Enfermedad
hemorrágica
del conejo
El virus RHDV-2, conocido como la nueva variante de la
enfermedad vírica hemorrágica del conejo, fue detectado por
primera vez en la región de Nantes (Francia) en 2010 (Le GallReculé et al., 2011). Desde entonces se ha extendido a gran
parte del territorio europeo y ha sido capaz de llegar al Norte
de África, Australia y Canadá (OIE, 2016).
Sonsoles Pacho, Elías Dahdouh, Mónica Suárez*
* Facultad de
Veterinaria.
Universidad
Complutense de
Madrid.
Por otro lado,
el conejo doméstico ha sufrido
reiteradamente la aparición
de enfermedades que han
provocado muertes y sacrificios masivos. Sin embargo, se
podría decir que este problema lo han sufrido el conejo
silvestre y el doméstico en
paralelo, y desgraciadamente
existen ejemplos muy recientes de ello.
Una de las crisis sanitarias más importantes para
el conejo fue la aparición de la
mixomatosis a mediados del
siglo XX. Este virus diezmó
las poblaciones tanto a nivel
industrial como en el campo,
y la sombra de la enfermedad
aún está presente.
Etiología
Desde su descripción en 1984,
el estudio del virus de la enfermedad hemorrágica (RHDV,
Rabbit Haemorrhagic Disease
Virus) ha sido constante. En
los años 90 se determinó que
el virus pertenece a la Familia
Caliciviridae, y se ha englobado
en el Género Lagovirus. Este
género incluye dos importantes enfermedades que afectan
a los lepóridos: la Enfermedad
Hemorrágica Vírica del Conejo, y el Síndrome de la Liebre
Parda Europea. Ambas enfermedades comparten proximidad filogenética y ciertas características, aunque su capacidad de producir infecciones
cruzadas aun está en entredicho. Asimismo, existen una
serie de virus no patógenos
que se han determinado Calicivirus del conejo (RCV), y que
parecen capaces de inducir
una respuesta inmune frente
al RHDV.
Se ha determinado que el
RHDV es un virus ARN, sin
envoltura y con simetría icosahédrica. Quizá el dato más
importante sobre este virus
sea la presencia en su cápside
de una proteína denominada
VP60, elemento clave en la
elaboración de vacunas, así como en la producción de la Respuesta Inmune por parte de los
animales.
A día de hoy, se han descrito
6 genogrupos de RHDV y una
variante antigénica. Por un
lado, se han descrito los genogrupos G1-G5, responsables
de la variante clásica de la enfermedad y el genogrupo G6 o
tipo a, que se agrupan bajo un
tronco común. Por otro lado,
en 2010 se describió una variante antigénica del virus que
se ha denominado RHDV tipo
b, y que muestra diferencias
significativas con los grupos
anteriormente descritos.
Epidemiología
La enfermedad muestra varias presentaciones clínicas,
dependiendo fundamentalmente de la variante implicada. La variante clásica
afecta a conejos adultos, con
morbilidad cercana al 100%,
y mortalidad del 80-90%. Los
gazapos pueden presentar
una infección subclínica que
les confiere inmunidad, y se
ha determinado que hasta un
10% de los animales pueden
desarrollar un cuadro crónico. Todos estos animales excretan partículas virales al
medio ambiente, por lo que
son una fuente de infección.
La nueva variante, por el contrario, afecta a los gazapos,
produciendo un cuadro agudo cuya mortalidad se eleva
hasta el 70%. Esta variante
puede afectar también a los
animales vacunados frente a
la variante clásica de la enfermedad, ya que no existe protección cruzada entre ambas.
La transmisión del virus se
produce generalmente por
vía oronasal, por contacto directo con las secreciones de
otros animales, así como a
través de fómites y de reservorios animales. La capacidad
del virus para sobrevivir amplios períodos de tiempo en el
medio ambiente o en restos
de animales muertos debido
a la infección, también se ha
descrito.Además es posible la
transmisión a través de vectores, que estarían implicados
en la diseminación de la enfermedad a distancia.
Figura 1. Detalle
del ojo de un conejo infectado por
RHDVb, en el que
se aprecia hiperamia conjuntival
(imagen propiedad
de los autores)
Patogenia y
sintomatología
Una vez que el virus entra en
el organismo, se dirige al hígado, donde tiene lugar la replicación; la implicación del epitelio digestivo en este proceso
también ha sido objeto de estudio. Transcurridas unas horas, la mayor parte de tejidos
orgánicos presentan partículas
virales, así como las heces. En
12-36 horas, el animal comienza a experimentar síntomas de
infección aguda, que provocan
fiebre, congestión conjuntival,
apatía, anorexia y postración,
y que son letales en la mayoría
de los casos. Lo más habitual
es encontrar a los animales
muertos en posición de opistótonos y, en gran cantidad de
ocasiones, mostrando epistaxis. Esta hemorragia nasal, así
como las hemorragias internas, son características de la
enfermedad.
En la necropsia es frecuente
encontrar una importante
congestión orgánica. El órgano que muestra especial
afectación es el hígado, que
se aprecia congestivo, aumentado de tamaño y con
una consistencia friable. La
superficie hepática presenta
un patrón lobulillar marcado,
que sugiere la hepatitis necrotizante que tiene lugar. El
bazo también se halla aumentado de tamaño y congestivo,
así como los riñones y, frecuentemente, los linfonódulos. Por último, los pulmones
muestran signos de shock, y
es frecuente la presencia de
edema pulmonar. El resto de
órganos pueden mostrar mayor o menor afectación, destacándose la congestión vascular generalizada.
Diagnóstico
A pesar de los signos casi patognomónicos de la enfermedad, es necesario determinar
con precisión la causa de la
muerte de los animales, especialmente con el objetivo de
garantizar la seguridad sanitaria de la explotación y las
explotaciones cercanas. Por
este motivo, ante cualquier
sospecha de enfermedad, es
necesario que el veterinario
responsable realice una toma
de muestras para su análisis, El laboratorio
determinará la presencia del
virus en los tejidos enviados,
así como la variante implicada. El Código Sanitario de los
Animales Terrestres de la OIE
contiene información sobre
los protocolos a seguir en estos casos.
Existen diversas técnicas para la detección del agente responsable en los tejidos (ELISA,
RT-PCR, hemaglutinación,
microscopía electrónica, entre
otros), que se utilizan fundamentalmente con fines experimentales, ya que el diagnóstico
se lleva a cabo por laboratorios
oficiales. Sin embargo, el nivel de inmunidad presente en
los animales se puede evaluar
rutinariamente a través de su
estudio serológico (ELISA, inhibición de hemaglutinación).
Estas pruebas nos permiten
determinar la exposición previa de los animales al virus, así
como evaluar la eficacia de las
vacunas.
Profilaxis y control
Puesto que la enfermedad es
muy grave y de diseminación rápida, es fundamental
extremar las medidas de control para evitar la aparición
de brotes. Ante la presencia de un caso sospechoso es
necesario comunicarlo a las
autoridades competentes y
extremar las precauciones.
La confirmación del diagnóstico requerirá el sacrificio sanitario de los animales de la
explotación, la desinfección
exhaustiva de la misma, un
vacío sanitario de, al menos,
6 semanas y la instalación de
un vallado eficaz que evite el
acceso de conejos silvestres
a las instalaciones. La explotación podrá ser considerada
libre de enfermedad cuando
hayan transcurrido al menos
6 meses desde el último caso
y se hayan llevado a cabo las
medidas higiénicas anteriormente descritas.
Como se ha explicado y como
desgraciadamente muchas
explotaciones han visto de
cerca, la enfermedad hemorrágica es una infección rápida y muy agresiva. Por este motivo, es esencial llevar
a cabo un programa vacunal
que garantice la protección
de los animales en todo momento de su ciclo productivo,
así como evitar el acceso de
animales a las instalaciones.
Si bien el conejo silvestre es
el portador más probable de
la enfermedad, no se descarta que otros animales puedan
introducir el virus en la explotación, por lo que resulta
realmente importante el control en este sentido. Por otro
lado, el control de vectores
que se lleva a cabo para proteger a los animales frente a
otras infecciones, es también
eficaz en la prevención de
la enfermedad hemorrágica,
puesto que se ha demostrado
su transmisión a través de los
mismos.
La enfermedad hemorrágica es una de las enfermedades que más ha preocupado
y preocupa a veterinarios,
ganaderos y cazadores. Sus
efectos sobre el Medio Ambiente y las explotaciones
son devastadores, como se
ha constatado en los últimos
30 años, y su erradicación no
parece inminente. Por ello,
es importante ser estrictos
en la profilaxis y evitar en lo
posible su propagación. El estudio de esta enfermedad ha
sido exhaustivo y constante
desde su aparición en 1984, y
en los últimos años se están
llevando a cabo importantes
avances tanto en su diagnóstico como en el desarrollo de
métodos de estudio del virus.
Por ello, aunque es fundamental ser cautelosos, es necesario confiar en que poco
a poco podamos poner cerco
a esta enfermedad que tanto
daño ha causado a nuestro
sector. u
Queda a disposición del lector
interesado en el correo electrónico:
redaccion@editorialagricola.com
BIBLIOGRAFÍA
Figura 2. Detalle
del exudado nasal
serosanguinolento
en un animal infectado por RHDVb
(imagen propiedad
de los autores)
Enterostrep S