que a regiones pequeñas denominadas en el antígeno como epitopo o determinante antigénico, y en el anticuerpo sitio de combinación o paratopo.
Citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos. En la citotoxicidad mediada por células y dependiente de anticuerpos (CCDA) la especificidad está dada por los anticuerpos que se unen al antígeno por el Fab y luego por el Fc a los leucocitos con receptores para Fc. La célula efectora es el leucocito a través de sus secreciones. Las células blanco son las células tumorales y las células que expresan antígenos virales en su membrana. En bovinos infectados con VHB-1 los anticuerpos IgG1 median la actividad de los macrófagos y las IgG2 de los PMN. En células infectadas por virus las IgM son ineficaces.
Citotoxicidad celular causada por linfocitos T citotóxicos. Su conocimiento se basa en el rechazo de injertos por Lc Tc. Es de gran importancia biológica en la resistencia contra tumores y en la infección viral. La respuesta del Lc Tc frente a la infección viral es específica para el antígeno viral pero está limitada por el complejo mayor de histocompatibilidad (CMH). La citolisis requiere un contacto entre el Lc Tc y la célula blanco. La lisis se explica al menos en parte por la modificación de la permeabilidad de la membrana lo que conduce a su rompimiento y destrucción (zeiosis).
Los anticuerpos de acción antimicrobiana pertenecen a las clases IgM, IgG e IgA. IgM es la primera en producirse, su presencia en animales recién nacidos sugiere una infección viral intrauterina ya que este anticuerpo no cruza la placenta. IgG actúa preferentemente contra virus sin envoltura y en la sangre. En bovinos y ovinos la IgG es la inmunoglobulina que se encuentra en mayor proporción en el calostro, jugando un importante papel en la protección del recién nacido contra las infecciones virales. IgA actúa en nivel local. La IgA secretoria (IgAs) es la principal inmunoglobulina de las mucosas. En equinos y porcinos se encuentra en altas concentraciones en la leche y calostro.
La respuesta inmune mediada por anticuerpos IgA es más efectiva cuando es inducida por antígenos que se aplican por vía oral o intranasal.
La vida media de los anticuerpos caninos contra el distemper y hepatitis infecciosa es de 8,4 días; en felinos la vida media de los anticuerpos contra la panleucopenia infecciosa es de 9,5 días. Es importante considerar la vida media de los anticuerpos contra el distemper canino para determinar la fecha precisa en que es posible vacunar a los cachorros en que los anticuerpos maternos no interfieran con la inmunización. Los anticuerpos maternos contra el distemper canino disminuyen a cantidades mínimas entre las 10 a 12 semanas de vida, aunque ocasionalmente pueden persistir hasta las 16 semanas de vida.
Los anticuerpos clases IgM, IgG e IgA tienen las siguientes funciones efectoras: Unión directa con el microorganismo para impedir su adhesión al tejido de mucosas como la intestinal. Unión con el antígeno para neutralizar la acción de toxinas o impedir la adsorción del virus a la célula y su posterior penetración (seroneutralización viral). Unión con el antígeno y fijación del complemento provocando la destrucción del microorganismo o de la célula con antígenos virales u otros en su superficie. Unión con el antígeno y opsonización por macrófagos y receptor para Fc, conduciendo a la fagocitosis. Unión con el antígeno de superficie de células y mediación en la citotoxicidad celular (dependiente de anticuerpos). En las funciones antes indicadas los anticuerpos de alta afinidad actúan más eficientemente que los de baja afinidad.
La reacción antígeno-anticuerpo ocurre entre dos moléculas aunque no involucra completamente a las moléculas participantes sino que a regiones pequeñas denominadas en el antígeno como epitopo o determinante antigénico, y en el anticuerpo sitio de combinación o paratopo.
Citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos. En la citotoxicidad mediada por células y dependiente de anticuerpos (CCDA) la especificidad está dada por los anticuerpos que se unen al antígeno por el Fab y luego por el Fc a los leucocitos con receptores para Fc. La célula efectora es el leucocito a través de sus secreciones. Las células blanco son las células tumorales y las células que expresan antígenos virales en su membrana. En bovinos infectados con VHB-1 los anticuerpos IgG1 median la actividad de los macrófagos y las IgG2 de los PMN. En células infectadas por virus las IgM son ineficaces.
Citotoxicidad celular causada por linfocitos T citotóxicos. Su conocimiento se basa en el rechazo de injertos por Lc Tc. Es de gran importancia biológica en la resistencia contra tumores y en la infección viral. La respuesta del Lc Tc frente a la infección viral es específica para el antígeno viral pero está limitada por el complejo mayor de histocompatibilidad (CMH). La citolisis requiere un contacto entre el Lc Tc y la célula blanco. La lisis se explica al menos en parte por la modificación de la permeabilidad de la membrana lo que conduce a su rompimiento y destrucción (zeiosis).
3.3. Inmunidad y vacunación
Son múltiples las estrategias utilizadas
para que el sistema inmune responda satisfactoriamente ante el estímulo
vacunal. Así es fundamental aplicar las vacunas cuando el animal es
inmunocompetente es decir con su sistema inmune bien desarrollado; si se vacuna
con anterioridad la respuesta será ineficiente o nula, así en equinos las
vacunas contra influenza equina y rinoneumonitis equina se aplicarán
inicialmente a los 3 a 4 meses de edad,
y en caninos a los 2 a 3 meses de edad. Por otra parte si el recién
nacido presenta altas tasas de anticuerpos maternos, el antígeno vacunal será
neutralizado y se perderá la vacunación. En el caso del distemper canino se usó
en USA el procedimiento conocido como nomograma para determinar con precisión
la fecha en que los cachorros podían ser vacunados sin interferencia por
anticuerpos maternos, para ello se precisaba la cantidad de anticuerpos específicos
que poseía la madre y de acuerdo con el nomograma se predecía el momento
adecuado para vacunar evitando la interferencia de los anticuerpos maternos.
La primovacunación doble permite iniciar una adecuada respuesta inmune en animales jóvenes inmunocompetentes, la que posteriormente se reforzará mediante vacunaciones periódicas. Un buen ejemplo lo constituye la vacunación contra la influenza equina que se inicia a los 3 y 4 meses de edad, revacunando 6 meses después.
Vacunar a las hembras gestantes es un acertado procedimiento inmunizante que permite proveer de anticuerpos específicos al recién nacido para protegerlo contra virus y bacterias causantes de infecciones respiratorias y digestivas. La vacunación de vacas gestantes con bacterinas Escherichia coli permite prevenir las afecciones colibacilares neonatales del ternero por la transferencia de anticuerpos maternos vía calostro. Las vacunas con Clostridium welchii en ovinos, y con Escherichia coli y Clostridium perfringens en cerdos cumplen la misma función. Bacterinas con Bordetella bronchiseptica y Pasteurella multocida; Salmonella cholerasuis y leptospiras se aplican siguiendo un calendario que contempla dos vacunaciones en que la segunda se aplica 1 a 2 semanas antes del parto. En forma similar en aves se aplican las bacterinas Escherichia coli 4 semanas antes de la postura. La misma estrategia se utiliza en
la vacunación contra la enfermedad de Gumboro y la artritis viral o tendosinovitis, es decir se hiperinmuniza a las reproductoras para lograr una alta tasa de anticuerpos pasivos.
El uso de vacunas combinadas, múltiples, es un buen recurso que permite aplicar simultáneamente varios antígenos virales y bacterianos, asegurando una buena respuesta inmune contra todos ellos.
En Medicina Veterinaria se utilizan diversas vacunas combinadas, entre ellas se cita la vacuna polivalente inactivada Resequin equinaÒ que contiene siete tipos virales diferentes: virus de la influenza A/equi/1 Praga, A/equi/2/ Miami y A/equi 2 Fontainbleau, los virus herpes equino tipo 1 (VHE-1) y tipo 4 (VHE-4), y reovirus serotipos 1 y 3. Las vacunas caninas combinadas (Quantum-6 y Tissuvax-6) que contienen virus vivo modificado del distemper canino, virus de la hepatitis infecciosa canina, virus parainfluenza, y las bacterias Leptospira canicola y L icterohaemorragiae. En bovinos se comercializa una vacuna polivalente que contiene virus de la rinotraqueítis infecciosa bovina, virus de la diarrea viral bovina, el virus parainfluenza tipo 3 y las bacterias Leptospira canicola, L icterohamerhagiae, L. grippotyphosa, L. Hardjo y L pomona. En aves se aplican algunas vacunas polivalentes que contienen el virus de la enfermedad de Newcastle, el virus de la bronquitis infecciosa aviaria y el virus de la enfermedad de Gumboro. Otras vacunas aviares contienen virus de la enfermedad de Gumboro, virus de la enfermedad de Newcastle, virus de la bronquitis infecciosa aviaria y dos cepas de reovirus aviarios.
Estas vacunas polivalentes o combinadas son muy bien dosificadas, de manera que no se produzca interferencia entre sus constituyentes. Incluso se ha demostrado que en algunos casos como la vacuna séxtuple canina no existiría inmunosupresión por el virus distemper canino. Es necesario indicar que el organismo inmunocompetente puede responder hasta una decena de antígenos aplicados simultáneamente, de manera que una vacuna bien equilibrada en su constitución va a inducir una respuesta similar a la obtenida con las vacunas aplicadas por separado. En el caso de la vacunación contra fiebre aftosa, la respuesta inmune es semejante al aplicar vacunas monovalentes o polivalentes.
En aves la primovacunación debe ser realizada con vacunas preparadas con virus vivo modificado, manteniendo las tasas de anticuerpos mediante inmunizaciones periódicas con vacunas preparadas con virus inactivado. Tal es el caso de las vacunas contra la enfermedad de Newcastle, bronquitis infecciosa aviar, enfermedad de Gumboro y artritis viral.
En la mixomatosis del conejo la primovacunación se realiza a los 28 días de edad con la vacuna heteróloga del virus de Shope; las siguientes vacunaciones se realizan con la vacuna homóloga preparada con virus de Sanarelli, modificado, aplicando el primer refuerzo 6 a 8 semanas después de la primovacunación.
3. 4.- Inmunidad antibacteriana
Los mecanismos de defensa antibacteriana pueden deberse a aspectos tan básicos e inespecíficos como es la resistencia debido a la falta de susceptibilidad de alguna especie animal, en el caso de los pollos que son resistentes en forma innata a Brucella abortus. La resistencia antibacteriana puede deberse a factores inespecíficos dados por la presencia en el organismo de substancias inhibidoras. Lo más importante, sin lugar a dudas, es la respuesta inmunitaria específica mediada por anticuerpos y células con función inmunológica.
Dentro de los factores generales que influyen en la inmunidad antibacteriana, son los genéticos los más relevantes. Las hormonas también influyen en la resistencia a las enfermedades de origen bacteriano. En animales estresados el aumento de esteroides puede tener un efecto inmunosupresor que condicionaría la producción de enfermedad, como en el caso de las pasteurellas que producen neumonías en animales sometidos a hacinamiento, o las enteritis causadas por salmonellas en el equino. La desnutrición y el balance proteico negativo en animales parasitados tienen indudablemente un efecto adverso en el funcionamiento normal del sistema inmune.
Los principales elementos químicos que influyen en la resistencia antibacteriana son: una enzima llamada lisozima que actúa sobre la cápsula de bacterias Gram positivas y sobre algunas Gram negativas junto al complemento; proteínas y péptidos básicos como la ß-lisina que tiene actividad contra bacterias Gram positivas; proteínas que fijan hierro: transferrina y lactoferrina que impiden que algunas bacterias como Staphylococcus aureus y Mycobacterium tuberculosis que necesitan hierro para su crecimiento lo encuentren fácilmente; y mieloperoxidasas.
Inmunidad antibacteriana específica. Los principales mecanismos inmunológicos con que el organismo combate a las bacterias son:
1. Neutralización de toxinas o enzimas por anticuerpos específicos. La resistencia contra bacterias que producen exotoxinas está dada por anticuerpos neutralizantes de exotoxinas que impiden que la toxina se una con su receptor celular. Ejemplo: antitoxina tetánica
2. Destrucción de bacterias por anticuerpos, sistema del complemento y lisozima. En bacterias capsuladas los anticuerpos dirigidos contra los antígenos capsulares (K) neutralizan la capacidad antifagocitaria de la cápsula. En bacterias no capsuladas los anticuerpos contra antígenos 0 también funcionan como opsoninas. Los anticuerpos contra las cepas de Escherichia coli que portan en sus vellosidades o pilis los antígenos F4 (K88) o F5 (K99) interfieren con la expresión de dichos antígenos de adherencia impidiendo que las bacterias se unan a las paredes intestinales.
En animales previamente sensibilizados las bacterias son destruidas por la acción mancomunada de anticuerpos y complemento, mientras que en los animales no sensibilizados las bacterias son destruidas a través de la vía alterna del sistema del complemento. La lisozima actúa una vez que el complemento ha puesto al descubierto un substrato para dicha enzima.
3. Opsonización y fagocitosis de bacterias. Los anticuerpos dirigidos contra determinantes antigénicos de la superficie bacteriana, permiten la fagocitosis y destrucción de la bacteria por células fagocíticas con receptores para el fragmento Fc del anticuerpo. Los anticuerpos clase IgM que son los primeros en aparecer y son mucho más eficientes como anticuerpos opsonizantes que los anticuerpos clase IgG, lo que compensaría su menor cantidad en la respuesta inmune primaria.
Un grupo de bacterias, de gran importancia en medicina veterinaria, son fagocitadas por los macrófagos pero no son destruidas en el espacio intracelular. En este grupo de bacterias, denominadas parásitos intracelulares facultativas se encuentran: Mycobacterium tuberculosis, Brucella abortus, Listeria monocytogenes, Chlamydia psittaci, Coxiella burnetti, Campylobacter jejuni, Rhodococcus equi y Salmonellae. Son varios los mecanismos que permiten a estas bacterias sobrevivir en el interior de los macrófagos, algunas evitan la fusión de los lisosomas en los fagosomas, otras salen del fagosoma y se mantienen libres en el citoplasma. Las bacterias que son parásitos intracelulares facultativos podrán entonces multiplicarse dentro de las células fagocitarias que es un medio libre de anticuerpos. En esta situación la respuesta inmune humoral no será eficiente, siendo la inmunidad celular la que protegerá al organismo contra estas bacterias, así los macrófagos denominados activados, aumentarán su capacidad bactericida por el estímulo del interferón γ producido por los LcTs. Esta inmunidad protectiva sólo se obtiene con vacunas preparadas con bacterias vivas.
3. 5.- Inmunidad antiviral
En el progresivo enfrentamiento evolutivo entre la selección viral y el desarrollo de efectivos mecanismos defensivos por parte del hospedero, un virus alcanza pleno éxito cuando se integra al genoma celular y se transmite en forme vertical sin producir enfermedad, tal sería el caso de los retrovirus causantes de la leucosis aviar. Otros virus no están tan bien adaptados y producen infecciones persistentes y recurrentes como es el caso del virus de la anemia infecciosa equina, un lentivirus contra el cual no hay vacunas. Algunos virus como el virus herpes bovino tipo 1 (VHB-1) establecen infecciones latentes en el trigémino y se reactivan en situaciones de estrés; para estos virus existen vacunasaunque no actúan eliminando la latencia viral. En cuanto a los virus que producen infecciones agudas que pueden ser graves como el distemper canino, la vacunación es efectiva.
En esta suerte de interacción virus y hospedero, se produce un proceso de selección adaptativa en que el virus se selecciona por su habilidad para evadir la respuesta inmune, y el hospedero lo hace por su capacidad para resistir la infección viral. El gran número de variaciones antigénicas que sufre el virus de la anemia infecciosa equina explica la imposibilidad de producir adecuadas vacunas contra este virus, situación similar a la del síndrome de inmunodeficiencia humana.
Los viriones pueden ser destruidos por varios mecanismos inmunes: opsonización, seroneutralización y lisis de la envoltura viral.
La primovacunación doble permite iniciar una adecuada respuesta inmune en animales jóvenes inmunocompetentes, la que posteriormente se reforzará mediante vacunaciones periódicas. Un buen ejemplo lo constituye la vacunación contra la influenza equina que se inicia a los 3 y 4 meses de edad, revacunando 6 meses después.
Vacunar a las hembras gestantes es un acertado procedimiento inmunizante que permite proveer de anticuerpos específicos al recién nacido para protegerlo contra virus y bacterias causantes de infecciones respiratorias y digestivas. La vacunación de vacas gestantes con bacterinas Escherichia coli permite prevenir las afecciones colibacilares neonatales del ternero por la transferencia de anticuerpos maternos vía calostro. Las vacunas con Clostridium welchii en ovinos, y con Escherichia coli y Clostridium perfringens en cerdos cumplen la misma función. Bacterinas con Bordetella bronchiseptica y Pasteurella multocida; Salmonella cholerasuis y leptospiras se aplican siguiendo un calendario que contempla dos vacunaciones en que la segunda se aplica 1 a 2 semanas antes del parto. En forma similar en aves se aplican las bacterinas Escherichia coli 4 semanas antes de la postura. La misma estrategia se utiliza en
la vacunación contra la enfermedad de Gumboro y la artritis viral o tendosinovitis, es decir se hiperinmuniza a las reproductoras para lograr una alta tasa de anticuerpos pasivos.
El uso de vacunas combinadas, múltiples, es un buen recurso que permite aplicar simultáneamente varios antígenos virales y bacterianos, asegurando una buena respuesta inmune contra todos ellos.
En Medicina Veterinaria se utilizan diversas vacunas combinadas, entre ellas se cita la vacuna polivalente inactivada Resequin equinaÒ que contiene siete tipos virales diferentes: virus de la influenza A/equi/1 Praga, A/equi/2/ Miami y A/equi 2 Fontainbleau, los virus herpes equino tipo 1 (VHE-1) y tipo 4 (VHE-4), y reovirus serotipos 1 y 3. Las vacunas caninas combinadas (Quantum-6 y Tissuvax-6) que contienen virus vivo modificado del distemper canino, virus de la hepatitis infecciosa canina, virus parainfluenza, y las bacterias Leptospira canicola y L icterohaemorragiae. En bovinos se comercializa una vacuna polivalente que contiene virus de la rinotraqueítis infecciosa bovina, virus de la diarrea viral bovina, el virus parainfluenza tipo 3 y las bacterias Leptospira canicola, L icterohamerhagiae, L. grippotyphosa, L. Hardjo y L pomona. En aves se aplican algunas vacunas polivalentes que contienen el virus de la enfermedad de Newcastle, el virus de la bronquitis infecciosa aviaria y el virus de la enfermedad de Gumboro. Otras vacunas aviares contienen virus de la enfermedad de Gumboro, virus de la enfermedad de Newcastle, virus de la bronquitis infecciosa aviaria y dos cepas de reovirus aviarios.
Estas vacunas polivalentes o combinadas son muy bien dosificadas, de manera que no se produzca interferencia entre sus constituyentes. Incluso se ha demostrado que en algunos casos como la vacuna séxtuple canina no existiría inmunosupresión por el virus distemper canino. Es necesario indicar que el organismo inmunocompetente puede responder hasta una decena de antígenos aplicados simultáneamente, de manera que una vacuna bien equilibrada en su constitución va a inducir una respuesta similar a la obtenida con las vacunas aplicadas por separado. En el caso de la vacunación contra fiebre aftosa, la respuesta inmune es semejante al aplicar vacunas monovalentes o polivalentes.
En aves la primovacunación debe ser realizada con vacunas preparadas con virus vivo modificado, manteniendo las tasas de anticuerpos mediante inmunizaciones periódicas con vacunas preparadas con virus inactivado. Tal es el caso de las vacunas contra la enfermedad de Newcastle, bronquitis infecciosa aviar, enfermedad de Gumboro y artritis viral.
En la mixomatosis del conejo la primovacunación se realiza a los 28 días de edad con la vacuna heteróloga del virus de Shope; las siguientes vacunaciones se realizan con la vacuna homóloga preparada con virus de Sanarelli, modificado, aplicando el primer refuerzo 6 a 8 semanas después de la primovacunación.
3. 4.- Inmunidad antibacteriana
Los mecanismos de defensa antibacteriana pueden deberse a aspectos tan básicos e inespecíficos como es la resistencia debido a la falta de susceptibilidad de alguna especie animal, en el caso de los pollos que son resistentes en forma innata a Brucella abortus. La resistencia antibacteriana puede deberse a factores inespecíficos dados por la presencia en el organismo de substancias inhibidoras. Lo más importante, sin lugar a dudas, es la respuesta inmunitaria específica mediada por anticuerpos y células con función inmunológica.
Dentro de los factores generales que influyen en la inmunidad antibacteriana, son los genéticos los más relevantes. Las hormonas también influyen en la resistencia a las enfermedades de origen bacteriano. En animales estresados el aumento de esteroides puede tener un efecto inmunosupresor que condicionaría la producción de enfermedad, como en el caso de las pasteurellas que producen neumonías en animales sometidos a hacinamiento, o las enteritis causadas por salmonellas en el equino. La desnutrición y el balance proteico negativo en animales parasitados tienen indudablemente un efecto adverso en el funcionamiento normal del sistema inmune.
Los principales elementos químicos que influyen en la resistencia antibacteriana son: una enzima llamada lisozima que actúa sobre la cápsula de bacterias Gram positivas y sobre algunas Gram negativas junto al complemento; proteínas y péptidos básicos como la ß-lisina que tiene actividad contra bacterias Gram positivas; proteínas que fijan hierro: transferrina y lactoferrina que impiden que algunas bacterias como Staphylococcus aureus y Mycobacterium tuberculosis que necesitan hierro para su crecimiento lo encuentren fácilmente; y mieloperoxidasas.
Inmunidad antibacteriana específica. Los principales mecanismos inmunológicos con que el organismo combate a las bacterias son:
1. Neutralización de toxinas o enzimas por anticuerpos específicos. La resistencia contra bacterias que producen exotoxinas está dada por anticuerpos neutralizantes de exotoxinas que impiden que la toxina se una con su receptor celular. Ejemplo: antitoxina tetánica
2. Destrucción de bacterias por anticuerpos, sistema del complemento y lisozima. En bacterias capsuladas los anticuerpos dirigidos contra los antígenos capsulares (K) neutralizan la capacidad antifagocitaria de la cápsula. En bacterias no capsuladas los anticuerpos contra antígenos 0 también funcionan como opsoninas. Los anticuerpos contra las cepas de Escherichia coli que portan en sus vellosidades o pilis los antígenos F4 (K88) o F5 (K99) interfieren con la expresión de dichos antígenos de adherencia impidiendo que las bacterias se unan a las paredes intestinales.
En animales previamente sensibilizados las bacterias son destruidas por la acción mancomunada de anticuerpos y complemento, mientras que en los animales no sensibilizados las bacterias son destruidas a través de la vía alterna del sistema del complemento. La lisozima actúa una vez que el complemento ha puesto al descubierto un substrato para dicha enzima.
3. Opsonización y fagocitosis de bacterias. Los anticuerpos dirigidos contra determinantes antigénicos de la superficie bacteriana, permiten la fagocitosis y destrucción de la bacteria por células fagocíticas con receptores para el fragmento Fc del anticuerpo. Los anticuerpos clase IgM que son los primeros en aparecer y son mucho más eficientes como anticuerpos opsonizantes que los anticuerpos clase IgG, lo que compensaría su menor cantidad en la respuesta inmune primaria.
Un grupo de bacterias, de gran importancia en medicina veterinaria, son fagocitadas por los macrófagos pero no son destruidas en el espacio intracelular. En este grupo de bacterias, denominadas parásitos intracelulares facultativas se encuentran: Mycobacterium tuberculosis, Brucella abortus, Listeria monocytogenes, Chlamydia psittaci, Coxiella burnetti, Campylobacter jejuni, Rhodococcus equi y Salmonellae. Son varios los mecanismos que permiten a estas bacterias sobrevivir en el interior de los macrófagos, algunas evitan la fusión de los lisosomas en los fagosomas, otras salen del fagosoma y se mantienen libres en el citoplasma. Las bacterias que son parásitos intracelulares facultativos podrán entonces multiplicarse dentro de las células fagocitarias que es un medio libre de anticuerpos. En esta situación la respuesta inmune humoral no será eficiente, siendo la inmunidad celular la que protegerá al organismo contra estas bacterias, así los macrófagos denominados activados, aumentarán su capacidad bactericida por el estímulo del interferón γ producido por los LcTs. Esta inmunidad protectiva sólo se obtiene con vacunas preparadas con bacterias vivas.
3. 5.- Inmunidad antiviral
En el progresivo enfrentamiento evolutivo entre la selección viral y el desarrollo de efectivos mecanismos defensivos por parte del hospedero, un virus alcanza pleno éxito cuando se integra al genoma celular y se transmite en forme vertical sin producir enfermedad, tal sería el caso de los retrovirus causantes de la leucosis aviar. Otros virus no están tan bien adaptados y producen infecciones persistentes y recurrentes como es el caso del virus de la anemia infecciosa equina, un lentivirus contra el cual no hay vacunas. Algunos virus como el virus herpes bovino tipo 1 (VHB-1) establecen infecciones latentes en el trigémino y se reactivan en situaciones de estrés; para estos virus existen vacunasaunque no actúan eliminando la latencia viral. En cuanto a los virus que producen infecciones agudas que pueden ser graves como el distemper canino, la vacunación es efectiva.
En esta suerte de interacción virus y hospedero, se produce un proceso de selección adaptativa en que el virus se selecciona por su habilidad para evadir la respuesta inmune, y el hospedero lo hace por su capacidad para resistir la infección viral. El gran número de variaciones antigénicas que sufre el virus de la anemia infecciosa equina explica la imposibilidad de producir adecuadas vacunas contra este virus, situación similar a la del síndrome de inmunodeficiencia humana.
Los viriones pueden ser destruidos por varios mecanismos inmunes: opsonización, seroneutralización y lisis de la envoltura viral.
Los principales mecanismos inmunes innatos
contra los virus son: interferones, sistema del complemento, células inmunes
como los macrófagos y células destructoras naturales.
Interferones. La defensa inmune más rápida ante la infección viral, especialmente en nivel de mucosa respiratoria, es la mediada por interferones. Así, los virus respiratorios como el VHB-1, inducen la pronta respuesta luego de la infección intranasal y producción de grandes cantidades de interferones, los que perduran aproximadamente durante una semana y pueden actuar bloqueando la replicación de otros virus como rinovirus y adenovirus.
Los interferones son fuertemente estimulados por virus que tienen ARN de doble cadena como los reovirus.
Los mecanismos bioquímicos responsables de la actividad antiviral son complejos. Inicialmente el interferón se fija a un receptor de la membrana celular, que emite una señal al núcleo para inducir la síntesis de proteínas inhibitorias de la replicación viral en otras células adyacentes. El efecto más restrictivo ocurre en nivel de la traducción del ARNm por una ARN endonucleasa activada por una polimerasa 2’ -5’A sintetasa. El interferón actúa en diversos niveles de la replicación viral, inhibiendo la penetración de los virus de la estomatitis vesicular a la célula susceptible; inhibiendo la descapsidación del virus SV 40; inhibiendo la funcionalidad de lastranscriptasas virales (virus de la estomatitis vesicular) e inhibiendo el ensamblaje y salida por gemación de los retrovirus.
En términos generales los interferones actúan en forma inespecífica frente a los virus al interferir con otros virus además del virus que induce su producción. Con respecto a la especie animal en que se produce el interferón, éste es específico, es decir, sólo actúa en laespecie que lo produce. El interferón producido en ratones no sirve en el hombre o animales domésticos.
La eficiencia del interferón como antiviral es máxima cuando se aplica antes o en las primeras etapas de la infección viral.
La producción de interferón mediante ingeniería genética ha permitido su utilización en enfermedades virales del bovino causadas por VHB-1 y virus parainfluenza tipo 3 (PI-3).
Interferones. La defensa inmune más rápida ante la infección viral, especialmente en nivel de mucosa respiratoria, es la mediada por interferones. Así, los virus respiratorios como el VHB-1, inducen la pronta respuesta luego de la infección intranasal y producción de grandes cantidades de interferones, los que perduran aproximadamente durante una semana y pueden actuar bloqueando la replicación de otros virus como rinovirus y adenovirus.
Los interferones son fuertemente estimulados por virus que tienen ARN de doble cadena como los reovirus.
Los mecanismos bioquímicos responsables de la actividad antiviral son complejos. Inicialmente el interferón se fija a un receptor de la membrana celular, que emite una señal al núcleo para inducir la síntesis de proteínas inhibitorias de la replicación viral en otras células adyacentes. El efecto más restrictivo ocurre en nivel de la traducción del ARNm por una ARN endonucleasa activada por una polimerasa 2’ -5’A sintetasa. El interferón actúa en diversos niveles de la replicación viral, inhibiendo la penetración de los virus de la estomatitis vesicular a la célula susceptible; inhibiendo la descapsidación del virus SV 40; inhibiendo la funcionalidad de lastranscriptasas virales (virus de la estomatitis vesicular) e inhibiendo el ensamblaje y salida por gemación de los retrovirus.
En términos generales los interferones actúan en forma inespecífica frente a los virus al interferir con otros virus además del virus que induce su producción. Con respecto a la especie animal en que se produce el interferón, éste es específico, es decir, sólo actúa en laespecie que lo produce. El interferón producido en ratones no sirve en el hombre o animales domésticos.
La eficiencia del interferón como antiviral es máxima cuando se aplica antes o en las primeras etapas de la infección viral.
La producción de interferón mediante ingeniería genética ha permitido su utilización en enfermedades virales del bovino causadas por VHB-1 y virus parainfluenza tipo 3 (PI-3).
Interferencia
viral. La interferencia viral es un estado
adquirido de resistencia celular antiviral inducido por un virus denominado
interferente. Además de la interferencia mediada por interferones se describen
tres tipos de interferencia:
1. En nivel de adsorción del virus a la célula, por competencia, entre virus homólogos, por los receptores celulares. Ejemplo: entre virus Newcastle inactivado con luz ultravioleta y virus infeccioso, en que los virus inactivados pueden destruir los receptores celulares con su neuroaminidasa.
2. Autointerferencia. Se produce entre virus homólogos en que uno de ellos es defectivo. Ejemplo: virus trunco (T) de la estomatitis vesicular interfiere con la replicación de viriones de la estomatitis vesicular.
3. Interferencia heteróloga o intrínsica. La acción antiviral se produce por el bloqueo de la transcripción viral por productos proteicos originados en la replicación del virus interferente. Ejemplo: el virus de la bronquitis infecciosa aviar interfiere con la replicación del virus de Newcastle.
Sistema del complemento. Este sistema amplificador de la respuesta inmune puede actuar directamente y en forma independiente de anticuerpos y linfocitos, sobre el virus produciendo su destrucción o virolisis. Además de inactivar a virus libres, el complemento puede también inhibir la replicación viral en los tejidos. En animales con deficiencia de alguno de los componentes del sistema del complemento, carentes por ejemplo del C5, se observa un mayor número de enfermos o una mayor mortalidad que en los normales. El C5 puede actuar a nivel de su participación en el complejo de ataque, C5-C9, a las células o por quimiotactismo y activante de los polimorfonucleares neutrófilos. La inserción de antígenos virales en la célula hospedadora activa la vía alterna que en último término y con ayuda de células inmunes, destruye a la célula infectada deteniendo la producción de nuevos virus. Los viriones también pueden ser destruidos por el complemento.
Macrófagos. Los macrófagos del sistema retículo endotelial y los macrófagos alveolares reaccionan en las infecciones virales sistémicas, activándose y fagocitando a los virus infectantes, desnaturalizándolos. Los macrófagos alveolares son importantes en las especies domésticas sometidas a hacinamiento y expuestas a muchos virus respiratorios. Algunos virus como el virus del distemper canino evaden la acción defensiva de los macrófagos replicando en su interior y diseminándose por todo el organismo afectado.
Los macrófagos activados por el interferón γ o fagocitos inmunes, pueden unirse a la célula blanco y destruirla, aunque sin ingerirlas, por un proceso dependiente de anticuerpos (CCDA) o independiente de anticuerpos, en que actúan proteasas, lisozimas, arginasas y H2O2.
Células destructoras o asesinas o “natural killer”. Estas células producen la lisis de células tumorales y de células infectadas con virus, especialmente virus herpes. La actividad de las células NK aumenta en los dos primeros días de la infección viral y es inducida por interferones.
Los principales mecanismos inmunes adaptativos contra virus son anticuerpos humorales y linfocitos citotóxicos.
Anticuerpos séricos. Corresponden a las clases IgM e IgG. Su principal función es la de neutralizar la infecciosidad viral uniéndose a receptores específicos virales lo que impide la adsorción del virus a la célula. Esta acción se realiza fundamentalmente con los virus circulantes. Además pueden producir la unión de varias partículas virales formando agregados los que serán más fácilmente fagocitados. Algunos virus como el VHB-1, VHE-1 y virus PI-3, que son expresados en las células infectadas, inducen la lisis celular mediada por anticuerpos y complemento.
Los virus que afectan a superficies epiteliales, respiratorias y digestivas, son atacados in situ por anticuerpos clase IgA secretora (IgA(s). Este tipo de respuesta, conocida como inmunidad local, es muy importante en el recién nacido expuesto a una serie de patógenos respiratorios o digestivos en un momento de su vida en el cual no tienen desarrollado totalmente su sistema inmunológico.
Seroneutralización viral. Los anticuerpos neutralizantes deben poseer un cierto grado de avidez en su unión con los antígenos virales superficiales para poder neutralizar la infecciosidad viral. La proteína viral a la que se unen, como es el caso de la P1 del virus
aftoso, corresponde a aquellas que el virión utiliza para unirse a los receptores de la célula. La acción neutralizante no es un simple proceso de competencia por los receptores celulares, posiblemente también ocurren fenómenos de neutralización después de la adsorción y penetración del virus.
1. En nivel de adsorción del virus a la célula, por competencia, entre virus homólogos, por los receptores celulares. Ejemplo: entre virus Newcastle inactivado con luz ultravioleta y virus infeccioso, en que los virus inactivados pueden destruir los receptores celulares con su neuroaminidasa.
2. Autointerferencia. Se produce entre virus homólogos en que uno de ellos es defectivo. Ejemplo: virus trunco (T) de la estomatitis vesicular interfiere con la replicación de viriones de la estomatitis vesicular.
3. Interferencia heteróloga o intrínsica. La acción antiviral se produce por el bloqueo de la transcripción viral por productos proteicos originados en la replicación del virus interferente. Ejemplo: el virus de la bronquitis infecciosa aviar interfiere con la replicación del virus de Newcastle.
Sistema del complemento. Este sistema amplificador de la respuesta inmune puede actuar directamente y en forma independiente de anticuerpos y linfocitos, sobre el virus produciendo su destrucción o virolisis. Además de inactivar a virus libres, el complemento puede también inhibir la replicación viral en los tejidos. En animales con deficiencia de alguno de los componentes del sistema del complemento, carentes por ejemplo del C5, se observa un mayor número de enfermos o una mayor mortalidad que en los normales. El C5 puede actuar a nivel de su participación en el complejo de ataque, C5-C9, a las células o por quimiotactismo y activante de los polimorfonucleares neutrófilos. La inserción de antígenos virales en la célula hospedadora activa la vía alterna que en último término y con ayuda de células inmunes, destruye a la célula infectada deteniendo la producción de nuevos virus. Los viriones también pueden ser destruidos por el complemento.
Macrófagos. Los macrófagos del sistema retículo endotelial y los macrófagos alveolares reaccionan en las infecciones virales sistémicas, activándose y fagocitando a los virus infectantes, desnaturalizándolos. Los macrófagos alveolares son importantes en las especies domésticas sometidas a hacinamiento y expuestas a muchos virus respiratorios. Algunos virus como el virus del distemper canino evaden la acción defensiva de los macrófagos replicando en su interior y diseminándose por todo el organismo afectado.
Los macrófagos activados por el interferón γ o fagocitos inmunes, pueden unirse a la célula blanco y destruirla, aunque sin ingerirlas, por un proceso dependiente de anticuerpos (CCDA) o independiente de anticuerpos, en que actúan proteasas, lisozimas, arginasas y H2O2.
Células destructoras o asesinas o “natural killer”. Estas células producen la lisis de células tumorales y de células infectadas con virus, especialmente virus herpes. La actividad de las células NK aumenta en los dos primeros días de la infección viral y es inducida por interferones.
Los principales mecanismos inmunes adaptativos contra virus son anticuerpos humorales y linfocitos citotóxicos.
Anticuerpos séricos. Corresponden a las clases IgM e IgG. Su principal función es la de neutralizar la infecciosidad viral uniéndose a receptores específicos virales lo que impide la adsorción del virus a la célula. Esta acción se realiza fundamentalmente con los virus circulantes. Además pueden producir la unión de varias partículas virales formando agregados los que serán más fácilmente fagocitados. Algunos virus como el VHB-1, VHE-1 y virus PI-3, que son expresados en las células infectadas, inducen la lisis celular mediada por anticuerpos y complemento.
Los virus que afectan a superficies epiteliales, respiratorias y digestivas, son atacados in situ por anticuerpos clase IgA secretora (IgA(s). Este tipo de respuesta, conocida como inmunidad local, es muy importante en el recién nacido expuesto a una serie de patógenos respiratorios o digestivos en un momento de su vida en el cual no tienen desarrollado totalmente su sistema inmunológico.
Seroneutralización viral. Los anticuerpos neutralizantes deben poseer un cierto grado de avidez en su unión con los antígenos virales superficiales para poder neutralizar la infecciosidad viral. La proteína viral a la que se unen, como es el caso de la P1 del virus
aftoso, corresponde a aquellas que el virión utiliza para unirse a los receptores de la célula. La acción neutralizante no es un simple proceso de competencia por los receptores celulares, posiblemente también ocurren fenómenos de neutralización después de la adsorción y penetración del virus.
La seroneutralización viral se relaciona
positivamente con un estado de resistencia antiviral, es así que títulos altos
de anticuerpos neutralizantes indican una adecuada respuesta inmune post
infección o post vacunal.
La citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos es un mecanismo inmune protector de gran importancia en las infecciones virales. El anticuerpo participante confiere la especificidad a la reacción defensiva. Ellos pueden ser IgG1 o IgG2. IgM no participa en la CCDA. En equinos y rumiantes la principal célula efectora es el polimorfonuclear neutrófilo (PMN`N), así, en el caballo y en vacas, los PMN`N producen lisis de fibroblastos infectados con el VHE-1 y VHB-1, respectivamente. Los macrófagos también pueden actuar en la CCDA.
Linfocitos T citotóxicos (T8). Existe “restricción del complejo de histocompatibilidad mayor” en la citotoxicidad mediada por LcTc frente a células infectadas por virus. Los LcTc producen la destrucción rápida y completa de la célula blanco infectada por virus. Para destruir a la célula blanco el LcTc debe reconocer primero al antígeno de histocompatibilidad mayor clase I (Restricción 1) y luego al antígeno viral (doble reconocimiento).
La actividad citotóxica del LcT8 es muy eficiente. Actúan directamente uniéndose a la célula blanco que destruyen en segundos. Luego de la unión de ambas células, el LcT8 segrega perforinas, las que se polimerizan insertándose en la membrana celular con la consiguiente formación de canalículos seguida de lisis osmótica del núcleo celular. También pueden actuar indirectamente a través de la liberación de linfotoxinas al medio extracelular, las que alterarían la membrana celular. Si actúan antes del ensamblaje del virus pueden resolver la infección viral pero si su acción se produce después del ensamblaje, el virus queda libre para infectar a otras células puesto que el Lc Tc no tiene capacidad para inactivar virus.
Inmunosupresión causada por virus. Los virus son capaces de interferir con la respuesta inmune de varias formas. Pueden lisar directamente las células linfocitarias como es el caso del virus del distemper canino. Pueden infectar los linfocitos afectando su funcionalidad, tal es el caso del virus de la inmunodeficiencia humana que se adsorbe específicamente a los Lc T4 alterando todo el delicado sinergismo de la cooperación celular, base de la respuesta inmune. Pueden producir productos virales que afectan directamente al reconocimiento del antígeno. Incluso al formar complejos inmunes en grandes cantidades inducen inmunosupresión.
Reacciones post vacunales. Las reacciones alérgicas debidas a componentes del producto vacunal se han descrito en las vacunas antirrábicas que contienen mielina o factor encefalitógeno, lo que causa ocasionalmente cuadros de encefalitis. En las vacunas contra la influenza, preparadas en embrión de pollo es posible que se produzcan reacciones alérgicas en personas sensibilizadas contra proteínas aviares.
Es clásica la reacción de hipersensibilidad tipo III mediada por complejos inmunes que se caracteriza por daño enzimático de las células epiteliales de la córnea, produciendo edema y opacidad de la córnea, cuadro denominado “ojo azul”. Esta reacción se presenta en perros vacunados con adenovirus tipo 1.
3.6. Antígenos
Características generales. La naturaleza de los antígenos corresponde a macromoléculas como proteínas y carbohidratos que presentan gran diversidad entre una especie y otra. La mayoría son proteínas de alto peso molecular con aminoácidos de núcleo aromático que se encuentran en cápsides virales, flagelas bacterianas y albúminas, entre otras. La antigenicidad de los carbohidratos está dada por la condensación de grupos hexosas. Son buenos antígenos cuando tienen un peso molecular alto. Tienen menos diversidad que las proteínas y se les considera de menor antigenicidad. Los polisacáridos de importancia médica se encuentran en cápsulas y membrana celular de bacterias y eritrocitos. Los lípidos no son antigénicos, sólo adquieren esta propiedad cuando se asocian con proteínas o carbohidratos. Los lipopolisacáridos de las endotoxinas de las salmonellas son buenos antígenos. Los ácidos nucleicos son malos antígenos.
La especificidad del antígeno está dada por grupos químicos bien definidos y por su configuración espacial. Estereoquímicamente la especificidad entre el antígeno y el anticuerpo (receptores de linfocitos o moléculas de histocompatibilidad) es el producto de la complementariedad entre epítopos y paratopos. La complementariedad es la base molecular que el sistema inmune utiliza para reconocer, neutralizar o destruir a los agentes microbianos patógenos.
Los antígenos son substancias extrañas a un organismo que al ser introducidas en él, lo estimulan a montar una respuesta inmune caracterizada por la producción de anticuerpos específicos y células con función inmunológica.
Tolerágeno es toda substancia que al ser inoculada en un organismo no induce una respuesta inmune sino un estado de tolerancia.
Aquellos antígenos que son capaces de generar una respuesta de hipersensibilidad o alergia se denominan alergenos.
Los antígenos incompletos o haptenos son moléculas capaces de combinarse con el anticuerpo aunque no tienen capacidad de inducir una respuesta inmune.
Los antígenos se clasifican en naturales y artificiales. Los naturales que se encuentran en la naturaleza, pueden ser exógenos o endógenos. Los exógenos se encuentran en microorganismos, bacterias y hongos, y células eucarióticas. Los endógenos corresponden a antígenos presentes en individuos de especies filogenéticamente desarrolladas y se clasifican en autólogos, homólogos y heterólogos.
Antígenos autólogos son propios de un individuo, como el cristalino y espermatozoides, aunque en determinadas circunstancias pueden ser reconocidos como extraños desencadenando una respuesta de autoinmunidad. Este tipo de antigenos se encuentran en los llamados sitios antigénicamente privilegiados de los que se mencionan dos, el ojo y el testículo.
Los antígenos homólogos o isoantígenos están presentes sólo en algunos individuos de una especie, corresponden a los grupos sanguíneos y a los antígenos de histocompatibilidad. Los diversos componentes antigénicos presentes en los eritrocitos permiten su clasificación en grupos tales como ABO, MN y Rh.
La citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos es un mecanismo inmune protector de gran importancia en las infecciones virales. El anticuerpo participante confiere la especificidad a la reacción defensiva. Ellos pueden ser IgG1 o IgG2. IgM no participa en la CCDA. En equinos y rumiantes la principal célula efectora es el polimorfonuclear neutrófilo (PMN`N), así, en el caballo y en vacas, los PMN`N producen lisis de fibroblastos infectados con el VHE-1 y VHB-1, respectivamente. Los macrófagos también pueden actuar en la CCDA.
Linfocitos T citotóxicos (T8). Existe “restricción del complejo de histocompatibilidad mayor” en la citotoxicidad mediada por LcTc frente a células infectadas por virus. Los LcTc producen la destrucción rápida y completa de la célula blanco infectada por virus. Para destruir a la célula blanco el LcTc debe reconocer primero al antígeno de histocompatibilidad mayor clase I (Restricción 1) y luego al antígeno viral (doble reconocimiento).
La actividad citotóxica del LcT8 es muy eficiente. Actúan directamente uniéndose a la célula blanco que destruyen en segundos. Luego de la unión de ambas células, el LcT8 segrega perforinas, las que se polimerizan insertándose en la membrana celular con la consiguiente formación de canalículos seguida de lisis osmótica del núcleo celular. También pueden actuar indirectamente a través de la liberación de linfotoxinas al medio extracelular, las que alterarían la membrana celular. Si actúan antes del ensamblaje del virus pueden resolver la infección viral pero si su acción se produce después del ensamblaje, el virus queda libre para infectar a otras células puesto que el Lc Tc no tiene capacidad para inactivar virus.
Inmunosupresión causada por virus. Los virus son capaces de interferir con la respuesta inmune de varias formas. Pueden lisar directamente las células linfocitarias como es el caso del virus del distemper canino. Pueden infectar los linfocitos afectando su funcionalidad, tal es el caso del virus de la inmunodeficiencia humana que se adsorbe específicamente a los Lc T4 alterando todo el delicado sinergismo de la cooperación celular, base de la respuesta inmune. Pueden producir productos virales que afectan directamente al reconocimiento del antígeno. Incluso al formar complejos inmunes en grandes cantidades inducen inmunosupresión.
Reacciones post vacunales. Las reacciones alérgicas debidas a componentes del producto vacunal se han descrito en las vacunas antirrábicas que contienen mielina o factor encefalitógeno, lo que causa ocasionalmente cuadros de encefalitis. En las vacunas contra la influenza, preparadas en embrión de pollo es posible que se produzcan reacciones alérgicas en personas sensibilizadas contra proteínas aviares.
Es clásica la reacción de hipersensibilidad tipo III mediada por complejos inmunes que se caracteriza por daño enzimático de las células epiteliales de la córnea, produciendo edema y opacidad de la córnea, cuadro denominado “ojo azul”. Esta reacción se presenta en perros vacunados con adenovirus tipo 1.
3.6. Antígenos
Características generales. La naturaleza de los antígenos corresponde a macromoléculas como proteínas y carbohidratos que presentan gran diversidad entre una especie y otra. La mayoría son proteínas de alto peso molecular con aminoácidos de núcleo aromático que se encuentran en cápsides virales, flagelas bacterianas y albúminas, entre otras. La antigenicidad de los carbohidratos está dada por la condensación de grupos hexosas. Son buenos antígenos cuando tienen un peso molecular alto. Tienen menos diversidad que las proteínas y se les considera de menor antigenicidad. Los polisacáridos de importancia médica se encuentran en cápsulas y membrana celular de bacterias y eritrocitos. Los lípidos no son antigénicos, sólo adquieren esta propiedad cuando se asocian con proteínas o carbohidratos. Los lipopolisacáridos de las endotoxinas de las salmonellas son buenos antígenos. Los ácidos nucleicos son malos antígenos.
La especificidad del antígeno está dada por grupos químicos bien definidos y por su configuración espacial. Estereoquímicamente la especificidad entre el antígeno y el anticuerpo (receptores de linfocitos o moléculas de histocompatibilidad) es el producto de la complementariedad entre epítopos y paratopos. La complementariedad es la base molecular que el sistema inmune utiliza para reconocer, neutralizar o destruir a los agentes microbianos patógenos.
Los antígenos son substancias extrañas a un organismo que al ser introducidas en él, lo estimulan a montar una respuesta inmune caracterizada por la producción de anticuerpos específicos y células con función inmunológica.
Tolerágeno es toda substancia que al ser inoculada en un organismo no induce una respuesta inmune sino un estado de tolerancia.
Aquellos antígenos que son capaces de generar una respuesta de hipersensibilidad o alergia se denominan alergenos.
Los antígenos incompletos o haptenos son moléculas capaces de combinarse con el anticuerpo aunque no tienen capacidad de inducir una respuesta inmune.
Los antígenos se clasifican en naturales y artificiales. Los naturales que se encuentran en la naturaleza, pueden ser exógenos o endógenos. Los exógenos se encuentran en microorganismos, bacterias y hongos, y células eucarióticas. Los endógenos corresponden a antígenos presentes en individuos de especies filogenéticamente desarrolladas y se clasifican en autólogos, homólogos y heterólogos.
Antígenos autólogos son propios de un individuo, como el cristalino y espermatozoides, aunque en determinadas circunstancias pueden ser reconocidos como extraños desencadenando una respuesta de autoinmunidad. Este tipo de antigenos se encuentran en los llamados sitios antigénicamente privilegiados de los que se mencionan dos, el ojo y el testículo.
Los antígenos homólogos o isoantígenos están presentes sólo en algunos individuos de una especie, corresponden a los grupos sanguíneos y a los antígenos de histocompatibilidad. Los diversos componentes antigénicos presentes en los eritrocitos permiten su clasificación en grupos tales como ABO, MN y Rh.
Los antígenos de histocompatibilidad son
estructuras de la superficie celular que juegan un papel importante en el
reconocimiento de lo propio y en la regulación de la respuesta inmune, ejemplos
H-2 en el ratón, DLA en perros y HLA en el hombre.
Los antígenos heterólogos o heterogenéticos se encuentran en la naturaleza compartidos por diferentes organismos, el más conocido es el antígeno de Forssman encontrado en bacterias como shigellas (forma rugosa), Bacillus anthracis, Triquinella spirallis; moluscos, crustáceos, reptiles, caballos, cabras, carneros; cuyes, perro, gato y ratón. En la reacción de Weil-Felix se detectan anticuerpos contra rickettsias que aglutinan a ciertas cepas de Proteus vulgaris debido a que estos microorganismos comparten antígenos.
Los antígenos se clasifican en timo dependientes y timo independientes. Los antígenos timo dependientes necesitan de la participación de linfocitos T para inducir una respuesta inmune, constituyen la mayoría de las proteínas heterólogas. Los antígenos timo independientes pueden actuar como inmunógenos sin la colaboración de los linfocitos T, interactuando directamente con los linfocitos B previo procesamiento por los macrófagos. Corresponden a antígenos con múltiples determinantes antigénicos como es la flagelina polimérica.
Se denomina determinante antigénico o epítopo a una zona restringida de la molécula antigénica que determina su especificidad y corresponde a una estructura bien definida capaz de combinarse con los sitios activos de los anticuerpos o de receptores celulares de los linfocitos B. Los determinantes antigénicos son estructuras tridimensionales generalmente ubicadas en superficie, constituyendo una configuración espacial más importante que la naturaleza química del antígeno. Están constituidos por 5 a 8 aminoácidos en las proteínas, o por las cadenas laterales de azúcares que sobresalen en los polisacáridos complejos, y en los lípidos pueden ser radicales COO, CH3 o N-acetyl galactosamina.
Una estructura antigénica puede presentar diversos determinantes antigénicos y el número de ellos varía por unidad de antígeno, la ovoalbúmina tiene 30 y el bacilo tífico 500.000. Es a nivel del determinante antigénico donde se produce la unión antígeno anticuerpo, denominándose epitope al punto de unión del antígeno y paratopo al sitio complementario en el anticuerpo. Con la preparación de antígenos sintéticos como homopolímeros de aminoácidos, polipéptidos y haptenos sintéticos se ha logrado conocer la naturaleza íntima de los determinantes antigénicos, así se ha establecido que el sitio de combinación de un anticuerpo encaja en forma complementaria con un mínimo de cuatro aminoácidos.
La inmunopotencia de un antígeno se ha definido como la capacidad para actuar como determinante antigénico e inducir una respuesta inmune mediada por anticuerpos o células. Influyen en esta propiedad la accesibilidad del determinante antigénico como es la cadena terminal de un polisacárido que sería la región más inmunopotente, y las cargas eléctricas. Los aminoácidos con configuración óptica L son mejores inmunógenos que los dextrógiros. Las proteínas virales estructurales están constituidas por L-aminoácidos corrientes y gran parte de ellas son glicoproteínas.
Captación de antígenos por órganos del sistema inmune. Los antígenos depositados en los tejidos son transportados a los ganglios linfáticos locales. Si el animal infectado no ha tenido una experiencia previa con dichos antígenos, la mayoría de ellos será fagocitada por los macrófagos medulares que tienen como función presentar estos antígenos a los linfocitos B y T. Si el animal tiene anticuerpos específicos actuarán las células dendríticas captando los antígenos y estableciendo una respuesta inmune secundaria.
Los antígenos administrados por vía intravenosa son atrapados en gran parte por el bazo y captados por los macrófagos de la zona marginal. En animales con anticuerpos específicos, el antígeno es captado por las células dendríticas de los folículos secundarios.
3. 7. Antígenos bacterianos
Además de actuar como inmunógenos estos antígenos permiten clasificar a las bacterias. Los estreptococus hemolíticos pueden ser separados en grupos serológicos (A - O) y en tipos. Los principales antígenos son: carbohidrato C de la pared celular que constityen la base de la clasificación serológica de Lancefield. La especificidad del carbohidrato C está dada por azúcares aminadas como es la ramnosa-N-acetylglucosamina de los grupos A de estreptococos. Proteína M que determina el tipo específico del grupo A. Substancia T que permite diferenciar ciertos tipos antigénicos.
Las bacterias coliformes presentan una estructura antigénica compleja. Se clasifican a base un antígeno somático “O“ termoestable y al antígeno K capsular termosensible. Las salmonellas presentan tres antígenos principales: el antígeno flagelar “H” que induce la producción de IgG, el antígeno somático “O”, un lipopolisacárido que induce la producción preferente de IgM, y el antígeno “Vi”. La clasificación Kauffmann-White de salmonellas se basa en la aglutinación de sueros adsorbidos.
La tipificación de estafilococos con bacteriófagos se basa en la unión (adsorción) específica de de estos virus con receptores bacterianos de superficie compuestos por complejos mucopéptido-ácido teicoico y la posterior lisis de la bacteria en estudio. Las pruebas serológicas clásicas no son aplicables al diagnóstico de los estafilococos.
3. 8. Antígenos virales
Los virus presentan una gran diversidad antigénica. La presión inmunológica selectiva favorece la aparición de nuevas variantes antigénicas. Los cambios antigénicos se pueden deber a mutaciones como ocurre con los pequeños y graduales cambios o “drift” del virus influenza, o a recombinación genética que se presentan en los grandes cambios antigénicos o “shift”, en que hay reordenamiento de los segmentos del AN del virus influenza. El uso de anticuerpos monoclonales permite detectar pequeños cambios antigénicos entre virus muy parecidos o en nuevas cepas de virus que aparecen circunstancialmente en la naturaleza.
El conocimiento de los antígenos virales es de importancia taxonómica al permitir diferenciar y tipificar a los virus por sus antígenos, además de su aplicación práctica en el diagnóstico serológico y en la preparación de vacunas antivirales.
En los virus los antígenos se encuentran principalmente en estructuras externas como espículas o proyecciones de superficie, envoltura lipídica y cápside.
Los antígenos externos virales se conocen como antígenos tipo específicos, en el caso del virus de la influenza equina los diferentes antígenos externos, hemoaglutininas, permiten clasificarlos mediante la prueba de inhibición de la hemoaglutinación en dos subtipos: A equino 1 (H7N7 y A equino 2 (H3N8). En el virus aftoso de las cuatro proteínas de la cápside sólo la P-1 tiene interés en inmunoprofilaxis porque es la que induce la producción de anticuerpos neutralizantes de la infecciosidad viral al bloquear específicamente la adsorción viral. La diversidad antigénica del virus aftoso permite clasificarlo en siete tipos serológicos (O, A, C, SAT-1, SAT-2, SAT-3 y Asia 1) que se subdividen en aproximadamente 60 subtipos, estos tipos y subtipos antigénicos no tienen reacción cruzada entre ellos por lo que las vacunas antiaftosa deben contener exactamente los tipos actuantes.
En el virus rábico la proteína G es responsable de la virulencia y capacidad de adsorción del virus a la célula. Los anticuerpos neutralizantes se dirigen contra el antígeno G. Los adenovirus presentan numerosos tipos antigénicos, más de 30, que corresponden a las proyecciones de superficie llamadas “fibers”; los grupos antigénicos están dados por los hexones y los subgrupos por los pentones. Los diferentes serotipos se detectan por las pruebas serológicas de fijación del complemento, seroneutralización o inhibición de la hemaglutinación. En los orthomyxovirus las proyecciones de superficie denominadas hemoaglutininas (HA) y neuroaminidasas (NA), ambas compuestas por dos glicoproteínas, caracterizan a los subtipos de los virus influenza permitiendo su detección mediante las pruebas serológicas de inhibición de la hemoaglutinación e inhibición de la neuraminidasa.
Los antígenos externos son neutralizados por anticuerpos específicos lo que impide la unión del virus con la célula susceptible. En las reinfecciones con virus desnudos es muy importante la acción de los anticuerpos circulantes.
Los antígenos internos virales son comunes en virus que pertenecen a una misma familia o género y se conocen como antígenos de grupo específico. La ribonucleoproteína de los orthomyxovirus determina los tres tipos, A, B y C, del virus influenza. Los rotavirus tienen un antígeno interno común que es detectado por la técnica ELISA. Los antígenos internos, no expuestos, aparecen rápidamente después de la infección viral en las membranas de células infectadas, especialmente en virus envueltos, y son reconocidos por células con función inmunológica como son los linfocitos T citotóxicos.
Las enzimas virales pueden actuar como antígenos como es el caso de la ARN polimerasa o antígeno VIA (virus infectious associated) del virus aftoso de gran utilidad epidemiológica debido a que en una prueba serológica de inmunodifusión o precipitación en gel de agar, permite detectar la presencia de anticuerpos contra el antígeno VIA lo que indicaría la replicación del virus aftoso en animales sanos pero que han sido infectados previamente.
Los antígenos F son compartidos por los virus del distemper canino y sarampión humano. Esta homología antigénica ha sido utilizada en la vacunación contra el distemper canino con la vacuna contra el sarampión humano, debido a la ventaja que ésta tiene de conferir una cierta protección a los cachorros a través de los anticuerpos anti antígeno F del virus vacunal del sarampión, aunque los cachorros tengan altos niveles de anticuerpos contra la hemoaglutinina del virus distemper.
En el caso del virus de la leucosis aviar, un oncovirus de la familia Retroviridae, los antígenos virales son: Grupo específico (GS) común a todas las cepas virales, se encuentra en el citoplasma de las células infectadas y en el suero de los gatos infectados. Grupo interespecífico (GS3) común a varios oncovirus. Glicoproteína mayor (gp 70) que distingue tres serotipos A, B y C. Proteína p15E responsable del fenómeno de inmunodepresión observado en gatos infectados crónicamente. TR o transcriptasa reversa. Además de estos antígenos estructurales, se decribe un neoantígeno de membrana denominado “antígeno oncornavirus felino asociado a membrana celular” (FOCMA) y que es producido específicamente por las células transformadas. Se le considera como un verdadero marcador de la transformación cancerosa de las células hematopoyéticas. En 1984 se preparó una vacuna con el antígeno de la superficie celular (FOCMA) que al ser usada en USA disminuyó la incidencia de la leucosis felina
en un 70%.
Nomenclatura de anticuerpos según su reacción con antígenos. Epitopos y paratopos constituyen superficies complementarias que se acercan lo suficientemente como para producir múltiples enlaces químicos, no covalentes, reversibles, que en suma confieren a la unión antígeno-anticuerpo una afinidad que se puede medir.
Los anticuerpos son descritos en términos de su reacción con los antígenos bacterianos o virales. Así tenemos:
- Antitoxinas: son anticuerpos que neutralizan o precipitan toxinas o toxoides.
- Aglutininas: anticuerpos que agregan células, eritrocitos o partículas como látex adsorbido con antígenos particulados.
- Precipitinas: anticuerpos que forman complejos con antígenos solubles.
- Anticuerpos neutralizantes: se unen con antígenos virales de superficie impidiendo que se unan y entren a una célula susceptible por lo que se les considera como anticuerpos protectivos.
- Opsoninas: son anticuerpos que se combinan con antígenos de la superficie bacteriana de manera que la bacteria es más fácilmente fagocitada.
- Anticuerpos fijadores del complemento: se detectan por su consumo en la reacción antígeno-anticuerpo.
- Anticuerpos bloqueadores o inhibidores: se detectan indirectamente cuando interfieren con otra reacción serológica.
Los antígenos heterólogos o heterogenéticos se encuentran en la naturaleza compartidos por diferentes organismos, el más conocido es el antígeno de Forssman encontrado en bacterias como shigellas (forma rugosa), Bacillus anthracis, Triquinella spirallis; moluscos, crustáceos, reptiles, caballos, cabras, carneros; cuyes, perro, gato y ratón. En la reacción de Weil-Felix se detectan anticuerpos contra rickettsias que aglutinan a ciertas cepas de Proteus vulgaris debido a que estos microorganismos comparten antígenos.
Los antígenos se clasifican en timo dependientes y timo independientes. Los antígenos timo dependientes necesitan de la participación de linfocitos T para inducir una respuesta inmune, constituyen la mayoría de las proteínas heterólogas. Los antígenos timo independientes pueden actuar como inmunógenos sin la colaboración de los linfocitos T, interactuando directamente con los linfocitos B previo procesamiento por los macrófagos. Corresponden a antígenos con múltiples determinantes antigénicos como es la flagelina polimérica.
Se denomina determinante antigénico o epítopo a una zona restringida de la molécula antigénica que determina su especificidad y corresponde a una estructura bien definida capaz de combinarse con los sitios activos de los anticuerpos o de receptores celulares de los linfocitos B. Los determinantes antigénicos son estructuras tridimensionales generalmente ubicadas en superficie, constituyendo una configuración espacial más importante que la naturaleza química del antígeno. Están constituidos por 5 a 8 aminoácidos en las proteínas, o por las cadenas laterales de azúcares que sobresalen en los polisacáridos complejos, y en los lípidos pueden ser radicales COO, CH3 o N-acetyl galactosamina.
Una estructura antigénica puede presentar diversos determinantes antigénicos y el número de ellos varía por unidad de antígeno, la ovoalbúmina tiene 30 y el bacilo tífico 500.000. Es a nivel del determinante antigénico donde se produce la unión antígeno anticuerpo, denominándose epitope al punto de unión del antígeno y paratopo al sitio complementario en el anticuerpo. Con la preparación de antígenos sintéticos como homopolímeros de aminoácidos, polipéptidos y haptenos sintéticos se ha logrado conocer la naturaleza íntima de los determinantes antigénicos, así se ha establecido que el sitio de combinación de un anticuerpo encaja en forma complementaria con un mínimo de cuatro aminoácidos.
La inmunopotencia de un antígeno se ha definido como la capacidad para actuar como determinante antigénico e inducir una respuesta inmune mediada por anticuerpos o células. Influyen en esta propiedad la accesibilidad del determinante antigénico como es la cadena terminal de un polisacárido que sería la región más inmunopotente, y las cargas eléctricas. Los aminoácidos con configuración óptica L son mejores inmunógenos que los dextrógiros. Las proteínas virales estructurales están constituidas por L-aminoácidos corrientes y gran parte de ellas son glicoproteínas.
Captación de antígenos por órganos del sistema inmune. Los antígenos depositados en los tejidos son transportados a los ganglios linfáticos locales. Si el animal infectado no ha tenido una experiencia previa con dichos antígenos, la mayoría de ellos será fagocitada por los macrófagos medulares que tienen como función presentar estos antígenos a los linfocitos B y T. Si el animal tiene anticuerpos específicos actuarán las células dendríticas captando los antígenos y estableciendo una respuesta inmune secundaria.
Los antígenos administrados por vía intravenosa son atrapados en gran parte por el bazo y captados por los macrófagos de la zona marginal. En animales con anticuerpos específicos, el antígeno es captado por las células dendríticas de los folículos secundarios.
3. 7. Antígenos bacterianos
Además de actuar como inmunógenos estos antígenos permiten clasificar a las bacterias. Los estreptococus hemolíticos pueden ser separados en grupos serológicos (A - O) y en tipos. Los principales antígenos son: carbohidrato C de la pared celular que constityen la base de la clasificación serológica de Lancefield. La especificidad del carbohidrato C está dada por azúcares aminadas como es la ramnosa-N-acetylglucosamina de los grupos A de estreptococos. Proteína M que determina el tipo específico del grupo A. Substancia T que permite diferenciar ciertos tipos antigénicos.
Las bacterias coliformes presentan una estructura antigénica compleja. Se clasifican a base un antígeno somático “O“ termoestable y al antígeno K capsular termosensible. Las salmonellas presentan tres antígenos principales: el antígeno flagelar “H” que induce la producción de IgG, el antígeno somático “O”, un lipopolisacárido que induce la producción preferente de IgM, y el antígeno “Vi”. La clasificación Kauffmann-White de salmonellas se basa en la aglutinación de sueros adsorbidos.
La tipificación de estafilococos con bacteriófagos se basa en la unión (adsorción) específica de de estos virus con receptores bacterianos de superficie compuestos por complejos mucopéptido-ácido teicoico y la posterior lisis de la bacteria en estudio. Las pruebas serológicas clásicas no son aplicables al diagnóstico de los estafilococos.
3. 8. Antígenos virales
Los virus presentan una gran diversidad antigénica. La presión inmunológica selectiva favorece la aparición de nuevas variantes antigénicas. Los cambios antigénicos se pueden deber a mutaciones como ocurre con los pequeños y graduales cambios o “drift” del virus influenza, o a recombinación genética que se presentan en los grandes cambios antigénicos o “shift”, en que hay reordenamiento de los segmentos del AN del virus influenza. El uso de anticuerpos monoclonales permite detectar pequeños cambios antigénicos entre virus muy parecidos o en nuevas cepas de virus que aparecen circunstancialmente en la naturaleza.
El conocimiento de los antígenos virales es de importancia taxonómica al permitir diferenciar y tipificar a los virus por sus antígenos, además de su aplicación práctica en el diagnóstico serológico y en la preparación de vacunas antivirales.
En los virus los antígenos se encuentran principalmente en estructuras externas como espículas o proyecciones de superficie, envoltura lipídica y cápside.
Los antígenos externos virales se conocen como antígenos tipo específicos, en el caso del virus de la influenza equina los diferentes antígenos externos, hemoaglutininas, permiten clasificarlos mediante la prueba de inhibición de la hemoaglutinación en dos subtipos: A equino 1 (H7N7 y A equino 2 (H3N8). En el virus aftoso de las cuatro proteínas de la cápside sólo la P-1 tiene interés en inmunoprofilaxis porque es la que induce la producción de anticuerpos neutralizantes de la infecciosidad viral al bloquear específicamente la adsorción viral. La diversidad antigénica del virus aftoso permite clasificarlo en siete tipos serológicos (O, A, C, SAT-1, SAT-2, SAT-3 y Asia 1) que se subdividen en aproximadamente 60 subtipos, estos tipos y subtipos antigénicos no tienen reacción cruzada entre ellos por lo que las vacunas antiaftosa deben contener exactamente los tipos actuantes.
En el virus rábico la proteína G es responsable de la virulencia y capacidad de adsorción del virus a la célula. Los anticuerpos neutralizantes se dirigen contra el antígeno G. Los adenovirus presentan numerosos tipos antigénicos, más de 30, que corresponden a las proyecciones de superficie llamadas “fibers”; los grupos antigénicos están dados por los hexones y los subgrupos por los pentones. Los diferentes serotipos se detectan por las pruebas serológicas de fijación del complemento, seroneutralización o inhibición de la hemaglutinación. En los orthomyxovirus las proyecciones de superficie denominadas hemoaglutininas (HA) y neuroaminidasas (NA), ambas compuestas por dos glicoproteínas, caracterizan a los subtipos de los virus influenza permitiendo su detección mediante las pruebas serológicas de inhibición de la hemoaglutinación e inhibición de la neuraminidasa.
Los antígenos externos son neutralizados por anticuerpos específicos lo que impide la unión del virus con la célula susceptible. En las reinfecciones con virus desnudos es muy importante la acción de los anticuerpos circulantes.
Los antígenos internos virales son comunes en virus que pertenecen a una misma familia o género y se conocen como antígenos de grupo específico. La ribonucleoproteína de los orthomyxovirus determina los tres tipos, A, B y C, del virus influenza. Los rotavirus tienen un antígeno interno común que es detectado por la técnica ELISA. Los antígenos internos, no expuestos, aparecen rápidamente después de la infección viral en las membranas de células infectadas, especialmente en virus envueltos, y son reconocidos por células con función inmunológica como son los linfocitos T citotóxicos.
Las enzimas virales pueden actuar como antígenos como es el caso de la ARN polimerasa o antígeno VIA (virus infectious associated) del virus aftoso de gran utilidad epidemiológica debido a que en una prueba serológica de inmunodifusión o precipitación en gel de agar, permite detectar la presencia de anticuerpos contra el antígeno VIA lo que indicaría la replicación del virus aftoso en animales sanos pero que han sido infectados previamente.
Los antígenos F son compartidos por los virus del distemper canino y sarampión humano. Esta homología antigénica ha sido utilizada en la vacunación contra el distemper canino con la vacuna contra el sarampión humano, debido a la ventaja que ésta tiene de conferir una cierta protección a los cachorros a través de los anticuerpos anti antígeno F del virus vacunal del sarampión, aunque los cachorros tengan altos niveles de anticuerpos contra la hemoaglutinina del virus distemper.
En el caso del virus de la leucosis aviar, un oncovirus de la familia Retroviridae, los antígenos virales son: Grupo específico (GS) común a todas las cepas virales, se encuentra en el citoplasma de las células infectadas y en el suero de los gatos infectados. Grupo interespecífico (GS3) común a varios oncovirus. Glicoproteína mayor (gp 70) que distingue tres serotipos A, B y C. Proteína p15E responsable del fenómeno de inmunodepresión observado en gatos infectados crónicamente. TR o transcriptasa reversa. Además de estos antígenos estructurales, se decribe un neoantígeno de membrana denominado “antígeno oncornavirus felino asociado a membrana celular” (FOCMA) y que es producido específicamente por las células transformadas. Se le considera como un verdadero marcador de la transformación cancerosa de las células hematopoyéticas. En 1984 se preparó una vacuna con el antígeno de la superficie celular (FOCMA) que al ser usada en USA disminuyó la incidencia de la leucosis felina
en un 70%.
Nomenclatura de anticuerpos según su reacción con antígenos. Epitopos y paratopos constituyen superficies complementarias que se acercan lo suficientemente como para producir múltiples enlaces químicos, no covalentes, reversibles, que en suma confieren a la unión antígeno-anticuerpo una afinidad que se puede medir.
Los anticuerpos son descritos en términos de su reacción con los antígenos bacterianos o virales. Así tenemos:
- Antitoxinas: son anticuerpos que neutralizan o precipitan toxinas o toxoides.
- Aglutininas: anticuerpos que agregan células, eritrocitos o partículas como látex adsorbido con antígenos particulados.
- Precipitinas: anticuerpos que forman complejos con antígenos solubles.
- Anticuerpos neutralizantes: se unen con antígenos virales de superficie impidiendo que se unan y entren a una célula susceptible por lo que se les considera como anticuerpos protectivos.
- Opsoninas: son anticuerpos que se combinan con antígenos de la superficie bacteriana de manera que la bacteria es más fácilmente fagocitada.
- Anticuerpos fijadores del complemento: se detectan por su consumo en la reacción antígeno-anticuerpo.
- Anticuerpos bloqueadores o inhibidores: se detectan indirectamente cuando interfieren con otra reacción serológica.
4. VACUNAS
VIRALES
Las vacunas virales se preparan con virus
completo o con parte de ellos (subunitarias). Los virus pueden ser inactivados
en su infecciosidad, o modificados en su virulencia.
Obtención del antígeno viral. Los virus que se utilizarán como antígenos se obtienen por inoculación de animales de laboratorio, huevos embrionados o cultivos celulares. Ejemplos: la vacuna antirrábica Fuenzalida - Palacios utiliza virus multiplicado en cerebro de ratones lactantes de 1 día de edad e inactivado con luz ultravioleta. La vacuna anti influenza equina se prepara con virus obtenido por inoculación en huevos embrionados de gallina (saco alantoídeo y amniótico). Una vacuna contra la rinoneumonitis equina o aborto viral equino emplea cultivos celulares de riñón fetal porcino para producir el virus vacunal. Las vacunas subunitarias se preparan con partes inmunogénicas virales extraídas del virión purificado o
como antígenos solubles del medio de cultivo celular inoculado con el virus.
Según las mezclas de antígenos, las vacunas antivirales se denominan monovalentes, cuando contienen un solo tipo antigénico viral, ejemplo: vacuna anti aftosa tipo A y si contienen más de un tipo antigénico viral se denominan polivalentes, ejemplo: vacuna anti aftosa tipos O,
A y C.
Las vacunas que contienen mezclas de antígenos virales y bacterianos se denominan combinadas, ejemplo: vacuna séxtuple preparada con virus distemper canino, parvovirus tipo 2, virus hepatitis canina tipo 1 y 2, virus parainfluenza tipo 2 y leptospira.
Las vacunas se pueden aplicar individualmente o simultáneamente. En un trabajo realizado por Pinochet et al en 1992 no se encontraron diferencias significativas en la capacidad protectora otorgada por vacunas contra el carbunclo, Bacillus anthracis cepa Sterne, Clostridium perfringen tipo A, virus herpes bovino tipo 1 y vacuna antirrábica (Fuenzalida-Palacios), cuando se aplican en forma individual o simultánea .
Las autovacunas antivirales son preparadas con el antígeno viral obtenido de las lesiones del mismo individuo que será inmunizado con ella, ejemplo: autovacuna contra el papiloma canino. En la papilomatosis bovina una autovacuna se puede aplicar en todo el rebaño.
Las vacunas antivirales se aplican por diversas vías: intramuscular, subcutánea, e intranasal; ocular; aerógena (nebulización) y en el agua de bebida. En peces pueden ser administradas directamente en el agua (Horsch, 1984).
4.1. Tipos de vacunas virales
Las vacunas virales deben inducir una respuesta inmunológica que se traduzca en resistencia eficiente y durable contra la enfermedad infecciosa, aunque no siempre logren impedir la infección viral o estados de latencia viral. Las vacunas antivirales deben inducir una respuesta inmune celular y humoral (sistémica y local) que neutralice la acción patógena del virus, disminuya el número de animales excretores de virus y la cantidad de virus eliminado al medio ambiente.
Estas vacunas son esencialmente preventivas. Inducen una respuesta inmune activa en que el tipo y grado de respuesta está influido por el tipo de antígeno viral, dosis empleada, vía de administración y fundamentalmente por el funcionamiento normal del sistema inmune del hospedero. La edad, estado fisiológico (gestación), nutrición, y manejo pecuario influyen en la respuesta del animal al antígeno inmunizante.
Básicamente existen dos tipos de vacunas antivirales: Vacunas preparadas con virus vivo: virulentas y no virulentas; modificadas, heterotípicas; preparadas con mutantes termosensibles y vacunas recombinantes. Estos virus vacunales mantienen su infecciosidad, pueden replicar y diseminarse fuera del animal vacunado, y Vacunas inactivadas o muertas. Inmunosomas, vacunas subunitarias y sintéticas En este caso no hay replicación viral al ser inoculadas.
1. Vacunas preparadas con virus vivo.
Obtención del antígeno viral. Los virus que se utilizarán como antígenos se obtienen por inoculación de animales de laboratorio, huevos embrionados o cultivos celulares. Ejemplos: la vacuna antirrábica Fuenzalida - Palacios utiliza virus multiplicado en cerebro de ratones lactantes de 1 día de edad e inactivado con luz ultravioleta. La vacuna anti influenza equina se prepara con virus obtenido por inoculación en huevos embrionados de gallina (saco alantoídeo y amniótico). Una vacuna contra la rinoneumonitis equina o aborto viral equino emplea cultivos celulares de riñón fetal porcino para producir el virus vacunal. Las vacunas subunitarias se preparan con partes inmunogénicas virales extraídas del virión purificado o
como antígenos solubles del medio de cultivo celular inoculado con el virus.
Según las mezclas de antígenos, las vacunas antivirales se denominan monovalentes, cuando contienen un solo tipo antigénico viral, ejemplo: vacuna anti aftosa tipo A y si contienen más de un tipo antigénico viral se denominan polivalentes, ejemplo: vacuna anti aftosa tipos O,
A y C.
Las vacunas que contienen mezclas de antígenos virales y bacterianos se denominan combinadas, ejemplo: vacuna séxtuple preparada con virus distemper canino, parvovirus tipo 2, virus hepatitis canina tipo 1 y 2, virus parainfluenza tipo 2 y leptospira.
Las vacunas se pueden aplicar individualmente o simultáneamente. En un trabajo realizado por Pinochet et al en 1992 no se encontraron diferencias significativas en la capacidad protectora otorgada por vacunas contra el carbunclo, Bacillus anthracis cepa Sterne, Clostridium perfringen tipo A, virus herpes bovino tipo 1 y vacuna antirrábica (Fuenzalida-Palacios), cuando se aplican en forma individual o simultánea .
Las autovacunas antivirales son preparadas con el antígeno viral obtenido de las lesiones del mismo individuo que será inmunizado con ella, ejemplo: autovacuna contra el papiloma canino. En la papilomatosis bovina una autovacuna se puede aplicar en todo el rebaño.
Las vacunas antivirales se aplican por diversas vías: intramuscular, subcutánea, e intranasal; ocular; aerógena (nebulización) y en el agua de bebida. En peces pueden ser administradas directamente en el agua (Horsch, 1984).
4.1. Tipos de vacunas virales
Las vacunas virales deben inducir una respuesta inmunológica que se traduzca en resistencia eficiente y durable contra la enfermedad infecciosa, aunque no siempre logren impedir la infección viral o estados de latencia viral. Las vacunas antivirales deben inducir una respuesta inmune celular y humoral (sistémica y local) que neutralice la acción patógena del virus, disminuya el número de animales excretores de virus y la cantidad de virus eliminado al medio ambiente.
Estas vacunas son esencialmente preventivas. Inducen una respuesta inmune activa en que el tipo y grado de respuesta está influido por el tipo de antígeno viral, dosis empleada, vía de administración y fundamentalmente por el funcionamiento normal del sistema inmune del hospedero. La edad, estado fisiológico (gestación), nutrición, y manejo pecuario influyen en la respuesta del animal al antígeno inmunizante.
Básicamente existen dos tipos de vacunas antivirales: Vacunas preparadas con virus vivo: virulentas y no virulentas; modificadas, heterotípicas; preparadas con mutantes termosensibles y vacunas recombinantes. Estos virus vacunales mantienen su infecciosidad, pueden replicar y diseminarse fuera del animal vacunado, y Vacunas inactivadas o muertas. Inmunosomas, vacunas subunitarias y sintéticas En este caso no hay replicación viral al ser inoculadas.
1. Vacunas preparadas con virus vivo.
En estas vacunas el genoma viral mantiene su capacidad de replicación.
Ejemplos:
Vacunas
preparadas con virus virulento. En Medicina
Veterinaria se utilizaron estas vacunas solamente como recurso extremo al no
disponer de otras vacunas, tal es el caso de la vacuna contra la peste porcina
clásica en que se aplicaba simultáneamente virus virulento con un suero inmune
específico; en la laringotraqueítis infecciosa aviaria se aplicaba la
suspensión viral virulenta por la cloaca, es decir por una vía que no es la vía
normal de infección con ese virus. Estas vacunas se han discontinuado en su
producción por el evidente peligro de diseminar el virus y mantenerlo en circulación,
haciendo imposible el control de la enfermedad en cuestión. Actualmente se
utiliza esporádicamente una vacuna preparada con virus virulento contra el
virus del ectima contagiosa de las ovejas, aplicándola (por escarificación) en
una zona alejada de la boca y nariz, sitios en que se multiplica naturalmente
el virus causando lesiones típicas.
Vacunas preparadas con virus vivo modificado (VVM). No son virulentas. Se preparan con virus modificados o atenuados en su patogenicidad original, a través de pasajes seriados en otra especie animal no susceptible en que la patogenicidad se pierde para el hospedero natural y se desvía para el nuevo hospedero. Dependiendo del hospedero utilizado las vacunas preparadas con VVM se denominan lapinizadas en conejos y avianizadas en huevos embrionados. En su mayoría el virus es adaptado en cultivos celulares.
Se exige que en las vacunas preparadas con VVM el virus debe mantener su inmunogenicidad y el tipo antigénico original. La modificación de la patogenicidad debe ser estable, sin posibilidad de reversión a la patogenicidad original. En ningún caso deben producir la enfermedad; el VVM no debiera diseminarse por contacto de un animal vacunado a otro no vacunado. Además no deben contener otros virus adventicios. Al respecto cabe destacar que la vacuna contra la poliomielitis humana preparada en cultivos celulares de riñón de mono fue retirada del comercio por contener como contaminantes un virus potencialmente oncogénico. Es clásico el ejemplo de una vacuna aviaria, preparada en embriones de huevo de pato y que al estar contaminada con un reovirus introdujo una nueva enfermedad en las gallinas. Otro caso lo constituye la vacuna contra el “louping-ill” de los ovinos causada por un flavivirus, que al ser usada en Gran Bretaña fue responsable de la diseminación de la enfermedad “scrapie” en ovejas por estar contaminada con el prión scrapie.
Las vacunas preparadas con virus vivo modificado inducen una respuesta inmune rápida, alta y duradera, debido a que el virus se multiplica en el organismo. Esta respuesta es completa, celular y humoral. La inducción de citoquinas es mejor que en el caso de las vacunas inactivadas. Si se aplican localmente por vía nasal, la respuesta es mediada principalmente por interferones e IgA que actúan en el punto de entrada natural del virus. Para prevenir la parvovirosis canina se utilizan vacunas preparadas con virus vivo modificado de alto título y bajo número de pasajes, lo que permite sobrepasar la acción de los anticuerpos maternos y reducir la ventana de susceptibilidad en aproximadamente 7 semanas
En Medicina Veterinaria se han usado con bastante éxito estas vacunas VVM , tanto en mamíferos como en aves.
Vacunas heterotípicas o paraespecíficas. Se preparan con virus taxonómicamente diferentes pero que presentan un alto grado de parentesco antigénico aunque afecten a especies animales diferentes. Ejemplos: vacuna “cow-pox” (viruela bovina) usada en el hombre; vacuna diarrea viral bovina contra la peste porcina clásica; vacuna panleucopenia felina contra la parvovirosis canina; vacuna sarampión humano contra el distemper canino; virus herpes del pavo contra la enfermedad de Marek o neurolinfomatosis aviaria y virus del fibroma de Shope contra la mixomatosis del conejo.
Algunas vacunas heterotípicas se utilizan inactivadas. Su uso ha sido discontinuado gradualmente por la posibilidad que el virus vacunal pueda causar la enfermedad en el hospedero original.
Vacunas preparadas con virus mutantes termosensibles.
Experimentalmente se han preparado vacunas vivas con virus mutantes termosensibles (ts) en que el virus sólo se multiplica a una temperatura diferente, tal es el caso de la mutante ts del virus mixomatosis del conejo (SG 33) que sólo replica a 33º C. Posiblemente la mutación afecte a una transcriptasa o a proteínas de superficie. El virus de la rabia también presenta mutantes ts que forman placas en cultivos celulares a 33,5º C y no a 38,5º C.
Vacunas preparadas con virus vivo modificado (VVM). No son virulentas. Se preparan con virus modificados o atenuados en su patogenicidad original, a través de pasajes seriados en otra especie animal no susceptible en que la patogenicidad se pierde para el hospedero natural y se desvía para el nuevo hospedero. Dependiendo del hospedero utilizado las vacunas preparadas con VVM se denominan lapinizadas en conejos y avianizadas en huevos embrionados. En su mayoría el virus es adaptado en cultivos celulares.
Se exige que en las vacunas preparadas con VVM el virus debe mantener su inmunogenicidad y el tipo antigénico original. La modificación de la patogenicidad debe ser estable, sin posibilidad de reversión a la patogenicidad original. En ningún caso deben producir la enfermedad; el VVM no debiera diseminarse por contacto de un animal vacunado a otro no vacunado. Además no deben contener otros virus adventicios. Al respecto cabe destacar que la vacuna contra la poliomielitis humana preparada en cultivos celulares de riñón de mono fue retirada del comercio por contener como contaminantes un virus potencialmente oncogénico. Es clásico el ejemplo de una vacuna aviaria, preparada en embriones de huevo de pato y que al estar contaminada con un reovirus introdujo una nueva enfermedad en las gallinas. Otro caso lo constituye la vacuna contra el “louping-ill” de los ovinos causada por un flavivirus, que al ser usada en Gran Bretaña fue responsable de la diseminación de la enfermedad “scrapie” en ovejas por estar contaminada con el prión scrapie.
Las vacunas preparadas con virus vivo modificado inducen una respuesta inmune rápida, alta y duradera, debido a que el virus se multiplica en el organismo. Esta respuesta es completa, celular y humoral. La inducción de citoquinas es mejor que en el caso de las vacunas inactivadas. Si se aplican localmente por vía nasal, la respuesta es mediada principalmente por interferones e IgA que actúan en el punto de entrada natural del virus. Para prevenir la parvovirosis canina se utilizan vacunas preparadas con virus vivo modificado de alto título y bajo número de pasajes, lo que permite sobrepasar la acción de los anticuerpos maternos y reducir la ventana de susceptibilidad en aproximadamente 7 semanas
En Medicina Veterinaria se han usado con bastante éxito estas vacunas VVM , tanto en mamíferos como en aves.
Vacunas heterotípicas o paraespecíficas. Se preparan con virus taxonómicamente diferentes pero que presentan un alto grado de parentesco antigénico aunque afecten a especies animales diferentes. Ejemplos: vacuna “cow-pox” (viruela bovina) usada en el hombre; vacuna diarrea viral bovina contra la peste porcina clásica; vacuna panleucopenia felina contra la parvovirosis canina; vacuna sarampión humano contra el distemper canino; virus herpes del pavo contra la enfermedad de Marek o neurolinfomatosis aviaria y virus del fibroma de Shope contra la mixomatosis del conejo.
Algunas vacunas heterotípicas se utilizan inactivadas. Su uso ha sido discontinuado gradualmente por la posibilidad que el virus vacunal pueda causar la enfermedad en el hospedero original.
Vacunas preparadas con virus mutantes termosensibles.
Experimentalmente se han preparado vacunas vivas con virus mutantes termosensibles (ts) en que el virus sólo se multiplica a una temperatura diferente, tal es el caso de la mutante ts del virus mixomatosis del conejo (SG 33) que sólo replica a 33º C. Posiblemente la mutación afecte a una transcriptasa o a proteínas de superficie. El virus de la rabia también presenta mutantes ts que forman placas en cultivos celulares a 33,5º C y no a 38,5º C.
Vacunas de este tipo se utilizan en terreno
contra la rinotraqueítis infecciosa bovina y virus
parainfluenza tipo 3.
Vacunas preparadas con cepas virales avirulentas. Se pueden emplear cepas virales avirulentas siempre que mantengan su inmunogenicidad. En el caso del virus rábico, se han obtenido dos cepas avirulentas que inducen una fuerte respuesta inmunitaria en el ratón.
2. Vacunas preparadas con virus inactivo. En estas vacunas el ácido nucleico viral no tiene capacidad de replicar.
Vacunas inactivadas o muertas. El virus vacunal es tratado con inactivantes y pierde su capacidad de replicación e infección. Los inactivantes pueden ser químicos o físicos. Los más usados entre los químicos son: cristal violeta, B-propiolactona, formalina y acetil
etilenimina binaria (AEIb). Los inactivantes físicos más importantes son: calor, luz ultravioleta, radiaciones ionizantes y ultrasonido. La acción inactivante está influida directamente por la dosis y tiempo de tratamiento empleados. Existen diferencias en la acción de los inactivantes, así la formalina inactiva al virus aftoso siguiendo una curva de segundo orden, razón que explica la presencia de virus infeccioso residual en las vacunas antiaftosas así tratadas; mientras que la AEIb lo inactiva en una curva de primer orden, consiguiendo la total inactivación del virus vacunal y por lo tanto vacunas anti aftosa libres de virus infeccioso.
Las vacunas inactivadas inducen exclusivamente una respuesta inmunitaria de tipo humoral; y tienen una potencia inmunogénica menor que la que poseen las vacunas preparadas con virus vivo modificado. Las vacunas inactivadas deben, por lo tanto, ser complementadas con substancias que estimulen la respuesta inmune, son los coadyuvantes inmunológicos que se agregan a las suspensiones virales previamente inactivadas. Los más usados son compuestos de aluminio y calcio: hidróxido de aluminio y fosfato de calcio. Actualmente se están empleando los coadyuvantes oleosos o emulsiones de agua en aceite mineral como el Arlacel A. La saponina es un buen coadyuvante pero a veces provoca una violenta reacción en el punto de inoculación. El glucósido activo de la saponina es el Quil A que en concentraciones críticas forma micelas en solución. Cuando estas micelas se mezclan con glicoproteínas virales purificadas se forman estructuras compuestas por las glicoproteínas depositadas en una base micelar del Quil A, denominadas “iscoms” (del inglés: immuno stimulating complexes). Los “iscoms” son más inmunogénicos que las glicoproteínas solas. El Quil A, además de actuar como inmunoestimulante, es capaz de romper la envoltura lipídica de los virus envueltos inactivándolos. Quil A no induce la formación de granulomas crónicos.
La adición de coadyuvantes permite mejorar la respuesta inmune obteniendo títulos de anticuerpos más altos y duraderos. Su acción se explica mecánicamente porque se forman depósitos del antígeno en el punto de la inoculación los que se liberan más lentamente, estimulando al sistema inmune con persistencia, tal es el caso del hidróxido de aluminio sobre el cual se adsorben los antígenos virales. Se postula además que los coadyuvantes facilitarían la funcionalidad de las células inmunocompetentes.
Las vacunas inactivadas tienen la ventaja de no portar otros virus adventicios y no reverter a su virulencia original. Un buen ejemplo de vacuna inactivada es la vacuna anti influenza equina, preparada con uno o más subtipos del virus influenza equina, inactivados generalmente con formalina y adsorbidos en hidróxido de aluminio.
Inmunososmas o liposomas. Constituyen verdaderos virus artificiales en que las proteínas virales se han adherido a unas pequeñísimas esferas de lípidos, manteniendo las propiedades inmunogénicas del virus pero sin ser infectantes al carecer de ácido nucleico. Estas vacunas tienen un carácter experimental. Actualmrente existe una vacuna comercial de este tipo contra la mycoplasmosis porcina.
Vacunas subunitarias. Estas vacunas se preparan con fracciones virales inmunogénicas separadas de la superficie del virión o extraídas del sobrenadante del cultivos celular en que el virus se replicó y posteriormente son purificadas. Un buen ejemplo es la obtención de
fracciones de virus herpes que son inmunogénicas y no alergizantes. Para ello el virus se multiplica en cultivos celulares y el sobrenadante líquido obtenido se somete a fraccionamiento en gradientes de sacarosa y se centrifuga a 50.000 x G formándose cuatro
fracciones ubicadas como bandas opalescentes, determinadas como: 1. Viriones. 2. Material liposoluble de la envoltura. 3. Fracción hidrosoluble de las glicoproteínas de la envoltura y 4. Cápsides. Luego de estudiar su comportamiento antigénico en un animal de experimentación se encontró que la fracción 3 era la más inmunogénica aunque alergizante. Se la sometió a electroforesis y se resolvió en 23 glicoproteínas, demostrándose que cuatro de ellas eran responsables del 99% de la inmunogenicidad y que no actuaban como alergenos. Estas vacunas necesitan coadyuvantes. No inducen una respuesta inmune celular. Sin embargo, sus resultados han sido promisorios, además que han demostrado lo pequeño que puede ser un epítope o determinante antigénico: 6 a 7 secuencias de aminoácidos unidos por pliegues terciarios y estabilizados por puentes de disúlfuro.
Las vacunas con sub-unidades se pueden preparar expresando antígenos virales en vectores adecuados. Así se han formulado vacunas antirotavirus bovino en baculovirus, las que contienen partículas virales vacías de envoltura simple o doble. Su aplicación en vacas
gestantes indujo una respuesta humoral y calostral que se transfería a los terneros alimentados con ese calostro. El sistema baculovirus-células de insecto es capaz de producir grandes cantidades de antígenos como la PV2 del parvovirus porcino y la hepatitis B humana.
Vacunas sintéticas. Considerado el éxito de las vacunas subunitarias, los laboratorios productores de vacunas han reproducido artificialmente las proteínas virales de superficie por síntesis orgánica y clonaje molecular.
Síntesis orgánica. La síntesis orgánica de péptidos por procedimientos manuales o automatizados ha permitido obtener péptidos que reemplacen a los antígenos naturales de la superficie de los viriones y que sean capaces de inducir la producción de anticuerpos neutralizantes específicos. También se pueden producir péptidos, identificando la
secuencia del ácido nucleico que codifica para una determinada proteína viral de superficie y luego derivar la secuencia de aminoácidos de la proteína y sintetizarlos posteriormente. Para verificar su capacidad inmunogénica se inyectan en animales de laboratorio y se determina la respuesta inmune humoral por anticuerpos neutralizantes (Arnon, 1991).
Ejemplo de síntesis orgánica de péptidos. El virus aftoso tiene en su cápside 240 proteínas que corresponden a 60 copias de 4 proteínas (PV-1, 2, 3 y 4). Sólo la PV-1 induce una respuesta protectiva por anticuerpos neutralizantes. Con este antecedente se han preparado
vacunas anti aftosa de carácter experimental, para ello se determinó la secuencia de los 213 aminoácidos que constituyen la PV-1 y se sintetizaron varios péptidos. Cada uno se pegó a un “carrier” o portador y se inocularon en conejos, encontrándose que el péptido correspondiente a la región 141-160 inducía la mejor respuesta inmune humoral contra el virus aftoso tipo O, aunque menor para los tipos A y C. Además se vacunaron cobayos con 200 m g del péptido 141-160, los que fueron desafiados, 35 días después, con una dosis alta de virus aftoso, obteniéndose un 100% de protección. En cerdos se obtuvieron resultados similares. Estos resultados y el hecho que no sean infecciosas, que sean más estables a diferentes temperaturas y que no provoquen reacciones secundarias, permiten esperar que las vacunas preparadas con péptidos sintéticos superen su actual situación de experimentales (Mowat y Rweyemamu, 1997).
Clonaje molecular. Consiste en insertar un fragmento de ADN, que codifica la proteína inmunógena que se desea producir, en un ADN vector de doble hebra de un plasmidio bacteriano o de un virus (Pox), este nuevo ADN recombinante se transfiere a una célula hospedera, generalmente bacteriana, para su multiplicación y expresión de la proteína deseada (Cox, Zamb y Babiuk, 1993).
Ejemplo de clonaje molecular. El virus aftoso posee un ARN de una hebra (con 8.000 nucleótidos) que actúa como ARN mensajero y la información para ser traducida en una poliproteína única está contenida entre 3’ terminal y el poli C. La poliproteína se fracciona
en cuatro proteínas, estructurales y no estructurales. Para clonar el gen responsable de la síntesis de la PV-1 se siguen los siguientes pasos:
1. Preparación de un ADNc a partir del ARN viral
2. Obtención de un ADN dh
3. Se inserta el ADN dh en un plásmido bacteriano
4. Se inserta el plásmido modificado (vector) en E. coli
5. Multiplicación de la E. coli modificada en un medio
6. Se extrae el plásmido replicado
7. Obtención del gen PV-1 con enzimas de restricción
8. Se inserta el gen PV-1 en un plásmido
9. Se inserta el plásmido modificado en E. coli
10. Producción de PV-1 al multiplicarse la bacteria
Vacunas recombinantes, en su mayoría en etapa experimental, ofrecen grandes expectativas a la Medicina Veterinaria. Algunas de ellas se presentan en la literatura científica con ciertas ventajas sobre las vacunas tradicionales. De reciente descripción son: El recombinante virus vaccinia (r vaccinia) expresa la proteína G inmunizante (pG) del virus rábico en el gen TK del virus vaccinia; se recomienda su utilización en zorros por vía oral mediante cebos. El r vaccinia expresa la proteína viral pv60 de la cápside del virus hemorrágico del conejo; su aplicación por vía intradérmica produce un estado de resistencia mediada por anticuerpos. El recombinante virus herpes pavo (r THV) expresa las glicoproteínas hemoaglutinina-neuroaminidasa y proteína de fusión (gp HA-N-F) de la cepa lentogénica Hitcher B1 del virus Newcastle, y las gp A y B de la cepa GA del serotipo 1 del virus Marek; una dosis aplicada en huevos embrionados de 18 días los protege contra el desafío con cepas virulentas de los virus Newcastle y Marek. El r THV expresa la proteína viral 2 (VP2) del virus de la bronquitis infecciosa aviar; al ser inoculado (una dosis) en pollos induce una total protección contra el virus de la bronquitis infecciosa aviar aunque una baja protección contra el virus Marek.
El recombinante baculovirus expresa las proteínas gD y gH del VHE-1; al ser inoculado en ratones éstos respondieron con anticuerpos y CD4+ eliminando rápidamente el virus del sistema respiratorio. El recombinante “fowl pox Trovac-NDV (vFP96.5) expresa la gp F y NA de una cepa velogénica del virus Newcastle (Boyle y Heine, 1993).
El gen de la principal glicoproteína B (gB) de la envoltura del VHE-1 fue insertado en el virus vaccinia y correctamente expresada en las células infectadas. El r vaccinia/VHE-1 gB ha sido ensayado para inducir una buena respuesta inmune, constituyendo una esperanza para obtener una adecuada vacuna contra el VHE-1 y VHE-4.
Vacunas anti idiotipos. Se han ensayado en tripanosomiasis, rabia y hepatitis B. La base de estas vacunas descansa en el hecho que el sitio de combinación del anticuerpo con un antígeno, es una verdadera réplica complementaria del antígeno, y se denomina idiotipo. Esta nueva región del anticuerpo es reconocida por el organismo como extraña y por lo tanto producirá anticuerpos contra ella, denominados anti idiotipos. Estos anticuerpos tendrán un idiotipo complementario que en último término será exactamente igual al antígeno y podrán ser usados en su reemplazo.
Vacunas preparadas con tecnologías convencionales vs vacunas modernas en Medicina Veterinaria.
parainfluenza tipo 3.
Vacunas preparadas con cepas virales avirulentas. Se pueden emplear cepas virales avirulentas siempre que mantengan su inmunogenicidad. En el caso del virus rábico, se han obtenido dos cepas avirulentas que inducen una fuerte respuesta inmunitaria en el ratón.
2. Vacunas preparadas con virus inactivo. En estas vacunas el ácido nucleico viral no tiene capacidad de replicar.
Vacunas inactivadas o muertas. El virus vacunal es tratado con inactivantes y pierde su capacidad de replicación e infección. Los inactivantes pueden ser químicos o físicos. Los más usados entre los químicos son: cristal violeta, B-propiolactona, formalina y acetil
etilenimina binaria (AEIb). Los inactivantes físicos más importantes son: calor, luz ultravioleta, radiaciones ionizantes y ultrasonido. La acción inactivante está influida directamente por la dosis y tiempo de tratamiento empleados. Existen diferencias en la acción de los inactivantes, así la formalina inactiva al virus aftoso siguiendo una curva de segundo orden, razón que explica la presencia de virus infeccioso residual en las vacunas antiaftosas así tratadas; mientras que la AEIb lo inactiva en una curva de primer orden, consiguiendo la total inactivación del virus vacunal y por lo tanto vacunas anti aftosa libres de virus infeccioso.
Las vacunas inactivadas inducen exclusivamente una respuesta inmunitaria de tipo humoral; y tienen una potencia inmunogénica menor que la que poseen las vacunas preparadas con virus vivo modificado. Las vacunas inactivadas deben, por lo tanto, ser complementadas con substancias que estimulen la respuesta inmune, son los coadyuvantes inmunológicos que se agregan a las suspensiones virales previamente inactivadas. Los más usados son compuestos de aluminio y calcio: hidróxido de aluminio y fosfato de calcio. Actualmente se están empleando los coadyuvantes oleosos o emulsiones de agua en aceite mineral como el Arlacel A. La saponina es un buen coadyuvante pero a veces provoca una violenta reacción en el punto de inoculación. El glucósido activo de la saponina es el Quil A que en concentraciones críticas forma micelas en solución. Cuando estas micelas se mezclan con glicoproteínas virales purificadas se forman estructuras compuestas por las glicoproteínas depositadas en una base micelar del Quil A, denominadas “iscoms” (del inglés: immuno stimulating complexes). Los “iscoms” son más inmunogénicos que las glicoproteínas solas. El Quil A, además de actuar como inmunoestimulante, es capaz de romper la envoltura lipídica de los virus envueltos inactivándolos. Quil A no induce la formación de granulomas crónicos.
La adición de coadyuvantes permite mejorar la respuesta inmune obteniendo títulos de anticuerpos más altos y duraderos. Su acción se explica mecánicamente porque se forman depósitos del antígeno en el punto de la inoculación los que se liberan más lentamente, estimulando al sistema inmune con persistencia, tal es el caso del hidróxido de aluminio sobre el cual se adsorben los antígenos virales. Se postula además que los coadyuvantes facilitarían la funcionalidad de las células inmunocompetentes.
Las vacunas inactivadas tienen la ventaja de no portar otros virus adventicios y no reverter a su virulencia original. Un buen ejemplo de vacuna inactivada es la vacuna anti influenza equina, preparada con uno o más subtipos del virus influenza equina, inactivados generalmente con formalina y adsorbidos en hidróxido de aluminio.
Inmunososmas o liposomas. Constituyen verdaderos virus artificiales en que las proteínas virales se han adherido a unas pequeñísimas esferas de lípidos, manteniendo las propiedades inmunogénicas del virus pero sin ser infectantes al carecer de ácido nucleico. Estas vacunas tienen un carácter experimental. Actualmrente existe una vacuna comercial de este tipo contra la mycoplasmosis porcina.
Vacunas subunitarias. Estas vacunas se preparan con fracciones virales inmunogénicas separadas de la superficie del virión o extraídas del sobrenadante del cultivos celular en que el virus se replicó y posteriormente son purificadas. Un buen ejemplo es la obtención de
fracciones de virus herpes que son inmunogénicas y no alergizantes. Para ello el virus se multiplica en cultivos celulares y el sobrenadante líquido obtenido se somete a fraccionamiento en gradientes de sacarosa y se centrifuga a 50.000 x G formándose cuatro
fracciones ubicadas como bandas opalescentes, determinadas como: 1. Viriones. 2. Material liposoluble de la envoltura. 3. Fracción hidrosoluble de las glicoproteínas de la envoltura y 4. Cápsides. Luego de estudiar su comportamiento antigénico en un animal de experimentación se encontró que la fracción 3 era la más inmunogénica aunque alergizante. Se la sometió a electroforesis y se resolvió en 23 glicoproteínas, demostrándose que cuatro de ellas eran responsables del 99% de la inmunogenicidad y que no actuaban como alergenos. Estas vacunas necesitan coadyuvantes. No inducen una respuesta inmune celular. Sin embargo, sus resultados han sido promisorios, además que han demostrado lo pequeño que puede ser un epítope o determinante antigénico: 6 a 7 secuencias de aminoácidos unidos por pliegues terciarios y estabilizados por puentes de disúlfuro.
Las vacunas con sub-unidades se pueden preparar expresando antígenos virales en vectores adecuados. Así se han formulado vacunas antirotavirus bovino en baculovirus, las que contienen partículas virales vacías de envoltura simple o doble. Su aplicación en vacas
gestantes indujo una respuesta humoral y calostral que se transfería a los terneros alimentados con ese calostro. El sistema baculovirus-células de insecto es capaz de producir grandes cantidades de antígenos como la PV2 del parvovirus porcino y la hepatitis B humana.
Vacunas sintéticas. Considerado el éxito de las vacunas subunitarias, los laboratorios productores de vacunas han reproducido artificialmente las proteínas virales de superficie por síntesis orgánica y clonaje molecular.
Síntesis orgánica. La síntesis orgánica de péptidos por procedimientos manuales o automatizados ha permitido obtener péptidos que reemplacen a los antígenos naturales de la superficie de los viriones y que sean capaces de inducir la producción de anticuerpos neutralizantes específicos. También se pueden producir péptidos, identificando la
secuencia del ácido nucleico que codifica para una determinada proteína viral de superficie y luego derivar la secuencia de aminoácidos de la proteína y sintetizarlos posteriormente. Para verificar su capacidad inmunogénica se inyectan en animales de laboratorio y se determina la respuesta inmune humoral por anticuerpos neutralizantes (Arnon, 1991).
Ejemplo de síntesis orgánica de péptidos. El virus aftoso tiene en su cápside 240 proteínas que corresponden a 60 copias de 4 proteínas (PV-1, 2, 3 y 4). Sólo la PV-1 induce una respuesta protectiva por anticuerpos neutralizantes. Con este antecedente se han preparado
vacunas anti aftosa de carácter experimental, para ello se determinó la secuencia de los 213 aminoácidos que constituyen la PV-1 y se sintetizaron varios péptidos. Cada uno se pegó a un “carrier” o portador y se inocularon en conejos, encontrándose que el péptido correspondiente a la región 141-160 inducía la mejor respuesta inmune humoral contra el virus aftoso tipo O, aunque menor para los tipos A y C. Además se vacunaron cobayos con 200 m g del péptido 141-160, los que fueron desafiados, 35 días después, con una dosis alta de virus aftoso, obteniéndose un 100% de protección. En cerdos se obtuvieron resultados similares. Estos resultados y el hecho que no sean infecciosas, que sean más estables a diferentes temperaturas y que no provoquen reacciones secundarias, permiten esperar que las vacunas preparadas con péptidos sintéticos superen su actual situación de experimentales (Mowat y Rweyemamu, 1997).
Clonaje molecular. Consiste en insertar un fragmento de ADN, que codifica la proteína inmunógena que se desea producir, en un ADN vector de doble hebra de un plasmidio bacteriano o de un virus (Pox), este nuevo ADN recombinante se transfiere a una célula hospedera, generalmente bacteriana, para su multiplicación y expresión de la proteína deseada (Cox, Zamb y Babiuk, 1993).
Ejemplo de clonaje molecular. El virus aftoso posee un ARN de una hebra (con 8.000 nucleótidos) que actúa como ARN mensajero y la información para ser traducida en una poliproteína única está contenida entre 3’ terminal y el poli C. La poliproteína se fracciona
en cuatro proteínas, estructurales y no estructurales. Para clonar el gen responsable de la síntesis de la PV-1 se siguen los siguientes pasos:
1. Preparación de un ADNc a partir del ARN viral
2. Obtención de un ADN dh
3. Se inserta el ADN dh en un plásmido bacteriano
4. Se inserta el plásmido modificado (vector) en E. coli
5. Multiplicación de la E. coli modificada en un medio
6. Se extrae el plásmido replicado
7. Obtención del gen PV-1 con enzimas de restricción
8. Se inserta el gen PV-1 en un plásmido
9. Se inserta el plásmido modificado en E. coli
10. Producción de PV-1 al multiplicarse la bacteria
Vacunas recombinantes, en su mayoría en etapa experimental, ofrecen grandes expectativas a la Medicina Veterinaria. Algunas de ellas se presentan en la literatura científica con ciertas ventajas sobre las vacunas tradicionales. De reciente descripción son: El recombinante virus vaccinia (r vaccinia) expresa la proteína G inmunizante (pG) del virus rábico en el gen TK del virus vaccinia; se recomienda su utilización en zorros por vía oral mediante cebos. El r vaccinia expresa la proteína viral pv60 de la cápside del virus hemorrágico del conejo; su aplicación por vía intradérmica produce un estado de resistencia mediada por anticuerpos. El recombinante virus herpes pavo (r THV) expresa las glicoproteínas hemoaglutinina-neuroaminidasa y proteína de fusión (gp HA-N-F) de la cepa lentogénica Hitcher B1 del virus Newcastle, y las gp A y B de la cepa GA del serotipo 1 del virus Marek; una dosis aplicada en huevos embrionados de 18 días los protege contra el desafío con cepas virulentas de los virus Newcastle y Marek. El r THV expresa la proteína viral 2 (VP2) del virus de la bronquitis infecciosa aviar; al ser inoculado (una dosis) en pollos induce una total protección contra el virus de la bronquitis infecciosa aviar aunque una baja protección contra el virus Marek.
El recombinante baculovirus expresa las proteínas gD y gH del VHE-1; al ser inoculado en ratones éstos respondieron con anticuerpos y CD4+ eliminando rápidamente el virus del sistema respiratorio. El recombinante “fowl pox Trovac-NDV (vFP96.5) expresa la gp F y NA de una cepa velogénica del virus Newcastle (Boyle y Heine, 1993).
El gen de la principal glicoproteína B (gB) de la envoltura del VHE-1 fue insertado en el virus vaccinia y correctamente expresada en las células infectadas. El r vaccinia/VHE-1 gB ha sido ensayado para inducir una buena respuesta inmune, constituyendo una esperanza para obtener una adecuada vacuna contra el VHE-1 y VHE-4.
Vacunas anti idiotipos. Se han ensayado en tripanosomiasis, rabia y hepatitis B. La base de estas vacunas descansa en el hecho que el sitio de combinación del anticuerpo con un antígeno, es una verdadera réplica complementaria del antígeno, y se denomina idiotipo. Esta nueva región del anticuerpo es reconocida por el organismo como extraña y por lo tanto producirá anticuerpos contra ella, denominados anti idiotipos. Estos anticuerpos tendrán un idiotipo complementario que en último término será exactamente igual al antígeno y podrán ser usados en su reemplazo.
Vacunas preparadas con tecnologías convencionales vs vacunas modernas en Medicina Veterinaria.
La mayoría de las vacunas antivirales
comerciales usadas en Medicina Veterinaria corresponden a vacunas inactivadas y
a vacunas preparadas con virus vivo modificado es decir preparadas con
tecnologías convencionales.
Las vacunas inactivadas tuvieron una época de gloria, que terminó al ser reemplazadas por las vacunas preparadas con virus vivo modificado de mayor potencia antigénica, debido a que aprovechan la capacidad de replicarse del virus vivo modificado para aumentar su masa antigénica. Estas vacunas presentan el riesgo potencial de volver a su patogenicidad original Por reversión de la mutación inicial; además pueden portar otros microorganismos adventicios tales como mycoplasmas o virus oncogénicos. Las vacunas inactivadas son menos estables y requieren condiciones especiales de conservación.
Las vacunas inactivadas han resurgido como productos seguros y eficientes debido a la aplicación de modernas técnicas de inactivación y al empleo simultáneo de nuevos coadyuvantes. En cuanto a las vacunas subunitarias que utilizan fracciones inmunogénicas extraídas de virus o bacterias o antígenos solubles liberados en un medio de cultivo, están desprovistas de efectos adversos, sin embargo, su capacidad inmunogénica generalmente es insuficiente por lo que deben ser complementadas con coadyuvantes como alumina y Quil A.
Las vacunas de última generación o vacunas no tradicionales corresponden a vacunas subunitarias recombinadas, vacunas de vectores vivos, vacunas de ADN puro y vacunas conjugadas, se encuentran en sus primeras etapas de producción y comercialización.
Las vacunas subunitarias recombinadas tienen un gen de un patógeno que ha sido insertado en células cultivadas in vitro las que producirán el antígeno inmunizante. Las vacunas de virus recombinados se refieren a virus recombinados con genes de diferentes cepas virales y el virus recombinante obtenido es apatógeno y multiantigénico.
Las vacunas de vectores vivos se refieren a virus heterotípicos como es el virus de la viruela bovina o cow-pox al que se le ha insertado genes de un virus patógeno, siendo el virus recombinante obtenido apatógeno y multiantigénico. Vacunas de ADN puro, en este caso el ADN de un patógeno al ser inyectado en un organismo, sus células siguen las instrucciones codificadas en este ADN y producen antígenos reconocibles por el sistema inmune montando una respuesta inmune protectiva.
Las vacunas conjugadas son vacunas preparadas con antígenos que no son reconocidos con facilidad por el sistema inmune pero que al ser unidas a cubiertas bacterianas van a inducir una respuesta inmune más intensa.
Comparación entre vacunas inactivadas y vacunas preparadas con virus
vivo modificado (VVM)
Característica (')Vacunas inactivadas ('') Vacunas VVM
------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Seguridad (')Son seguras, siempre que el virus sea totalmente
inactivado incluyendo los virus adventicios
Las vacunas inactivadas tuvieron una época de gloria, que terminó al ser reemplazadas por las vacunas preparadas con virus vivo modificado de mayor potencia antigénica, debido a que aprovechan la capacidad de replicarse del virus vivo modificado para aumentar su masa antigénica. Estas vacunas presentan el riesgo potencial de volver a su patogenicidad original Por reversión de la mutación inicial; además pueden portar otros microorganismos adventicios tales como mycoplasmas o virus oncogénicos. Las vacunas inactivadas son menos estables y requieren condiciones especiales de conservación.
Las vacunas inactivadas han resurgido como productos seguros y eficientes debido a la aplicación de modernas técnicas de inactivación y al empleo simultáneo de nuevos coadyuvantes. En cuanto a las vacunas subunitarias que utilizan fracciones inmunogénicas extraídas de virus o bacterias o antígenos solubles liberados en un medio de cultivo, están desprovistas de efectos adversos, sin embargo, su capacidad inmunogénica generalmente es insuficiente por lo que deben ser complementadas con coadyuvantes como alumina y Quil A.
Las vacunas de última generación o vacunas no tradicionales corresponden a vacunas subunitarias recombinadas, vacunas de vectores vivos, vacunas de ADN puro y vacunas conjugadas, se encuentran en sus primeras etapas de producción y comercialización.
Las vacunas subunitarias recombinadas tienen un gen de un patógeno que ha sido insertado en células cultivadas in vitro las que producirán el antígeno inmunizante. Las vacunas de virus recombinados se refieren a virus recombinados con genes de diferentes cepas virales y el virus recombinante obtenido es apatógeno y multiantigénico.
Las vacunas de vectores vivos se refieren a virus heterotípicos como es el virus de la viruela bovina o cow-pox al que se le ha insertado genes de un virus patógeno, siendo el virus recombinante obtenido apatógeno y multiantigénico. Vacunas de ADN puro, en este caso el ADN de un patógeno al ser inyectado en un organismo, sus células siguen las instrucciones codificadas en este ADN y producen antígenos reconocibles por el sistema inmune montando una respuesta inmune protectiva.
Las vacunas conjugadas son vacunas preparadas con antígenos que no son reconocidos con facilidad por el sistema inmune pero que al ser unidas a cubiertas bacterianas van a inducir una respuesta inmune más intensa.
Comparación entre vacunas inactivadas y vacunas preparadas con virus
vivo modificado (VVM)
Característica (')Vacunas inactivadas ('') Vacunas VVM
------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Seguridad (')Son seguras, siempre que el virus sea totalmente
inactivado incluyendo los virus adventicios
('') Puede haber reversión
a la virulencia original
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Complejidad (')Requieren coadyuvantes ('')No requieren coadyuvantes
-------------------------------------------------------------------------------------
Transmisibilidad (') No se diseminan ('') Pueden diseminarse a otros
animales susceptibles
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Infectividad residual (') Posible ('') Menor
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Grado de pureza (') El uso de inactivantes adecuados asegura esta
característica ('') Es posible que porten otros virus
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Iniciación de la respuesta inmune (') Lenta. Depende de la respuesta
de memoria ('') Rápida protección inmune
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Calidad de la respuesta inmune (')Buena pero de corta duración. Necesita varias aplicaciones ('') Muy buena y de larga
duración y protección
a la virulencia original
-------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Complejidad (')Requieren coadyuvantes ('')No requieren coadyuvantes
-------------------------------------------------------------------------------------
Transmisibilidad (') No se diseminan ('') Pueden diseminarse a otros
animales susceptibles
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Infectividad residual (') Posible ('') Menor
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Grado de pureza (') El uso de inactivantes adecuados asegura esta
característica ('') Es posible que porten otros virus
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Iniciación de la respuesta inmune (') Lenta. Depende de la respuesta
de memoria ('') Rápida protección inmune
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Calidad de la respuesta inmune (')Buena pero de corta duración. Necesita varias aplicaciones ('') Muy buena y de larga
duración y protección
(') Buena protección de las mucosas ('') Baja
protección de las mucosas
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
protección de las mucosas
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Respuesta inmune (') Sólo inmunidad
humoral ('') Inmunidad humoral y
celular
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Inducción de citoquinas (') Pobre ('') Aceptable
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Estabilidad (') Generalmente muy buena ('') Buena en condiciones de
refrigeración
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Administración (') Requieren volúmenes grandes con mayores costos
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Inducción de citoquinas (') Pobre ('') Aceptable
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Estabilidad (') Generalmente muy buena ('') Buena en condiciones de
refrigeración
--------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Administración (') Requieren volúmenes grandes con mayores costos
('') El volumen a administrar es bajo. Pueden ser aplicadas por vía oral
o respiratoria
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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
BARRIGA, O. 1993. Current status of vaccines in veterinary parasitology. I. Protozoa and arthropods. Av. Cs. Vet. 8: 84 - 99.
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REINHARDT, G., P. CONTRERAS, S. GONZÁLEZ, H. FOLCH. 1977. Reacciones de hipersensibilidad en vacunación antiaftosa. 1. Manifestaciones clínicas. Arch. Med. Vet. 9(1): 18 - 22.
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Libros
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Mendoza S., P. Berríos, J. A. Ciprián, E. Hernández B. 2005. Vaccinología Veterinaria. Coordinación General de Estudios de Postgrado e Investigación. Universidad Nacional Autónoma de México. Estado de México.