Reacciones adversas a la vacunación
Los beneficios de la vacunación están bien documentados, pero en ocasiones pueden aparecer efectos dañinos en algunos individuos. El siguiente artículo recoge las conclusiones de diversos estudios centrados en las reacciones adversas provocadas por la vacunación en perros y gatos.
Alfredo Pérez Rivero
Clínica Veterinaria Taco, Santa Cruz de Tenerife
Imágenes archivo
Las variables de la vacuna incluyen la proporción de individuos vacunados que se benefician de la vacunación, la respuesta inmunitaria (si es suficiente para prevenir la infección o reducir la gravedad si se produce) y la probabilidad y gravedad de las reacciones adversas asociadas a la vacunación [1].
Los efectos adversos son definidos como cualquier efecto secundario o consecuencia involuntaria (incluyendo falta de protección) asociado a la administración de la vacuna. Esto incluye cualquier daño, toxicidad o reacción de hipersensibilidad asociada con la misma [2].
Los beneficios de la vacunación deben superar los riesgos y los individuos deben ser evaluados en función del riesgo de exposición y la respuesta esperada (probabilidad de infección si se expone y de la gravedad si se infecta).
Clínica Veterinaria Taco, Santa Cruz de Tenerife
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Las variables de la vacuna incluyen la proporción de individuos vacunados que se benefician de la vacunación, la respuesta inmunitaria (si es suficiente para prevenir la infección o reducir la gravedad si se produce) y la probabilidad y gravedad de las reacciones adversas asociadas a la vacunación [1].
Los efectos adversos son definidos como cualquier efecto secundario o consecuencia involuntaria (incluyendo falta de protección) asociado a la administración de la vacuna. Esto incluye cualquier daño, toxicidad o reacción de hipersensibilidad asociada con la misma [2].
Los beneficios de la vacunación deben superar los riesgos y los individuos deben ser evaluados en función del riesgo de exposición y la respuesta esperada (probabilidad de infección si se expone y de la gravedad si se infecta).
Efectos adversos en perros
En un estudio [3] realizado durante los 3 días después de la vacunación en 1.226.159 perros vacunados en 360 hospitales para determinar la incidencia de efectos adversos asociados a la vacunación (VAAEs), en los años 2002 y 2003, se comprobó que el porcentaje de VAAEs disminuyó significativamente con un mayor peso corporal (tabla 1).
Tabla 1. Incidencia de efectos adversos en perros en los tres días posteriores a la vacunación.
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Factor | Efectos adversos totales |
>Peso | Disminuye |
Castración | Aumenta (27-38% vs. intactos) |
1-3 años | Aumenta (35-54% vs. 2-9 meses) |
Vacuna adicional | Aumenta (27% perros <10 12="" kg="" perros="">10 kg)10> |
Información extraída de ref. bibliográfica nº 3. |
El riesgo fue un 27-38% mayor para animales castrados vs. intactos, y un 35-64% mayor para perros de 1 a 3 años, vs. 2-9 meses de edad. El riesgo incrementó con el número de dosis de vacunas administradas por visita y cada vacuna adicional aumentó el riesgo de efectos adversos en un 27% en perros <10 12="" de="" en="" kg="" los="" un="" y="">10 kg. El mayor riesgo de VAAEs dentro de los 3 días después de la vacunación lo tuvieron los adultos jóvenes, de razas pequeñas, castrados, que recibieron múltiples vacunas por visita. Estos factores deberían ser considerados de riesgo y, por tanto, se debería comunicar a los clientes.
La relación entre el número de vacunas administradas de forma simultánea y los VAAEs sugiere que puede haber otras causas que no sean el antígeno primario y que puedan contribuir a los efectos adversos.
En un estudio [4] en el que 8 perros desarrollaron reacciones alérgicas de tipo inmunomediado y tenían alta concentración de suero específico IgE contra las vacunas, 7 tenían IgE específico contra el suero de ternero fetal. En un estudio posterior [5] se demostró que había una variedad de componentes, incluyendo albúmina, que podían funcionar como alergenos en perros y que podían desarrollar reacciones después de la vacunación.
La relación entre el número de vacunas administradas de forma simultánea y los VAAEs sugiere que puede haber otras causas que no sean el antígeno primario y que puedan contribuir a los efectos adversos.
En un estudio [4] en el que 8 perros desarrollaron reacciones alérgicas de tipo inmunomediado y tenían alta concentración de suero específico IgE contra las vacunas, 7 tenían IgE específico contra el suero de ternero fetal. En un estudio posterior [5] se demostró que había una variedad de componentes, incluyendo albúmina, que podían funcionar como alergenos en perros y que podían desarrollar reacciones después de la vacunación.
Efectos adversos en gatos
En un estudio [6] en el que se administraron 1.258.712 vacunas a 496.189 gatos, se vieron un total de 2.560 VAAEs (51,6 VAAEs/10.000 gatos vacunados) en un periodo de 30 días después de la vacunación. El riesgo se vio significativamente mayor en relación con el número de vacunas administradas por visita, gatos mayores de 1 año de edad y gatos castrados (tabla 2). 10>
Tabla 2. Incidencia de efectos adversos en gatos en 30 días posteriores a la vacunación.
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Factor | Efectos adversos |
>Nº de vacunas administradas por visita | Aumenta |
Mayores de 1 año de edad | Aumenta |
Castrados | Aumenta |
Información extraída de ref. bibliográfica nº 6. |
La letargia (tabla 3), con o sin fiebre, fue el efecto adverso más común (54,2%), seguido de reacciones en el sitio de la vacuna (25,2%), vómitos (10,3%), edema periorbitario o facial (5,7%) o prurito generalizado (1,9%). Cuatro gatos murieron antes de 48 horas después de la vacunación, y los signos clínicos manifestados fueron anafilaxis inmediatamente después de la vacunación [2], sin signos (se diagnosticó shock) y otro también sin signos cuyo veterinario diagnosticó reacción vacunal.
Tabla 3. Efectos adversos más comunes en gatos.
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Efecto | Gatos (%) |
Letargia | 54,2% |
Reacciones en el sitio de la vacuna | 25,2% |
Vómitos | 10,3% |
Edema periorbitario o facial | 5,7% |
Prurito generalizado | 1,9% |
2 gatos murieron con signos de anafilaxis | |
2 gatos murieron sin signos | |
Información extraída de ref. bibliográfica nº 6. |
No se observaron reacciones localizadas que después fueran diagnosticadas de neoplasia en un periodo de 1-2 años. La mayoría de las reacciones se vieron entre los días 0-3 después de la vacunación (92%), comparadas con 4 a 15 días (4,6%) o 16-30 días (3,4%) después de la vacunación (tabla 4).
El porcentaje de VAAE asociado con la administración de una vacuna simple varió significativamente siendo el más bajo para la vacuna de giardias, seguido de PIF y rabia.
Los porcentajes más altos fueron para la vacuna de enfermedades respiratorias y FeLV. Comparando el riesgo de la aplicación de una vacuna simple y una polivalente se vio doble riesgo cuando se trataba de una triple y se triplicó el riesgo cuando se trataba de 5 vacunas administradas simultáneamente.
El riesgo fue mayor para gatos castrados comparado con intactos y fue mayor para hembras intactas que para machos intactos. El riesgo fue de 50% más en gatos mayores de 1 año comparado con los menores de 9 meses.
El porcentaje de VAAE asociado con la administración de una vacuna simple varió significativamente siendo el más bajo para la vacuna de giardias, seguido de PIF y rabia.
Los porcentajes más altos fueron para la vacuna de enfermedades respiratorias y FeLV. Comparando el riesgo de la aplicación de una vacuna simple y una polivalente se vio doble riesgo cuando se trataba de una triple y se triplicó el riesgo cuando se trataba de 5 vacunas administradas simultáneamente.
El riesgo fue mayor para gatos castrados comparado con intactos y fue mayor para hembras intactas que para machos intactos. El riesgo fue de 50% más en gatos mayores de 1 año comparado con los menores de 9 meses.
Tabla 4. Fecha de aparición de efectos adversos en gatos.
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Plazo | Gatos (%) |
A los 0-3 días | 92% |
A los 4-15 días | 4,6% |
A los 16-30 días | 3,4% |
Información extraída de ref. bibliográfica nº6. |
El riesgo asociado a vacunas adicionales (27,5%) en gatos fue equivalente al de los perros con un peso inferior a 10 kilos, lo cual indica una relación dosis-respuesta antigénica.
Un estudio realizado sobre la seguridad de las vacunas en el periodo neonatal en gatitos [17] confirmó que vacunas sin adyuvantes inducían una menor reacción inflamatoria local que aquéllas en las que existía adyuvante.
El riesgo se podía reducir, por tanto, usando vacunas sin adyuvante con reducida proteína extraña.
Los síntomas más frecuentes fueron los gastrointestinales (26%), seguidos por respiratorios y cardiovasculares (22%) y dermatológicos (11%). Había 284 casos de reacciones adversas a vacunas monovalentes que no eran de rabia, y mixtas. Los síntomas más frecuentes en estos casos fueron dermatológicos (53%), gastrointestinales (16%) y respiratorios y cardiovasculares (14%). Un 3,5% murieron por reacciones adversas a vacunas.
En otro estudio [8] realizado en Estados Unidos, en el que el Centro de Productos Biológicos (CVB) recibió 246 reacciones adversas en perros en los que se identificó la vacuna de rabia como uno de los productos administrados, durante un periodo de 3 años, 217 fueron considerados como posiblemente relacionados con la vacuna, 7 no parecían estar relacionadas y 22 se dieron por causa desconocida.
El 21,4% de los perros era menor de 6 meses, el 33,5% era mayor de 6 meses pero menor de 2 años y el 45,1% era mayor de 2 años. Un 54% de los perros eran hembras. Los efectos adversos posiblemente relacionados con la vacuna incluyeron hipersensibilidad a la vacuna (59%), reacción local (27%), reacciones sistémicas referidas a corto tiempo de letargia, fiebre, dolor general, anorexia, cambios de conducta, con o sin trastornos gastrointestinales que comenzaron en 3 días después de la vacunación (9%), trastornos autoinmunes (3%) y otros (2%).
Un 72% aproximado de los perros informados recibieron otros productos médicos además de la vacuna. La vacuna de rabia es la que se pudo relacionar más con efectos adversos recibidos por el CVB. Los hallazgos de este estudio no sugieren una alta frecuencia de efectos adversos asociados a la vacuna de rabia si tenemos en cuenta que se pusieron 120 millones de dosis de vacunas de rabia en ese periodo de 3 años.
Hay que añadir que en dos perros se confirmó rabia y habían sido previamente vacunados.
Otras enfermedades han sido asociadas a la vacunación como meningitis inducida por la vacuna de rabia, sarcoma posvacunal en gatos, anemia hemolítica inmunomediada, trombocitopenia inmunomediada, poliartritis inmunomediada tipo I y vasculitis cutánea.
Ya en 1978, Pedersen NC, Emmons RW, Selder R, et al. publicaron infección de virus de la vacuna de rabia en tres perros, con aparición de síntomas a los 4-21 días después de la vacunación [9]. En 1982 se publicaron también 4 casos de rabia inducida por la vacuna en cuatro gatos [10]. En este caso los signos neurológicos se desarrollaron 13-17 días después de la vacunación IM con virus vivo modificado.
En 1984 se publicó el uso de anticuerpos monoclonales para confirmar rabia inducida por vacuna en 10 perros, 2 gatos y un zorro [11].
Los signos clínicos desarrollados en el caso de los perros [9] fueron de parálisis flácida ascendente similar a la que se produce en una poliradiculoneuritis.
También se vio que se podían dar déficit de nervios craneales y que algunos sobrevivieron y se recuperaron con cuidados de soporte. En necropsia los hallazgos fueron de meningoencefalitis no supurativa. En el caso de los gatos, desarrollaron parálisis de un miembro posterior, rigidez y después parálisis del otro miembro posterior.
Como esta correlación se observó en vacunas vivas modificadas y muertas frente a enfermedades infecciosas frecuentes y de distintos fabricantes, parece probable que las vacunas puedan poner de manifiesto o reforzar un proceso immunitario silente, más que ser la causa real. Sin embargo, en una encuesta restrospectiva a gran escala sobre los registros de salud animal en Gran Bretaña no se ha encontrado una asociación.
Aunque en 1996 Duval y Giger asociaron la vacunación a un incremento del riesgo de AHIM en perros [15], en un estudio posterior, realizado por Carr y col. en 2002, no se encontró asociación [16].
La asociación de la AHIM con otros trastornos immunitarios, incluido el hipotiroidismo y la trombocitopenia inmunomediada, apoya la teoría de un trastorno general de tipo inmunitario [12].
En un estudio donde se aplicaron diferentes vacunas para ver si existía un incremento de la presencia de anticuerpos antitiroglobulina canina se vio que podían verse incrementados, y éstos tienen un efecto perjudicial en la función tiroides, de origen desconocido [13]. En un estudio posterior en el que se intentó ver si había relación entre repetidas vacunaciones y tiroiditis se comprobó que no la había [14].
Kohn B., Garner M. y col. (2003) publicaron un estudio en 4 perros en los que se desarrolló una poliartritis (18) después de la vacunación, quedando, por tanto, bajo sospecha la relación. En un estudio posterior (19) realizado por Dyland N. Clements, Robyn N. A. Gear y col. (2004) mencionan la posibilidad una poliartritis tipo 1 pero no queda claro, al tratarse de un número reducido de casos.
En un estudio sobre el desarrollo de casos de una enfermedad semejante a la parvovirosis después de la vacunación, se relacionó con una parvovirosis tipo 2 (CPV2) más que con una reversión de la virulencia del virus vivo modificado contenido en la vacuna [20].
En un estudio retrospectivo [21] de 21 casos de vasculitis cutánea en perros y gatos, 5 fueron inducidos por la vacuna de rabia, con un patrón inflamatorio que respondió a prednisona y pentoxifilina o prednisona sola.
En cuanto a los sarcomas posvacunales [22] Glenna M. Globar y Philip H. Kass (2002) indican que la incidencia del riesgo es baja y no está incrementando. También consideran innecesaria la extracción de los granulomas posvacunales a menos que sea aparente una conducta de malignidad por parte del tumor o persista más de 4 meses. Esta conclusión se basa en que el 98% de las reacciones posvacunales que informaron los propietarios a los veterinarios se resolvió sin medicación. El 96% de éstas antes de 3 meses y el 100% en 4 meses. Además, los autores añaden que la extirpación de éstos puede interferir con el desa-rrollo de la inmunidad de la vacuna.
Frantisek Jelínek (2003) sugiere que la inflamación crónica y la inmunodeficiencia relacionada con la edad influyen en la patogénesis del sarcoma asociado a vacunas [23]. Se basa en el examen histológico de 38 formaciones nodulares extirpadas del sitio de vacunación en las que 25 eran sarcomas y 13 granulomas. La edad de los gatos con sarcoma era de 8,75 años, mientras que la de los que tenían granuloma era de 1,9 años.
M. Vascellari, E. Melchiotti y col. (2003) en un estudio comparan 15 fibrosarcomas en presuntos sitios de inyección y 10 en sitios donde no se ponen inyecciones de perros, con 20 fibrosarcomas posvacunales felinos [24]. Todos los desarrollados en presuntos sitios de inyección en ambas especies muestran infiltración inflamatoria linfocítica en la periferia del tumor, mientras que localizados en sitios donde no se ponen inyecciones muestran una infiltración inflamatoria perivascular dentro de la neoplasia. En 8 de los fibrosarcomas caninos de sitios de presumible inyección y 11 de los sitios posvacunales felinos se detectaron depósitos de aluminio.
Se encuentra similitud entre los fibrosarcomas caninos de sitios de presunta inyección y los posvacunales felinos, sugiriendo la posibilidad del desarrollo de sarcomas post-inyección tanto en gatos como en perros.
A raíz de todos estos datos han ido surgiendo diversos debates sobre qué animales se deben vacunar, pautas, que vacunas son realmente necesarias, etc. Lo que parece recomendable es que, teniendo en cuenta la relación riesgo-beneficio de las vacunas, el veterinario explique tal relación a los propietarios y, hoy por hoy, se mantenga la vacunación como parte de la prevención de enfermedades que suponen un riesgo para la vida de un animal.
Bibliografía disponible en www.argos.grupoasis.com/bibliografias/reacciones101.doc
Un estudio realizado sobre la seguridad de las vacunas en el periodo neonatal en gatitos [17] confirmó que vacunas sin adyuvantes inducían una menor reacción inflamatoria local que aquéllas en las que existía adyuvante.
El riesgo se podía reducir, por tanto, usando vacunas sin adyuvante con reducida proteína extraña.
Efectos de la vacuna de la rabia
En un estudio retrospectivo de reacciones adversas a las vacunas [7] en el que se examinaron 311 casos informados al Ministerio de Agricultura, en Japón, durante un periodo de 6 años (desde abril de 1994 a 2000) y se clasificaron según los síntomas, 27 casos fueron a la vacuna de rabia. Los síntomas más frecuentes fueron los gastrointestinales (26%), seguidos por respiratorios y cardiovasculares (22%) y dermatológicos (11%). Había 284 casos de reacciones adversas a vacunas monovalentes que no eran de rabia, y mixtas. Los síntomas más frecuentes en estos casos fueron dermatológicos (53%), gastrointestinales (16%) y respiratorios y cardiovasculares (14%). Un 3,5% murieron por reacciones adversas a vacunas.
El 21,4% de los perros era menor de 6 meses, el 33,5% era mayor de 6 meses pero menor de 2 años y el 45,1% era mayor de 2 años. Un 54% de los perros eran hembras. Los efectos adversos posiblemente relacionados con la vacuna incluyeron hipersensibilidad a la vacuna (59%), reacción local (27%), reacciones sistémicas referidas a corto tiempo de letargia, fiebre, dolor general, anorexia, cambios de conducta, con o sin trastornos gastrointestinales que comenzaron en 3 días después de la vacunación (9%), trastornos autoinmunes (3%) y otros (2%).
Un 72% aproximado de los perros informados recibieron otros productos médicos además de la vacuna. La vacuna de rabia es la que se pudo relacionar más con efectos adversos recibidos por el CVB. Los hallazgos de este estudio no sugieren una alta frecuencia de efectos adversos asociados a la vacuna de rabia si tenemos en cuenta que se pusieron 120 millones de dosis de vacunas de rabia en ese periodo de 3 años.
Hay que añadir que en dos perros se confirmó rabia y habían sido previamente vacunados.
Otras enfermedades han sido asociadas a la vacunación como meningitis inducida por la vacuna de rabia, sarcoma posvacunal en gatos, anemia hemolítica inmunomediada, trombocitopenia inmunomediada, poliartritis inmunomediada tipo I y vasculitis cutánea.
Ya en 1978, Pedersen NC, Emmons RW, Selder R, et al. publicaron infección de virus de la vacuna de rabia en tres perros, con aparición de síntomas a los 4-21 días después de la vacunación [9]. En 1982 se publicaron también 4 casos de rabia inducida por la vacuna en cuatro gatos [10]. En este caso los signos neurológicos se desarrollaron 13-17 días después de la vacunación IM con virus vivo modificado.
En 1984 se publicó el uso de anticuerpos monoclonales para confirmar rabia inducida por vacuna en 10 perros, 2 gatos y un zorro [11].
Los signos clínicos desarrollados en el caso de los perros [9] fueron de parálisis flácida ascendente similar a la que se produce en una poliradiculoneuritis.
También se vio que se podían dar déficit de nervios craneales y que algunos sobrevivieron y se recuperaron con cuidados de soporte. En necropsia los hallazgos fueron de meningoencefalitis no supurativa. En el caso de los gatos, desarrollaron parálisis de un miembro posterior, rigidez y después parálisis del otro miembro posterior.
Anemia hemolítica inmunomediada
Se ha señalado una asociación temporal entre la vacunación y la aparición de una anemia hemolítica inmunomediada (AHIM). Un estudio retrospectivo limitado demostró que una cuarta parte de los perros con una AHIM de causa desconocida habían sido vacunados en el mes previo a la aparición de los signos clínicos. Como esta correlación se observó en vacunas vivas modificadas y muertas frente a enfermedades infecciosas frecuentes y de distintos fabricantes, parece probable que las vacunas puedan poner de manifiesto o reforzar un proceso immunitario silente, más que ser la causa real. Sin embargo, en una encuesta restrospectiva a gran escala sobre los registros de salud animal en Gran Bretaña no se ha encontrado una asociación.
Aunque en 1996 Duval y Giger asociaron la vacunación a un incremento del riesgo de AHIM en perros [15], en un estudio posterior, realizado por Carr y col. en 2002, no se encontró asociación [16].
La asociación de la AHIM con otros trastornos immunitarios, incluido el hipotiroidismo y la trombocitopenia inmunomediada, apoya la teoría de un trastorno general de tipo inmunitario [12].
En un estudio donde se aplicaron diferentes vacunas para ver si existía un incremento de la presencia de anticuerpos antitiroglobulina canina se vio que podían verse incrementados, y éstos tienen un efecto perjudicial en la función tiroides, de origen desconocido [13]. En un estudio posterior en el que se intentó ver si había relación entre repetidas vacunaciones y tiroiditis se comprobó que no la había [14].
Kohn B., Garner M. y col. (2003) publicaron un estudio en 4 perros en los que se desarrolló una poliartritis (18) después de la vacunación, quedando, por tanto, bajo sospecha la relación. En un estudio posterior (19) realizado por Dyland N. Clements, Robyn N. A. Gear y col. (2004) mencionan la posibilidad una poliartritis tipo 1 pero no queda claro, al tratarse de un número reducido de casos.
En un estudio sobre el desarrollo de casos de una enfermedad semejante a la parvovirosis después de la vacunación, se relacionó con una parvovirosis tipo 2 (CPV2) más que con una reversión de la virulencia del virus vivo modificado contenido en la vacuna [20].
En un estudio retrospectivo [21] de 21 casos de vasculitis cutánea en perros y gatos, 5 fueron inducidos por la vacuna de rabia, con un patrón inflamatorio que respondió a prednisona y pentoxifilina o prednisona sola.
Frantisek Jelínek (2003) sugiere que la inflamación crónica y la inmunodeficiencia relacionada con la edad influyen en la patogénesis del sarcoma asociado a vacunas [23]. Se basa en el examen histológico de 38 formaciones nodulares extirpadas del sitio de vacunación en las que 25 eran sarcomas y 13 granulomas. La edad de los gatos con sarcoma era de 8,75 años, mientras que la de los que tenían granuloma era de 1,9 años.
M. Vascellari, E. Melchiotti y col. (2003) en un estudio comparan 15 fibrosarcomas en presuntos sitios de inyección y 10 en sitios donde no se ponen inyecciones de perros, con 20 fibrosarcomas posvacunales felinos [24]. Todos los desarrollados en presuntos sitios de inyección en ambas especies muestran infiltración inflamatoria linfocítica en la periferia del tumor, mientras que localizados en sitios donde no se ponen inyecciones muestran una infiltración inflamatoria perivascular dentro de la neoplasia. En 8 de los fibrosarcomas caninos de sitios de presumible inyección y 11 de los sitios posvacunales felinos se detectaron depósitos de aluminio.
Se encuentra similitud entre los fibrosarcomas caninos de sitios de presunta inyección y los posvacunales felinos, sugiriendo la posibilidad del desarrollo de sarcomas post-inyección tanto en gatos como en perros.
A raíz de todos estos datos han ido surgiendo diversos debates sobre qué animales se deben vacunar, pautas, que vacunas son realmente necesarias, etc. Lo que parece recomendable es que, teniendo en cuenta la relación riesgo-beneficio de las vacunas, el veterinario explique tal relación a los propietarios y, hoy por hoy, se mantenga la vacunación como parte de la prevención de enfermedades que suponen un riesgo para la vida de un animal.
Bibliografía disponible en www.argos.grupoasis.com/bibliografias/reacciones101.doc
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