miércoles, 23 de agosto de 2017

EL VIRUS DE LA HEPATITIS E EN EL CERDO Y SU TRANSMISIÓN AL HOMBRE

El virus de la hepatitis E en el cerdo y su transmisión al hombre. Nilsa de Deus, Joaquim Segalés. 2013



El virus de la hepatitis E en el cerdo y su transmisión al hombre
La hepatitis E es una enfermedad humana importante en países en vías de desarrollo de Asia y África. En la epidemiología de la infección cada vez cobra más importancia el ganado porcino, ya que se han detectado cepas víricas porcinas genéticamente muy similares a las del hombre.
Nilsa de Deus1 y Joaquim Segalés2,3 
1Centro de Investigação em Saúde da Manhiça (CISM), Manhiça, Mozambique. 
2Centre de Recerca en Sanitat Animal (CReSA), UAB-IRTA, Campus de la Universitat Autònoma de Barcelona, 08193 Bellaterra, Barcelona, España 
3Departament de Sanitat i Anatomia Animals, Universitat Autònoma de Barcelona, 08193 Bellaterra, Barcelona, España. 
Imágenes Albéitar 


El virus de la hepatitis E (VHE) es un virus RNA sin envoltura de aproximadamente 27-30 nm de diámetro cuyo genoma tiene 7,2 kb de tamaño (Reyes et al., 1993). El VHE es agente causal de la hepatitis E (HE), una enfermedad humana importante en países en vías de desarrollo de Asia y África. En estos países, el VHE causa importantes brotes de hepatitis asociados a condiciones sanitarias deficientes (Panda et al., 2007) y puede causar hasta el 25% de mortalidad en mujeres embarazadas (Emerson y Purcell, 2003; Purcell y Emerson, 2000). Contrariamente a lo que se observa en los países en vías de desarrollo, la epidemiología de la enfermedad es diferente en países industrializados, donde la HE se asocia habitualmente a pacientes que han viajado a zonas endémicas (Balayan, 1993; Cacopardo et al., 1997; Coursaget et al., 1993). Actualmente los casos autóctonos de hepatitis E están aumentando en los países industrializados mucho más que los casos “importados” (Nicand et al., 2009).


La importancia del cerdo en la epidemiología de la infección por el VHE en el hombre va ganando terreno en la medida en que se detectan cepas víricas porcinas genéticamente muy similares a las del hombre (Meng et al., 1997). Por otro lado, la mayor prevalencia de anticuerpos frente al virus en veterinarios y personal trabajador del sector porcino (Meng et al., 2002) también significó un mayor interés en el estudio de esta infección en el cerdo. Además, en países como Japón, donde existe la costumbre de comer carne poco cocinada o cruda, se ha constatado una asociación entre casos de HE y el consumo de derivados de cerdo y jabalí poco o mal cocinados (Matsuda et al., 2003; Tamada et al., 2004; Tei et al., 2003). Por todo ello, el conocimiento de la infección natural por VHE en el cerdo es de vital importancia en los países industrializados donde la frecuencia de casos de hepatitis E autóctonos ligados a consumo de carne ha aumentado recientemente. 

Epidemiología de la infección en el cerdo

El VHE es endémico en cerdos tanto de países en vías de desarrollo como de países industrializados (Lu et al., 2006; Okamoto, 2007). La seroprevalencia frente al VHE en el cerdo varía según países, granjas y edades, y puede llegar a ser muy elevada (>90%) en áreas geográficas donde la enfermedad no es endémica en la especie humana (Choi y Chae, 2003; Cooper et al., 2005; Hsieh et al., 1999). En España, de 41 granjas analizadas, 40 (97,5%) presentaban animales positivos a IgG anti-VHE (Seminati et al., 2008). Además, estudios serológicos retrospectivos realizados también en España indican que el VHE se encuentra en la cabaña porcina de forma ubicua desde 1985 (Casas et al., 2009b), mucho antes de la primera descripción molecular de este virus (Meng et al., 1997). Concretamente, de las 208 granjas analizadas retrospectivamente, 204 (98%) fueron positivas a IgG anti-VHE. 

El VHE se puede detectar en animales de 1 a 22 semanas de edad (de Deus et al., 2008), con mayor prevalencia entre los 3 y los 4 meses de vida (Choi et al., 2003; Huang et al., 2002). La mayor prevalencia de infección observada en estas edades está relacionada con la disminución de los anticuerpos maternales y con el incremento de la probabilidad de que los animales se infecten debido a la contaminación fecal del ambiente, del alimento y del agua (Williams et al., 2001). 

En una granja convencional, la dinámica de infección por el VHE es muy similar a otros agentes víricos (de Deus et al., 2008). Una elevada proporción de animales adultos son seropositivos y los lechones lactantes presentan anticuerpos IgG e IgA anti-VHE adquiridos de forma pasiva. Estos anticuerpos tienen una duración variable dependiendo de la cantidad de anticuerpos maternales transferidos (Meng et al., 1997). Lechones nacidos de madres con títulos de anticuerpos muy elevados pueden ser seropositivos hasta las 9 semanas de edad (de Deus et al., 2008; Meng et al., 1997). Una vez que los animales pierden los anticuerpos maternales, se infectan y la seroconversión se da entre las 12 y 14 de edad, aproximadamente. La seroconversión se caracteriza por la aparición primero de IgA e IgM anti-VHE alrededor de las 12 semanas de edad y una semana después por la aparición de IgG anti-HEV anti-VHE. Las IgM se pueden detectar durante un periodo entre 5-7 semanas, mientras que las IgG duran hasta la edad del sacrificio (de Deus et al., 2008; Meng et al., 1997). La detección de IgM habitualmente está relacionada con la presencia de virus en sangre (viremia), lo que significa que este tipo de anticuerpo es indicativo de la fase aguda de la infección. 

Entre las 12 y 15 semanas de edad, se observa el pico de infección, momento en que el VHE puede ser detectado, además de en sangre, en bilis, nódulo linfático mesentérico, hígado y heces en más del 50% de los animales infectados. En paralelo se pueden observar lesiones hepáticas que varían de intensidad leve a moderada; en ningún caso se observan lesiones macroscópicas significativas y que sean causa de sintomatología clínica (de Deus et al., 2008).

Transmisión zoonótica del VHE
La evidencia de la transmisión zoonótica del VHE se observó en individuos que habían ingerido hígado crudo o poco cocinado de cerdo y desarrollaron hepatitis (fatal en algún caso). Las cepas descritas en estos pacientes presentaron una identidad nucleotídica del 98,5-100% con las cepas detectadas en hígados de cerdos vendidos en carnicería (Yazaki et al., 2003). Por otro lado, también se han descrito casos de hepatitis en pacientes que habían consumido carne de cerdo y jabalí crudas o poco cocidas (Masuda et al., 2005; Yazaki et al., 2003). Los hechos descritos y la relativamente alta seroprevalencia frente al VHE observada en personas aparentemente sanas en países industrializados sugiere que el VHE podría ser realmente una zoonosis, y no solamente restringida a colectivos profesionales concretos, como se había sugerido previamente (Drobeniuc et al., 2001; Meng et al., 2002). Un factor aparentemente tranquilizante es el hecho de que la seroprevalencia en el cerdo es extremadamente elevada, mientras que la ocurrencia de HE en humanos en países desarrollados continúa siendo muy baja.

Patogénesis y signos clínicos

Estudios epidemiológicos iniciales indicaban que los cerdos de 2 a 4 meses de edad eran los que básicamente se infectaban por el VHE. No obstante, trabajos recientes han detectado el virus en lechones de un mes de edad (de Deus et al., 2007; Fernandez-Barredo et al., 2006), lo que inicia el debate sobre la transmisión del virus en edades muy tempranas. Una posible explicación es que las cerdas podrían ser una causa significativa de infección para los lechones, sea por transmisión vertical u horizontal (de Deus et al., 2008). Sin embargo, hasta el momento no se han publicado evidencias inequívocas de la transmisión del virus de la cerda a sus lechones. 

La transmisión horizontal del virus se ha demostrado, pero queda la duda sobre la eficacia de la transmisión. Todo indica que, a nivel de campo, la transmisión horizontal es efectiva, pero experimentalmente sólo se ha conseguido esta eficacia por vía endovenosa y cuando el cerdo consigue excretar grandes cantidades de virus (Bouwknegt et al., 2008). En cambio, cuando los animales son desafiados por vía oronasal, la infección de cerdos por contacto sucede de forma esporádica (Casas et al., 2009a). Por otro lado, hasta el momento no se ha evidenciado la existencia de transmisión vertical del VHE con la infección experimental de cerdas gestantes, las cuales si fueron capaces de infectarse y seroconvertir (Kasorndorkbua et al., 2003). En este mismo experimento tampoco se observó mortalidad en las hembras gestantes, tal como se ha descrito en la especie humana.


De forma natural, se asume que el cerdo se infecta por la vía orofecal. De hecho se ha demostrado experimentalmente esta ruta de infección usando cerdos libres de patógenos específicos (SPF). Una vez que los animales se infectan por la vía oral, el virus se replica en el tracto digestivo y llega al hígado presuntamente a través de la vena porta, donde se replica en los hepatocitos y se excreta en bilis y heces (Choi y Chae, 2003). No obstante, estudios experimentales han demostrado que el VHE en el cerdo se replica en otros órganos aparte del hígado (Williams et al., 2001), incluyendo intestino delgado, colon y nódulos linfáticos. El virus también puede detectarse en epitelio de conductos biliares así como en el intestino delgado y grueso, nódulos linfáticos, tonsila, bazo y riñones de animales infectados de forma natural (Choi y Chae, 2003). 

Al contrario de lo que puede ocurrir en el hombre, la infección por el VHE en el cerdo cursa sin signos clínicos aparentes (Halbur et al., 2001). Al infectar cerdos con cepas tanto humanas como porcinas del VHE se ha observado que pueden inducir una hepatitis subclínica en el cerdo (Halbur et al., 2001). Las lesiones macroscópicas que se describen incluyen un ligero incremento de tamaño de los nódulos linfáticos mesentéricos. Histológicamente se observa hepatitis multifocal linfoplasmocitica, de leve a moderada (Martin et al., 2007; Meng et al., 1997). Las lesiones hepáticas están relacionadas con el pico de detección del virus en bilis y en nódulo linfático mesentérico (de Deus et al., 2007) y con altos valores de densidad óptica de IgG e IgM anti-VHE (de Deus et al., 2008). 

Bibliografía disponible en www.albeitar.grupoasis.com/bibliografias/virushepatitisE137.doc

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