sábado, 19 de mayo de 2018

PRINCIPIOS DE VIROLOGÍA APLICADOS A LA MEDICINA VETERINARIA. I. Patricio Berríos E. 2018

PRINCIPIOS DE VIROLOGÍA VETERINARIA


Dr. Patricio Berríos Etchegaray
Médico Veterinario  Ph.D
Profesor titular Universidad de Chile
2018

 "Los virus y las enfermedades virales han jugado un rol importante en la infectología humana y animal" Junto a las bacterias son viejos conocidos de la humanidad. Han estado con nosotros desde tiempos inmemoriales y al parecer no hay indicios que nos quieran dejar. La historia de los virus y sus enfermedades es fascinante, siendo intrigante su origen y evolución. En este relato, junto a la historia de los virus se mencionan a los principales hombres de ciencia que han contribuido a su conocimiento. No es posible dejar de reconocer uno de los grandes logros de la virología que se refiere a la erradicación de dos enfermedades virales  la viruela en humanos, y la  peste bovina en la medicina veterinaria contemporánea. En Chile se han erradicado junto a la fiebre aftosa, la peste porcina clásica, anemia infecciosa equina, enfermedad de Newcastle. Logros nacionales que prestigian a los organismos agropecuarios del país. 




1.  INTRODUCCIÓN
Históricamente fue Cornelius Aulus Celsius, 50 años d.C.,  el primero en emplear el término virus al referirse a la rabia como una enfermedad causada por un virus. Sin embargo, es el holandés Martinus W. Beijerinck quien, en 1898, acuñó el término virus al referirse  a un extraño y desconcertante agente infeccioso relacionado con la etiología del mosaico del tabaco,  al que llamó “contagium vivum fluidum”, “líquido vivo contagioso o “virus”, el que por su tamaño y otras características biológicas evidentemente no era una bacteria.


La palabra "virus" proviene del latín y significa veneno. Es una palabra  neutra que no tiene plural.


Los virus afectan tanto a organismos pluricelulares como a unicelulares y se han detectado en animales, vegetales y protistas. Estas entidades biológicas se encuentran en mamíferos, aves, reptiles, anfibios, peces; invertebrados; protozoos, bacterias, hongos, algas y  mycoplasmas. Es lícito entonces aceptar que los virus son capaces de infectar a cualquier célula viva.


El grado de parasitismo de los virus es absoluto. Para multiplicarse deben forzosamente introducir su ácido nucleico en el interior de una célula. El parasitismo se ejerce a nivel genético, dentro de la célula; es allí donde el genoma viral expresa su  capacidad informacional que le permitirá, en último término, la síntesis de sus propias macromoléculas, replicando una nueva progenie viral mediante autoensamblaje de sus componentes. La replicación viral puede inducir algún tipo de efecto citopático, el que producirá a su vez un cierto daño al órgano o tejido al que pertenezcan las células infectadas. Los virus como buenos parásitos tienden a coevolucionar con su hospedero.  


Según algunos autores los virus no carecen totalmente de vida aunque tampoco están funcionalmente vivos. De hecho esperan a ser activados lo que ocurre al entrar a una célula.


Los virus siempre han sido reconocidos por sus efectos, es decir  por las enfermedades que producen tanto en animales como en vegetales. Algunos virus no producen daño visible y pasan desapercibidos; incluso pueden replicarse en alguna especie animal sin causar una patología determinada, pero al romper la barrera interespecies son capaces de inducir  enfermedad en la nueva especie que ha sido afectada. Tal sería el caso del virus del sindrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) originario de los chimpancés africanos y que posteriormente habría pasado al ser humano con las desastrosas consecuencias por todos conocidas.


Otro grupo  de virus, denominados oncogénicos, al integrar su genoma con el genoma celular y portar oncogenes, serán capaz de transformar a las células en tal grado que éstas se dividirán desordenadamente y sin freno produciendo cáncer.


Las enfermedades virales de los animales superiores no tienen tratamiento. Sólo existen escasos fármacos antivirales que puedan ser usados con éxito. La prevención, a través de la aplicación sistemática y oportuna de vacunas antivirales, junto a medidas generales de higiene, es la única arma eficiente para impedir la diseminación de los virus patógenos en una población de animales susceptibles.


Según Lederberg (1988), la mayor amenaza individual para el dominio continuado del ser humano sobre el planeta son los virus, que nos afectan directamente o indirectamente al actuar sobre los animales, vegetales y bacterias, nuestros compañeros de ruta  por años.


1. 1.  Antecedentes  históricos


Los virus probablemente han coexistido con los animales superiores desde siempre, no hay razones valederas para pensar en lo contrario. Al menos las enfermedades causadas por ellos han sido detectadas desde hace mucho tiempo. En  Egipto, cuna de la civilización, se ha encontrado un bajorrelieve que data de la XVIII dinastía egipcia, aproximadamente 1.500 años a.C., que representa a un individuo aparentemente recuperado de poliomielitis paralítica. Esta enfermedad  mataba sin piedad a los afectados que se asfixiaban por parálisis respiratoria o dejaba graves secuelas en quienes sobrevivían.


Por otra parte, existen evidencias de que la viruela humana, causada por un poxvirus, había afectado desde muy antiguo a los egipcios al encontrarse pústulas secas de viruela en la cara momificada de Ramses V. La viruela era una enfermedad común en India y China entre los años 300 y 200 años a.C. Sin embargo, fue el médico persa Rhazes, quien vivió entre los años 860 y 932 d.C., el que primero describió una enfermedad viral en humanos al hacer  referencias gráficas de los síntomas de la viruela y el sarampión.


No deja de llamar la atención que fuera Aristóteles, 400 años a.C., quien describiera la rabia furiosa canina, estableciendo que la enfermedad se transmitía a  animales sanos por la mordedura de un animal enfermo, concepto epidemiológico bastante adelantado para su época.


Las enfermedades virales de los vegetales también han sido conocidas desde mucho tiempo atrás, así en 1576, el mosaico del tulipán (Tulipa gesneriana), enfermedad que afecta a las flores de este vegetal, se extendió violentamente desde Turquía al continente europeo, causando un serio daño al floreciente comercio del tulipán. Situación tan grave en aquella época como la ocurrida recientemente en el Reino Unido con la encefalopatía espongiforme o “enfermedad de las vacas locas”.  En el siglo XVII los bulbos del tulipán, infectados probablemente por un virus, produjeron una nueva variedad de flores con colores muy llamativos, lo que creó en Holanda una verdadera tulipomanía, con graves consecuencias económicas para el estado.


En 1850 se describe la poliedrosis del gusano de seda,  enfermedad que también tuvo repercusiones económicas en su época, añadiendo a los efectos sociales que causaba un factor incentivante de su estudio y prevención.


El conocimiento sistemático de los virus, como entidades infecciosas patógenas, se inició en 1876 cuando el alemán Adolf  Mayer, un químico agrícola,  demostró el carácter infeccioso de la enfermedad conocida como “mosaico del tabaco” (Nicotiana tabacum), al transmitir la enfermedad  a hojas de plantas sanas, mediante escarificaciones con material proveniente de una hoja afectada con el mosaico.


El botánico ruso Dmitrii Ivanovsky dio un paso adelante, cuando el 12 de febrero de 1892 informó a la Academia Imperial de Ciencias de San Peterburgo en Rusia,  que los macerados de hojas con el mosaico del tabaco mantenían su infecciosidad luego de ser filtrados por bujías Chamberland. Estos antiguos filtros retenían el paso de las bacterias y dejaban pasar a los pequeñísimos virus.  ¡Los virus eran filtrables!


En 1898, Martinus W. Beijerinck, considerado como el padre de la virología, al repetir las experiencias de Ivanovsky descubrió que los filtrados eran capaces de difundir en gel de agar  en vez de permanecer sobre el gel como lo hacían las bacterias, además de precipitar con alcohol. Este precipitado mantenido a 40º C retenía su capacidad infecciosa,  la que sólo se destruía por ebullición o tratamiento con formalina.


En el mismo año los investigadores alemanes Freidrich Löeffler y Paul Frosch establecieron el carácter infeccioso de los filtrados de linfa contenida en las aftas de bovinos que padecían de fiebre aftosa. Este hallazgo sugería un  tamaño pequeño para el agente etiológico, tal vez una toxina bacteriana presente en la linfa vesicular. Sin embargo, considerando que luego de sucesivas infecciones en seis animales diferentes la linfa mantenía su carácter infeccioso, se pensó en un agente replicante. Estos científicos observaron que otras enfermedades como la viruela, el sarampión y el “rinderpest” o peste bovina eran causadas por agentes semejantes al de la fiebre aftosa, los que  fueron denominados genéricamente como virus filtrables.


En 1915 y 1917,  los bacteriólogos  F. W. Twort y Felix d’Herelle encontraron, independientemente, virus que infectaban a las bacterias, actualmente denominados virus bacterianos, bacteriófagos  o simplemente fagos.


En 1958, Bergold describió la existencia de virus en insectos. Los virus de los hongos fueron reconocidos en 1962, los de las algas verde-azules en 1964, y los virus de  mycoplasmas y protozoos en 1972.


El médico inglés Edward Jenner,  modificó la variolización usada  en China en el siglo XV para combatir la viruela, utilizando pústulas de vacas con viruela bovina o cow-pox, método denominado vacunación. Jenner  publicó en 1798 “Estudios sobre las causas y acciones de la Variolae vacciniae”, estableciendo que las personas que habían sufrido de viruela o que eran inoculadas con virus viruela bovina quedaban protegidas contra la viruela humana.


El descubrimiento de la naturaleza química del VMT tuvo un tremendo impacto en las ciencias biológicas y médicas, siendo el significado biológico del VMT significativamente mayor que su importancia como patógeno vegetal, de manera que muchos científicos se sintieron estimulados a estudiar la exacta naturaleza de los virus a nivel físico y químico.  La oportunidad de trabajar con preparaciones virales purificadas, el uso del microscopio electrónico iniciado en 1940 y el desarrollo de sofisticadas ultracentrífugas, influyeron notablemente en el avance del conocimiento de los virus en cuanto a su tamaño, forma y propiedades químicas y biológicas.


En 1930 el inglés William Elford construyó  filtros de membrana de colodión de diferentes rangos de diámetro de poros y estimó el tamaño de varios virus,   aproximadamente 10 nanómetros para el virus aftoso, estableciendo además que los virus son entidades que presentan un tamaño definido entre 25 y 300 nanómetros.


Uno de los descubrimientos más importantes de la virología moderna, referente a la transmisibilidad de la leucosis aviar, fue publicado en 1908 por V. Ellerman y  O. Bang; sin embargo, este hallazgo fue  considerado como una curiosidad y relegado al olvido durante más de 40 años cuando recién se reconoció su importancia en medicina y virología.


El estudio de las interacciones entre bacteriófagos (serie T1) y células bacterianas   (Escherichia coli) sirvió como modelo para conocer los procesos de infección con otros tipos de virus  animales o vegetales, lográndose avances de gran importancia en el desarrollo de la biología molecular. Estos nuevos conocimientos incluyen, entre otros,  el descubrimiento que el ácido desorribonucleico (ADN) constituye el material genético en algunos bacteriófagos y que este ácido nucleico se podía integrar en el ADN celular (lisogenia), aceptándose además que los genes celulares podían ser transportados de una célula  a otra por virus.


El éxito conseguido por el “Phage Group”, creado por Max Delbruck en USA, inspiró a los investigadores en virología animal a desarrollar técnicas para multiplicar células en cultivos “in vitro”.  Previamente algunos virus animales fueron replicados en huevos embrionados de gallina, siendo el virus influenza cultivado exitosamente en el embrión de pollo por F. M. Burnet.     


El hecho de que los virus influenza aglutinen eritrocitos de pollo en proporción a la concentración del virus y que el grado de aglutinación puede ser medido por un simple densitómetro, permitió a G. K. Hirst desarrollar un seguro método de cuantificación viral.


En 1956, Spiegelman logró obtener la síntesis de ARN del bacteriófago Q-β, incubando parte del ácido ribonucleico (ARN) del virus con una enzima, Q-β replicasa, produciendo nuevas moléculas de ARN que tenían la misma capacidad de infección que el ARN viral. Consecuentemente la infección de Escherichia coli con el ARN sintetizado inducía a las bacterias a producir partículas virales completas. Posteriormente, un grupo de investigadores de la Universidad de Stanford logró obtener la síntesis de ADN del bacteriofago X-174  el que resultó biológicamente idéntico al ADN viral.


Otros importantes hitos históricos de la virología  han sido: el desarrollo de los cultivos de células “in vitro” por Alexis Carrel  (1910), el establecimiento de una línea celular inmortal por Williams Earle (1940) y la multiplicación del virus de la poliomielitis humana en cultivos celulares de embrión humano (Enders, 1940); el descubrimiento de la transcriptasa reversa por David Baltimore y H. M. Temin; la caracterización de los oncogenes por J. M. Bishop y  R. A. Weinberg, y en forma contemporánea el aislamiento del virus del SIDA por los grupos de Robert Gallo (USA) y Luc Montagnier del Instituto Pasteur (Francia). En 1979, dos años después de conocerse el último caso de viruela humana en el mundo, la OMS declara que la enfermedad ha sido erradicada.


En  cuanto  a inmunoprofilaxis,  en medicina veterinaria,  cabe destacar que  en  la década del 40, O. Waldmann y colaboradores desarrollaron la primera vacuna realmente efectiva contra la fiebre aftosa, conocida con el nombre de vacuna de Vallée-Schmidt-Waldmann. La lucha sistemática contra las virosis humanas se inicia en 1955 cuando se aplica  la vacuna contra la poliomielitis desarrollada por Jonas Salk y que contiene virus inactivado. En 1957, Albert Sabin desarrolló una vacuna oral contra la poliomielitis preparada con virus vivo modificado lo que constituyó otro gran avance en la inmunoprofilaxis antiviral.


Con respecto a los virus causantes de enfermedades emergentes como el SIDA y las fiebres hemorrágicas, es oportuno precisar que estos virus no son  nuevos, no son muchos y no todos producen muerte en el ser humano. Muchos de ellos han existido desde hace tiempo y han reaparecido debido a que afectan a ciertos hospederos como los roedores en el caso del virus Hanta, causándoles una enfermedad crónica inaparente, lo que les permite coexistir con ellos. El hombre se infecta al aumentar las posibilidades de contacto con algunos ratones como el Apodemus agrarius reservorio del virus Hanta. Esta interacción estaría dada fundamentalmente por alteraciones en el medio ambiente que favorecen el aumento del número de  ratones.


Los virus de la influenza son un buen ejemplo de los cambios que sufren los virus en su antigenicidad y virulencia causando desastrosas epidemias en el hombre y en animales. En 1983 el serotipo H5 N2 produjo una elevada mortalidad en pollos que alcanzó más de un 80% lo que significó un costo aproximado a los 60 millones de dólares a la industria avícola norteamericana. La diferencia entre las cepas virulentas y las más benignas se ubica en siete nucleótidos los que determinan cambios en cuatro aminoácidos de la hemoaglutinina (HA) viral y el consiguiente aumento de la virulencia del virus influenza aviar. En 1987, en Hong Kong, se detectaron casos de influenza en pollos causados por el serotipo H5 N1  lo que obligó a las autoridades a sacrificar millones de aves. En este brote se presentaron casos humanos con varias muertes causadas por el virus aviar.


1. 2.  Definición de virus


No ha sido fácil definir a los virus. Generalmente las definiciones de virus no son más que descripciones de sus principales características. Conceptualmente, en cualquier intento de definición hay que considerar sus singularidades como son la infecciosidad viral, su capacidad de existir en un estado no celular y el obligado parasitismo que exhiben a nivel genético.


En 1933, Wendell M. Stanley empezó a estudiar la naturaleza química de los virus, encontrando que el virus del mosaico del tabaco (VMT) era destruido por el tratamiento con  pepsina en un determinado pH. Este investigador dedujo que los virus estaban constituidos exclusivamente por proteínas. Posteriormente, mediante repetidas precipitaciones con sulfato de amonio saturado 0,5 obtuvo paracristales en forma de aguja,  los que mantenían su infecciosidad a altas diluciones y luego de sucesivas recristalizaciones. Con estos resultados, Stanley concluyó que “el VMT era una proteína autocatalítica que requería la presencia de células vivas para su multiplicación”.


Tres años después Bawden, Pirie et al,  descubrieron que el VMT contenía ácido ribonucleico además de las proteínas, determinándo que  los virus eran realmente nucleoproteínas.


Lwoff definió  a los virus como “entidades estrictamente intracelulares y potencialmente patógenas, con una fase infecciosa, que poseen un solo tipo de ácido nucleico, se multiplican  a partir de su material genético, están desprovistos de sistemas enzimáticos para producir energía, y no son capaces de crecer ni de reproducirse por división binaria”.


Luria y Darnell en 1967 definen a los virus como “entidades cuyo genoma es ácido desoxirribonucleico  o ácido ribonucleico, que se reproducen dentro de células vivas usando la maquinaria metabólica celular para dirigir la síntesis de partículas especializadas, conformando el virión que contiene el genoma viral y que será,  en último término, transferido de una célula a otra”. Esta definición funcional se basa en el obligado parasitismo intracelular de los virus en un nivel genético.


S. Harrison describe a la partícula viral como “estructuras que transfieren ácido nucleico de una célula a otra”. Para muchos autores modernos, los virus “son paquetes de ácidos nucleicos envueltos por proteínas que los protegen y les permiten ingresar específicamente a una célula”.


Según Peter y Jane Medawar los virus son genes  envueltos en proteínas que alteran las actividades normales de una célula. Los virus serían programas genéticos que llevan un mensaje muy simple de una célula a otra, que dice: “¡reprodúceme!”. En otras palabras los virus serían genes con capacidad de movimiento que atacan a las células para reproducirse en ellas y luego abandonarlas para penetrar en otras.


De acuerdo con van Regenmortel (1990) una especie viral es definida como una clase de variadas características que constituyen un linaje replicante que ocupa un nicho ecológico particular.  Virus del mismo tipo poseen exactamente el mismo tamaño y forma.


Una especie viral es una población compleja de entidades afines, que actúa como un todo y se autoperpetúa.  Según M. Eigen la substitución de especie por "cuasiespecie" no es un mero cambio semántico sino que se refiere al comportamiento de los virus, lo que ayuda a responder preguntas tales como ¿Cuándo empezó a evolucionar un virus determinado? ¿De dónde proceden los virus? Pareciera ser que los actuales virus tuvieron un origen celular o tal vez descienden de programas genéticos de sus hospedadores. Si aceptamos que la selección evolutiva es consecuencia de la capacidad que tiene un genoma de autorreplicarse, en los virus un aspecto vital es su información genética que implica capacidad de autoconservación, a través de mutaciones y adaptación a un medio ambiente en continuo cambio.


Los virus han sido considerados como genes de vida libre o fragmentos de ADN extraviados. En 1957, Roberto Donoso B. profesor de Biología en la Facultad de Medicina Veterinaria de la Universidad de Chile sostenía que los virus eran genes aberrantes.


Cualquiera sea la fineza de la definición de virus, hay que consignar que ellos presentan básicamente  tres características definitorias: Poseen un ácido nucleico con capacidad infectiva, lo que asegura la continuidad genética de las estirpes virales. Presentan un grado de parasitismo absoluto lo que implica una gran dependencia con la célula hospedadora. Tienen un tamaño muy pequeño, una organización estructural simple y una composición genómica elemental.
De cualquier forma, aún no pierde vigencia lo establecido por Lwoff en 1957: Los virus deben ser considerado como virus, porque los virus son virus. Concepto que implícitamente establece la unicidad de los virus en el mundo biológico.


Según el diccionario de la lengua española “Real Academia Española” XXII Edic.2001. Virus son organismos de estructura muy sencilla, compuesto de proteínas y ácido nucleico, y capaz de reproducirse sólo en el seno de células vivas utilizando su metabolismo.  Y los virus informáticos son programas introducidos subrepticiamente en la memoria de un ordenador que al activarse, destruyen total o parcialmente la información almacenada. Es sorprendente la analogía entre virus y virus informáticos, con antivirales y todo.


1. 3.  Ubicación de los virus en la naturaleza


Los virus junto a  los microorganismos unicelulares pueden ser clasificados considerando un factor decreciente en su complejidad y tamaño, siempre considerando que nada existe por separado en ninguno de los sistemas de procesos jerárquicos (Eldredge, 2001) Así tenemos:
      
               Protozoos (Protistas superiores)
                       hongos
                                   bacterias  (Protistas inferiores)
                                                  mycoplasmas
                                                                        rickettsias
                                                                                        clamydias (falsos virus)
                                                                                                         virus
                                                                                                          priones y viroides


Desde los protozoos hasta las clamydias  todos son celulares; pequeños y simples. Después de las clamydias,  denominadas “falsos virus”, siguen los virus que no se consideran como protistas inferiores. Son  más pequeños y acelulares. Contienen un solo tipo de ácido nucleico. No poseen ribosomas, mitocondrias ni ATP. Son completamente dependientes de la célula hospedadora para la síntesis de proteínas y  de energía. Son los parásitos más parásitos. No son autopoiéticos. Fuera de la célula son inertes. Sólo dentro de la célula presentan las características de la vida, interfiriendo y controlando el metabolismo celular, lo que en último término dirige la síntesis de ácidos nucleicos y proteínas virales que constituirán la estructura de la progenie viral.




Cuadro 1.  Diferencias básicas entre virus y bacterias
                                      
                                                 Virus Bacterias
---------------------------------------------------------------------------------------------------
Unidad estructural:               Virión   Célula
Composición química:           Un solo ácido nucleico Dos tipos de ácido nucleico
                                                 Escasas proteínas Muchas proteínas
                                                 Pocas enzimas Muchas enzimas
                                                 No generan ATP Generan ATP
                                                Algunos virus tienen Tienen glúcidos
                                                glúcidos y lípidos y lípidos
--------------------------------------------------------------------  ----------------------------------
Naturaleza de su crecimiento:
                                                   
División binaria:                       No Sí
Síntesis independiente
de sus partes                              Sí No
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Crecimiento en medios
artificiales                                 No Sí


Sensibles a antibióticos            No     Sí


Sensibles a interferón               Sí     No


Presencia de ribosomas            No      Sí


Contienen ácido
murámico                                    No Sí


Tamaño menor de 300 nm          Sí       No   
--------------------------------------------------------------------------------------------------------

En términos generales, a diferencia de las células, los virus tienen una estructura simple y estática, no tienen un sistema metabólico propio y dependen de la maquinaria de la célula hospedera para su replicación (son parásitos intracelulares estrictos).
Con los virus no termina la apasionante historia de la materia organizada. Después de los virus siguen los virus no convencionales o entidades patógenas sub-virales: viroides y priones, con las características de las macromoléculas que los constituyen, exclusivamente ARN en los viroides, y  proteínas en los priones.


Los viroides son patógenos de los vegetales, causando la enfermedad de los tubérculos fusiformes de las papas, exocortis de los cítricos, enanismo del crisantemo, clorosis del pepino, enanismo del lúpulo, entre otras.


Los priones son patógenos de los mamíferos, causan el scrapie de las ovejas y cabras, la encefalopatía transmisible del visón, y la  enfermedad crónica devastante del alce y venado. En el hombre: el kuru, la enfermedad de Creutzsfeldt-Jacob y el síndrome de Straussler-Gerstmann. Y la encefalopatía espongiforme en bovinos o enfermedad de las vacas locas.


Los virus de la hepatitis delta  son los virus más pequeños y son considerados como “satélites subvirales del virus de la hepatitis B” al que necesitan para replicarse. También se denominan “virusoides”. Los virusoides, también llamados ARN satélites, son similares a los viroides en el sentido de que son ácidos nucleicos desnudos, de bajo peso molecular, extremadamente resistentes al calor y a las radiaciones ultravioletas e ionizantes. Sin embargo, dependen de un virus ayudante para la replicación. Los virusoides se replican en el citoplasma de la célula a través de una polimerasa ARN dependiente de ARN.


Los virus defectivos son virus cuyos genomas carecen de uno o más genes, debido a mutaciones o a deleciones.   Necesitan al igual que los virusoides de un virus ayudante para replicarse. En el caso de algunos virus, durante la infección se produce una mayor cantidad de virus defectivos que de viriones infecciosos (tanto como 100:1). La producción de partículas defectivas es característica de algunas especies virales y se cree que modera la severidad de la relación infección/enfermedad in vivo.


Pseudoviriones son virus que contienen  fragmentos de ADN celular en vez del ADN viral. No se pueden replicar. Los pseudoviriones pueden ser producidos durante la replicación viral cuando el genoma del hospedero se fragmenta. Como resultado de este proceso algunos fragmentos del ADN del hospedero se incorporan en la cápside en lugar del ADN viral.


Pseudotipos: Son virus que tienen igual envoltura pero uno de ellos tiene el genoma diferente, ejemplo virus leucosis felina y su pseudotipo el virus sarcoma felino.


¿Son los virus verdaderos microorganismos?  “De acuerdo con el biólogo chileno Humberto Maturana Romesín los virus no serían seres vivos porque no son autopoiéticos, es decir porque no son capaces de replicarse por si mismos”.


Desde un punto de vista epidemiológico los virus se comportan como agentes infecciosos semejantes a las bacterias. Sin embargo, se diferencian netamente de los clásicos microorganismos en cuanto a su unidad estructural, composición química y naturaleza de su crecimiento.  


Los virus tiene un solo tipo de ácido nucleico, ADN o ARN, escasas proteínas, hidratos de carbono y lípidos; pocas enzimas; y su crecimiento es por síntesis independiente de sus componentes.


Los microorganismos son células con ADN y ARN, abundantes proteínas, hidratos de carbono, lípidos y gran cantidad de enzimas; además tienen  capacidad para generar ATP, y crecen por división binaria. Cabe destacar que las clamydias y rickettsias, al igual que los virus, no crecen en medios artificiales, y son por lo tanto parásitos intracelulares obligados.  


Los virus no son sensibles a los antibióticos de acción farmacológica. La única excepción la constituye el rifampin, un derivado  de la rifamicyna producida por el Streptomyces mediterranei, que actúa sobre los virus pox. Solamente los virus y clamydias son sensibles a los interferones.
      
¿Son los virus seres vivos o elementos inanimados? Los virus están en el umbral  entre lo vivo y lo inanimado. Al ingresar a una célula suplantan a los genes celulares y bloquean la síntesis de macromoléculas celulares, reemplazándola por la producción de ácidos nucleicos y proteínas virales, constituyéndo la forma más perfecta de parasitismo.


Los virus tienen una composición química simple, aunque presentan una gran variedad de formas y tamaño, e importantes diferencias en los tipos de genoma y estrategias de replicación. Para reproducirse deben necesariamente introducir su ácido nucleico en el interior de una célula viva, por lo tanto los virus serían verdaderos parásitos genéticos que al suplantar a  los genes celulares, dirigen el metabolismo celular a generar productos virales, algunos de los cuales bloquean la síntesis de proteínas y ácido nucleicos celulares.


La continuidad fenotípica de los virus está dada por la información codificada en su genoma; sin embargo, los virus presentan una gran plasticidad, siendo capaces de mutar con la probabilidad de que se presente  un cambio en un aminoácido una vez en 1 x 10.000 ó 10.000.000 de la progenie.

Muy equivocado estaba William H. Stewart, quién en 1969, es decir hace casi 50 años, se atrevió a afirmar que había llegado "el momento de cerrar el libro de las enfermedades infecciosas" olvidando que en ambientes nuevos hay peligros nuevos y si las enfermedades infecciosa fueron entre el 2000 a.C. hasta el 2000 d.C, prioritariamente, un peligro para la salud humana y animal, actualmente en el año 2010 son las nuevas enfermedades infecciosas como el SIDA, virus Ebola, virus Hanta en el hombre, las que constituyen peligros reales para la salud.

       

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