viernes, 16 de noviembre de 2018

LA MEDICINA VETERINARIA Y YO. Capítulo 2.

Patricio Berríos Etchegaray

La medicina veterinaria y yo

CUREPTO (1948 – 1956)


De Calbuco a Curepto, o desde un pueblito rodeado de mar a otro rodeado de cerros. Vaya cambio. De los moscardones a los zancudos, de la arena a la greda, de las grosellas y murtas o murtillas a las zarzamoras. De los bosques de avellanos a los bosques de pino o eucaliptos; del mar a la erosión y dunas de arena… De los botes a las carretas y caballos… De los barcos a los trenes...En fin todo un cambio, la greda con que hacía cacharros me produjo alergia y se acabó mi vena artística, para que decir el litre alergénico, hasta que aprendí que hay que saludarlo tres veces y así no pasa nada…Y no llovía nunca. Un día cayeron unas gotitas de agua, nada que ver con los aguaceros del sur… y salimos de la casa a ver llover en Curepto…


En este antiguo corredor frente a la plaza jugábamos ping-pong


Curepto era bien huaso! De dónde venís le preguntaron a un hombre de los cerros, de Rapilermo contestó, y adónde vay, a Cureuto, y que llevay ahí, sandillas, tumates, cirguelas y uraznos, y que vay a hacer en Curepto, voy al Espital… Cierto, ciertísimo, así hablaban los huasos, no como en Calbuco que lo hacían cantadito… y en muy buen español…

En Curepto había tres o cuatro automóviles y dos camiones… y el jeep del cura norteamericano de los Mericknoll; mi papá se compró un Ford 35 descapotable (convertible) patente XG 371 Ñuñoa (No lo olvido) …en ese autito aprendí a manejar casi  solo, guiado por el maestro Garay. Bueno en Calbuco sencillamente no había autos ni nada parecido, en aquel entonces…

Ford 35 (parecido al de mi papá)
















Bicicleta Centenario (casi igual a la que tenía en Curepto)


Ahora recuerdo que lo más parecido a veterinarios eran los mariscales de carabineros, que atendían y herraban a los caballos de carabineros. Y harto que anduve en esos caballos, (mi papá era médico de carabineros). Nunca me caí en esos caballos, pero si en una yegua de gran alzada, corriendo en un fundo, frente al fundo Lora, o sea al otro lado del  río Mataquito. Quedé inconsciente con el golpazo y rota la cara…

En Curepto vi matar gallinas apretándoles el cogote contra el brazo, matar cerdos con un cuchillazo en el corazón, y a los pavos de un hachazo en el cogote. Cosas del campo… Un buen día mi papá les aconsejó a unos huasitos que construyeran un pozo para hacer sus necesidades, y ellos contestaron que no porque qué iban comer las gallinitas…cosas del campo de los ´60.

Mi primera comunión en Curepto 1950


Tantas carretas chanchas (de rueda chica), tantos bueyes; trillas a yeguas, carreras de caballo a la chilena… recuerdo el olor a pasto seco en el verano, la clara agua del estero, y los cerros de la cordillera de la costa típicos… Y tanta fruta, sandías, uva que no había en Calbuco. Y las flores hermosas de Calbuco dalias y amapolas, y en Curepto las famosas camelias blancas y rojas! De mi mamá heredé el amor a las flores, y yo le puse mi amor a las flores silvestres como el dedal de oro (Scolcia californiana)…


La plaza de Curepto

Pero… a Curepto sólo lo conocí en vacaciones porque estuve interno en el Liceo de Hombres de Talca, donde terminé mis preparatorias y luego en el Instituto San Martín de Curicó, colegio donde terminé mis humanidades. Estas vivencias estudiantiles fueron fundamentales en mi vida pre universitaria.  En estos colegios estuve interno.




Liceo de Hombres de Talca


En ambos colegios tuve muy buenos profesores, a la antigua los del Liceo, y muy pero muy eficientes los “mochitos” del Instituto. Por recordar algunos, el barraco Mariano González, el pelao Carlos Marchant, la zorra Villarroel, monsieur Aguilera, el temblorcito Norambuena, don Guillermo Solar Cruz, el señor Rubén Valdez, “topaze” Gastón Lagos Urbeta, entre otros. Y de los curitas, los mejores el “palmeras” hermano Pedro Estalisnao, el “micrón” hermano Hilario, y el hermano Cristóbal, viejito sabihondo; todos ellos exigentes y de primera, realmente eran buenos profesores, todos ellos.




Internado del LHT. Edificio oriente


Durante 4 años viajé en tren de Licantén a Curicó (tren de trocha angosta), y de Curicó a Talca, y los últimos años sólo de Curicó a Licantén. Una vez viajé solo a Santiago en tren, partí en tercera de Talca y llegué Santiago en primera clase. Nadie me dijo nada porque era cabro chico...

Bus carril o góndola carril



Anécdotas de aquella época hay muchas, pero las dejaré para otra oportunidad. Valga recordar que una vez fui elegido representante de mi curso para asistir a un evento en el Liceo de Niñas de Talca, no olvido a las chiquillas con sus hermosos trajecitos, sus bailes y sus actuaciones… En el Instituto fui obligado por mis malas notas en música a ingresar al coro del colegio, lo que hice con gran gusto y con gran mala voz, incluso canté en la catedral de Santiago para un 8 de diciembre con la suerte que mi mamá que estaba en Santiago, asistió, y se dio cuenta que estaba yo porque según ella, el que desafinaba era su hijo… También recuerdo que en 6° Humanidades los alumnos de todos los cursos me eligieron como el mejor compañero. Una gran cosa para mi!!!

Volviendo a Curepto propiamente tal, recuerdo los velorios que duraban toda la noche, con comida y trago, y hartos chistes… recuerdo haber visto, cerca de mi casa, a una guaguita muerta, exhibida en una ventana y muy adornada con cosas de colores. Ví algunos muertos en la morgue del Hospital, a donde tenía entrada liberada... Recuerdo a una chiquilla totalmente azul, muerta por problemas cardíacos y a un ahogado en el río Mataquito que ya estaba verde…No olvido haber acompañado a mi papá a realizar una autopsia a un señor enterrado una semana antes. Le abrieron la cabeza y mi papá rápidamente dictaminó que había muerto por un golpe contundente…la verdad es que lo que no olvido es el hedor que despedía, terrible, espeso…

Un día en que andaba en bicicleta por el pueblo, por la calle Lien, vi un tumulto en una casa y me bajé a ver que pasaba, se había matado un señor de un balazo en la cabeza y todo estaba disperso, pegado en una pared… en eso estaba, medio espantado, cuando alguien me agarra de un brazo y me echa para afuera, era mi papá que junto al cura y al juez eran los primeros en llegar a constatar este tipo de macabros hechos…



En esta casa vivímos en Curepto

En Calbuco era algo parecido, recuerdo en un gran temporal, llegaron a buscar a mi papá para ir a ver un enfermo de una isla vecina, y él tenía sus dudas de embarcarse en un chalupón, pero lo convencieron al decirle que el cura ya estaba en el muelle… Ahora, me han contado que en esos pueblitos de no más de 3000 habitante, hay 2 ó 3 médicos, con ambulancia y buenos hospitales, nuevos como el recientemente inaugurado en Curepto… Con buenos Liceos, por lo que me imagino que los cabros no tendrán que ir a estudiar a Curicó o a Talca…

Un día me arranqué de mi casa enojado y furioso, caminé unos 4 kilómetros hacia Licantén. No pensaba volver, pero, un camión con gente se paró cerca del puente donde yo estaba, y me subí pero volví a la casa... Algo de gatos, un día, en verdad en la noche, una de las gatas parió en mi cama sobre mis pies... toda una experiencia veterinaria. Otra: teníamos una gatita, la gatita alzada, que mi mamá se la regaló a una viejecita del campo la señora Peta (Petronila) que vivía lejos del pueblo. Echábamos de menos a la gatita alzada tan dulce y bonita, pero brava, hasta que apareció de nuevo en casa, nunca se supo como lo hizo para volver, yo sí lo supe, en camión…




Familia Berríos Etchegaray en Curepto (1950)


Vuelvo al Instituto curicano, cuando íbamos a jugar fútbol al Estadio La Granja, volvíamos al internado y nos pasábamos a tomar una cerveza al local de la Sra. Zenobia que estaba en la esquina enfrente del colegio… o cuando en 6° año íbamos a escuchar música en un Burlitzer que tenía un localcito cercano a la estación de ferrocarriles, por supuesto nos tomábamos 1 ó 2 cervezas, no más, hasta que unas señoras de cierta edad nos acusaron, porque nuestro uniforme nos había delatado como alumnos del Instituto San Martín el colegio más “high” de Curicó…y hasta ahí llegó nuestra incursión por la vida…



Instituto San Martín de Curicó. Antiguo edificio que se quemó


Del edificio en que estudié no queda nada. Actualmente hay un edificio moderno, y es un colegio mixto y su rector es rectora… ¡Cómo cambian los tiempos!




Seleccionado de basquetbol del ISM (1955)



Seleccionado de ping pong del ISM 1955






No cabe  

No tengo la menor duda que el  Bachillerato de aquel entonces, marcó la transición de mis estudios de las humanidades a los de Medicina Veterinaria. Tuve mucha suerte en el mentado Bachillerato, en el sorteo de asignaturas a rendir me tocó francés, zoología y física. Obtuve 29 puntos distribuidos de la siguiente manera: un 6 en Comprensión Redacción (nunca bajé de 6 en los ensayos), un 5 en historia (no me acordé de quienes eran Los tres Antonios), un 6 en francés (con un artículo muy parecido al castellano), un 6 en Zoología (con atiparasitarios y cosas parecidas que conocía desde Calbuco), y un 6 en Física, en un examen oral en que pasé a la pizarra muerto de miedo, mi dictaron un problema y yo dije aquí estoy frito, pero era solamente una sumatoria sobre valores obtenidos por las leyes de Kirkov o algo así, con la trampita que había que manejar fracciones, y como yo sabía, obtuve un resultado concordante con el esperado. Con estos 29 puntos salí hasta en el diario La Prensa de Curicó, como los mejores puntajes de esa temporada junto a Benjamin Rodrigo Mellado V.

En ese mismo año mi papá se trasladó a Santiago, y yo empecé a estudiar veterinaria en la Chile, lo que en sí mismo es otro cuento… y desde allí empezamos realmente con la veterinaria