miércoles, 21 de septiembre de 2016

DIARREA EPIDËMICA PORCINA Arguello H., P. de Novoa, P Rubio, A. Carvajal 2016

Diarrea epidémica porcina: nuevos desafíos de una vieja conocida

En lechones de menos de dos semanas morbilidad y mortalidad pueden alcanzar el 100 por ciento

Después de una década en la que los brotes de la enfermedad habían sido escasos en Europa, todas las alarmas han saltado a raíz del primer brote descrito en América. Esta revisión tiene por objetivo acercar al lector al estado actual de esta enfermedad dando respuesta a algunas de las preguntas que han surgido recientemente.

Héctor Arguello, Pedro J.G. de Nova, Pedro Rubio y Ana Carvajal
Email: arguello.rguez@gmail.com 
Artículo publicado en la revista Suis n.º 130, septiembre 2016. 

La diarrea epidémica porcina (PED por sus siglas en inglés) es una enfermedad intestinal altamente contagiosa del ganado porcino causada por un Coronavirus, el virus de la diarrea epidémica porcina o PEDV. El principal signo clínico es la aparición de una diarrea acuosa en cerdos de todas las edades, si bien el proceso es particularmente grave en los lechones de menos de dos semanas de vida, en los que tanto la morbilidad como la mortalidad pueden alcanzar el 100 %.
La entrada del PEDV en granjas previamente libres de esta infección provoca brotes epidémicos. En esta situación la morbilidad puede ser del 100 %, con independencia de la edad, observándose diarrea en todas las fases de la producción y pudiendo alcanzarse elevadas tasas de mortalidad en los lechones. Por el contrario, en las granjas que presentan una infección endémica por el PEDV los signos clínicos se observan principalmente en los cerdos destetados, cuando pierden la inmunidad maternal, así como en los animales de reposición que provienen de granjas libres de esta enfermedad.
El PEDV es un viejo conocido que ha vuelto a golpear con fuerza la producción porcina recientemente. Esta revisión tiene por objetivo acercar al lector al estado actual de esta enfermedad dando respuesta a algunas de las preguntas que han surgido recientemente debido al brote de PED en Norteamérica.
La diarrea epidémica porcina es una enfermedad intestinal altamente contagiosa del ganado porcino. (Foto: Anri Gor/shutterstock.com)

El nuevo mapa del PED en el mundo

En la Unión Europea (UE) el PED se describió en los años 70 en el Reino Unido y Bélgica por primera vez, siendo el PEDV o los anticuerpos dirigidos frente al mismo detectados en cerdos de los principales países productores europeos en las décadas de los 70 y los 80. Sin embargo, durante los años 90 la incidencia de los brotes de PED en Europa descendió paulatinamente y además los brotes descritos se asociaron a tasas de morbilidad y, particularmente, a tasas de mortalidad moderadas. Esta tendencia se mantuvo con el cambio de siglo y durante la primera década del siglo XXI el único brote destacable de PED en la UE se produjo en Italia, entre los años 2005 y 2006, con más de 60 granjas con infección confirmada y una tasa de mortalidad en lechones lactantes que osciló entre el 8 y el 34,5 %. Sin embargo, en los últimos 2-3 años se han reportado nuevos brotes de PED en países del entorno europeo como Alemania, Holanda, Francia, Bélgica o Ucrania, entre otros. En Alemania se ha reportado el caso de tres granjas infectadas, una de ellas con tasas de mortalidad en lechones que llegaron al 70 %. Es importante destacar que mediante análisis de laboratorio se ha comprobado que la cepa infectante en estas granjas no tiene homología con las cepas del PEDV circulantes en Europa en los años 70 y 80 (conocida como la CV777) y sí, por el contrario, con la variante de PEDV que asoló el norte de América, como explicaremos al final de este bloque.
Contrariamente a la situación que acabamos de describir en Europa, en Asia el PEDV se ha mantenido como uno de los principales agentes etiológicos de diarrea en las granjas de porcino desde hace más de 30 años. Las primeras descripciones correspondieron a China y Japón, en los años 80, y desde estos países el virus se difundió hacia otros: Corea, Filipinas y Tailandia en los 90 y Taiwán o Vietnam más recientemente, en 2007 y 2009, respectivamente. Entre los frecuentes brotes de PED ocurridos en Asia cabe destacar los que se produjeron en varias provincias del sur de China durante el año 2010, con tasas de mortalidad en lechones lactantes particularmente elevadas, de entre el 50 y el 90 %. Estos brotes especialmente graves de PED se extendieron por el resto de la región en los años siguientes, habiéndose sugerido que podrían estar asociados a una nueva cepa del PEDV particularmente virulenta.
Hasta el año 2013 no se había confirmado ningún caso de PED en el continente americano. En el mes de abril de ese año, el PEDV fue identificado por primera vez en EE. UU., en una granja del estado de Ohio. Un año después de haber sido identificado por primera vez en el país, el virus se había diseminado, afectando a más de 5.000 granjas de 25 estados así como a otros países del continente como México (julio de 2013), Perú (octubre de 2013) Canadá (enero de 2014), Colombia (marzo de 2014) o Ecuador (julio de 2014). El impacto asociado a la entrada y difusión del PEDV en la producción porcina de EE. UU. fue tremendo, con un coste económico durante el primer año estimado en 900-1.800 millones de dólares.
El principal signo clínico es la aparición de una diarrea acuosa en cerdos de todas las edades, con particular gravedad en lechones de menos de dos semanas de vida. (Foto: tratong/shutterstock.com)

El agente etiológico

El PEDV es un Coronavirus perteneciente a la familia Coronaviridae incluyéndose dentro de esta en el género Alphacoronavirus, donde también se encuadran otros coronavirus porcinos como el virus de la gastroenteritis transmisible (VGET) o el coronavirus respiratorio porcino (CVRP). Pese a que el PEDV y el VGET comparten numerosas características, incluida su clasificación cono Alphacoronavirus, sus mecanismos patogénicos o el cuadro clínico y lesional asociado a la infección, no existen reacciones cruzadas claras entre ambos; los ensayos de seroneutralización cruzada indican que los antisueros frente a cada uno de estos dos coronavirus no son capaces de neutralizar al virus heterólogo, y además hay importantes diferencias en las secuencias de los genes que codifican las principales proteínas estructurales, de modo que el diagnóstico diferencial en el laboratorio no plantea grandes retos.
Los coronavirus son virus con envuelta y con un aspecto externo similar a una corona. El PEDV posee cuatro proteínas estructurales. Tres de estas proteínas son proteínas de membrana, las identificadas como proteínas S, M y E, denominadas así por los términos en inglés spike (punta), membrane (membrana) y envelope (envoltura), anteriormente denominada sM o small membrane (membrana pequeña), respectivamente. La cuarta proteína estructural es la nucleocápside o proteína N, que encapsida el ARN monocatenario y de polaridad positiva que constituye el genoma del PEDV. De entre estas proteínas sin duda destaca por su importancia la proteína S por ser inductora de anticuerpos neutralizantes y responsable de la interacción con los receptores celulares de los enterocitos.
El PEDV se replica en el citoplasma de los enterocitos de las vellosidades del intestino delgado, causando un acortamiento de las mismas y una reducción de la capacidad de absorción y de la capacidad enzimática del intestino delgado que se traduce en una diarrea acuosa. La reposición más lenta de los enterocitos infectados en los lechones de pocos días de vida se ha señalado como posible causa de la mayor gravedad de esta infección en los animales más jóvenes en comparación con el resto. Aunque la infección se localiza principalmente en el intestino delgado, el virus también se ha podido localizar en el colon, aunque sin daño tisular aparente.

Las distintas cepas del PEDV

Uno de los aspectos de mayor debate en lo que respecta al PEDV, sobre todo después de los brotes particularmente virulentos ocurridos en Asia desde el año 2010 y de la emergencia del PED en EE. UU. en el año 2013, es si existen nuevas variantes de este virus con una virulencia superior a la de las cepas más clásicas del virus. Los estudios de filogenia han revelado que en el brote de PED ocurrido en EE. UU. han estado implicadas, al menos, dos cepas distintas del PEDV (figura 1) que se diferenciaban, particularmente, en la secuencia del extremo N-terminal del gen que codifica para la proteína S. Las cepas identificadas en los primeros casos se asociaron a elevadas tasas de morbilidad y mortalidad, mientras que en casos posteriores se identificaron aislados con inserciones y delecciones en esta región que se denominaron cepas INDEL o S-INDEL y que se asociaron a brotes con menor mortalidad entre los lechones afectados. En contraposición a estas cepas, a las primeras identificadas se las denominó como cepas NO-INDEL.
Hoy en día se acepta que existen dos genotipos del PEDV, identificados como genotipo 1, que correspondería a los aislados INDEL, y genotipo 2, con dos subgrupos en cada uno de ellos. Los virus que circularon por Europa y también por diferentes países de Asia antes del año 2010 se incluyen en el subgrupo a del genotipo 1 o genotipo G1a. Por el contrario, los virus detectados en los brotes más graves de PED en Asia con posterioridad al año 2010 así como en gran número de granjas en los EE. UU. pertenecen al genotipo 2, subgrupos 2a (restringido por el momento a Asia) y 2b. El subgrupo b del genotipo 1 o genotipo G1b incluye aislados INDEL de acuerdo a las características del gen que codifica para la proteína S y se ha propuesto que derivarían de la recombinación entre los aislados del PEDV más clásicos o aislados del genotipo 1a con aislados del genotipo 2b. Este genotipo G1b ha sido descrito tanto en Asia como en EE. UU. y en diferentes países europeos, mientras que el genotipo G2b ha sido detectado en Asia, EE. UU. y Ucrania.
En concreto, y dentro del ámbito europeo, podemos indicar que el predominio de las cepas INDEL o del genotipo 1 es claro. Los limitados aislados anteriores a 2013 de que se dispone se incluyen en el genotipo G1a mientras que los aislados más recientes, causantes de brotes posteriores a la emergencia del PEDV en el continente americano, son aislados del genotipo G1b con la única excepción puntual de un brote de PED descrito en Ucrania y causado por una cepa de PEDV con un 99,8 % de homología con la cepas NO-INDEL americana o genotipo G2b.
Figura 2. Acortamiento de las vellosidades en intestino delgado consecuencia de la infección por el virus.

La virulencia de las distintas cepas de PEDV

¿Existen diferencias en la virulencia de las diferentes cepas del PEDV? Esta es una de las cuestiones más relevantes en las investigaciones más recientes relativas a este coronavirus. En un estudio reciente de infección experimental en lechones se demostró que las cepas S-INDEL se asocian a una infección más leve o de menor virulencia, con un periodo de incubación más largo, un periodo de diarrea más corto, daño del intestino más focalizado y, en general, menor mortalidad (18 % frente al 55 % de los cerdos infectados) en comparación con los lechones desafiados con cepas NO-INDEL americanas. Sin embargo, es importante señalar que tanto las cepas S-INDEL como la cepa europea más clásica, cepa CV777, son también capaces de provocar cuadros diarreicos graves en las explotaciones, con mortalidades que pueden llegar al 75 % de los lechones lactantes en las dos primeras semanas de vida. Diversos autores puntualizan que tanto el peso vivo de los lechones al nacer como la salud de la cerda y la lactación son factores clave en la gravedad de los cuadros clínicos provocados por el PEDV. No debemos perder de vista tampoco la influencia que otros factores, como el manejo de la granja, el estatus sanitario e inmunitario de los cerdos o la presencia de coinfecciones pueden tener en la gravedad del PED. A este respecto, se ha descrito que la coinfección con otros virus como el delta coronavirus o el orthoreovirus 3 de mamíferos puede agravar los cuadros clínicos asociados al PEDV. El primero de estos virus se ha asociado con diarrea moderada en lechones mientras que el segundo con diarrea grave con mortalidad de hasta el 100 % de los animales infectados.
Figura 3. Enteritis de intestino delgado en lechón lactante.

El origen de la infección y la transmisión del virus

Al igual que en el resto de las infecciones gastrointestinales del ganado porcino, la principal ruta de transmisión del PEDV es la ruta fecal-oral, tanto directa como indirecta. Los cerdos infectados eliminan el virus en heces de forma continua durante los primeros 7-10 días (figura 4) aunque los trabajos más recientes y basados en el empleo de técnicas moleculares más sensibles para la detección indican que esta eliminación puede prolongarse, de forma intermitente, hasta las 36 semanas en algunos animales (figura 4). La combinación de la eliminación de altas concentraciones de virus en las heces por los animales enfermos con la baja dosis infectante facilita la transmisión del PEDV. Además el virus es estable a temperaturas bajas, pudiendo ser infectante en purines a 4 °C durante 28 días y en alimento durante 7 días a 25 °C. Cualquier fómite (equipamiento, botas, camiones, etc.) contaminado con heces infectadas es susceptible de participar en la transmisión del virus. Como hemos comentado anteriormente al hablar de las diversas cepas existentes, se ha demostrado una relación clara entre las cepas americanas y las cepas asiáticas, de forma que parece claro que el brote en Norteamérica se originó a partir de aislados del PEDV procedentes del continente asiático. La forma de entrada en EE. UU. se desconoce, aunque algunos trabajos proponen la participación de contenedores o sacos que se emplean para el traslado de determinadas primas como la vía más probable.
También llama la atención la gran velocidad con la que este virus se propagó por diversos estados de EE. UU., teniendo en cuenta las grandes distancias existentes. Este hecho ha suscitado debate y generado gran cantidad de hipótesis al respecto, tratando de buscar nuevas rutas de infección que pudiesen explicar la rápida difusión del virus. Una de las opciones planteadas desde el momento inicial fue la posibilidad de una transmisión aérea del virus. En este sentido, este y otros virus pueden viajar fácilmente distancias cortas en partículas de heces suspendidas en el aire, aunque los estudios que han tratado de reproducir experimentalmente la infección por el PEDV empleando esta vía de transmisión han fracasado. Otro posible mecanismo de transmisión implicaría la participación de vectores (roedores, aves e insectos) de forma mecánica, aunque por el momento nadie ha podido demostrar que estén involucrados en la misma. El PEDV se ha detectado tanto en semen como en leche de cerdas lactantes de animales infectados, aunque nuevamente no se ha conseguido demostrar que estos materiales puedan ser infectivos y además no se puede excluir la posibilidad de que la presencia del material genético (ARN) en estos fluidos sea consecuencia de su contaminación con heces. Finalmente, un posible origen de infección que ha suscitado un gran debate es el potencial riesgo de transmisión a través del plasma porcino deshidratado atomizado. Empleando técnicas moleculares, se detecta la presencia de ARN vírico en muestras de suero de cerdos infectados, discutiéndose sobre la posibilidad de existencia de una viremia más o menos relevante. Este hecho ha permitido teorizar sobre el riesgo que constituye el plasma que con frecuencia se emplea en la nutrición de lechones. En este sentido, las investigaciones realizadas concluyen que el proceso de atomizado y las condiciones de almacenamiento son suficientes para inactivar el virus en caso de que estuviera presente y viable en el plasma porcino. Tan solo en un experimento se ha logrado reproducir el cuadro clínico de PED en lechones alimentados con plasma porcino deshidratado positivo al PEDV por técnicas moleculares y ningún trabajo ha logrado reproducir el PED mediante la administración de pienso suplementado con plasma porcino deshidratado positivo. Finalmente, el hecho de que en determinados países como Brasil o regiones como el oeste de Canadá se hayan empleado en nutrición porcina toneladas de plasma porcino deshidratado atomizado positivas al PEDV sin que se haya producido ningún brote de esta enfermedad apuntan, nuevamente, a la seguridad de este componente de la dieta en lo que respecta a la transmisión del PEDV. Todo parece indicar que los movimientos de animales infectados y muy particularmente los fallos en los procedimientos de limpieza y desinfección de los vehículos de transporte han sido los factores más directamente implicados en la rápida diseminación del virus en las explotaciones porcinas de Norteamérica.

Avances en el diagnóstico

La gran importancia y el impacto de la epidemia de PED ocurrida en EE. UU. ha impulsado, de forma notable, el desarrollo de nuevas técnicas o de modificaciones de las técnicas de diagnóstico de PED más clásicas. Entre las técnicas de detección directa podemos señalar el aislamiento del virus en líneas celulares, la detección de proteínas o la detección del ARN empleando técnicas como la inmunofluorescencia y la inmunohistoquímica o la amplificación por reacción en cadena de la polimerasa (PCR) y los ensayos de amplificación isotérmica, respectivamente. Además, existe un número limitado de técnicas indirectas para la detección de los anticuerpos (Ac) dirigidos frente al PEDV entre los que destacan la técnica ELISA (enzimoinmunoensayo), la inmunofluorescencia indirecta, los ensayos de inmunoperoxidasa en monocapa o la seroneutralización (figura 5).
Figura 5. La serología es una de las principales herramientas de diagnóstico. - Detección de Ag virus por ELISA en fases tempranas de la enfermedad. - Detección de Ac en el cerdo en fases de infección más tardías (a partir de las 2 semanas posinfección aproximadamente).
Dentro de los métodos de detección directa, sin duda la PCR se ha convertido en la técnica de elección por su sensibilidad, especificidad y rápida interpretación de los resultados. Se basa en la amplificación del material genético, en este caso de los genes codificantes para las proteínas estructurales N, S y M descritas anteriormente, existiendo dos modalidades, la PCR convencional y la PCR a tiempo real (rRT-PCR). En ambos casos debe existir una etapa previa de transcripción reversa. Otras ventajas asociadas a las técnicas de PCR incluyen la posibilidad de realizar un diagnóstico diferencial con otros virus como el delta coronavirus, el virus de la GET o rotavirus, en un mismo ensayo o el hecho de que se puedan diseñar técnicas de PCR que permitan la identificación del PEDV y la identificación de las distintas cepas del virus. La detección por PCR del virus se puede realizar en muestras de heces, hisopos rectales, fluidos orales o muestras de contenido intestinal o macerado de intestinos. También se ha empleado esta técnica para detectar el virus en muestras ambientales o de pienso en estudios epidemiológicos.
Otros métodos directos incluyen los ELISA para la detección de antígenos víricos que permiten la detección de proteínas del virus presentes en las heces o la inmunohistoquímica o la inmunofluorescencia para la detección del virus en tejidos, en los enterocitos de tramos de intestino afectados. Todas estas técnicas son de utilidad pero se han visto reemplazadas por la PCR, entre otros motivos por la mayor sensibilidad y por la rapidez y la sencillez de la técnica comparada con el resto de las indicadas.
Por lo que respecta a las técnicas de detección indirecta o técnicas serológicas para la detección de anticuerpos frente al virus en animales infectados, debemos indicar que existen desde los años 90 diversas técnicas ELISA, aunque en la mayoría de los casos son técnicas no comerciales. Entre estos ELISA existen diseños diferentes, con técnicas de ELISA indirecto o técnicas de ELISA de competición o de bloqueo. Pueden estar basados en antígenos completos del virus o en proteínas recombinantes del virus (N, S o M) y, por lo general, las sensibilidades y especificidades que se les asocian son elevadas. Las muestras sobre las que se pueden emplear estas técnicas de detección indirecta incluyen suero, leche, calostro, heces o fluidos orales y pueden estar dirigidas frente a inmunoglobulinas de diferentes subtipos, IgM, IgG o IgA.
La tabla 1 resume las técnicas de diagnóstico disponibles en la actualidad y su potencial utilidad para la detección de la PED.
Mientras que los métodos directos están dirigidos hacia la detección del virus en animales enfermos, los métodos indirectos o serológicos permiten determinar la exposición previa de los animales al patógeno. Este aspecto es muy importante, por ejemplo, para el control de la entrada de nuevos animales en la explotación, como es el caso de las cerdas de reposición, y son también una herramienta importante para la evaluación de la eficacia de nuevos candidatos vacunales. La figura 4 resume la cinética de la infección y los tiempos a los que es más útil emplear métodos directos (mientras hay eliminación de virus en heces) o indirectos (cuando la detección del virus ya no es factible) para chequear la enfermedad según el estado del animal.
El tratamiento y la profilaxis del PED
No existe un tratamiento específico para el PED, exceptuando un tratamiento sintomático en los cerdos enfermos. Debemos evitar la deshidratación de lechones lactantes por ser los más vulnerables mediante la aplicación de soluciones electrolíticas, la retirada de alimento seco durante un periodo de 12-24 horas con una reintroducción paulatina del mismo y la disponibilidad constante de agua. Nuestra experiencia personal en el manejo de brotes de PED indica que la utilización de antipiréticos como el paracetamol o de antiinflamatorios no esteroideos puede minimizar el impacto de la infección por el PEDV.
Aparte de este tratamiento sintomático, únicamente disponemos de la inmunoprofilaxis para proteger a los animales de nuestras granjas. En Asia y más recientemente en EE. UU. se han empleado diferentes diseños de vacunas, tanto vacunas vivas atenuadas como inactivadas, aplicándolas en las cerdas para conferir inmunidad pasiva a los lechones durante la lactación. Sin embargo, la protección conferida por estas vacunas es variable y no siempre son efectivas, por lo que su uso es motivo de controversia. Entre los factores que pueden influir en la eficacia de la inmunización se encuentra la vía de administración de la vacuna. En este sentido, un estudio reciente realizado en China concluye que la vacunación con una vacuna atenuada administrada por vía oral produce mayor concentración de IgA frente al PEDV en leche que la administración parenteral de la misma vacuna. Esto se traduce en una menor mortalidad de lechones en granjas infectados por PED. Algunos trabajos señalan que la cepa infectante también puede tener relación con la protección conferida por la vacuna, y en este sentido se cuestiona la protección conferida por vacunas basadas en cepas del genotipo 1 frente a infecciones por aislados del genotipo 2, aunque los trabajos experimentales indican que existe protección cruzada entre ambos genotipos. En cualquier caso, es importante conocer que en el entorno europeo nunca se han empleado vacunas para el control de esta infección y que, por el momento, no existen vacunas disponibles en la región, pudiendo llevarse a cabo la estimulación del sistema inmunitario de las cerdas mediante su exposición empírica al contenido intestinal o las heces de lechones afectados.
Finalmente, la prevención de la infección por el PEDV en una granja, una región o un país debe estar basada en unas adecuadas estrategias de vigilancia y de diagnóstico precoz que se focalicen en los principales riesgos potenciales de la entrada del virus como entrada y/o importación de animales o la de vehículos. En este sentido, es esencial asegurar una adecuada bioseguridad externa de las granjas que incluye el control estricto del acceso de vehículos, de las visitas y de la reposición externa.

Bibliografía

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miércoles, 14 de septiembre de 2016

FIEBRE HEMORRÁGICA DE CRIMEA-CONGO SINC 2016

¿Necesitamos un protocolo de vigilancia para la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo en España?

Ganaderos, veterinarios y trabajadores de mataderos son población en riesgo


Con la primera confirmación en España de dos casos humanos de fiebre por el virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo se abre el debate sobre la necesidad de vigilar la presencia de este tipo de virus y otros relacionados.
Agencia Sinc publicaba el pasado 7 de septiembre una noticia en la que Joaquín Goyache Goñi y Nerea García Benzaquén, ambos investigadores del Centro de Vigilancia Sanitaria Veterinaria VISAVET de la Universidad Complutense de Madrid, dibujan un escenario de incertidumbre sobre qué puede ocurrir con la evolución de esta enfermedad en España. A pesar de que actualmente el riesgo de contagio es muy bajo, las condiciones climáticas actuales favorecen la expansión de los vectores del virus de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo y otros similares.
La fiebre hemorrágica de Crimea-Congo (FHCC) es una enfermedad ocasionada por un virus (vFHCC) perteneciente al género Nairovirus, de la familia Bunyaviridae. Se trata de una enfermedad zoonósica y el agente causal se encuentra de forma endémica en muchos países de África, Asia, Oriente Medio y el sureste de Europa, aunque datos serológicos sugieren su presencia en ciertas zonas de Hungría, Francia y Portugal.
El virus fue descrito por primera vez en un brote de enfermedad hemorrágica que tuvo lugar entre 1944 y 1945 en la península de Crimea. Más tarde se comprobó que este era antigénicamente idéntico a uno aislado de la sangre de un paciente en el Congo Belga (actual República Democrática del Congo) en 1956. Este vínculo le otorgó el nombre actual, y pudo ser cultivado en 1968, tras más de dos décadas de intentos fallidos.

¿Se trata de un virus peligroso para la ganadería?

Según los datos existentes en la actualidad, su distribución coincide con la de su principal vector, las garrapatas del géneroHyalomma, aunque también se ha encontrado en, al menos, otras 30 especies de este tipo de parásitos.
Pese a que existen otras vías de transmisión, la picadura por garrapatas infectadas por el virus es la principal. Se cree que su dispersión es la que traslada el virus hacia zonas nuevas, en las que previamente no se había descrito el proceso.
El virus se mantiene en la naturaleza en un ciclo que incluye a garrapatas y vertebrados, aunque también se puede transmitir de forma transovárica (infecta el ovario y el óvulo de la garrapata), transestadial (el virus pasa de una fase evolutiva a otra del vector: huevo, larva, ninfa y adulto) y venérea (transmisión en la cópula) dentro de las poblaciones de garrapatas infectadas.
Estas infestan una gran variedad de especies de animales domésticos, entre los que destacan el ganado vacuno y los pequeños rumiantes, principalmente si son criados en sistema extensivo, y silvestres, como ciervos, liebres o erizos.
La mayoría de las especies de aves son seronegativas –salvo algunas descripciones anecdóticas en una urraca y en otras especies tras infecciones experimentales–, por lo que se cree que son resistentes a la infección, aunque los avestruces sí parecen ser susceptibles al virus.
En el ganado, la viremia es corta y de baja intensidad y no muestran signos clínicos –se ha descrito fiebre moderada de corta duración en animales inoculados experimentalmente–. Por lo tanto, las infecciones de animales de abasto no tienen efectos sobre la producción, por lo que, por el momento, no es una enfermedad de relevancia en sanidad animal.

Quienes trabajan con rumiantes tiene más riesgo de contraer la fiebre de Crimea-Congo

En seres humanos, la patología es un suceso relativamente raro que suele afectar a personas que viven o trabajan con ciertas especies ganaderas, como vacas, cabras y ovejas. También, en quienes frecuentan hábitats con garrapatas infectadas de forma temporal –como senderistas, veterinarios, cazadores y profesionales forestales– o continuada, incluyendo a quienes trabajan en mataderos y explotaciones ganaderas, que pueden entrar en contacto con fluidos de animales infectados.
La transmisión persona-persona es posible, principalmente, en profesionales de la salud que atienden a enfermos y entran en contacto con sangre o fluidos corporales que contengan el virus. Otras profesiones de especial riesgo son los trabajadores en laboratorios de análisis clínicos y de investigación en el virus, por lo que se precisa, para el manejo del virus o de muestras sospechosas de contenerlo procedimientos de nivel 4 de bioseguridad. Su seroprevalencia en individuos con historial de picadura de garrapatas puede llegar hasta un 20% en zonas endémicas.
Las manifestaciones clínicas tras la infección en seres humanos comienzan con síntomas febriles inespecíficos, similares a los de un proceso gripal, que pueden evolucionar hacia un síndrome hemorrágico grave con una tasa de mortalidad variable que puede ser muy elevada –hasta un 40% o más–, dependiendo de la región y de la vía de transmisión.

El virus está en España desde 2010

España posee las características geográficas, ecológicas, climáticas y sociales para la circulación de muchos arbovirus, como el de la fiebre hemorrágica Crimea-Congo. Este ya se detectó en nuestro país en noviembre de 2010 en garrapatas de la especie Hyalomma lusitanicum en Extremadura, obtenidas de un ciervo común (en la península ibérica las especies más abundantes son H. marginatum y H. lusitanicum), en la que sería la primera demostración de la circulación del virus en el suroeste de Europa.
La secuencia del virus detectado mostró una similitud genética del 98% con las secuencias de virus de Mauritania y Senegal, lo que sugiere la introducción del virus desde África. Lo más probable es que llegase a España a través de aves migratorias, que suelen ser hospedadoras de formas inmaduras de H. marginatum.
Distribución de la garrapata H. marginatum en la cuenca mediterránea y distribución esperada con el clima histórico en 2011. (Extraído de: Informe de situación y evaluación del riesgo de transmisión de fiebre hemorrágica de Crimea-Congo (FHCC) en España, octubre 2011)

¿Hay que poner en marcha un protocolo de vigilancia?

Pese a que España parece ser actualmente un país de riesgo bajo para la entrada de la enfermedad, el hecho de que se hayan diagnosticado los dos primeros casos humanos de enfermedad hemorrágica de Crimea-Congo en territorio español a finales de agosto de 2016 nos sitúa en un escenario de incertidumbre.
Aunque se considera que la probabilidad de infección en seres humanos es baja y el impacto de morbi-mortalidad sería muy pequeño, los factores que pueden influir en la circulación del virus en nuestro país están variando rápidamente. Elaumento de las temperaturas medias anuales hace que las garrapatas, posibles vectores del virus, encuentren condiciones favorables durante más tiempo en el año y ocupen zonas más al norte y a más altitud.
Además, existen otros parámetros no exclusivamente climáticos o ecológicos, como cambios en el uso del terreno, por ejemplo, que pueden tener un impacto en las poblaciones de garrapatas y en sus huéspedes.
Sería necesario abordar de forma integral y multidisciplinar la vigilancia de la circulación del virus hemorrágico de Crimea-Congo España. Lo más urgente sería la obtención de datos sobre la extensión de la presencia del virus en nuestro territorio para establecer un protocolo adecuado para la vigilancia y manejo de la enfermedad en seres humanos, reforzando la coordinación a nivel local, autonómico y nacional.

sábado, 10 de septiembre de 2016

RUBULAVIRUS PORCINO o ENFERMEDAD DEL OJO AZUL.

La infección por rubulavirus porcino o enfermedad del ‘ojo azul’ es una enfermedad emergente que se observó por primera vez en La Piedad, Michoacán (México) y en los estados vecinos de Jalisco y Guanajuato en el año 1980. Se caracteriza por la encefalitis y la enfermedad respiratoria en los lechones, falla reproductiva en los animales adultos y, ocasionalmente, opacidad corneal en todas las edades.
Etiología
La enfermedad del ojo azul es causada por el rubulavirus porcino, también denominado paramixovirus La Piedad, Michoacán (PVLPM). Este virus, que fue aislado por primera vez en México a comienzos de la década de 1980, pertenece al género Rubulavirus de la familia Paramyxoviridae. Solamente se conoce un serotipo.
Especies afectadas
Los cerdos son la única especie hospedadora conocida.
Distribución geográfica
Aunque solo se han informado casos de enfermedad del ojo azul en México, se han encontrado paramixovirus porcinos estrechamente relacionados en otros países tales como Australia, Canadá, Japón e Israel.
Transmisión
Las infecciones parecen propagarse por vía respiratoria principalmente. Se ha encontrado el virus en cantidades considerables en la orina. La transmisión vertical ocurre in utero.
Período de incubación
En los estudios experimentales, los síntomas aparecieron 3 a 5 días después de la inoculación intranasal de los lechones.
Signos clínicos
En cerdos lactantes de 2 a 21 días de vida, la enfermedad del ojo azul se caracteriza por encefalitis, neumonía y opacidad corneal. Por lo general, la enfermedad comienza con aparición repentina de fiebre, lomo arqueado y postración o depresión. Estos síntomas son seguidos de enfermedad neurológica progresiva con debilidad, ataxia, temblores musculares, postura anormal y rigidez, especialmente de las patas traseras. Algunos lechones se muestran hiperexcitables; chillan y realizan movimientos de pedaleo cuando son manipulados. Entre 1 y 10 % de los lechones desarrollan opacidad corneal unilateral o bilateral, que suele remitir de manera espontánea. Otros síntomas pueden incluir conjuntivitis, ceguera aparente, nistagmo, constipación y diarrea. Con frecuencia los lechones afectados mueren. Los primeros lechones generalmente mueren dentro de las 48 horas de la aparición de los signos clínicos; posteriormente se observan muertes después de 4 a 6 días de la enfermedad.
Los cerdos destetados de más de 30 días de vida suelen mostrar síntomas moderados y transitorios que pueden incluir anorexia, fiebre, tos, estornudos y, ocasionalmente, opacidad corneal. Los síntomas neurológicos son poco comunes en este grupo etario, pero se puede observar depresión ocasional, ataxia, marcha en círculos u oscilación de la cabeza. En establecimientos con manejos deficientes, se ha registrado un síndrome que consiste en síntomas neurológicos graves con un índice de mortalidad del 20 % en cerdos de engorde de 15 a 45 kilos. En estos establecimientos, hasta un 30 % de los cerdos también pueden desarrollar opacidad corneal.
En los cerdos adultos se observan fallas reproductivas. Los síntomas incluyen una disminución en las tasas de concepción, abortos, aumento de mortinatos y fetos momificados en las cerdas, y epididimitis, orquitis y baja calidad espermática en los machos. Además, algunos animales pueden presentar opacidad corneal o anorexia leve.
Lesiones post mortem
Las lesiones típicas en los cerdos lactantes son la neumonía intersticial y la encefalomielitis no supurativa. Las lesiones macroscópicas pueden incluir síntomas de neumonía leve (especialmente en los vértices ventrales de los lóbulos pulmonares craneales), congestión cerebral, y conjuntivitis y quemosis en los ojos. Se puede observar distensión leve del estómago con leche y de la vejiga urinaria con orina. Algunas veces la cavidad peritoneal contiene una pequeña cantidad de líquido con fibrina. Las lesiones histopatológicas incluyen encefalomielitis no supurativa; la materia gris del tálamo, el mesencéfalo y la corteza cerebral, resultan afectadas con mayor frecuencia. Los pulmones pueden contener áreas dispersas de neumonía intersticial, con engrosamiento de los septos e infiltración por células mononucleares. También se ha registrado tonsilitis leve.
La lesión principal encontrada durante la necropsia de cerdos infectados de manera experimental es la epidídimoorquitis grave. Se pueden atrofiar los testículos. Los cambios histopatológicos en la epididimitis pueden incluir granulomas espermáticos y degeneración vacuolar del epitelio ductal, asociados con la infiltración por células mononucleares y la fibroplasia intersticial. En los testículos, se puede observar degeneración de los túbulos seminíferos e infiltrado intersticial por células mononucleares.
Las lesiones registradas en cerdas infectadas de manera experimental incluyeron hemorragias y congestión focal en la placenta y el endometrio. Los fetos aparecen, deshidratados, momificados o con un tamaño inferior al normal con equimosis cutánea. Aparecen fetos anormales y normales mezclados al azar.
Se puede notar opacidad corneal caracterizada por uveítis anterior y edema corneal en cerdos de cualquier edad.
Morbilidad y mortalidad
Se han observado brotes de enfermedad del ojo azul durante todo el año, pero son más frecuentes de abril a julio. La mayoría de los brotes son autolimitados. El índice de mortalidad suele aumentar y disminuir en un plazo de 2 a 9 semanas. Una vez finalizada la epidemia, no aparecen nuevos casos al menos que se introduzcan cerdos susceptibles al establecimiento.
En las explotaciones comerciales de cría, se suele notar la enfermedad primero en las unidades de parición, donde un número elevado de lechones jóvenes puede morir de encefalitis. Por lo general, entre el 20 y el 60 % de las camadas resultan afectadas. El índice total de morbilidad en los lechones es del 20 al 50 % y el índice de mortalidad es de aproximadamente el 90 %; no obstante, la gravedad de los síntomas varía según la edad de los animales. Aunque se pueden producir casos de enfermedad grave en lechones de hasta 21 días de vida, los animales con menos de 15 días de vida son más susceptibles. En un experimento, todos los cerdos de 3 días de vida se encontraban muertos o moribundos después a una semana de la inoculación, pero sólo el 30 % de los cerdos de 17 días de vida se enfermaron.
En los animales de mayor edad, el sistema inmunitario aparentemente elimina el virus. En la mayoría de las granjas, el índice de morbilidad en los lechones destetados (más de 20 días de vida) es de 1 a 4 % aproximadamente. El índice de mortalidad en este grupo suele ser bajo. Sin embargo, en granjas con sistemas de manejo deficientes, se han registrado síntomas neurológicos graves con un índice de mortalidad del 20 % en cerdos de engorde de 15 a 45 kilos. En los animales adultos, los únicos síntomas fueron fallas reproductivas y, ocasionalmente, opacidad corneal. La disminución en la tasa de concepción suele durar de 6 a 8 meses.
Las infecciones persistentes son posibles. Se ha detectado ARN viral en los tejidos de los cerdos hasta un año después de la infección, pero se desconoce si el virus se multiplica o es excretado.
Diagnóstico
Clínico
Se debe sospechar de infección por rubulavirus porcino si un brote se caracteriza por enfermedad respiratoria y neurológica en los lechones jóvenes, fracaso reproductivo en los animales adultos y opacidad corneal en todas las edades.
Diagnóstico diferencial
El diagnóstico diferencial incluye a la infección por el virus de la encefalomielitis hemaglutinante y la seudorrabia.
Análisis de laboratorio
Las pruebas serológicas incluyen la inhibición de la hemaglutinación, neutralización del virus, inmunofluorescencia indirecta y ELISA. Todas las pruebas serológicas detectan seroconversión al octavo día de la infección.
Se puede aislar el rubulavirus porcino en cultivos de líneas celulares de riñón de cerdo (PK-15) o en embriones de pollo. Los cultivos primarios y de otras líneas celulares de cerdo, de células de riñón de hámster neonato (BHK 21) y de líneas celulares Vero también son susceptibles. Además, se dispone de una prueba rápida de diagnóstico que utiliza la inmunotinción para detectar los antígenos virales en frotis de impresión.
Muestras a recolectar
Antes de recolectar o enviar muestras de animales con sospechas de una enfermedad animal exótica, se debe contactar a las autoridades correspondientes. Las muestras sólo deben enviarse bajo condiciones seguras y a laboratorios autorizados para evitar la propagación de la enfermedad.
Se debe recolectar suero para la serología. En los lechones, se puede recuperar el rubulavirus porcino del cerebro y las amígdalas en forma constante, y algunas veces del pulmón, sangre, bazo, hígado, riñón, ganglios linfáticos retrofaríngeos y cornetes nasales. También se lo ha detectado en diversos tejidos de hembras infectadas de manera experimental, entre ellos los pulmones, las amígdalas, el ovario, la placenta, el útero y los ganglios linfáticos. La prueba rápida de inmunotinción utiliza muestras tisulares del pulmón, el mesencéfalo o el bulbo olfatorio.
Medidas recomendadas ante la sospecha de rubulavirus porcino
Notificación a las autoridades
La enfermedad del ojo azul debe notificarse ante la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE, por sus siglas en francés). Los requisitos para la notificación de la enfermedad a las naciones miembro de la OIE y las pautas de importación/exportación pueden consultarse en el Código Sanitario para los Animales Terrestres de la OIE [http://www.oie.int/es/normas-internacionales/codigoterrestre/acceso-en-linea/]. Los veterinarios que detecten un caso de enfermedad de ojo azul deben seguir las pautas nacionales y/o locales para la notificación y las pruebas de diagnóstico correspondientes.
Cuarentena y desinfección
El rubulavirus porcino es contagioso, y la cuarentena es necesaria. No se han publicado datos sobre su susceptibilidad a los desinfectantes; no obstante, el virus causal de la enfermedad de Newcastle, que está relacionado y también pertenece al género Rubulavirus, se inactiva por la formalina, los fenoles y el pH ácido.
Salud pública
No se han informado infecciones en humanos.
Recursos en internet
World Organization for Animal Health (OIE) http://www.oie.int
Referencias
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Department of Agriculture, Fisheries and Forestry [DAFF], Government of Australia. Generic import risk analysis (IRA) for uncooked pig meat [monograph online]. Issues Paper. DAFF; 2001 Jan. Available at: http://www.affa.gov.au/corporate_docs/publications/word/mar ket_access/biosecurity/animal/2001/2001-02a.doc. Accessed 12 Dec 2005.
Hernandez-Jauregui P, Ramirez Mendoza H, Mercado Garcia C, Moreno-Lopez J, Kennedy S. Experimental porcine rubulavirus (La Piedad-Michoacan virus) infection in pregnant gilts. J Comp Pathol. 2004 Jan;130(1):1-6.
McNeilly F, Walker I, Allan GM, Foster JC, Linne T, Merza M, Hernandez P, Kennedy S, Adair B. A comparative study on the use of virus and antibody detection techniques for the diagnosis of La Piedad Michoacan paramyxovirus (LPMV) infection in pigs. J Vet Diagn Invest. 1997 Jan;9(1):3-9.
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Ramirez-Mendoza H, Hernandez-Jauregui P, Reyes-Leyva J, Zenteno E, Moreno-Lopez J, Kennedy S. Lesions in the reproductive tract of boars experimentally infected with porcine rubulavirus. J Comp Pathol. 1997 Oct;117(3):237-252.
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Wiman AC, Hjertner B, Linne T, Herron B, Allan G, McNeilly F, Adair B, Moreno-Lopez J, Berg M. Porcine rubulavirus LPMV RNA persists in the central nervous system of pigs after recovery from acute infection. J Neurovirol. 1998 Oct;4(5):545-552.
World Organization for Animal Health [OIE]. Animal diseases data [online]. Newcastle disease. Available at: http://www.oie.int/eng/maladies/fiches/a_A160.htm. Accedido el 2 de enero de 2006.
Fuente: CFSPH – Iowa State University & Razas Porcinas.

PLEURONEUMONIA INFECCIOSA PORCINA

Es una enfermedad infecciosa del cerdo, aguda o crónica, caracterizada por necrosis hemorrágica y pleuritis. Está producida por Actinobacillus pleuropneumoniae, un cocobacilo Gram negativo, inmóvil y capsulado, Gram negativo que precisa del factor V de coagulación de la sangre (NAD) para su crecimiento (el biotipo I, mientras que el biotipo II es independiente) y, en los cultivos iniciales, una atmósfera con un 5% de CO2.
En el biotipo I se incluyen 12 serotipos (en la actualidad se han propuesto otros 2) designados con números (1-12). En los serotipos 1 y 5 se han descrito dos subtipos (a y b). Crece bien en agar chocolate, agar PPLO o agar sangre, suplementados con 0’025% de NAD y, según el caso, extracto de levadura, suero y glucosa. En muestras muy contaminadas se utilizan medios selectivos (con bacitracina, cloxacilina o lincomicina). En agar sangre puede utilizarse una estría nodriza deStaphylococcus aureus o de S. intermedius, que producen NAD, alrededor de la cual A. pleuropneumoniae satelitiza. Las colonias se observan en 24-48 h y son pequeñas (1-2 mm), redondas, opacas y de color gris, pudiendo diferenciarse unas céreas y adherentes y otras brillantes y planas. Posee ureasa, son hemolíticos y CAMP positivos.
En la cápsula se localizan antígenos de serotipo, con variaciones en la composición, estructura y desarrollo capsular (los serotipos 1, 3 y 5 posen la cápsula más gruesa). Se han descrito fimbrias en la mitad de los aislamientos, aunque se pierden por subcultivo.
El lipopolisacárido (LPS) incluye el lípido A y el polisacárido O (Ag O), que presenta cadenas laterales de longitud y estructura variable,según el serotipo. Algunos serotipos comparten el Ag O (grupos 1, 9 y 11; 4 y 7; 3, 6 y 8) mientras que en otros forma parte de la composición que le define. En A. pleuropneumoniae se han descrito cepas lisas (serotipos 2, 4 y 7), semirrugosas (serotipos 1 y 5) y rugosas (serotipos 3 y 6), según la presencia completa, parcial o ausencia de cadena laterales O. En la membrana externa existen diverso tipo de proteínas (OMP) de mucho interés, algunas de las cuales son comunes a muchos serotipos y otras especies próximas.
El conocimiento del serotipo (tipificación) es muy importante, tanto en la epidemiología como en el control de la enfermedad. Los métodos tradicionales (inmunológicos) presentan el inconveniente de numerosas reacciones cruzadas debidas al LPS o a otros antígenos citoplasmáticos, por manipulación inadecuada. Los tratamientos térmicos suaves (56ºC 30 min), los extractos obtenidos a pH alcalino o las suspensiones de bacterias enteras, sin tratamiento alguno, ofrecen los mejores resultados. En cualquier caso, el resultado final también depende de la calidad de los antisueros y de las técnicas utilizadas. Se usan antisueros obtenidos en conejos y, menos, en cerdos; los anticuerpos monoclonales son más específicos y uniformes, poseen mayor afinidad y sus rendimientos son ilimitados.
En lo que se refiere a los métodos, se han aplicado prácticamente todos los posibles, lo que revela la falta de un sistema óptimo. Los más utilizados son la aglutinación en placa, la coaglutinación y la hemaglutinación indirecta. La primera, no permite la clasificación de serotipos rugosos, que son autoaglutinantes (3 y 6, y, en ocasiones, el 1 y 5), mientras que la coaglutinación, que permite el uso de antígenos solubles, es un sistema rápido, simple, específico y, tan sensible como la aglutinación. La hemaglutinación indirecta es la técnica la preferida por la mayoría, por su sensibilidad y especificidad; con ella, se pueden diferenciar los serotipos 9 y 11, mientras que en el grupo del 3, 6 y 8 pueden discriminarse los dos primeros.
Poder patógeno y patogénesis.- La patogenia de la pleuroneumonía solo se conoce parcialmente e implica la participación de numerosas estructuras y productos de A. pleuropneumoniae (factores de virulencia) además de otros, propios del hospedador.
  1. Toxinas.- A. pleuropneumoniae produce cuatro exotoxinas RTX denominadas Apx (I a IV) que son porinas (producen poros en las membranas). El operón único que codifica la síntesis, activación y transporte de las Apx está compuesto por cuatro genes contiguos en orden CAB y (10,96). LaApx-I es producida por los serotipos 1, 5, 9, 10 y 11, es fuertemente hemolítica y citotóxica para macrófagos alveolares y posee un PM de 105-113 kDa (19). La Apx-II posee un PM de 103-105 kDa y la producen todos los serotipos, excepto el 10, es débilmente hemolítica y citotóxica para macrófagos alveolares y neutrófilos porcinos. La Apx-III posee un PM de 120 kDa, no es hemolítica pero sí citotóxica para los macrófagos y neutrófilos porcinos (38); se ha denominado pleurotoxina (79) por su relación con la producción de pleuritis en la enfermedad. Las tres Apx producen una reacción CAMP positiva, siendo la más fuerte la producida por la Apx-III, a pesar de no ser hemolítica. 
    Las Apx de A. pleuropneumomoniae son factores de virulencia que se responsabilizan del daño directo a los tejidos y del desarrollo de las lesiones necrótico-hemorrágicas características, en lo que también intervienen distintas citoquinas (IL 1, 6 y 8) producidas por el hospedador como consecuencia de aquellas (1). Las toxinas también ocasionan la muerte de los macrófagos alveolares, aunque se ha señalado, una cierta capacidad de supervivencia (también en neutrófilos), que sugiere la existencia de un mecanismo que permitiría el escape del fagosoma, en lo que posiblemente participen las Apx. Este conjunto de hechos relaciona estas toxinas con las lesiones pulmonares, pudiendo contribuir a la invasión por sus propiedades antifagocíticas. En cualquier caso, existe una fuerte correlación entre la presencia de la Apx-I y la virulencia, de forma que los serotipos que la producen (1, 5, 9, 10 y 11) producen los brotes de mortalidad más elevada. Se ha sugerido, también, que las Apx afectan a los linfocitos T, alterando la respuesta inmune y favoreciendo la cronicidad. Como todas las cepas producen y secretan al menos una, la enfermedad es indiferenciable desde el punto de vista clínico, cualuiera que sea el serotipo implicado, aunque sí se observa una intensidad o virulencia diferentes. 
    La demostración definitiva de que las Apx son factores de virulencia fundamentales se consiguió mediante la obtención de mutantes deficientes, producidos por la inserción de un minitransposón en el operón apxI (84). Un mutante no hemolítico del serotipo 1, incapaz de secretar ni Apx-I ni Apx-II por inactivación del gen apxIB, era virtualmente apatógeno en cerdos; en cambio, un mutante débilmente hemolítico (por interrupción del gen apxIA, y que sí producía la Apx-II) retenía un cierto grado de virulencia y todavía era capaz de producir los cuadros anatomopatológico y clínico típicos, lo que demuestra que la toxina Apx-I no es esencial para el desarrollo de las lesiones neumónicas (sin excluir los efectos aditivos entre Apx-I y Apx-II), pero sí la presencia de alguna Apx. 
    Recientemente se ha clonado, secuenciado y caracterizado la Apx-IV (81) una nueva Apx cuyo conocimiento es, todavía, escaso. Sólo se produce in vivo, por lo que pueden detectarse anticuerpos en el suero de convalecientes y está presente en todos los serotipos. Se desconoce su relación con la patogenicidad.
  2. LPS.- Biológicamente es similar al de otras Gram negativas y se admite que, en la enfermedad natural, es sinérgico con las Apx. Después de su inoculación intratraqueal, no se observan ni necrosis ni hemorragias, aunque permite la adherencia de A. pleuropneumoniae al mucus y a los anillos traqueales y, consecuentemente, desempeña un papel fundamental en la colonización (2). También es un mecanismo alternativo de adquisición de hierro in vivo, a través de su unión a la hemoglobina porcina (2).
  3. Cápsula.- La cápsula purificada parece que contribuye a la patogenicidad in vivo, pues los anticuerpos anti-cápsula reducen la mortalidad en infecciones experimentales, aunque no consiguen ni la eliminación de lesiones ni resuelven la cronicidad. El diferente tamaño y grosor se relaciona con variaciones en la virulencia; además, mutantes acapsulados espontáneos o químicos, son menos virulentos que las cepas parentales, aunque esta cuestión se ha discutido recientemente (68) pues los mutantes conservan intacta su capacidad de adhesión a la mucosa traqueal y su resistencia a la lisis por el complemento. La cápsula es antifagocítica y se considera protección principal frente a las defensas humorales.
  4. Proteínas de la membrana externa (OMP).-En este grupo se incluyen las proteínas receptoras de transferrina (TbpA y TbpB) y otras, que participan en la virulencia. Los anticuerpos frente a ellas actúan como opsoninas en la fagocitosis o, simplemente, son protectores. La TbpA, codificada por el gen tbpA, posee un tamaño de entre 90 y 110 kDa, mientras que el tamaño de la proteína TbpB, codificada por el gen tbpB, oscila entre 80 y 90 kDa (22,23). También se han descrito otras proteínas, codificadas por los genes tonB, exbB exbD, que forman el complejo TonB, implicado igualmente en esta función. En A. pleuropneumoniae, exbB y exbD están en el mismo operón que los tbp, a los que preceden, y son indispensables para el funcionamiento correcto de las proteínas Tbp (86). Las Tbp explican la especificidad de hospedador y permiten abastecer a estos microorganismos del hierro que necesitan. Un fallo en este sistema de captación limitaría la multiplicación in vivo, siendo causa de atenuación.
  5. Otros factores de virulencia.- Se incluyen las fimbrias, que también se han relacionado con la especificidad de hospedador. Además se ha descrito una capacidad hemaglutinante y unaactividad proteolítica, probablemente metaloproteasas que podrían intervenir en las lesiones pulmonares, al degradar proteínas del hospedador. Finalmente, se ha descrito una superóxido dismutasa (SOD) de Cu y Zn (39), protectora frente a los aniones superóxido al eliminar los radicales libres de oxígeno, permitiendo la supervivencia bacteriana en el fagosoma.
Epidemiología
La pleuroneumonía porcina está ligada a la producción intensiva (concentración de animales, manejo, traslados, razas más susceptibles, etc.). Su distribución es mundial, con una cierta preferencia regional por determinados serotipos, aunque no permanente, dada la circulación ligada al movimiento internacional de animales (51). En Europa se han descrito prácticamente todos aunque, seguramente el más común es el 2. En España predominan los serotipos 4, 2 y 7.
El cerdo es el único hospedador natural de A. pleuropneumoniae. Experimentalmente cobaya, ratas y ratones, representan buenos modelos para la forma aguda, pero no para la crónica (50,85). La edad más receptiva es entre las 6-15 semanas (especialmente entre las 6-8, al disminuir el título de anticuerpos calostrales), aunque también otras (97). En las naves de cebo, la infección tiende a perpetuarse y la forma principal de contagio es por la entrada de portadores subclínicos.
La transmisión es por vía respiratoria, mediante contacto estrecho entre enfermos y sanos (97), aunque en algunos brotes se ha observado la difusión entre granjas sin intercambio de animales, lo que sugiere otras posibilidades. Las principales fuentes de infección son los animales con infección crónica y los portadores asintomáticos, en los que los microorganismos sobreviven en la cavidad nasal, tonsilas o en las lesiones del pulmón (51,91). Otros factores, como el hacinamiento, las condiciones de manejo o del transporte (ventilación, humedad, higiene, cambios bruscos de temperatura o de alimentación, etc.) repercuten directamente facilitando la diseminación de las bacterias desde los enfermos.
Cuadro clínico
La pleuroneumonía puede adoptar las formas sobreaguda, aguda ó crónica. Las dos primeras se dan en explotaciones indemnes, infectadas por primera vez, mientras que la crónica se relaciona con áreas endémicas (52,57). La sobreaguda aparece de súbito, con apatía, anorexia e hipertermia (hasta 42ºC) (44,62) seguido de vómitos, diarrea ligera, tos, epistaxis o movimientos masticatorios (87). A las pocas horas hay aceleración del pulso y fallo cardiaco y circulatorio, que conduce a cianosis generalizada de piel y mucosas (54). En la fase final hay síntomas respiratorios acusados, con disnea y respiración bucal. La muerte sobreviene en 24 h pero a veces, sobre todo en lechones, es tan rápida que no llegan a observarse síntomas (57,80). En la forma aguda todo es posible, desde la muerte en pocos días hasta el paso a la forma crónica, después de 2-4 días. La forma crónica surge una vez superado el proceso agudo, con sintomatología inespecífica, temperaturas desde 37 a 40-41ºC, tos crónica e inapetencia, aunque los síntomas pueden agudizarse en cualquier momento por otras infecciones o el transporte (57,87).
Lesiones
Lesiones-en-el-aparato-respiratorio-de-la-pleuroneumonia-porcina-causada-por-actinobacillus-pleuroneumoniae-Razas-PorcinasSe limitan al aparato respiratorio. En las fases sobreaguda (si la evolución lo permite) y aguda, se desarrolla una neumonía fibrinoso-hemorrágica necrosante con pleuritis serofibrinosa. Las áreas afectadas presentan un color rojo negruzco o rojizo (la pleura), con adherencias fibrinosas a la pared costal y pericardio. En la cavidad torácica puede observarse líquido serosanguinolento y cuando el curso es muy rápido, tráquea y bronquios contienen exudado mucoso con coágulos de fibrina y los ganglios están edematosos (4,5,24,59). En la forma aguda pueden observarse cantidades variables de fibrina y adherencias pleurales. En las formas crónicas se aprecia un engrosamiento fibroso de la pleura y, en el parénquima pulmonar, las áreas de necrosis están limitadas por cápsulas gruesas, de color blanquecino, formando secuestros.
Microscópicamente, en la forma sobreaguda, se observa congestión, trombosis, hemorragia, edema y exudación de fibrina. En la forma aguda hay focos de necrosis por coagulación, rodeados por células inflamatorias (linfocitos, macrófagos y células plasmáticas). Igualmente, se observa fibrina, eritrocitos y neumocitos en la luz de los alveolos. Los septos interalveolares están engrosados y es frecuente la trombosis vascular. En la evolución a la forma crónica, desde la periferia de las áreas de necrosis progresa un tejido de granulación que es responsable del encapsulamiento y los secuestros, en los que quedan acantonadas bacterias (24,59).
Barreras inespecíficas: Se incluyen los sinusoides, las secreciones mucosas y el movimiento ciliar. Los sinusoides y cilios eliminan las partículas inspiradas, una vez atrapadas por el mucus, pero las de 1-3 m m pueden alcanzar bronquiolos y alveolos donde son fagocitadas por macrófagos alveolares y neutrófilos, actuación facilitada por opsoninas (anticuerpos de los convalecientes y el C3b del complemento) (11). Sobre el fagolisosoma actúan el estallido respiratorio y enzimas lisosómicas. Las toxinas Apx son más letales para los macrófagos alveolares que para los neutrófilos (estos producen 2 veces más superóxido y 4 veces más agua oxigenada); las dosis bajas estimulan la producción y liberación de radicales de oxígeno, muy reactivos, que pueden participar en el estallido respiratorio, aunque este efecto inicial se sustituye pronto por una supresión del mismo, probablemente mediada por la SOD que es capaz de transformar los radicales libres y bloquearlos. De esta forma, el microorganismo combatiría los mecanismos dependientes de oxígeno que tienen lugar en el fagolisosoma (39) y las Apx servirían como un mecanismo de supervivencia interviniendo en la rotura del fagosoma, escapando de él y evitando su digestión intracelular (84,88).
Las cepas capsuladas de A. pleuropneumoniae resisten la lisis mediada por complemento (35,78), en presencia o ausencia de anticuerpos, pero los mutantes acapsulados son sensibles a la lisis por la vía alternativa (35).
Respuesta inmune: El sistema inmune del pulmón interviene de forma esencial, tanto en la respuesta inespecífica (a través de la fagocitosis), como específica (humoral y celular), mediante la activación de los linfocitos locales. En la respuesta humoral intervienen IgA ó IgG, respectivamente, en los tramos superiores o profundos (61). A nivel celular, se ha observado un incremento del número de linfocitos T (CD4 y CD8) en el tejido linfoide asociado a los bronquios, así como de células plasmáticas que expresan IgM, IgA e IgG y una concentración alta de neutrófilos en los lavados pulmonares (normalmente están ausentes).
En el suero de los convalecientes existen anticuerpos frente a la cápsula, el LPS, OMPs y proteínas secretadas (Apx). Los anticuerpos frente a la cápsula y antígeno O de algunos serotipos (2, 5, 10 y 12) son específicos de serotipo (70), mientras que el antígeno O de los serotipos 4 y 7 (71); 1, 9 y 11 (72) y 3, 6 y 8 (46) comparte epítopos. El antígeno O es inmunodominante y encubre la respuesta frente a otros antígenos expuestos. Los sueros de los convalecientes reconocen también varias OMPs de 45, 50 y 66 kDa (66), Tbp de unión a transferrina, toxinas Apx (38) y algunas otras.
La inmunidad pasiva, en los lechones, procede de la madre, a partir del calostro y leche, donde los niveles de IgG e IgM dependen de su transferencia desde la sangre, aunque una pequeña cantidad y las IgA, se sintetizan en la mama. Los lechones que toman calostro de madres inmunes, resisten el desafio intranasal, al contrario de los que se les suprime (mueren de septicemia). Este tipo de inmunidad protege 3-6 semanas después del nacimiento (55).
Diagnóstico
Diagnostico-por-PCR-de-la-pleuroneumonia-porcina-causada-por-actinobacillus-pleuroneumoniae-Razas-PorcinasEl cuadro clínico es el primer dato, que se confirma en el laboratorio con el aislamiento e identificación. La diferenciación con otras neumonías (P. multocida o mycoplasmas) puede establecerse a partir de las lesiones (8). El aislamiento de A. pleuropneumoniae se lleva a partir de material de lesiones (pulmón o tonsilas). Puede utilizarse hisopos, sembrando en medios selectivos y agar sangre con una estría nodriza. Luego se procede a la identificación y tipificación.
Los procedimientos de detección e identificación directa son de un valor inestimable, pues permiten poner en marcha las medidas de control más rápidamente. Se incluyen, entre otros, la coaglutinación, la inmunohistoquímica, el ELISA y la PCR. Las ventajas de la coaglutinación incluyen la detección de animales infectados simultáneamente con varios serotipos y la posibilidad de trabajar con muestras en mal estado, aunque detecta mal los enfermos crónicos. La inmunohistoquímica, con sueros marcados con peroxidasa o con biotina (28,32, 58) es fácil de ejecutar, pero laboriosa y permite trabajar sobre muestras fijadas. La PCR es un método muy adecuado para el que se han realizado varias propuestas. Se han aplicado primers aleatorios (AP-PCR), incluyendo el M13 y los T3-T7 (29), para diferenciar los serotipos en cultivos puros. También se han diseñado primers para los genes apx(17,18) o para el gen de la cápsula (98). Las técnicas PCR-RFLP discriminan intraespecíficamente; se han realizado propuestas sobre el gen omlA, de una lipoproteína de membrana externa, utilizando las enzimas Hinfl ó VspI (60) o el aroA (30), separando los serotipos en tres grupos. Nosotros mismos (13) hemos propuesto una PCR-RFLP para la detección y tipado, basada en los genes tbpA y tbpB. Con los tbpA se obtuvo un producto de 2’8 kb en los 12 serotipos, que después de sometido a restricción generó 10 perfiles que permitían discriminar, no solo entre serotipos, sino de otras especies próximas.
Detección de anticuerpos: Hasta la fecha, se han utilizado diversos procedimientos para la identificación de anticuerpos en animales infectados o convalecientes, aunque los más utilizados han sido la fijación del complemento (FC) y el ELISA (25;48). La FC fue utilizada, desde el principio, como método de referencia, con extractos (capsulares u otros) antigénicos (25); en cualquier caso, ha sido sustituida progresivamente por el ELISA, en razón de los importantes inconvenientes de los sueros porcinos. Nosotros utilizamos la FC con una suspensión bacteriana de 6 h como antígeno (24).
Nicolet et al., (53) utilizaron un ELISA en el diagnóstico y, desde entonces, éste ha sido el procedimiento más extendido. Como antígeno se han usado distintas preparaciones, aunque las más comunes incluyen extractos salinos, hervidos y extraídos por un sistema fenol-agua, utilizando la fase fenólica o acuosa según el serotipo liso o rugoso (64,65). Recientemente, se ha descrito un método con el polisacárido capsular marcado con biotina/estreptavidina (34). En nuestro laboratorio utilizamos un ELISA indirecto con un antígeno de extracto hervido y extraído por un método fenol-agua (24,73).
Control
Es difícil. En explotaciones serológicamente positivas, pero sin clínica, deben evitarse las situaciones de estrés. Puede llevarse a cabo el destete en otra granja al tiempo que un programa de vacunación y medicación. Paralelamente se debe desarrollar un programa de selección y repoblación con animales sanos (41) con entrada restringida a animales serológicamente negativos precedida de su vacunación. Cuando el porcentaje de seropositivos no es muy alto, ha resultado útil el diagnóstico y la separación de los positivos, que se medican (56); además, se estudian las cerdas antes del parto (las positivas se eliminan), se hace un destete precoz de los lechones (a las 2 semanas) y un tratamiento, manteniéndolos después separados de los lotes potencialmente infectados.
En explotaciones confirmadas positivas y con clínica, se presentan brotes agudos en animales de entre 9 y 20 semanas y aunque un tratamiento precoz puede limitar la gravedad de un brote, no son descartables recidivas. Finalmente, en las explotaciones sin antecedentes, en las que se haya certificado la ausencia de portadores se recomienda el rigor más absoluto en la entrada de animales, incluyendo la detección serológica (FC ó ELISA) (47,49,53) y aislamientos microbiológicos. En estas granjas A. pleuropneumoniae puede ser causa de brotes con tasas de mortalidad muy elevadas.
Tratamiento
A.pleuropneumoniae es susceptible a numerosos antibióticos, aunque se ha descrito un aumento importante de las resistencias, en especial a penicilinas y tetraciclinas. En un estudio se obtuvieron más de un 10% de cepas resistentes a penicilina G y ampicilina, siendo más del 26% y 59% resistentes a tetraciclina y oxitetraciclina (27). Resultaron muy eficaces la kanamicina, tobramicina y gentamicina, pero las quinolonas fueron, los más seguros. Recientemente se ha descrito el uso de tilmicosina en el alimento de cerdas gestantes (7), de difloxacina intramuscular (93) o de florfenicol en el agua (37) con excelentes resultados. Como norma, sin embargo, la terapia antibiótica solo es eficaz al comienzo y en masa.
En el tratamiento de la fase aguda se deben administrar antibióticos por vía parenteral y a dosis elevadas o mejor, una combinación de ésta con la medicación oral. Para evitar recaídas se recomienda un periodo de tratamiento de 4-5 días, descanso 5 y reanudación con el mismo tiempo, repitiendo el ciclo varias veces. En brotes subagudos o crónicos, la terapia oral en el alimento posee valor escaso, debido a la anorexia, además de que dadas las elevadas CMIs de la mayoría de los aislamientos, no es fácil administrar la dosis terapéutica adecuada.
Vacunación
En los últimos años se ha venido insistiendo repetidamente en la vacunación, en la creencia de que una buena vacuna será decisiva en el control. Desde los más antiguos hasta los productos más recientes, se han experimentado diversidad de combinaciones, en las que algunos factores de virulencia, especialmente las Apx, han centrado el interés. Pese a todo, aún se carece de un producto que proteja frente a la enfermedad aguda y prevenga la condición de portador crónico y eliminador deA. pleuropneumoniae.
Las bacterinas incluyen el microorganismo completo, del serotipo predominante en la explotación o en la región, inactivado por formol al 0’2%. La concentración oscila en torno a 109-1010 UFC/ml. Por lo general se añade un adyuvante que refuerza la respuesta inmune. De ordinario se administra una dosis a las 9 semanas o coincidiendo con la entrada de los animales en la explotación y, al menos una repetición a las 2-3 semanas (12,74). En este tipo de productos la protección sólo es homóloga, por lo que se suele incorporar más de un serotipo, por ejemplo, mezclas de los serotipos 1 y 5; 2 y 5; 1 y 7; 2, 7 y 9; 4 y 2 (14,40,43,82,89). Las bacterinas reducen la gravedad y la mortalidad, pero no resuelven el problema de la prevención ni la persistencia de lesiones o la presencia de portadores.
  • Vacunas de extractos: Los extractos de cultivos son una alternativa a las bacterinas. Se han utilizado extractos crudos de cultivos jóvenes, concentrados o no, en ocasiones precipitados con polietilenglicol o cetavlón (para la cápsula), conjugados con Apx, LPS y carbohidratos y, por lo general, con adyuvantes (15,31), aunque en general solo han reducido la mortalidad o las lesiones, pero no resolvieron el problema de los portadores.
  • Vacunas atenuadas: Se han obtenido distintos mutantes atenuados con los que se ha inducido inmunidad protectora, como la cepa CM5 del serotipo 1 (76) o la cepa BES (89), pero solo se han conseguido descensos en la mortalidad y lesiones. También se han obtenido mutantes acapsulados, atenuados por mutagénesis química, de los serotipos 1 y 5 (36), que han sido estudiadas en condiciones experimentales y, según su autor, una dosis de 2 x109UFC indujo una fuerte respuesta capaz de resistir el desafío intratraqueal, tanto del serotipo homólogo como heterólogos, sin síntomas ni lesiones. Fuller y Mulks (21) trabajaron sobre mutantes auxotróficos (biosíntesis de riboflavina) sugiriendo, también, su valor como cepas vacunales.
  • Vacunas de subunidades: Muchos antígenos de superficie inducen respuesta sérica, por lo que han sido investigados desde el punto de vista vacunal. Es el caso del LPS, que se ha utilizado detoxificado y adyuvantado con resultados protectores, aunque inferiores a los conseguidos con una bacterina (69). Algunas OMP del serotipo 5 adyuvantadas también fueron investigadas (66) obteniendo un descenso significativo en el número de casos de neumonía, después de la infección intranasal con la cepa homóloga (67). La cápsula, igualmente, ha sido estudiada desde el punto de vista vacunal. Lenser et al. (42) estudiaron polisacáridos y proteínas de la cápsula, a partir de sobrenadantes de cultivo de los serotipos 5 y 7, precipitados con cetavlón y mezclados con un adyuvante oleoso. Todos los ratones inmunizados intraperitonealmente sobrevivieron a la infección con el serotipo homólogo, pero no con el heterólogo.
Las toxinas Apx se consideran inmunógenos muy importantes frente a los que se forman anticuerpos neutralizantes en el suero de cerdos convalecientes (3;20) o inmunizados artificialmente (6). Se ha descrito el uso vacunal experimental (en el ratón) de Apx-I recombinante en E. coli y de la Apx-II purificada del serotipo 7 (33), adyuvantadas con hidróxido de aluminio, obteniéndose resultados protectores frente a algunos serotipos, pero no frente a otros. También se ha utilizado (83) un sobrenadante crudo de cultivo del serotipo 1, con Apx-I, solo o mezclado con una preparación inactivada de células enteras, en ambos casos con un adyuvante oleoso, siendo esta combinación la que comparativamente produjo los mejores resultados en forma del título de anticuerpos.
En la actualidad se comercializa una vacuna de subunidades con tres toxoides de Apx-I, Apx-II y Apx-III y una OMP (45,63,92) con adyuvante oleoso. Se han descrito buenos resultados cuando se comparan con los controles, pero el problema aún sigue sin resolverse de modo definitivo.
  • Vacunas conjugadas: Se ha estudiado (16) una vacuna de oligosacáridos de la pared celular conjugados con un toxoide tetánico, comprobándose que los polisacáridos desempeñan un papel significativo en la inmunidad. Van den Bosch et al. (94) desarrollaron una vacuna conjugada que combinaba, en distintas opciones, la Apx-I de los serotipos 1 ó 5b con OMP del serotipo 1 y un adyuvante, con excelentes resultados de mortalidad, pero no en el desarrollo de lesiones. Tambíen se ha estudiado la mezcla de polisacárido capsular con hemolisina o su conjugación con el LPS (9), produciéndose un aumento significativo del título de anticuerpos, con descenso de la mortalidad y lesiones, pero el producto no resolvió satisfactoriamente el control.
Rossi-Campos et al. (77) utilizaron dos antígenos recombinantes del serotipo 7, que incluían el extremo C-terminal de la Apx-II y una Tbp de 60 kDa. Todos los animales desarrollaron una fuerte respuesta humoral, comparable a la que se inducía en la infección natural, con una menor mortalidad y afectación que los controles, pero solo frente a la exposición con el serotipo homólogo. Utrera et al.(90) han ensayado un preparado constituido por antígenos de células enteras y por el toxoide Apx-I, con el que han obtenido una importante reducción de la mortalidad de los animales vacunados. Por último, ha sido descrito una vacuna preparada a base de antígenos asociados a células recombinantes, así como antígenos secretados, entre ellos, proteínas de unión a transferrina y la toxina Apx-II. El preparado ha sido contrastado frente a la inoculación endobronquial del serotipo 9, con resultados de protección aceptables (95).
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Fuente: Elías Rodríguez Ferri, César Gutiérrez, Víctor de la Puente, Noemí García, José L. Monter, María L. del Río, Norberto García, Mónica Blanco, Jesús Navas y Néstor Ladrón Boronat – Departamento de Sanidad Animal. Microbiología e Inmunología, Universidad de León y Departamento de Bioquímica y Biología Molecular, Universidad de Cantabria, España & Razas Porcinas.