miércoles, 18 de noviembre de 2015

QUÉ HACER FRENTE A LA GRIPE AVIAR OIE 2015

¿Cómo hacer frente a la gripe aviar?

El año pasado, en pocos meses, millones de aves fueron víctimas de una nueva cepa del virus de la gripe aviar altamente patógena, la cepa H5N8

Unidad de Comunicación de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE)I
Desde el inicio de 2014, se han declarado distintos focos de gripe aviar en más de 35 países en todo el mundo, incluida Europa, en los que han estado implicados diferentes cepas del virus. Estos casos han recordado a la comunidad mundial que los virus de la influenza aviar continúan apareciendo y evolucionando, lo que supone una amenaza para la salud pública, la seguridad alimentaria y la nutrición, así como para el comercio y las economías nacionales.

Principalmente, es la nueva cepa H5N8 la que ha preocupado a Europa desde noviembre de 2014. Si bien los focos europeos fueron controlados rápidamente por las autoridades sanitarias, y se erradicaron en abril de 2015, hay focos que están haciendo estragos en otras partes del mundo, por lo que es necesario plantearse cuál es la mejor forma de prevenir un posible resurgimiento en el territorio europeo.

El año pasado, en pocos meses, millones de aves fueron víctimas de una nueva cepa del virus de la gripe aviar altamente patógena, la cepa H5N8. Descubierta en enero de 2014 en Corea y China, rápidamente afectó a Japón y después se propagó hacia la India, Europa, Canadá y Estados Unidos, probablemente por el movimiento migratorio de las aves silvestres. Esto supone una amenaza significativa para el sector avícola, en particular en los países situados a lo largo de las rutas migratorias de las aves silvestres.

La cepa H5N8 se observó por primera vez en Europa en noviembre de 2014. Alemania, Países Bajos y Reino Unido, primero, y después Italia, Rusia, Hungría y Suecia confirmaron casos en explotaciones aviares, pero también en aves migratorias.

Esta cepa, altamente patógena para las aves domésticas, presenta una tasa de mortalidad muy significativa, especialmente en pollos y pavos. El virus afecta a las aves silvestres, en las que la enfermedad es prácticamente asintomática. Hasta hoy no se ha asociado ningún caso humano a la cepa H5N8.

Se ha constatado la presencia del virus en varios países europeos en poco tiempo, tanto en las aves silvestres como en diversos sistemas de producción, por lo que los expertos en sanidad animal sugieren que las aves migratorias desempeñan un papel importante en la propagación del virus. Anteriormente, otras cepas virales de la gripe demostraron que las aves silvestres pueden transportar virus a través de largas distancias, lo que recuerda a la comunidad internacional que un simple fenómeno natural, como son los flujos migratorios de las aves, puede ser responsable de la diseminación mundial de una enfermedad. Así, estos focos han conllevado la muerte, natural o por sacrificio sanitario, de varias centenas de miles de aves en Europa.


Con el fin de frenar la multiplicación y la diseminación de los virus, la OIE ha alertado a la comunidad internacional de la necesidad de reforzar en todo el mundo los sistemas de vigilancia y de detección precoz de las enfermedades de los animales domésticos y silvestres, recomendando que este aspecto sea una meta mayor en las políticas sanitarias públicas. A finales de 2014, la FAO se unió a la OIE para hacer un llamamiento a los países en riesgo con el objetivo de que acelerasen sus esfuerzos en la prevención y la protección frente a esta nueva cepa del virus de la influenza aviar.

Mejorar la bioseguridad en las explotaciones y reforzar la vigilancia de las enfermedades

Mejorar la bioseguridad en las explotaciones y reforzar la vigilancia de las enfermedades
Reforzar la vigilancia y favorecer la detección precoz de las enfermedades es la mejor forma de permitir a los servicios veterinarios reaccionar rápidamente y frenar la propagación directa del virus, cualquiera que sea su origen y cualquiera que sea la cepa involucrada. Con o sin potencial de transmisión al hombre, las consecuencias de una mala gestión del control de enfermedades de origen animal afectan mucho a la población y a la economía local, pero también a la regional y a la mundial. Por este motivo, las normas intergubernamentales de la OIE que cubren estos aspectos se basan en experiencias pasadas que han permitido aprender a gestionar los focos de gripe aviar y circunscribirlos rápidamente.

Por otro lado, toda explotación debe dotarse de dispositivos de bioseguridad para enfrentarse a las vías potenciales de introducción del virus, medida que resulta esencial para todas las explotaciones modernas.

En ausencia de medidas de bioseguridad y de sistemas de vigilancia adecuados, los virus de la influenza aviar pueden, en efecto, propagarse de explotación en explotación muy rápidamente, y ocasionar efectos devastadores en un país. Actualmente, es el caso de Estados Unidos, donde afecta a los medios de subsistencia de los avicultores vulnerables al igual que a la economía nacional y al comercio de productos avícolas.
Por lo tanto, las recomendaciones a los países son las siguientes:

Reforzar las medidas de bioseguridad

En particular, es conveniente mantener una buena higiene de las instalaciones ganaderas, minimizar el contacto entre aves domésticas y silvestres, para lo que es preciso eliminar los factores susceptibles de atraer a estas últimas a la explotación (alimento o agua en el exterior), e impedir las posibles transmisiones entre explotaciones. Por este motivo, se recomienda controlar el acceso de personas y de equipos, evitar introducir en las explotaciones aves de las que no se conoce su estado sanitario y eliminar de forma apropiada el estiércol y los cadáveres. Como último recurso puede utilizarse la vacunación ante una situación epidemiológica nacional catastrófica y fuera de control.

Aumentar la vigilancia de las aves domésticas y silvestres

Avicultores, cazadores y otros usuarios de la naturaleza son actores esenciales, ya que pueden señalar rápidamente la presencia puntual de aves domésticas o silvestres enfermas o muertas. A mayor escala, es necesario asegurar una vigilancia amplia y óptima de las enfermedades en los animales silvestres y domésticos.


Por otro lado, la OIE anima a las autoridades nacionales a elaborar y proponer compensaciones financieras apropiadas para los ganaderos y productores que hayan perdido a sus animales debido a un sacrificio requerido por las autoridades sanitarias nacionales; de esta forma se impulsa a los ganaderos a que declaren la enfermedad de forma transparente.

Mantener y reforzar la capacidad de respuesta rápida de los servicios veterinarios

La existencia de servicios veterinarios nacionales competentes y organizados, cualquiera que sea el nivel de desarrollo del país, constituye un prerrequisito para una detección precoz y transparente y una capacidad de respuesta rápida frente a focos de enfermedades animales. Los servicios veterinarios son los actores clave de la puesta en marcha de las medidas de prevención y, en caso de ser necesario, de control directamente en la explotación en función de cada situación específica local.

La OIE apoya a los servicios veterinarios de los Estados miembros gracias a herramientas que ofrecen las bases necesarias para el refuerzo de la buena gobernanza de sus sistemas de sanidad animal respaldados por los medios humanos y financieros adecuados, que implican la existencia de una legislación apropiada, además de una formación veterinaria de alto nivel.

La OIE también se apoya, junto a la FAO, en OFFLU una red global de los mejores expertos en gripes animales que le procura todas las bases científicas de sus recomendaciones mundiales a sus 180 países miembros en el campo de gripes animales (aves, cerdos, caballos, etc.).

Permanecer vigilantes y estar bien preparados

El episodio de H5N8 que tuvo lugar el año pasado no es un caso aislado. Si bien ha sido perfectamente controlado en los países de la Unión Europea, otras cepas continúan castigando duramente a otras partes del mundo. Así, actualmente, América del Norte hace frente a una epizootia de gripe aviar H5N2, que en algunos meses ha sido la responsable de la muerte de alrededor de 50 millones de aves. Además, recientemente se ha detectado un foco de influenza H7N7 en Reino Unido.

Igualmente, cabe destacar que en los últimos meses se han detectado numerosos focos de H5N1 en varios países del oeste de África, en Oriente Medio y en tres países europeos (Rusia, Bulgaria y Rumanía, en los que ya están eliminados).

Hace 15 años, la crisis mundial de la gripe aviar provocó la muerte de decenas de millones de aves. Además, se detectaron varios casos en humanos, más de la mitad con un desenlace fatal. Esta epizootia creó el gran temor de que las cepas evolucionaran a una forma de enfermedad transmisible entre los seres humanos, que podría extenderse mundialmente, lo que afortunadamente no sucedió.


Las cepas virales de influenza aviar son muy numerosas y poseen una gran capacidad para evolucionar y recombinarse, lo que conlleva consecuencias variables en la sanidad animal y humana, pero también en la economía rural. Tal y como han mostrado las crisis de los últimos 20 años, así como aquellas ligadas a las gripes aviares H5N1 y H7N9, las políticas de prevención de enfermedades de origen animal representan, sin duda, un coste en los presupuestos de los estados y de la comunidad internacional, pero es irrisorio comparado con el coste que implica la gestión a posteriori de una panzootia o de una pandemia.

Más información, en la web de la OIE
  • Preguntas-respuestas sobre la influenza aviar H5N8: www.oie.int/Q&A_H5N8/ES
  • Preguntas y respuesta sobre la influenza aviar: www.oie.int/Q&A_IA/ES
  • Portal web de la OIE sobre la influenza aviar: www.oie.int/Portal_IA/ES

jueves, 12 de noviembre de 2015

TRATAMIENTO Y CONTROL DE LA DIARREA EPIDÉMICA PORCINA A. Torralbo, C. Borge y A. Carbonero 2015

Tratamiento, control y prevención de la diarrea epidémica porcina

La mortalidad se dispara hasta el 80 % en lechones



Tratamiento, control y prevención de la diarrea epidémica porcina
La enfermedad, presente en todo el mundo y de máxima actualidad después de los brotes que se produjeron en los Estados Unidos en 2013, causa cuadros agudos que cursan con vómitos, diarrea, deshidratación, anorexia y fallos reproductivos en hembras gestantes.
Alicia Torralbo, Carmen Borge y Alfonso CarboneroDepartamento de Sanidad Animal
Universidad de Córdoba
La diarrea epidémica porcina (PED) es una enfermedad enzoótica en Europa que causó importantes epidemias durante los años 70 y 80 (Mole, 2013), y el último brote se produjo en Italia en 2008 (Song y Park, 2012).
En Asia también es una enfermedad enzoótica que se describió por primera vez en Japón. Actualmente, una grave epizootia atribuida a nuevas cepas del virus de la PED (PEDV) ha provocado altas tasas de mortalidad en lechones (Chenet al., 2014).

En 2013, la PED pasó a estar de máxima actualidad por la aparición de importantes brotes en los Estados Unidos (verfigura) y otros países de América como Canadá, México, República Dominicana y Colombia (Magrama, 2014). Si bien no se conoce cómo se introdujo el virus de la familia Coronaviridae en EE. UU., se han identificado cepas que presentan una estrecha relación con cepas descritas previamente en China (Huang et al., 2013).



La PED presenta una morbilidad del 100 % y una mortalidad del 1 al 3 % en animales adultos y del 50 al 80 % en lechones, y puede llegar a alcanzar el 100 % en los animales menores de tres semanas (Magrama, 2014; Ramírez, 2014).

La transmisión del virus puede darse de forma directa a través de la ingestión de heces o de forma indirecta a través de vehículos de transporte, personal, alimentos o equipos contaminados (OIE, 2014). Los lechones jóvenes excretan 10.000 veces más virus/unidad de volumen que los animales adultos, por lo que producen una elevada contaminación ambiental (Ramírez, 2014).

La PED origina cuadros agudos que cursan con vómito, diarrea, deshidratación, anorexia y fallos reproductivos en hembras gestantes. Este cuadro causa una atrofia de las vellosidades y, en consecuencia, produce un adelgazamiento de la pared intestinal (Magrama, 2014). Los hallazgos del estudio realizado por Kim y Chae (2000) mostraron que las principales células diana del virus de la PED para su replicación son los enterocitos del yeyuno y las vellosidades ileales. Los lechones neonatos precisan de hasta diez días para recuperarse de esta lesión, los animales destetados, unos cinco días y los animales adultos, tres días. Por este motivo, la infección en el periodo posdestete resulta considerablemente menos grave (Ramírez, 2014).
Para detectar la PED se puede establecer un diagnóstico presuntivo al observar la sintomatología característica de la enfermedad, aunque para confirmar este diagnóstico es necesario el envío de muestras de heces al laboratorio donde la técnica de elección para detectar el virus será la PCR (Ramírez, 2014).


Lechones afectados clínicamente por el virus de la diarrea epidémica porcina.

¿Existe tratamiento para la PED?

Hasta la fecha, solamente se emplea un tratamiento sintomático y el control de las infecciones secundarias (OIE, 2014), aunque existen algunas líneas de investigación acerca del efecto antiviral de ciertos extractos de plantas. En este sentido, Choi et al. (2009) han descrito que un flavonoide obtenido a partir de la planta Houttuynia cordata parece resultar eficaz frente al virus de la PED. Asimismo, Cho et al. (2012) encontraron que dos extractos de hierbas de las plantas Epimedium koreanum Nakai y Lonicera japonica Thunberg contenían un efecto anti-PEDV significativo.

Además, podrían utilizarse agentes inmunoprofilácticos para tratar esta enfermedad como la anti-PEDV inmunoglobulina de yema de huevo de gallina (IgY) y el calostro de vacas inmunizadas, ya que protege a los lechones de los efectos clínicos y reduce la mortalidad (Shibata et al., 2001; Kweon et al., 2000).
También se ha propuesto el factor de crecimiento epidérmico, que estimula la proliferación de las células epiteliales de las criptas intestinales, como una terapia potencial para promover la recuperación de las vellosidades (Jung et al., 2008). Sin embargo, el precio de este tratamiento resulta elevado, además de que su seguridad se encuentra actualmente en discusión (Song y Park, 2012).

El control mediante la exposición oral de los animales

El principal método de control que se está llevando a cabo es la exposición oral de los animales con material infeccioso (Quintero, 2014; Ramírez, 2014). Una vez diagnosticada la PED en una explotación, el virus podría eliminarse de la granja administrando material infeccioso a todos los animales en el menor tiempo posible para que produzcan anticuerpos que se transmitirán a los lechones a través del calostro. El material infeccioso más adecuado para este fin es la materia fecal y los intestinos de los individuos que presenten un cuadro clínico agudo (Magrama, 2014). Tras la aplicación de este método, no hay que olvidar que se debe realizar la limpieza y desinfección de la granja e implementar el sistema todo dentro-todo fuera para evitar la reintroducción de la infección (Quintero, 2014). Sin embargo, esta inmunización natural presenta algunos inconvenientes, pues la falta de homogeneidad en los títulos del PEDV presentes en el material infeccioso podría dar lugar a una inducción de inmunidad inadecuada. Además, otros agentes como el virus del síndrome respiratorio y reproductivo porcino (PRRSV) podrían diseminarse y transmitirse a los animales a partir de las heces o intestinos empleados (Song y Park, 2012).

La bioseguridad es clave en la prevención

Además, las principales medidas de profilaxis frente a la PED están focalizadas en prevenir la entrada del virus en la granja (Choi et al., 2009). De esta forma, la bioseguridad es esencial para evitar la infección (Magrama, 2014). Según la ficha técnica emitida por la OIE (2014), una bioseguridad adecuada consistiría en la introducción exclusivamente de cerdos con un estatus sanitario conocido; el control de los desplazamientos del ganado porcino, el personal y el material; la desinfección de los vehículos de transporte y los equipos; y la eliminación apropiada de los animales muertos y el estiércol. De este modo, los programas de máxima bioseguridad han sido eficaces para controlar la PED en países donde la enfermedad resulta endémica (OIE, 2014).

Así, se considera fundamental la limpieza y desinfección de los vehículos de transporte de los animales. Concretamente, se ha descrito que para inactivar el PEDV es necesario que los camiones se sometan a una temperatura de 71 °C durante diez minutos o se mantengan a temperatura ambiente durante al menos siete días tras su limpieza y desinfección (Ramírez, 2014). En un estudio realizado en EE. UU. se halló PEDV en un 5,2 % de los tráileres después del transporte de los cerdos, lo que sugiere que estos vehículos podrían suponer una importante fuente de contagio en ausencia de medidas de higiene adecuadas (Lowe et al., 2014).
También se ha sugerido la transmisión aérea como una posible vía para la diseminación del PEDV, pues se ha detectado este virus en el aire de explotaciones de cerdos infectados experimentalmente y a una distancia de 16 kilómetros de granjas infectadas naturalmente (Alonso et al., 2014).

Además se ha señalado que el alimento contaminado podría servir como un vehículo para esta infección (Dee et al., 2014b). Si bien ha sido controvertido la cuestión sobre si el plasma procedente de sangre de cerdos infectados que se utiliza como suplemento en el pienso podría infectar a estos animales, un estudio realizado por Opriessnig et al. (2014) demostró que el PEDV presente en el plasma porcino comercial no resultaba infeccioso. También se ha probado la acción de un líquido antimicrobiano aprobado por el organismo encargado de la evaluación de medicamentos en los EE. UU. (FDA) para el control de la contaminación por Salmonella en alimentos para aves y cerdos. A este respecto, tras la administración de un pienso que contenía este líquido y estaba infectado con el PEDV, Dee et al. (2014a) no encontraron evidencia de infección en los cerdos, lo que indica que este producto podría ser útil para reducir el riesgo de infección.

Por otro lado, en un estudio realizado en Corea se ha detectado una prevalencia de PED del 4,2 % en gatos y, curiosamente, se ha hallado en tonsilas y no en vísceras, donde este virus se encuentra normalmente. Este resultado indicaría que los gatos podrían desempeñar un papel en la transmisión del PEDV. En consecuencia, se aconseja evitar la presencia de estos animales en los alrededores de las explotaciones (Truong et al., 2013).


Animal adulto afectado clínicamente por el virus de la diarrea epidémica porcina.

La vacunación

Actualmente, en Europa se está estudiando una vacuna eficaz frente a las nuevas cepas del PEDV, ya que no hay hasta la fecha vacunas comerciales frente a esta enfermedad (Magrama, 2014; Song y Park, 2012). Por el contrario, sí existen varias vacunas disponibles en Corea del Sur, Japón y China, pero su eficacia es variable en condiciones de campo y la inmunidad protectora inducida resulta insuficiente (Choi et al., 2009; Song y Park; 2012; Magrama, 2014). Este hecho es atribuido a la cepa atenuada utilizada y a la vía intramuscular de administración (Song et al., 2007). Un estudio realizado por Song et al. (2007) mostró que la tasa de mortalidad de los lechones de madres a las que se les había administrado una vacuna atenuada vía oral fue menor (13 %) que la tasa de mortalidad de los lechones de madres que recibieron la misma vacuna vía intramuscular (60 %); además, se encontró mayor concentración de IgA (inmunoglobulina A) en los lechones nacidos de cerdas vacunadas vía oral. En Corea del Sur se autorizó y comenzó a utilizar una vacuna oral desde el año 2004, y en Filipinas, desde 2011 (Song y Park, 2012).


¿Existe riesgo en España de entrada de nuevas cepas del virus?

Debido a que la PED no es una enfermedad de declaración obligatoria según la OIE (tabla), no existe una restricción internacional en el movimiento de animales entre países infectados y no infectados (OIE, 2014). Sin embargo, las importaciones a España de ganado porcino desde países como los EE. UU. y Canadá son escasas y desde China no son posibles (Magrama, 2014). Además, el hecho de que sea obligatorio la desinfección de los vehículos de transporte en desplazamientos internacionales y que el PEDV sea considerablemente sensible a los desinfectantes habituales, reduce aún más el riesgo de entrada de nuevas cepas procedentes de otros países (OIE, 2014).
Asimismo, debido a la situación enzoótica de la PED en España y a la posible existencia de un solo serotipo del virus y, por tanto, la presencia de protección cruzada entre cepas, la mayoría de las explotaciones presentarían inmunidad, evitando una infección con sintomatología aguda y de difusión rápida, como ha sucedido en el continente americano (Ramírez, 2014).


Datos obtenidos de la página web de la OIE (http://www.oie.int/es/) en octubre de 2014. Aunque no es una enfermedad de declaración obligatoria, se ha registrado un incremento del número de declaraciones.


Bibliografía

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DINÁMICA DE LA TRANSMISIÓN Y OPCIONES DE CONTROL DE LA INFLUENZA PORCINA EN LAS GRANJAS Montserrat Torremorell 2015

Dinámica de la transmisión y opciones de control de la influenza porcina en las granjas

Es crucial conocer su epidemiología para evitar transmisiones zoonóticas



Dinámica de la transmisión y opciones de control de la influenza porcina en las granjas
El virus de la influenza A es uno de los patógenos infecciosos respiratorios más importantes en humanos y cerdos. Además de los efectos sobre la salud animal, es un importante patógeno zoonótico y los cerdos pueden ser el reservorio y origen de nuevos virus, incluidos los virus con potencial pandémico.
Montserrat TorremorellCollege of Veterinary Medicine
University of Minnesota
St. Paul, MN 55108
Email: torr0033@umn.edu 

Artículo publicado en la revista Suis nº 120, septiembre 2015. 

Hoy en día el virus de la influenza A es uno de los patógenos infecciosos respiratorios más importantes en humanos y cerdos. Este virus causa en los cerdos un cuadro respiratorio caracterizado por anorexia, fiebre, estornudos, tos, rinorrea, letargia y un estado febril en hembras gestantes que puede resultar en abortos (Karasin et al., 2000; Olsen et al., 2006). La enfermedad se caracteriza por una baja mortalidad, una elevada morbilidad y una disminución del rendimiento del crecimiento que resulta en una mayor variación de peso por cerdo. Además de los efectos sobre la salud animal, el virus de la influenza A es un importante patógeno zoonótico y los cerdos pueden ser el reservorio y origen de nuevos virus (Ma et al., 2009), incluyendo los virus con potencial pandémico. Por lo tanto, el virus de la influenza A tiene implicaciones tanto para la salud animal como para la pública, por lo que es crucial comprender su transmisión en las poblaciones animales con el fin de poder prevenir también las infecciones zoonóticas.

La transmisión del virus de la influenza A es bastante compleja. El virus de la influenza fue reconocido por primera vez en 1918 como un agente viral causante de enfermedades respiratorias en cerdos (Koen, 1919; Shope, 1931). En EE. UU., durante muchos años, los virus de la influenza porcina se mantuvieron relativamente estables hasta 1998. Después de esta fecha se identificaron nuevas cepas, nuevos subtipos y múltiples virus recombinados (Olsen et al., 2002; Webby et al., 2004). Los nuevos virus recombinados contenían componentes genéticos procedentes tanto de la especie humana como de la especie aviar, lo que dio lugar a nuevas cepas que son difíciles de controlar. Lamentablemente, en la actualidad la detección de nuevas cepas continúa y, por consiguiente, los desafíos para controlar la influenza.

Cerdo recién destetado con fiebre e infectado con el virus de la influenza.

Vías de transmisión de la influenza

Las vías de transmisión del virus de la influenza incluyen aerosoles (en suspensión o gotas más grandes), contacto directo con las secreciones de personas o animales infectados y fómites contaminados (Tellier, 2006). En muchos estudios experimentales se ha observado la transmisión del virus de la influenza a través del contacto directo con cerdos infectados y se piensa que esta es la vía de transmisión principal (Shope, 1931; Brookes et al., 2009; Lange et al., 2009.). Tanto los cerdos enfermos como los que padecen infecciones subclínicas desempeñan un papel importante en la transmisión del virus dentro y entre granjas, por lo que es muy importante controlar el movimiento de animales y establecer prácticas de bioseguridad para minimizar la transmisión de agentes infecciosos. En los cerdos el virus de la influenza A no se transmite a través del semen.

Transmisión indirecta

Se sospecha que la transmisión indirecta del virus de la influenza ocurre a nivel de campo. El agua contaminada con heces de aves ha estado implicada en la aparición de brotes de influenza de origen aviar en los cerdos (Karasin et al., 2000; Karasin et al., 2004; Ma et al., 2007). Las vías de infección en los cerdos salvajes no se conocen con claridad, pero la exposición está probablemente relacionada con el contacto con excrementos de aves silvestres, agua contaminada o contacto con cerdos comerciales. El estudio de la transmisión del virus de la influenza a través de otras vías indirectas, como aerosoles y fómites, es limitado.

Aerosoles

El virus de la influenza ha sido detectado en muestras de aire de poblaciones porcinas infectadas experimentalmente (Loeffen et al., 2011; Corzo et al., 2012; Corzo et al., 2013), en el aire de salida de granjas infectadas y en muestras de aire recogidas a una milla de la explotación infectada (Corzo et al., 2013b) destacando el potencial de la transmisión aerógena en los cerdos y entre granjas. El virus de la influenza también se ha detectado y aislado en muestras de aire recogidas en mercados de animales vivos y ferias agrícolas de Norteamérica (Torremorell, comunicación personal). La proximidad entre granjas porcinas y de pavos se ha asociado con la seropositividad del rebaño de pavos al virus de la influenza de origen porcino (Corzo et al., 2012b). Además, el virus de la influenza también se ha detectado en los aerosoles procedentes de cerdos con inmunidad materna infectados experimentalmente, lo que sugiere la posibilidad de que se transmita por aerosoles dentro de salas de parto (Corzo et al., 2012). En los seres humanos, los modelos matemáticos han sugerido que la vía aérogena puede ser la ruta dominante de transmisión de la influenza (Atkinson y Wein, 2008).

Fómites

La transmisión a través de fómites también desempeña un papel en la propagación del virus de la influenza. Recientemente, Allerson et al., (2013c) demostraron la transmisión del virus de la influenza entre una población infectada y una población negativa (naïve) cuando el personal del estudio se movió entre los corrales, incluso después de seguir los procedimientos de bioseguridad que incluían saneamiento, cambio de monos y botas. En este estudio el virus se pudo transmitir tanto en entornos de bioseguridad baja como media.

Transporte

Hasta hace poco no se prestaba mucha atención a la transmisión del virus de la influenza a través del transporte. El transporte de cerdos ha estado implicado en la difusión espacial de virus de la influenza de origen humano a zonas de producción porcina del medio oeste de Estados Unidos (Nelson et al., 2011). Además, se ha demostrado que el transporte de cerdos es responsable de la transferencia de animales infectados de rebaños de cría a rebaños de destete, lo cual contribuye a la circulación de los virus de la gripe entre las diferentes fases de producción (Allerson et al., 2012).

Diversidad y dinámica de la población del virus de la influenza

Por lo general, se considera que el virus de la influenza está ampliamente difundido en las poblaciones de cerdos. Las estimaciones a nivel de rebaño indican que las infecciones por influenza son comunes con una seroprevalencia del 83 % en granjas de cerdas en Ontario (Canadá) y más del 90 % en granjas de cerdas en Bélgica, Alemania y España (Poljak et al., 2008; Van Reeth et al., 2008).

Sistemas de producción

Los sistemas de producción porcina han cambiado significativamente durante los últimos 20 años y en la actualidad la mayoría de los cerdos se crían en poblaciones segregadas bien delimitadas.
La dinámica de infección y transmisión en grandes poblaciones puede diferir significativamente de la dinámica observada a nivel individual o en pequeños grupos de animales. Individualmente, las infecciones de influenza se autolimitan, con una duración media de infección de 5 a 7 días. Sin embargo, las infecciones de influenza a nivel poblacional se pueden mantener durante largos periodos que van de semanas a años (Brown, 2000; Allerson et al., 2013). Hay muchos factores (conocidos o sospechosos) que contribuyen al mantenimiento de las infecciones de influenza en las poblaciones, entre los que se incluyen la introducción de animales, distintos niveles de inmunidad y las distintas vías de transmisión del virus dentro de las poblaciones. Sin embargo, no se sabe bien cómo estos factores interactúan para afectar a la introducción y el mantenimiento del virus en las granjas.
Pulmón de cerdo experimentalmente infectado con el virus de la influenza.

Ensayos y resultados

Las granjas infectadas endémicamente son comunes y está claro que hay más infecciones subclínicas de lo que se pensaba en un principio. En un estudio longitudinal de vigilancia activa, Corzo et al. (2013c) informaron de que aproximadamente el 90 % de los rebaños testados resultaron positivos a influenza. Se detectó la circulación de la influenza durante todo el año, aunque presentaba una menor estacionalidad que la inferida previamente de acuerdo a datos del laboratorio de diagnóstico. Además, el virus de la influenza se detectó tanto en los rebaños vacunados como en los no vacunados y en los animales sin signos clínicos. El perfil de las cepas era dinámico en muchas granjas, donde se detectaron cepas porcinas preexistentes “residentes” y cepas nuevas, así como cepas con nuevos genomas recombinados no identificados previamente. Además, la introducción en 2009 del virus pandémico H1N1 en las poblaciones de cerdos alteró la dinámica de los virus endémicos y resultó, una vez más, en la aparición de nuevas reorganizaciones de consecuencias desconocidas para los cerdos y las personas. Por lo tanto, los rebaños endémicamente infectados representan un reservorio de virus que pueden infectar a otros cerdos, a otras especies animales y, sobre todo, a los seres humanos. Las infecciones con virus de la influenza A también pueden ser frecuentes en cerdas de reposición. Se han detectado múltiples subtipos y cepas coexistiendo en cinco explotaciones de cría monitorizadas durante un periodo de un año (Díaz et al., 2014).

En otro estudio, Allerson et al. (2013) documentaron la función del lechón como un reservorio del virus de la influenza, tanto para el mantenimiento de las infecciones enzoóticas en granjas como para la introducción de virus en las poblaciones de animales destetados. En una explotación danesa también se observó que con el tiempo los animales recién nacidos en ausencia de cerdas positivas pueden actuar potencialmente como portadores (Larsen et al., 2010). Los neonatos obtienen la inmunidad pasiva de sus madres al nacer y se amamantan hasta el destete a los 21 días de edad aproximadamente. Durante este periodo la inmunidad materna disminuye lentamente mientras que los lechones se pueden exponer al virus eliminado por lechones más mayores o de otras fuentes de infección presentes en la explotación. A su vez en el destete, una pequeña pero importante proporción de cerdos está infectada y sirve como fuente de infección para el resto de los cerdos de crecimiento. Como la inmunidad materna disminuye, el virus se disemina dentro de la población a menudo con tasas de transmisión inferiores en comparación con las de las poblaciones susceptibles (Allerson et al., 2013b). Como resultado se observó que los virus se pueden mantener más de lo esperado en las poblaciones de cerdos de cebo, lo que se ha visto reflejado en los datos obtenidos de las poblaciones monitorizadas mediante técnicas de muestreo como son los fluidos orales. Allerson et al. (2013) mostraron que el virus de la influenza puede detectarse durante 70 días en cerdos de engorde alojados en cebaderos donde no se introduce ningún otro animal de otra procedencia, lo que sugiere que los virus pueden mantenerse en las poblaciones más tiempo del que se había considerado previamente.

Cocirculación

Díaz et al. (2015) apoyaron el hallazgo anterior y documentaron la cocirculación de múltiples subtipos que causan epidemias durante 2-4 semanas. También registraron niveles de prevalencia de hasta el 50 % por semana. Después de que el brote epidémico remitiera, el virus permaneció en la población a niveles bajos donde sólo unos cuantos cerdos dieron positivo, indicando el mantenimiento del virus en la población.
A pesar de la rápida y generalizada infección dentro de una población, el virus de la influenza puede estar presente a niveles bajos durante periodos significativos. La presencia de una inmunidad parcial y la cocirculación de múltiples cepas son factores que afectan a la persistencia del virus de la influenza en las poblaciones. La cocirculación de diversas cepas del virus en el tiempo y espacio dentro de las poblaciones parecen ser comunes.

Prevalencia

Los estudios publicados de prevalencia con muestras recogidas en matadero también sugieren que el virus se puede mantener a nivel poblacional durante periodos prolongados. En varios estudios la prevalencia del virus de la influenza en el matadero varió de 2 a 4 % (Peiris et al., 2009; Olsen et al., 2000; Smith et al., 2009; Vijaykrishna et al., 2010). A pesar de que la influenza no se transmite a través del consumo de carne de cerdo (Vincent et al., 2009), esta información sugiere que los cerdos en crecimiento pueden permanecer infectados durante periodos prolongados o, por otro lado, si las infecciones son recientes, se hace hincapié en que los cerdos de todas las edades pueden infectarse.

Inmunidad

La inmunidad también puede influir en la dinámica de transmisión en las poblaciones. Recientemente se cuantificó la transmisión del virus de la influenza en poblaciones de cerdos no vacunados y vacunados y se observó una tasa de transmisión estimada de 10,66 en los cerdos no vacunados y de 1 y 0 para los cerdos vacunados con vacunas inactivadas heterólogas y homólogas, respectivamente (Romagosa et al., 2011). En cerdos con inmunidad pasiva se obtuvo un valor en la tasa de transmisión similar a los cerdos no vacunados y una reducción de los parámetros de transmisión en las poblaciones de cerdos con inmunidad materna homóloga (Allerson et al., 2013b). En general, estos estudios indican que la inmunidad puede mitigar la transmisión y reducir la carga de virus de la influenza en las poblaciones de cerdos.

Conclusiones

Aspecto de un pulmón de cerdo infectado con el virus de la influenza.
Los recientes estudios de vigilancia de influenza en granjas de reproductoras indican que otras subpoblaciones de animales, como por ejemplo las cerdas de reemplazo, pueden desempeñar un papel en la introducción de virus en las granjas (Díaz et al., 2014).
Se encontró que los animales de reemplazo recién introducidos en una explotación representan un alto riesgo para las infecciones de influenza comparados con los animales de reemplazo que han estado en la granja más de 30 días. Esto indica que las cerdas jóvenes recién introducidas pueden ser un riesgo importante a la hora de introducir y mantener las infecciones de influenza en rebaños de cría. Es necesario estudiar con más detalle el papel que los animales de reemplazo desempeñan en la alteración del panorama de los virus existentes.
La introducción de virus de origen humano es un aspecto que también contribuye a la transmisión y la diversidad de los virus de influenza en los cerdos. Nelson et al. (2012) documentaron recientemente 49 episodios de transmisión humana a los cerdos de pH1N1 y 23 introducciones estacionales de H1 y H3 llegando a la conclusión de que los seres humanos contribuyen sustancialmente a la diversidad del virus de la influenza en cerdos. Por lo tanto, también deben tenerse en cuenta los esfuerzos para disminuir la introducción de virus de origen humano.

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