jueves, 17 de febrero de 2011

El Convenio entre la Universidad de Chile y la Universidad de California. Fernando Quesada

El Convenio entre la Universidad de Chile y la Universidad de California
Carlos Quesada
Profesor de la carrera de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo


Las formas de movilidad académica y científica han estado íntimamente relacionadas con los procesos de modernización y desarrollo universitario desde los orígenes de la Universidad de Chile. Durante el siglo XIX y parte del siglo XX, los flujos hacia Chile de científicos desde los países europeos y los viajes de estudiantes y académicos chilenos para realizar estudios en las universidades europeas estuvieron insertos en los incipientes procesos de institucionalización de las profesiones universitarias y contribuyeron a conformar las bases cognitivas de las disciplinas que se impartían en esos momentos en la Universidad de Chile. La Medicina y las Ingenierías fueron las profesiones que primero se beneficiaron de estos intercambios académicos, los que también contribuyeron con el desarrollo de las ciencias básicas que se practicaban de manera auxiliar en la formación para estas carreras.

Los dispositivos estatales y universitarios que propiciaban estas modalidades de movilidad académica se sostuvieron institucionalmente hasta finales de la década de 1930. Sin embargo, la reconfiguración del “sistema académico internacional” durante la Segunda posguerra, junto con la aparición de nuevos agentes interesados en las universidades periféricas –Fundaciones filantrópicas, organismos internacionales, corporaciones privadas, entre otros- transformaron algunas de las formas de movilidad académica que caracterizaban al campo universitario chileno y a la Universidad de Chile. Las políticas científicas y académicas de estos nuevos actores junto con las modalidades de intervención que efectuaban en el campo universitario y científico–otorgamiento de becas y subsidios-, generaron conflictos que se tradujeron en tensiones al interior de la institución entre los individuos e instituciones beneficiadas por estos fondos extraordinarios y las excluidas de ellos. Las acciones de estos agentes internacionales condicionaban el desarrollo ecuánime y gradual de todas las disciplinas científicas.

Los intercambios académicos que caracterizaron el Convenio firmado en 1965 entre la Universidad de Chile y la Universidad de California fueron diferentes de las movilidades académicas anteriores porque se planificaron de manera que los múltiples beneficios que produjera el acuerdo se articularan macro-institucionalmente en los proyectos de modernización universitaria para, de esta forma, alcanzar un desarrollo homogéneo de todas las áreas universitarias. Durante diez años, el Convenio recibió financiamiento de la Fundación Ford, el cual se agotó en 1975 cuando la agencia filantrópica no consideró pertinente el financiamiento al campo universitario debido al impacto negativo que el Golpe de Estado de 1973 tuvo sobre el espacio académico. Sin financiamiento extraordinario, ambas universidades decidieron proseguir las actividades del programa de movilidad académica, el que se cerró definitivamente en 1978.

El Convenio se erigió como un “acuerdo cooperativo” para el desarrollo de áreas y disciplinas de ambas universidades. Los intercambios académicos que se tradujeron en viajes, visitas y estancias de investigación tenían como objetivo generar y consolidar instancias cooperativas de investigación entre ambas instituciones, por medio de la conformación de redes científicas, los intercambios de material bibliográfico y los estudios de posgrado.

Considerados en total, 323 agentes chilenos participaron en el Convenio, de los cuales 280 realizaron actividades académicas de investigación (n=68), de docencia (n=5), de docencia e investigación (n=18), estudios de posgrado (n=145), entrenamiento técnico (n=27) y planeamiento académico (n=17). Los restantes se desempeñaron como miembros de las comisiones encargadas de gestión y administración o realizaron únicamente visitas para coordinar actividades entre ambas universidades.

De la Universidad de California participaron 287 académicos, de los cuales 43 participaron en actividades de gestión y administración. 244 fueron los académicos norteamericanos que participaron en los intercambios y sus actividades en el programa fueron más heterogéneas que las que realizaron los participantes chilenos. La mayoría estos agentes realizaron asesoría académica para el desarrollo de determinadas áreas de investigación que se consideraban prioritarias en la Universidad de Chile y asesoramiento técnico. Sólo 16 graduados prosiguieron estudios de posgrado pero no optaron por las carreras de posgrado que se dictaban en la Universidad de Chile, sino que realizaron sus estudios en la Universidad de California y aprovecharon los viajes a Chile para hacer trabajo de archivo o de campo.

Como consecuencia de la articulación del Convenio con los proyectos de modernización académica que se estaban desarrollando en la Universidad de Chile, la institucionalización de algunas disciplinas científicas fue uno de los principales procesos que acarreó el acuerdo.

En el marco de las relaciones interuniversitarias la institucionalización de las disciplinas científicas en la Universidad de Chile se realizó de forma coordinada con las graduaciones de los académicos chilenos en la Universidad de California. Esto permitió la inserción institucional de los académicos que realizaron los intercambios y que obtuvieron títulos de maestría o doctorado.

Los primeros pasos de la construcción institucional se realizaron en los momentos inaugurales del Convenio, cuando la Universidad de California recomendó a la Universidad de Chile la creación de una facultad de ciencias básicas para fortalecer estas disciplinas. En 1965 se creó la Facultad de Ciencias, en la que se dictaban las licenciaturas en física, química, matemática y biología. El área de las ciencias naturales y las ingenierías fue la más beneficiada por la institucionalización en el nivel de posgrado. En 1968 se aprobó en el Consejo Superior el doctorado en ciencias con mención en química, física, matemáticas y biología. Posteriormente se abrieron los doctorados en geología, en ingeniería química, sismología, estructura de suelos, mecánica de suelos, geofísica, física nuclear y ciencias del agua. En el área de las disciplinas agrícolas y veterinarias la creación de la Facultad de Ingeniería Forestal en 1971 promovió la creación de la maestría en Forestación que comenzó a funcionar en 1975.

El Golpe de Estado de 1973 inauguró un nuevo período en el itinerario del Convenio, porque significó un quiebre en los procesos de institucionalización y en la dimensión social de las trayectorias de los agentes. La disminución del presupuesto educativo para la educación superior, junto con el des-financiamiento de determinadas áreas y disciplinas se tradujo en la “suspensión de las reglas específicas de consagración académica” y en la progresiva irrupción de elementos exógenos sobre el campo universitario. Ante estas condiciones políticas que afectaban negativamente el desarrollo gradual del campo universitario, muchos académicos chilenos decidieron emigrar del país por diversos motivos. Si en la etapa previa, el Programa significó una bisagra en las trayectorias intelectuales, en la segunda, la dimensión social de las carreras de la mayoría de los académicos sufrieron un quiebre que se tradujo en exilios, renuncias y abandono del ámbito académico. Estas condiciones comenzaron a revertirse en los comienzos de la democracia en 1990, en especial cuando algunos de los académicos exiliados retornaron a Chile.


Fernando Quesada

Profesor de la carrera de Historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Cuyo. Becario de CONICET. Publicaciones: “La marea del Pacífico. La Fundación Ford en Chile. 1963-1973”, y en colaboración con Juan José Navarro “El Proyecto Camelot (1964-1965). La dependencia académica, entre el escándalo y el mito” ambos en: Fernanda Beigel (dir.), (2009); AUTONOMÍA Y DEPENDENCIA ACADÉMICA: Universidad e investigación científica en Chile y Argentina (1950-1980), Buenos Aires, Biblos. Navarro, Juan José y Quesada, Fernando; El impacto del Proyecto Camelot en el período de consolidación de las Ciencias Sociales latinoamericanas, en: Diego Pereyra (comp.) (2010) Tradiciones, actores e instituciones en el desarrollo de las ciencias sociales en Argentina, Chile, México y América Central. Una mirada histórica y regional, Serie Cuadernos de Ciencias Sociales, San José de Costa Rica, FLACSO. El trabajo que analiza en profundidad este programa de movilidad académica puede encontrarse en: Quesada, Fernando “A Case of Academic Exchange between the Centre and the Periphery: The Agreement between the University of Chile and the University of California” in: Ludovic Tournés (dir.) (in press); ‘International Trade in Men and Ideas’. A History of Philanthropic Foundations’ Fellowship Programs, Oxford, Oxford University Press.

1 comentario:

  1. Gracias Patricio por reproducir este artículo en su blog, saludos, fernando quesada.

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