Aplicaciones prácticas de bioseguridad frente a PRRS
Los planes de bioseguridad deben aplicarse durante largos periodos y de forma estricta y constante
Establecer un plan de bioseguridad, no solo para el control del PRRS sino en términos generales, es establecer un sistema de gestión de riesgos con puntos críticos de control, que debe ser estricto pero no rígido y que, por tanto, pueda adaptarse en cierta medida a los cambios que sucedan.
Gerard E. Martín-Valls [1], Alberto Allepuz [2], Jordi Casal [2], Ivan Díaz [1], Lorenzo Fraile [3], Enric Mateu [2] y Cinta Prieto [4]Plataforma ConPRRS
1. CReSA-IRTA
2. UAB-IRTA
3. Universitat de Lleida
4. Universidad Complutense de Madrid
1. CReSA-IRTA
2. UAB-IRTA
3. Universitat de Lleida
4. Universidad Complutense de Madrid
En sanidad animal, la bioseguridad es el conjunto de medidas orientadas a evitar la entrada y diseminación de enfermedades infectocontagiosas o parasitarias en una explotación, región o país previamente libre. En una explotación de cerdos, podemos dividir las medidas de bioseguridad principalmente en dos grupos:
- Bioseguridad externa: son las medidas que minimizan el riesgo de introducción de nuevos patógenos, como la valla perimetral, las prácticas de limpieza y desinfección de vehículos, la aplicación de cuarentenas o el control de las visitas, entre otros.
- Bioseguridad interna: incluye las medidas que reducen la diseminación dentro de una explotación, como el establecimiento de flujos de trabajo, medidas higiénicas al cambiar de salas, etc.
La finalidad de todas estas medidas es preventiva, por lo que deben aplicarse durante largos periodos de tiempo y de manera estricta y constante. Así, la principal dificultad de la bioseguridad radica, no tanto en la elaboración de un plan en sí, sino en el mantenimiento a lo largo del tiempo de estas medidas, ya que la falsa sensación de poca eficacia con relación al esfuerzo realizado puede llevar al abandono de las mismas. La clave del éxito está en entender la bioseguridad como una inversión en la cual deben plantearse objetivos claros y realistas, deben establecerse medidas concretas y, por último debe valorarse el impacto desde distintos puntos de vista (sanitarios, económico-productivos, etc.) mediante el establecimiento de un sistema de monitorización.
La importancia de la bioseguridad en el control del PRRS
El PRRS es con toda probabilidad el problema sanitario porcino más importante desde un punto de vista económico y productivo (Holtkamp et al., 2013; Nieuwenhuis et al., 2012). Sabemos que la epidemiología de este virus es muy compleja, y que la adaptación e inmunización de las cerdas, aunque imprescindible, no es suficiente para el control de esta enfermedad. Por tanto, para poder tener éxito en el control del PRRS va a ser absolutamente necesario aplicar medidas de bioseguridad externa e interna (Holkamp et al., 2012; Lambert et al., 2012, Velasova et al., 2012).
Entonces, ¿cómo se establece un plan de bioseguridad para el control de esta enfermedad? Antes de diseñar el plan, hay que valorar la situación de partida. En primer lugar, se debe evaluar el riesgo inicial de una explotación, el cual vendrá determinado por el contexto de la misma (localización, conexiones con otras granjas por medio de vehículos y visitas de personas, frecuencia de entradas de animales, número de orígenes y situación sanitaria de los orígenes y del centro proveedor del semen con relación al PRRS), su situación inicial con relación al PRRS (es una granja negativa, positiva estable o inestable) y el tipo de explotación (censo, tipo de granja, tipo de gestión). En segundo lugar, se deben valorar cuáles son las medidas existentes en la explotación para controlar este riesgo inicial (cuáles son las medidas que ya se aplican en cuanto a bioseguridad externa e interna). En función del riesgo inicial y las medidas existentes, se podrá determinar cuál es el riesgo actual en la explotación y valorar todas las medidas posibles de mejora. Llegados a este punto se deben determinar los objetivos productivos y sanitarios de la explotación, y con qué riesgos se está dispuesto a convivir (riesgo aceptable).
Basándose en esto, el siguiente paso es plantear objetivos realistas (p.ej.: estabilizar una explotación inestable o conseguir un flujo de animales negativos en transición en una explotación positiva y estable) (cuadro), y establecer y priorizar medidas de mejora que sean aceptables y, sobre todo, monitorizar cómo cambia la situación frente a PRRS a partir de las medidas implementadas. Mediante la monitorización podremos determinar el grado de éxito o fracaso de las medidas aplicadas y valorar posibles modificaciones. Establecer un plan de bioseguridad, no solo para el control del PRRS sino en términos generales, es establecer un sistema de gestión de riesgos con puntos críticos de control, que debe ser estricto pero no rígido y que, por tanto, pueda adaptarse en cierta medida a los cambios que sucedan.
Bioseguridad externa en el control del PRRS
Podemos clasificar en cuatro puntos principales la bioseguridad externa en una explotación porcina: animales (y semen), transporte, visitas y proximidad geográfica (vecindad). En cuanto a los animales, los dos aspectos más relevantes son las entradas de la reposición y el origen del semen (que a efectos prácticos debe considerarse como la entrada de animales). En una situación ideal, la mejor opción para evitar la introducción del PRRS por estas vías es solicitar que tanto los animales como el semen sean de orígenes negativos garantizados. Las cerditas de reposición deberían obtenerse negativas a RT-PCR y seronegativas, puesto que es la única manera de garantizar que los animales no han estado en contacto con el virus.
Dicho esto, es posible que en determinadas situaciones pueda ser conveniente que los animales posean anticuerpos (Elisa +). En estos casos hay que garantizar que los animales hayan seroconvertido tiempo atrás, el suficiente como para garantizar que ya no estén infectados en el momento de introducirse en la explotación. También es necesario el uso de instalaciones a modo de cuarentena para poder evitar entradas laterales del virus. El segundo aspecto a tener en cuenta es el transporte. Por parte de la explotación, va a ser imprescindible un muelle de carga y descarga que tenga zona limpia y zona sucia claramente delimitadas, especialmente importante para la carga y descarga de animales de desvieje y colas de producción, puesto que el camión, con toda probabilidad, ya vendrá cargado con animales de otras granjas. Por otro lado, la limpieza y desinfección en los vehículos de transporte debe estar garantizada antes de cargar animales, o si se trata de una descarga, esos animales deberían venir solamente de un origen.
Conocer a priori las rutas que lleva a cabo el vehículo de transporte puede ayudar también a tener un control más estricto de este factor de riesgo. En cuanto a las visitas, en la explotación solamente deberían entrar aquellas personas que sea absolutamente imprescindible que lo hagan. A partir de aquí, es necesario establecer unas normas higiénicas estrictas (lavado de manos, ducha, ropa exclusiva de la explotación) y llevar a cabo un registro de toda visita. Por último, la proximidad geográfica o vecindad es probablemente el riesgo en el que menos se puede incidir. De hecho, en un área de elevada densidad porcina, el riesgo de una explotación a ser infectada por PRRSV va a ser tan elevado como el riesgo de sus granjas vecinas y, por tanto, las explotaciones de un área deberían establecer normas o políticas de bioseguridad comunes para poder tener éxito.
Bioseguridad interna en el control del PRRS
En cuanto a la bioseguridad interna, se tratarán principalmente tres bloques: adaptación de la reposición, manejo en las salas de parto y manejo general y flujos de trabajo en la explotación. La reposición se trata de una fase a medio camino entre la bioseguridad externa e interna, puesto que la cuarentena y la adaptación suelen realizarse en las mismas instalaciones durante el mismo periodo de tiempo. En la adaptación es importante que todos los animales se inmunicen frente a PRRS y que lo hagan al mismo tiempo. Además, ninguno de estos animales debe estar infectado en el momento de contactar con las cerdas multíparas. Para ello es imprescindible llevar a cabo una monitorización de los animales para comprobar que todas las cerditas desarrollan anticuerpos y lo hacen de forma homogénea, y comprobar que ningún animal entra en el ciclo productivo infectado (RT-PCR).
Por todas estas razones se deberían evitar métodos de retroalimentación, como el uso de placentas o el contacto con animales supuestamente infectados, ya que tienen una baja eficacia y no permiten controlar ni el momento ni el grado de la inmunización, incrementando el riesgo de reintroducir el virus en cerdas multíparas en aquellos casos en que las cerdas de reposición llegan todavía infectadas o incrementado el riesgo de introducir cerdas desprotegidas al flujo productivo en aquellos otros en los que algunas de las cerdas de reposición no hayan desarrollado una respuesta inmunitaria frente al virus del PRRS.
Respecto al manejo en salas de parto, va a poder ser más o menos laxo en función del estatus respecto al PRRS en el que se encuentre la granja. No obstante, hay dos aspectos que deben respetarse en cualquier circunstancia: no deben utilizarse cerdas abortadas o que hayan sufrido algún problema reproductivo recientemente como cerdas nodrizas y no deben realizarse adopciones entre bandas, garantizando en todo momento el todo dentro/todo fuera. A partir de aquí, puede discutirse sobre el modo y el momento en el que realizar adopciones y qué criterio debe seguirse para eliminar lechones débiles. Finalmente, en cuanto al manejo general y flujos de trabajo en la granja, aspectos como el manejo todo dentro/todo fuera, la aplicación de protocolos completos de limpieza y desinfección de las salas, el cambio de agujas por corrales, o por cerdas a la hora de vacunar, o el establecimiento de “rutas” de trabajo desde zonas menos calientes a más desde el punto de vista de la infección son medidas muy importantes para minimizar la diseminación dentro de la explotación.
Conclusiones
Desde el punto de vista de la bioseguridad, no existen fórmulas generales para el control del PRRS, especialmente en un sistema de producción tan diverso como en el que tenemos en nuestro país. Así pues, deberían plantearse planes específicos para cada situación. Obviamente, existen medidas comunes a todas las situaciones, pero incluso en este caso el grado de importancia de cada una de ellas puede variar y, por tanto, la intensidad y los recursos que deben dedicarse en cada caso concreto serán diferentes. El control del PRRS es complejo y multifactorial, y requiere aunar esfuerzos desde todos los puntos de vista. Para abordar y priorizar correctamente un plan de bioseguridad para el control del PRRS hay que empezar a nivel individual y valorar las necesidades de cada explotación sin dejar de considerar la situación global a nivel de territorio. A pesar de ello, en el presente artículo hemos intentado plasmar que sí existen puntos críticos en cuanto al control del PRRS y bioseguridad, que existen líneas rojas que no deberían traspasarse y que tanto ciertas medidas como el establecimiento de determinadas líneas rojas pueden ser comunes en la mayoría de explotaciones.
Agradecimientos:
La plataforma ConPRRS está formada por investigadores del Centre de Recerca en Sanitat Animal (CReSA-IRTA), de la Universidad Autónoma de Barcelona, de la Universidad de Lleida y de la Universidad Complutense de Madrid, y cuenta con el patrocinio desinteresado de Laboratorios Hipra, Merial, MSD Animal Health y Laboratorios Syva.
La plataforma ConPRRS está formada por investigadores del Centre de Recerca en Sanitat Animal (CReSA-IRTA), de la Universidad Autónoma de Barcelona, de la Universidad de Lleida y de la Universidad Complutense de Madrid, y cuenta con el patrocinio desinteresado de Laboratorios Hipra, Merial, MSD Animal Health y Laboratorios Syva.
Bibliografía
Holtkamp DJ, Polson DD, Torremorell M. Terminology for classifying swine herds by porcine reproductive and respiratory syndrome virus status. J Swine Health Prod. 2011. 19:44–56.Holtkamp DJ, Lin H, Wang C, O’Connor AM. Identifying questions in the American Association of Swine Veterinarian’s PRRS risk assessment survey that are important for retrospectively classifying swine herds according to whether they reported clinical PRRS outbreaks in the previous 3 years. Prev Vet Med. 2012. 106:42-52.
Holtkamp DJ, Kliebenstein JB, Neumann EJ, Zimmerman JJ, Rotto HF, Yoder TK, Wang C, Yeske PE, Mowrer CL and Haley CA. Assessment of the economic impact of porcine reproductive and respiratory syndrome virus on United States pork producers. J Swine Health Prod. 2013, 21:72-84.
Lambert MÈ, Poljak Z, Arsenault J, D’Allaire S. Epidemiological investigations in regard to porcine reproductive and respiratory syndrome (PRRS) in Quebec, Canada. Part 1: biosecurity practices and their geographical distribution in two areas of different swine density. Prev Vet Med. 2012. 104:74-83.
Nieuwenhuis N, Duinhof TF, van Nes A. Economic analysis of outbreaks of porcine reproductive and respiratory syndrome virus in nine sow herds. Vet Rec. 2012. 170:225.
Velasova M1, Alarcon P, Williamson S, Wieland B. Risk factors for porcine reproductive and respiratory syndrome virus infection and resulting challenges for effective disease surveillance. BMC Vet Res. 2012. 8:184.
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