miércoles, 28 de diciembre de 2016

MITOS Y REALIDADES SOBRE LOS FALLOS VACUNALES FRENTE A PARVOVIRUS Fernando Fariñas Guerrero 2016

Mitos y realidades sobre los fallos vacunales frente a Parvovirus

¿Qué factores interfieren realmente en la eficacia vacunal?



Las cepas vacunales, la edad del perro al terminar la primovacunación o las otras vacunas administradas durante el mismo periodo son algunas de las causas que se han barajado en los casos de fallo de la vacuna frente a la parvovirosis.
Dr. Fernando Fariñas GuerreroEspecialista en Inmunología Clínica y Enfermedades Infecciosas
Grupo Instituto de Inmunología Clínica y Terapia Celular (Immunestem)
Asociación Ynmun para el estudio de las Enfermedades Inmunológicas e Infecciosas
Imágenes cedidas por el autor

Recientemente se han suscitado en diver­sos medios como prensa, revistas del sec­tor y redes sociales, controversias e incluso alertas con relación a las vacunas frente a Parvovirus y su implicación en numerosos fallos de eficacia reportados.
Alrededor de esta controversia/alerta, se vierten multitud de hipótesis con mucho sensacionalismo y poca ciencia, y se han llegado a leer algunos comentarios por parte de “expertos” en el tema que verdaderamente se alejan mucho de lo que actualmente sabemos sobre la etiología, epidemiología e inmunología de esta enfermedad infecciosa.
Esto implica que tengamos la obligación ética y moral de responder a muchas de las cuestiones que el veterinario clínico se hace en su día a día, intentando aportar una información veraz, científicamente contrastada y suficientemente práctica, con la intención de ayudarle a despejar dudas, y destinada también a responder las cuestiones y dudas que pueda presentar el propietario/cliente en cuanto a la salud de su perro.
Es por ello por lo que me he planteado tratar este tema a través del sencillo sistema “verdadero-falso”, dando respuesta a esas múltiples dudas que nos abruman en el día a día. Estas cuestiones se han realizado en función de una realidad demostrada, y es que los casos de parvovirosis en perros vacunados parecen haberse incrementado significativamente de unos años acá. Pero aunque esto sea cierto, las razones que se arguyen no están sustentadas tanto en evidencia científica como en consideraciones, opiniones y elucubraciones de algunas personas que emiten/publican/difunden estas ideas, la mayoría de ellas erróneas. Como creo que lo mejor es hacernos preguntas, comencemos.

¿Se han incrementado los casos de parvovirosis en animales vacunados?

Ciertamente, parece ser que a través de los registros de farmacovigilancia que reciben normalmente tanto los laboratorios fabricantes de vacunas como las agencias de medicamentos, y que recogen todas las incidencias asociadas a la administración de estas, en los últimos años está objetivándose un incremento significativo de notificaciones relacionadas con la falta de eficacia o fallo vacunal específicamente asociadas a la vacuna de parvovirus.

¿Puede deberse a la existencia de una nueva cepa frente a la cual no protegen las vacunas actuales?

La respuesta rotunda y sintética a esta pregunta es: “no”. No existe una nueva cepa reciente que sea la responsable de estos fallos de eficacia.
El Parvovirus canino (cepa CPV tipo 2) se descubrió en 1978, y existe la hipótesis casi demostrada de que surgió a partir de la adaptación del Parvovirus felino (virus de la panleucopenia) a la especie canina (figura 1).
Figura 1. Origen y evolución del parvovirus canino.
Con el paso de los años, a partir de esta cepa canina CPV-2 fueron surgiendo otras nuevas por mutación de esta: CPV-2a en 1979, CPV-2b en 1984 y la más nueva, que es la CPV-2c, descrita por primera vez en Italia en el año 2001.
Desde un punto de vista molecular, estas cepas se diferencian entre sí por pequeñas variaciones en el tipo de aminoácidos asociados a la proteína VP2 del virus, de tal forma que la diferencia puede estar entre 1 y 6 aminoácidos, dependiendo de la cepa que comparemos con la originaria CPV2.

¿Es la cepa CPV-2c (la más reciente), una cepa “nueva” en España?

La respuesta a esta pregunta sigue siendo: “no”. Después de que la cepa CPV-2c surgiera en Italia en 2001, el virus no tardó mucho en llegar a España, y 4 o 5 años después ya se describió su existencia aquí. Por lo tanto, desde el año 2006 el CPV-2c está circulando por nuestro país (figura 2).
Figura 2. Año 2006: primer caso descrito en España de la cepa CPV-2c.
Pero no solo esto; desde 2006 hasta la actualidad parece que este nuevo virus se ha convertido en la cepa prevalente en España. Ya en 2011, un trabajo publicado por el profesor Nicola Decaro de la Universidad de Bari, experto mundial en esta enfermedad, testimonió la prevalencia de esta cepa en España sobre las otras dos (CPV-2b y CPV-2a).
Por consiguiente, y en respuesta aclaratoria a esta pregunta, este virus nuevo no es reciente en España sino que llevamos lidiando con él casi 11 años.

¿Las vacunas que tenemos actualmente en el mercado previenen los casos originados por CPV-2c?

Las vacunas actuales no incluyen la CPV-2c, por lo que se suele afirmar que las vacunas frente a parvovirus no funcionan para prevenir casos asociados a esta cepa.
No obstante, intente hacer la siguiente reflexión: si la cepa prevalente en España desde hace ya unos años es la CPV-2c, y desde siempre estamos administrando vacunas que no la incluyen, ¿no tendríamos una verdadera epidemia de casos de parvovirosis en nuestras mascotas?
Piense en los millones de vacunas sin la cepa 2c que se ponen en el mundo frente a esta enfermedad. Si verdaderamente estas vacunas no funcionasen, los casos reportados de fallos de eficacia no serían unos cientos sino millones, y esto no es lo que nos están confirmando la epidemiología actual de la enfermedad y los informes oficiales de fallo de eficacia. Estoy absolutamente seguro de que de todos los miles de animales que usted puede vacunar al año, solo un pequeñísimo porcentaje de ellos ha tenido la desgracia de padecer la parvovirosis. Haga su propia estadística y reflexione sobre este asunto, por favor.
Es cierto que dentro de la comunidad científica, y de algunos grupos de investigación, existe la controversia sobre si el CPV-2c es el responsable de que los perros vacunados puedan enfermar. Por un lado, muchos expertos e investigadores afirman que las vacunas basadas en las cepas CPV-2a y CPV-2b son capaces de proteger de la infección por la CPV-2c mediante mecanismos de inmunidad cruzada. Por otro lado, otros grupos de investigadores (principalmente alguno europeo y sobre todo grupos asiáticos provenientes fundamentalmente de la India) postulan que esos pequeños cambios en la conformación de aminoácidos de ciertas proteínas del virus, como la mencionada VP2, pueden permitir al virus tomar una nueva estructura antigénica que permite el escape de reconocimiento inmunitario adquirido con las otras cepas. Así, en este segundo caso se considera que no existe una inmunidad cruzada lo suficientemente potente como para proteger a los animales frente a esta nueva variante y algunos animales pueden enfermar.
Es completamente cierto que los anticuerpos producidos mediante las vacunas clásicas van a tener siempre mayor afinidad y capacidad de protección frente a cepas salvajes homólogas (idénticas a las incluidas en las vacunas) que frente a cepas heterólogas como es la CPV-2c. Teniendo en cuenta estas cuestiones de homología antigénica, es cierto que la inclusión de esta cepa 2c en posibles nuevas vacuna podría dar lugar a una mayor protección frente a esta, pero no es menos cierto que las vacunas clásicas están sirviendo para proteger frente a esta cepa 2c en la mayor parte de los animales vacunados, aunque solo sea por inmunidad cruzada. Artículos recientes, publicados en revistas de reconocido prestigio como Vaccine y Veterinary Record, confirman estas afirmaciones y destacan que la vacunación frente a CPV-2b puede proteger de forma cruzada frente a un desafío por las cepas CPV-2a y CPV-2c (Vaccination of dogs with canine parvovirus type 2b (CPV-2b) induces neutralising antibody responses to CPV-2a and CPV-2c. Wilson S et al. Vaccine. 2014 Sep 22;32 (42):5420-4)
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¿Qué explica entonces el aumento de casos de parvovirosis en perros vacunados?

Con la información que tenemos actualmente, podemos afirmar que la causa principal de los fallos vacunales frente a Parvovirus parece residir en la interferencia de los anticuerpos maternos (figura 3).


Varios estudios han puesto de manifiesto que cachorros que han recibido un alto nivel de anticuerpos calostrales pueden tener todavía a las 12 semanas de vida un título suficientemente alto de anticuerpos que puede interferir con la vacunación. Se ha reportado que hasta un 10 % de los cachorros vacunados pueden presentar este problema (lo que representa un número significativo de individuos si tenemos en cuenta el número de animales que vacunamos cada año).
El papel que tendrían las nuevas cepas, como la 2c, en estos fallos de vacunación podría estar en aquellos casos en los que el cachorro no produzca un buen nivel de anticuerpos vacunales debido a la citada interferencia vacunal con anticuerpos maternos, a otros problemas como la genética de determinadas razas (Labrador, Golden Retriever, etc.), o a la presencia de deficiencias inmunológicas congénitas o adquiridas. En todos estos casos los cachorros se hacen más sensibles a la infección por las “cepas nuevas”, ya que son más virulentas que las antiguas.
Como hemos comentado anteriormente, las vacunas clásicas, que no llevan incluidas la cepa 2c (actualmente todas), son vacunas heterólogas que pueden llevar a cabo una inmunidad cruzada que se logra a través de la producción de un nivel alto de anticuerpos. Sin embargo, aquellos animales que no consigan producir este nivel elevado de anticuerpos (nivel/título de protección) se harán más susceptibles a sufrir la enfermedad.

Entonces, ¿cómo podemos actuar?

Para empezar, aunque las directrices actuales de los laboratorios fabricantes de vacunas marcan como fecha de finalización de la primovacunación con vacunas esenciales las 12 semanas, los datos expuestos en el punto anterior hacen que los protocolos recomendados por organizaciones como la WSAVA aconsejen no acabar dicha primovacunación antes de las 16 semanas de vida. El objeto de esta modificación es impedir en lo posible la interferencia materna, y reducir así ese 10 % de animales que se quedan sin proteger a la mínima expresión posible. Además, algunos especialistas aconsejan administrar vacunas que incluyan la cepa 2b, ya que antigénica y genéticamente tienen más cercanía con la nueva cepa 2c que las más antiguas.
Otra recomendación que actualmente se debate es la de separar la primovacunación con vacunas esenciales víricas, especialmente la de Parvovirus, de las vacunas bacterianas, principalmente las de leptospirosis. La razón radica en que algunos estudios demuestran que administrar ambas valencias juntas podría repercutir negativamente en los niveles de seroconversión que puedan darse para ambos agentes, y sobre todo para Parvovirus, ya que parece existir un efecto inmunológico antagónico entre ambas valencias. Aunque en la mayoría de las ocasiones este efecto no es lo suficientemente importante como para inducir una seroconversión no protectiva, en animales que por su genética o su condición inmunológica exista tendencia a hacer naturalmente bajos niveles de seroconversión, este antagonismo podría dar lugar a un título no protectivo. Por ello, actualmente se aconseja iniciar la vacunación frente a Leptospira y Bordetella a las 18-22 semanas, de dos a seis semanas después de acabada la primovacunación con vacunas víricas esenciales, para prevenir así el mencionado antagonismo antigénico.

Conclusión

En un estudio llevado a cabo en nuestro centro sobre 121 casos de fallo de eficacia frente a Parvovirus, investigados en casi 6 años (2010-2015), los principales factores implicados fueron los siguientes:
  • Protocolos de primovacunación incorrectos (81,8 %).
  • Susceptibilidad genética (42,9 %).
  • Alteraciones inmunológicas en el animal (15,7 %).
  • Coinfecciones (7,43 %).
Solo en nueve de estos casos pudimos llevar a cabo la tipificación de las cepas involucradas en el fallo vacunal, con cinco casos provocados por la CPV-2c, tres casos por la CPV-2b y uno debido a la CPV-2a. Aunque estadísticamente no es significativo, este resultado confirma la prevalencia de la cepa 2c en nuestro país, lo que lógicamente también puede explicar que sea la cepa más representada en estos fallos vacunales, teniendo en cuenta todo lo comentado anteriormente.
En definitiva, aunque ciertamente la vacunación frente a parvovirus es manifiestamente mejorable mediante la inclusión de la CPV-2c, no es menos cierto que la adquisición de nuevos protocolos mejorados tendría una repercusión más que positiva en la reducción del número de casos de fallos de eficacia en esta enfermedad. Estos cambios y modificaciones, que se reflejan fácilmente sobre el papel, suponen actualmente una gran dificultad y un enorme desafío donde industria, administración y colectivo veterinario han de ponerse de acuerdo, por mucho esfuerzo de transformación que esto suponga.

viernes, 16 de diciembre de 2016

GENETIC DIVERSITY OF CANINE DISTEMPER VIRUS IN SOUTH AMERICA Yanina Panzera et al. 2014

Genetic Diversity of Canine Distemper Virus in South America

Yanina Panzera1*, Nicolás Sarute1, Lucía Carrau1, Jaime Aldaz2, Ruben Pérez1

1Sección Genética Evolutiva, Instituto de Biología, Facultad de Ciencias, Universidad de la República, Montevideo, Uruguay; 2Escuela de Medicina Veterinaria y Zootecnia, Facultad de Ciencias Agropecuarias, Universidad Estatal de Bolívar, Guaranda, Ecuador
Abstract | Canine Distemper virus is the etiological agent of “Distemper”, the most significant infectious disease among carnivores worldwide. Herein, we present the state of the art of CDV dynamics in South America, by means of a detailed analysis of the genetic diversity, evolution, and epidemiology of the virus in several countries. Our study allowed us to establish the presence of four genetic lineages in South America, being the continent with more lineages described to date, underscoring the high genetic diversity of the circulating strains.

Citation | Panzera, Y. et al. (2014). Genetic diversity of canine distemper virus in South America. British Journal of Virology, 1(2): 48-53.

The Morbillivirus is an antigenically related genus within the Paramyxoviridae which includes important mammal pathogens, such as measles virus in humans and canine distemper virus (CDV) in several carnivore species. Paramyxoviruses have a nonsegmented single-stranded negative RNA genome of 15.7 kb. CDV encodes for the nucleoprotein (N), viral polymerase (L), and phosphoprotein (P), which are associated with the genomic RNA forming the ribonucleoprotein complex; the matrix (M) is a membrane associated protein, whilst the hemagglutinin (H) and fusion (F) proteins are the antigenic determinants anchored at the viral envelope (Lamb & Parks, 2007).
CDV is the etiologic agent of canine distemper, a severe multisystemic and globally distributed disease, which represents the most important infectious threat of domestic dogs (Canis lupus familiaris) (Appel & Summers 1999). CDV infection has been reported in all families of terrestrial carnivores and several marine carnivores (Deem et al., 2000; Mamaev et al., 1995). The ability of the virus to jump between carnivores hosts is considered as one of the causes for the success of its worldwide spread. As viral reservoirs, domestic dogs pose a significant risk to captive and free-ranging wildlife species, because of dog abundance and their ability to travel for long distances (Fiorello et al., 2006). Although live attenuated vaccines have been used since 1950 to control the disease, CDV continues to cause outbreaks in receptive domestic and wild carnivores in several geographical areas (Lednicky et al., 2004; Martella et al., 2010; Woma et al., 2009; Zhao et al., 2010; Panzera et al., 2012). Distemper outbreaks registered since the 1980s in vaccinated and unvaccinated dogs, were consequence of natural infections with field strains not related to the current vaccine strains (Harder & Osterhaus, 1997; Mochizuki et al., 1999, Pardo et al., 2005; Lan et al., 2006; Calderón et al., 2007; Sarute et al., 2011). While cross-neutralization and kinetic-neutralization assays can be used to distinguish between vaccine and field strains (Appel et al., 1994; Harder et al., 1993, 1996), only molecular analyses have revealed differences between field strains.
Sequence analyses of different genes have been performed to characterize the circulating strains (Harder et al., 1996; Lednicky et al., 2004; Pardo et al., 2005; Headley et al. 2009). The H gene is the most widely employed because it has the highest variability within the CDV genome. Its analysis has led to identify geographic lineages providing important advances to the knowledge of CDV evolution worldwide (Bolt et al., 1997; Martella et al., 2006).
In South America, distemper outbreaks had apparently been known since the XVIII century in Peru, and afterwards the virus spread to Europe according to clinical and historical records (Howell, 1965; Blancou, 2004).
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Figure 1. Political map of South America. In boxes are detailed the carnivores species infected with canine Distemper virus and the lineages described for each country.

The first serological reports performed in Brazil detected anti-CDV antibodies in 9% of the Amazon dog populations with no evidence for infections in wild populations (Fig. 1) (Courtenay et al., 2001). In other Brazilian regions seroprevalence surveys in domestic and wild hosts detected high antibodies titers (Fig. 1) (Headley et al., 2012).
In Bolivia, more than the 95% of the dogs had CDV antibodies, which were also detected in wild carnivores (Fig. 1) (Fiorello et al., 2006, 2007; Bronson et al. 2008).
Furthermore, in Galapagos Island, where vaccination and dog importation is forbidden, anti-CDV antibodies were detected in resident dogs (Fig. 1) (Levy et al., 2008).
In Chile, a Distemper outbreak involving two fox species occurred in 2003 (Moreira & Stutzin, 2005; Gonzalez-Acuña et al., 2003; Acosta-Jamett, 2009) and urban dogs were blamed for CDV transmission due to their high seroprevalence (Fig. 1) (Acosta-Jamett et al., 2011).
Phylogenetic analyses based on CDV strains from South America have been performed to establish the evolutionary patterns of the virus in the region. The first reports from Brazil, Argentina and Uruguay revealed that field strains clearly differed with respect to the vaccine strains (Saito et al., 2006; Calderón et al., 2007; Sarute et al., 2011).
A phylogenetic study based on a partial region of the N gene reported that Brazilian strains isolated from wild and domestic hosts were closely related and suggested that domestic dogs were the source of infection for wild carnivores (Fig. 1) (Megid et al., 2009; 2010). In 2007, Calderón analyzed a partial region of the H gene determining the presence of two genetic variants circulating in Argentina: one variant was related to European strains, while the other was unique and predominant in the country (Calderón et al., 2007). Studies based on strains isolated from free-ranging wild carnivores showed a high percentage of identity with the predominant CDV variant that affect dogs in Argentina (Fig. 1) (Ferreyra, et al. 2009).
Until 2012, the global analysis of the complete H gene had permitted the identification of eight lineages according mainly to their geographic origin: three in Europe, two in Asia, two in North America, and one in South Africa (Martella et al., 2006; An et al., 2008; Woma et al., 2009). The analysis of the full-length H gene sequences of field strains from Uruguay and Argentina, and their comparison with strains from Brazil and with strains belonging to the eight lineages, allowed us to identify two co-circulating lineages in South America which different distribution, prevalence and origin. The Uruguayan, Brazilian and one Argentinean strains clustered within a European lineage were renamed as Europe1/South America1 (EU1/SA1). The remaining Argentinean strains formed a new genetic lineage, denoted as South America 2 (SA2), that is exclusively distributed in Argentina according to the previous report of Calderón et al., (2007) (Panzera et al. 2012).
Recent studies have confirmed that all the Brazilian strains characterized from domestic dogs belong to the EU1/SA1 lineage. The absence of the other lineages in Brazil is remarkable considering the broad area of the country (47% of South America) (Negrao et al., 2013; Budaszewski et al., 2014). The predominant EU1/SA1 lineage has been circulating for at least more than a decade in southern South America. Although this lineage was previously described in Europe (Bolt et al., 1997), it is not possible to establish the genetic flow direction between both continents. Nevertheless, the high genetic homology between the South American and the European strains is indicative of a common ancestor.
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Figure 2. Maximum likelihood tree constructed using the Tamura 3-parameter (I) substitution model inferred through 500 replicates for 44 South American partial sequences (630 bp) of the H gene. GenBank accession number, country, isolates and collection year are detailed. Arg: Argentina, Bra/BR: Brazil, Co: Colombia, Ec: Ecuador, Uy: Uruguay. EU1/SA1: Europe 1/South America 1, SA2: South America 2, SA3: South America 3, SA4: South America 4. A Phocid Distemper virus strain (PDV/USA2006) was used as outgroup.

Even though the lineages are defined by the complete H gene variability, its amplification directly from field samples can be difficult because of its size (1824 bp) and its transcription level which is proportionately lower in comparison to the genes located in the 3´ terminal region of the genome. These restrictions could limit its usefulness for characterization purposes. Notably, a strong phylogenetic signal was detected for the fusion protein signal-peptide (Fsp)-coding region by likelihood mapping which was as high as for the H gene. The Fsp coding region consists of only 405 bp and can be easily obtained to achieve a rapid characterization of circulating strains (Sarute et al., 2013).
A novel CDV lineage has been described based on the analysis of the Fsp region of South American strains, represented only by Ecuadorian strains and named South America (SA3), revealing the high diversity of the virus in this continent (Sarute et al., 2014).
Shortly after, phylogenetic evidence revealed a different lineage circulating among Colombian dog populations, clearly separated from the previous lineages described worldwide. Although the characterization of the Colombian lineage was performed using complete H gene sequences, and is therefore not comparable with the Fsp-coding region sequences available for the SA3 lineage; it is possible a genetic similarity between both lineages because they have similar geographic distribution in northern South America (Espinal et al., 2014). To evaluate this hypothesis, here we compared all South American strains characterized to date using a partial region of the H gene (630 bp). We built a dataset including two Ecuadorian sequences (SA3 lineage) recently published and 42 sequences of South American strains, which were employed to infer a phylogenetic tree (Fig. 2). Our finding revealed that there are currently four lineages circulating in South America: EU1/SA1, SA2, SA3 and those formed by Colombian strains, showing a high nucleotide and amino acid divergence. Therefore, the Colombian clade should be more properly denoted as South America 4 (SA4) lineage. The South American lineages have different geographical distribution, and appear spatially structured without apparent events of migration within the continent; underscoring the importance that local diversification has had in CDV dynamics.
In summary, there are currently eleven lineages circulating worldwide: three in Europe, two in Asia, two in North America, one in South Africa, and four in South America. The presence in South America of tree unique lineages and a four intercontinental one (EU1/SA1) suggest that this continent harbor the highest genetic diversity of CDV strains. The extend of variation may be even greater as only five out of the twelve South American countries have performed CDV characterization studies. This epidemiological scenario encourages additional analyses in domestic and wild species to map the geographical spread and variability of CDV variants in South America and to provide new insights into local viral diversity and evolution.
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miércoles, 14 de diciembre de 2016

PÉRDIDAS DE PRODUCCIÓN ASOCIADAS AL PRSS Y MEDIDAS DE ERRADICACIÓN Alejandro ramírez 2016

Pérdidas de producción asociadas al PRRS y medidas de erradicación

El síndrome reproductivo y respiratorio porcino (PRRS) ha cambiado drásticamente la producción porcina mundial



En los Estados Unidos había sido el único foco de todos los protocolos de bioseguridad hasta la reciente introducción del virus de la diarrea epidémica porcina. Aun así, el PRRS sigue siendo sin duda una de las enfermedades con mayor importancia económica del mundo.
Alejandro RamírezDVM, MPH, PhD, Diplomate ACVPM
Autor del libro “Guía del PRRS. Síndrome reproductivo y respiratorio porcino”. Editorial Servet
 (Foto: photo5963_shutter/shutterstock.com)

Los brotes de enfermedades reproductivas y respiratorias graves en cerdos se detectaron inicialmente en Carolina del Norte (Estados Unidos) alrededor de 1987, y en Alemania en 1990. La etiología se desconocía, pero la enfermedad clínica se extendió rápidamente. El síndrome incluía pérdidas reproductivas (abortos) en las piaras de cría, así como alteraciones respiratorias, retrasos en el crecimiento y alta tasa de mortalidad.
El agente causal fue identificado por primera vez en 1991 en los Países Bajos, y poco después en Canadá y los Estados Unidos. La enfermedad era conocida como la enfermedad misteriosa del cerdo, enfermedad de la oreja azul, infertilidad porcina y síndrome respiratorio (SIRD: swine infertility and respiratory syndrome), aborto epidémico porcino y síndrome respiratorio (PEARS: porcine epidemic abortion and respiratory syndrome) y síndrome reproductivo y respiratorio porcino (PRRS: porcine reproductive and respiratory syndrome), entre otras denominaciones.
Los estudios retrospectivos demostraron la presencia de animales serológicamente positivos más de diez años antes de que la enfermedad fuera identificada clínicamente.
Desde su identificación inicial, el virus del PRRS (PRRSv) se ha extendido a muchas granjas y países diferentes en un breve periodo de tiempo. Según los informes, hubo 3.000 brotes descritos en Europa al principio de los años 90 y en menos de cuatro años. El virus está evolucionando rápidamente y hoy en día hay una gran diversidad del virus tanto en Europa como en América del Norte. Se han identificado variantes altamente patógenas del virus PRRS en Asia, Europa del Este y los Estados Unidos.
Según la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE), a finales de 2015 la enfermedad estaba presente en todo el mundo, con la excepción de Argentina, Australia, Brasil, Finlandia, Islandia, Nueva Zelanda y Noruega, países que nunca han comunicado la presencia de la enfermedad (figura 1).

Figura 1. Mapa de países que nunca han presentado el virus del PRRS.

El PRRS ha cambiado drásticamente la producción porcina mundial. En los Estados Unidos había sido el único foco de todos los protocolos de bioseguridad hasta la reciente introducción del virus de la diarrea epidémica porcina. El PRRS sigue siendo, sin duda, una de las enfermedades con mayor importancia económica en todo el mundo.

Impacto económico del PRRS

El impacto económico del PRRS es significativo en todo el mundo. Cuando se consideran los costes económicos de un brote, un factor principal es la virulencia de la cepa específica de PRRSv. Debido a la gran diversidad de las cepas de campo, las consecuencias económicas pueden ser bastante variables entre explotaciones. Sin duda, por norma general, se considera que el PRRSv tipo 1 (europeo) es significativamente menos virulento que las cepas descritas en Norteamérica (tipo 2). Sin embargo, existen muchos casos notificados de brotes graves causados por el PRRSv tipo 1, al igual que ha habido algunos casos de explotaciones con el PRRSv tipo 2 sin signos clínicos de importancia.
En los Estados Unidos, Neumann y sus colaboradores (2005) estimaron los costes globales del PRRS en alrededor de 560 millones de dólares al año, lo que la convierte en la enfermedad más importante económicamente en la industria porcina de Estados Unidos. Este coste fue significativamente más alto que el de la peste porcina clásica (360 millones de dólares/año) y la enfermedad de Aujeszky (36 millones de dólares/año) combinadas, tomando como base estimaciones previas a la erradicación y ajustadas al cambio del dólar de 2004.
La figura 2 resume algunos de los estudios publicados revisados por expertos más conocidos que han estimado los costes del PRRS. Es importante tener en cuenta que los costes asociados con el PRRS incluyen todas las fases de la producción. También es interesante remarcar que todos los países presentan un coste significativo asociado con este síndrome.

Figura 2. Estudios sobre el coste económico del PRRS.

Hay muchos costes asociados con el PRRS que vienen determinados por un descenso de la productividad (tasa de partos, ganancia media diaria, etc.), así como por un aumento de las tasas de mortalidad (abortos, mortalidad pre y posdestete, etc.). Algunos de estos costes corresponden a los gastos de vacunación, aunque la mayoría de ellos no van asociados a un aumento de las medidas de bioseguridad, lo que que puede ser significativo.
En el estudio desarrollado por Holtkamp y colaboradores (2013) se estimó que el 60 % de los cerdos destetados en los Estados Unidos eran negativos a PRRSv, aunque solo el 25 % de los cerdos comercializados eran negativos al sacrificio (figura 3). Los estudios estadounidenses de 2005 y 2013 aportaron algunas ideas muy importantes sobre la enfermedad. De hecho, incluso tras ocho años de trabajo intenso en los Estados Unidos contra este virus, su impacto económico ha aumentado. En este periodo se ha adquirido gran cantidad de conocimiento tanto en investigación como práctico. Sin embargo, el virus continúa suponiendo un reto. También es interesante observar cómo ha variado el impacto económico del virus del 11,9 % del coste total atribuido al grupo reproductor en el estudio de 2005 a más del 45,5 % en el informe de 2013. Hay muchas razones que pueden explicar este cambio en el impacto económico. Es posible que estas razones incluyan cambios en los enfoques para el control y eliminación del PRRSv, así como cambios en las prácticas de producción (tamaño del rebaño, sistemas de producción en múltiples emplazamientos, etc.).
Por fortuna, el PRRS no representa un riesgo de seguridad alimentaria para el consumidor de carne de cerdo o una enfermedad relevante desde el punto de vista zoonótico; de no ser así, su impacto económico se habría incrementado drásticamente. Sin embargo, sí es relevante en cuanto a seguridad alimentaria en términos de disponibilidad de alimento, tal y como se observó con el brote de PRRS de alta patogenicidad que comenzó en China en 2006. La deleción de 30 aminoácidos que se describió en la región nsp2 del virus dio lugar a una cepa altamente virulenta que afectó a más de dos millones de cerdos, lo que causó al menos 400.000 muertes y provocó un importante déficit de proteína porcina en esa área.

Eliminación del PRRSv

El objetivo final para cualquiera debería ser eliminar el PRRSv de la granja. Esto permitiría que la explotación adquiriera el estado de negativa a PRRSv (categoría IV).
La puesta en marcha de un programa de eliminación del PRRSv es una buena ocasión para evaluar qué otros patógenos se podrían eliminar al mismo tiempo. En Estados Unidos, muchas explotaciones que comienzan un programa de eliminación del PRRSv aprovechan la ocasión para realizar ligeras modificaciones en sus planes de eliminación (como el empleo estratégico de antimicrobianos) para eliminar también Mycoplasma hyopneumoniae.
Es importante realizar previamente un análisis económico de cada explotación para calcular el coste real de la enfermedad en ese momento. Esta información, junto con el coste estimado del programa de eliminación y el aumento esperado de la productividad debido a la eliminación del PRRSv, ayudará a determinar durante cuánto tiempo una explotación debe permanecer negativa para compensar estos costes. Las explotaciones no tienen que permanecer negativas a PRRSv para siempre después de la eliminación del virus para que el programa sea económicamente factible. Un informe de Yeske y Holtkamp (2012) sugiere que con una despoblación-repoblación completa, la granja solo debería permanecer negativa entre uno y dos años para compensar los costes del programa.

Despoblación y repoblación

La despoblación y repoblación de la piara completa es la manera más rápida y sencilla de obtener una granja negativa a PRRSv (categoría IV):
  • Este es el método más caro para la eliminación del PRRSv.
  • Las instalaciones completas de la explotación, no solo un edificio, se deben despoblar completamente antes de permitir la entrada de animales de reposición negativos.
  • Todos los edificios y el equipo se deben limpiar, desinfectar y dejar secar completamente durante al menos dos semanas y preferentemente 30 días antes de volver a llevar a los animales a las instalaciones:
  • Esto se hará idealmente durante los meses de verano.
  • Los meses de invierno son el peor momento para la despoblación y repoblación debido a la falta de capacidad para limpiar y desinfectar completamente todas las instalaciones.
  • Cualquier equipamiento que sea difícil de limpiar y desinfectar completamente se debería eliminar del lugar:
  • Es más seguro adquirir nuevas lámparas de calor, alfombrillas para el suelo, botas, paneles de separación, etc., que intentar asegurar que están completamente limpios y desinfectados.
  • El coste de reponer todos estos elementos es significativamente menor comparado con el coste global del proyecto de despoblación-repoblación y puede tener un impacto importante para evitar la exposición al virus existente.
  • No se deberían olvidar las zonas de almacenamiento de purines:
  • Tener en cuenta los tiempos de supervivencia del PRRSv en el estiércol.
  • Es difícil tratar las fosas de purines.
  • Las fosas de purines deben vaciarse y desinfectarse lo mejor posible.
  • Se puede implementar un proyecto de cría y reproducción en otra ubicación para minimizar los efectos sobre la producción de cerdos destetados.

Análisis y eliminación

El plan de análisis y eliminación se centra en analizar los animales del grupo de reproductores y eliminar a todos los seropositivos:
  • Es fundamental contar con acceso a un laboratorio que pueda entregar los resultados de forma rápida (uno o dos días como máximo).
  • La tasa de éxito de este programa, así como el coste de las analíticas, depende mucho de la prevalencia actual de PRRSv y de la estabilidad de la piara:
    • El éxito del plan depende de la rapidez con la que se identifique el primer caso y se elimine.
      • Es la opción de elección en explotaciones de verracos. Si esta no consigue frenar la transmisión inmediatamente, la nave se debería despoblar por completo.
      • El éxito no se puede predecir, incluso cuando todos los animales se muestrean inmediatamente, ya que se necesitan varias horas hasta la obtención de resultados, lo que le da tiempo al virus para diseminarse en el grupo.
    • Este plan rara vez tiene éxito cuando la piara es inestable. Primero debería controlarse el PRRSv para frenar la transmisión.
    • Cuanto más estable sea la granja, más rápidamente tendrá éxito el programa, lo que hará que sea necesario analizar a los animales de la explotación durante menos tiempo, reduciendo así los costes de las analíticas.
  • Los reproductores deben analizarse al mismo tiempo, preferiblemente en un solo día:
    • Se requieren análisis de anticuerpos; es fundamental que la prueba sea muy sensible (>95 %; cuanto más alta mejor).
    • PCR: muy recomendada para obtener resultados más rápidamente, en especial para la primera toma de muestras ya que establece la estabilidad del grupo. Las muestras se pueden unir en grupos de tres o cinco para reducir los costes de las pruebas sin perder sensibilidad analítica.
  • El programa de análisis y eliminación funciona mejor en piaras con prevalencias bajas de PRRSv (idealmente
  • La tasa de eliminación de los animales seropositivos según son identificados puede influir en los buenos resultados del programa.
  • Una vez se han eliminado todos los animales positivos, el grupo restante se debería volver a analizar pasados 30 días.
  • El proceso completo de análisis de la piara continuará cada 30 días hasta que todos los animales analizados den un resultado negativo.

Renovación (rollover) del grupo

El cierre de granja y la renovación del grupo se ha convertido en una de las prácticas más frecuentes entre los ganaderos de porcino:
  • Aproximadamente, se estima que el coste está en torno a 1/3 o 1/4 del coste de un programa de despoblación-repoblación.
  • La granja se cierra y después se homogeneiza según se ha descrito previamente.
  • Una vez que la granja se vuelve a abrir, se pueden introducir los animales de reposición negativos a PRRSv.
  • Estas cerdas de reposición negativas a PRRSv también sirven como animales centinela para la monitorización del PRRSv.
  • Una vez que la explotación adquiere el estado de categoría III (negativo provisional), la tasa de reposición de cerdas se puede aumentar significativamente (dependiendo de los recursos financieros) para acelerar la renovación y entrar antes en la categoría IV.

Eliminación regional

El objetivo final de la industria porcina en cualquier país es lograr la eliminación del PRRSv en un ámbito más amplio que una sola granja. Al mismo tiempo que cada zona, provincia, estado o país continúa buscando eliminar el PRRSv de su área, los programas regionales de eliminación pueden ser la respuesta:
  • Mondaca y colaboradores (2014) han descrito una metodología para el desarrollo del control regional que incluye cinco fases:
    1. Evaluar la viabilidad del proyecto en el área concreta.
    2. Identificar las zonas con presencia de cerdos.
    3. Caracterización de las explotaciones de la zona.
    4. Diseño de estrategias de control del PRRSv.
    5. Ejecución y monitorización de las estrategias de control del PRRSv implementadas.
  • El primer programa regional de eliminación en los Estados Unidos se inició en 2002 en el condado de Rice, en Minnesota.
  • Uno de los mayores logros de estos programas regionales de eliminación es que han permitido que los ganaderos de porcino vecinos puedan intercambiar información entre ellos sobre cómo minimizar los riesgos para las demás granjas; es un trabajo en equipo que incluye ayudar al otro en vez de señalarlo con el dedo.
  • Hoy en día existen muchos programas regionales de control, no solo en los Estados Unidos, sino por todo el mundo.
  • El éxito de cada programa depende en gran medida de las personas que lo dirigen. En última instancia, deben ser los ganaderos de porcino los que quieran que el programa tenga éxito.
Declaración de principios de la AASV respecto al PRRS
El 11 de octubre de 2011, la Asociación Americana de Veterinarios Especialistas en Porcino (American Association of Swine Veterinarians, AASV) desarrolló la siguiente declaración de principios acerca del PRRS: “El síndrome respiratorio y reproductivo porcino (PRRS) es una enfermedad importante y limitante de la producción cuyo coste para la industria porcina norteamericana se estima que excede los 664 millones de dólares al año. El control de la enfermedad mediante métodos tradicionales no ha sido eficaz en todos los casos; por lo tanto, la postura de la AASV es que la eliminación del PRRS de la industria porcina norteamericana es un objetivo a largo plazo. La AASV ejercerá un papel de liderazgo asociándose con la industria porcina para promover la eliminación colaborativa del PRRS tanto a nivel local, regional como nacional, comunicando la necesidad e identificando las fuentes de financiación para apoyar tales iniciativas y ayudando en el intercambio de nueva información y tecnología relacionada con el PRRS entre sus miembros para conseguir este objetivo”.