sábado, 30 de agosto de 2014

JEAN-MARIE CAMILLE GUÉRIN (1872 - 1961)


Jean-Marie Camille Guérin nació en Poitiers (Vienne, Francia) el 22 de diciembre de 1872. Su padre fue director de una empresa de obras públicas y murió de tuberculosis cuando Camille tenía diez años, en 1882. Su madre se volvió a casar más tarde con A. Venien, un veterinario de Châtellerault. Estudió en el Lycée Descartes de esta ciudad y en 1892 ingresó en la Escuela de Veterinaria de Maisons-Alfort. Allí permaneció hasta 1896, mostrando gran interés en el tema de las enfermedades infecciosas. Uno de sus profesores fue el veterinario y biólogo Edmond Nocard (1850-1903). Ese mismo año obtuvo, según los datos del Instituto Pasteur, el doctorado en veterinaria.
En 1895, a consecuencia de una visita del Consejo municipal de Higiene de Lille, se confió a Calmette la misión de organizar un instituto de sueroterapia y de investigación microbiológica en la industriosa ciudad de Lille. El centro se inauguró en 1899 y fue nombrado primer director. Necesitaban a un veterinario y Guérin fue aceptado para el cargo. Participó en la producción de sueros antivenenosos y en la preparación de vacuna antivariólica. Utilizando el conejo como huésped intermediario para asegurar la perennidad de la actividad de las cepas, mejoró considerablemente la producción de esta última.
En 1900 fue nombrado jefe de laboratorio del Instituto. Ese mismo año contrajo matrimonio con Marie Lavergne, con la que tuvo dos hijos. En 1905 puso a punto un método de control de las vacunas jennerianas (antivariólicas). Este trabajo fue recompensado con la medalla de oro de la comisión de la vacuna de la Academia de medicina.
Entre 1905 y 1915 publicó con Calmette una conjunto de trabajos sobre el mecanismo de infección de la tuberculosis. Al principio la virulencia de las cepas usadas era tan grande que la inoculación de 3 mg a un ternero le producía la muerte a las cinco semanas. Mediante artificios de laboratorio trataron de volver avirulenta esta cepa. Después de numerosos pases en el medio de patata biliada glicerinada, comprobaron que los caracteres del bacilo no se modificaban más. Se trataba de un bacilo fijo, de virulencia conocida, inofensivo para los animales de laboratorio, aunque se inyectara a dosis considerables a los cobayas, tan sensibles a la tuberculosis, y a los conejos –sensibles al bacilo bovino– que confería una resistencia a los bóvidos contra la infección tuberculosa.
Los trabajos quedaron interrumpidos a consecuencia de la invasión de la ciudad por los alemanes en 1915. Entre ese año y 1918, junto con el resto de componentes del Instituto, trató de proteger lo mejor posible a la población civil de Lille a pesar de que una buena parte del material científico fue destruido o robado.
En 1918 su mujer murió de una meningitis tuberculosa. Guerin continuó con los trabajos sobre la vacunación antituberculosa. En 1919 fue nombrado jefe de servicio del Instituto Pastur de Lille, cargo que ocupó hasta e1928. En 1921, como hemos dicho, Calmette y Guérin llegaron a obtener una cepa de bacilos atenuados capaz de conferir la inmunidad. El pediatra Bernard B. Weil-Hallé (1875-1958) realizó la primera aplicación de la vacuna al suministrarla por vía oral a un recién nacido cuya madre había fallecido de tuberculosis. El niñó sobrevivió, lo que animó a Hallé y a Raymond Turpin a vacunar durante los tres años siguientes a 317 niños de la Maternidad de la Charité de Berlín. El éxito obtenido fue la causa de que el uso de la vacuna se extendiera tanto que, siete años después, ya se habían vacunado en Francia 116.000 niños, cifra que se elevó a 242.250 dos años más tarde.
La primera comunicación oficial de Calmette y Guerin sobre el BCG se presentó el 29 de junio de 1924 en la Academia de Medicina de París y fue firmada por Calmette, Guerin, Weill-Halle, Turpin y Leger.
Desde entonces las vacunaciones se sucedieron con rapidez. No obstante, la polémica sobre la eficacia de la vacuna BCG continuó; tuvo tantos defensores como detractores. El asunto de Lübeck (1930-32) significó un duro revés. Murieron más de sententa niños de un total de 230 vacunados, lo que fue achacado injustamente a la vacuna. En realidad ésta había sufrido una contaminación por bacilo tuberculoso virulento procedente del laboratorio de Bruno Lange, del Instituto Robert Koch; ambos se habían almacenado en la misma habitación. La luz se hizo al final de dieciséis largos meses. Se descubrió la verdad y los culpables de la negligencia fueron condenados.
La comisión de la vacuna contra la viurela, de la sección de higiene de la Sociedad de Naciones, reunida en Berlín, adoptó el método de Guérin como método internacional de control de las vacunas jennerianas.
En 1928 C. Guérin dejó Lille para hacerse cargo de la dirección del servicio de tuberculosis del Instituto Pasteur de París. En 1930 la Conferencia internacional contra la tuberculosis, reunida en Oslo, manifiestó su confianza plena en la BCG, a pesar del drama de Lübeck. En 1933 murió Calmette. Hasta 1934, más de 800.000 vacunas habían sido distribuidas en Francia y, a partir de 1950, la vacunación con BCG fue declarada como obligatoria en ese país.
En 1935 Guérin fue elegido miembro de la Academia de medicina. Fue su presidente en 1951 y recibió el premio Boggio en 1907. En 1939 fue nombrado vicepresidente del Comité Nacional de Defensa contra la Tuberculosis (CNDT), siendo A. Honnorat presidente.
Entre 1939 y 1945 vivió en el Instituto Pasteur, después de que su vivienda parisina fuera requisada por el ejército alemán. En 1945 fue miembro del Comité Nacional de Higiene Social (Ministerio de Sanidad Pública) y en 1948 dirigió el primer Congreso internacional sobre la BCG en París.
Fue Presidente de la Academia de Veterinarios de Francia en 1949. En 1955 la Academia de las Ciencias le concedió el gran premio de investigación científica.
El 9 de junio de 1961 murió en el Hospital Pasteur a la edad de 89 años, siendo enterrado en Châtellerault, junto a su esposa.
José L. Fresquet. Profesor titular. Instituto de Historia de la Medicina y de la Ciencia (Universidad de Valencia - CSIC). Julio de 2004.
Bibliografía
—Báguena Cervellera, M.J. La tuberculosi i la seva història. Barcelona, Fundacó Uriach, 1992.
—Hawgood, B.J. Doctor Albert Calmette 1863-1933: founder of antivenomous serotherapy and of antituberculous BCG vaccination, Toxicon 37 (1999), 1241-1258.
—Repères chronologiques. Camille Guérin (1872-1961). Institut Pasteur. http://www.pasteur.fr/infosci/archives/gue0.html (Consultado en junio de 2004).


VIRUS 2014 Los virus como agentes patogénicos Patricio Berríos Etchegaray

VIRUS 2014 
Patricio Berríos Etchegaray

Los virus como patógenos

La interacción entre los virus y sus células hospederas está íntimamente ligada al ciclo de replicación viral.  Esta interacción del virus con los componentes y las estructuras celulares durante el proceso de replicación influye en cómo el virus causa la enfermedad. En total hay cuatro posibles efectos primarios de la infección viral a una célula hospedera. La mayoría de las infecciones no causan patología celular o alteración morfológica aparente, sin embargo, la replicación puede causar citopatología (redondeamiento celular, desprendimiento, formación de sincicios, etc.), transformación maligna o lisis celular (muerte).

La muerte celular durante la replicación viral puede ser causada por diversos factores. El factor más probable es la inhibición de la síntesis celular basal de biomoléculas tales como proteínas. Durante el ciclo de replicación, el virus induce a la maquinaria celular a fabricar principalmente productos virales, además de aquellos que la célula fabricaría normalmente. Como resultado de esto, la célula sintetiza predominantemente productos virales, y los productos celulares necesarios para la supervivencia de la célula no están presentes, o lo están pero en cantidades demasiado bajas como para mantener su viabilidad. Además de la carencia de productos celulares esenciales, este evento resulta en la acumulación excesiva de productos virales (ARN, ADN, proteínas), que pueden ser tóxicos para las células.

En la fase de liberación del ciclo de replicación de algunos virus se estimula la apoptosis de la célula hospedera. En otras instancias la inhibición de la síntesis de macromoléculas celulares causa daños a las membranas de los lisosomas, y por consecuencia la liberación de enzimas hidrolíticas, provocando la muerte celular.

Los efectos citopáticos son todos aquellos cambios morfológicos en las células provocados por la infección viral. Las células infectadas algunas veces tienen alterada su membrana celular. Como resultado, la membrana de la célula infectada es capaz de fusionarse con su célula vecina. Se piensa que esta alteración es el resultado de la inserción, durante el ciclo de replicación, de proteínas virales. El resultado de la fusión es la generación de una célula multinucleada o sincicios. La formación de sincicios es una característica de numerosos virus envueltos, como los herpesvirus y paramyxovirus. La membrana celular alterada también  lo está  en lo que se refiere a su permeabilidad, permitiendo la entrada de varios iones, toxinas, antibióticos, etc. Estas células multinucleadas son grandes, por lo que algunas veces son llamadas "células multinucleadas gigantes".

Otro aspecto del efecto citopático es la alteración del citoesqueleto, que da lugar al aspecto "redondeado" de las células infectadas. En estos casos la célula va a sufrir lisis o va a formar sincicios. La presencia de ECP en especímenes clínicos puede indicar infección viral. La infección de células por algunos virus (por ejemplo virus de viruela y rabia) se caracteriza por la formación de cuerpos de inclusión en el citoplasma. Los cuerpos de inclusión son áreas discretas que contienen proteínas o partículas virales. Frecuentemente tiene una apariencia y localización características en la célula infectada, dependiendo del tipo de virus.

Transformación maligna. En este proceso la infección viral da como resultado células hospederas que se caracterizan por tener alteraciones en su morfología, en su control de crecimiento, en sus propiedades celulares y/o bioquímicas. La transformación maligna y la neoplasia resultante puede ocurrir cuando el genoma viral (o una porción de éste) se incorpora en el genoma del hospedero, o cuando los productos virales son, por sí mismos, oncogénicos. Los virus que causan transformación maligna se conocen como virus tumorales. Se ha demostrado que virus de diferentes familias poseen la habilidad de transformar células hospederas. Los virus tumorales no tienen propiedades comunes (forma, tamaño, composición química) más que provocar el desarrollo de malignidad en las células que infectan.

La transformación maligna frecuentemente se caracteriza por alterar la morfología celular. Esto incluye la pérdida de su forma característica, y la adopción de la apariencia redondeada y refráctil descrita para el efecto citopático. Esto es el resultado de la disgregación de filamentos de actina y la disminución de la adhesión de la superficie.

El crecimiento celular alterado, la característica distintiva de la transformación maligna, se muestra en células infectadas que han perdido la inhibición por contacto de su crecimiento o movimiento, que tienen disminuidos sus requerimientos de factores de crecimiento de suero, y/o ya no responden a las señales de ciclo celular asociadas con crecimiento y maduración celular (inmortalidad).

Algunas de las alteraciones en las propiedades celulares que exhiben las células con transformación maligna incluyen la inducción continua de la síntesis de ADN, cambios cromosomales, aparición de antígenos de superficie, nuevos o embrionarios, e incremento de aglutinación por lectinas. . Las características bioquímicas que frecuentemente se ven alteradas en células con transformación maligna incluyen la reducción de los niveles de AMP cíclico.

Oncogénesis. Aunque ha sido difícil comprobar la causa-efecto, varios virus de ADN y de ARN se han asociado con transformación neoplásica. Los virus implicados en la oncogénesis o llevan consigo una copia del gen asociado con el crecimiento y la proliferación celular, o alteran la expresión de la copia del gen que tiene la célula hospedera. Los genes afectados incluyen aquellos que estimulan y aquellos que inhiben el crecimiento celular.

Los genes virales que transforman a las células infectadas se conocen como oncogenes (genes v-onc), los cuáles estimulan el crecimiento y la proliferación descontrolada de la célula. El descubrimiento de los oncogenes llevó a descubrir que todas las células poseen genes análogos, llamados proto-oncogenes (genes c-onc), que normalmente están quiescentes en las células y se activan en algún momento del desarrollo. Los proto-oncogenes incluyen productos celulares como factores de crecimiento, factores de transcripción y receptores de factores de crecimiento.

Los virus de ADN asociados con la oncogénesis incluyen virus de la enfermedad de Marek (Herpesviridae) y los papillomavirus bovinos, equinos, y orales caninos (Papillomaviridae). Estos virus son típicamente de ácidos nucleicos episómicos circulares (independientes de los cromosomas del hospedero, más que integrados). Los oncogenes (v-onc) codifican para proteínas asociadas con el ciclo de replicación viral.

Los virus ARN asociados con oncogénesis incluyen miembros de la familia Retroviridae (por ejemplo virus de leucosis aviar y de leucemia felina). Estos virus integran sus genomas (o una copia de sus genomas) en el cromosoma del hospedero: se conocen como provirus o ADN proviral. La integración viral es mediada por los extremos terminales del genoma, conocidos como LTRs (repeticiones terminales largas, por sus siglas en inglés). Los LTR’s contienen regiones promotoras/ potenciadoras, además de las secuencias involucradas en la integración del provirus en el genoma del hospedero. Los Retrovirus pueden causar oncogénesis porque codifican oncogenes por sí mismos o por alterar la expresión de los oncogenes celulares o proto-oncogenes a través de la inserción de sus genomas en el cromosoma del hospedero, en un sitio cercano a estos genes.

En algunos casos, la infección con producción viral puede ocurrir sin que puedan detectarse cambios en la célula hospedera. Esto se conoce como infección endosimbiótica. Probablemente depende de las necesidades de replicación del virus. Es muy probable que el virus requiera que los procesos celulares estén activos para que la replicación viral se lleve a cabo, y por lo tanto no altera las características de la célula.

La patogénesis se define como la generación y desarrollo de una enfermedad. Las infecciones virales pueden ser agudas, crónicas, latentes o persistentes. El primer paso en el proceso de una enfermedad es el contacto del hospedero con el virus.

Condiciones estresantes están asociadas con el aumento de las infecciones virales. Situaciones estresantes estimulan la producción de glucocorticoide lo que facilitaría la transformación de cepas no virulentas en cepas altamente virulentas, como es el caso de cepas silvestres del virus del Nilo Occidental  que aumenta su capacidad neuroinvasiva y neurovirulencia, probablemente debido a la excesiva producción de glucocorticoides.

Entrada, diseminación y salida de los virus al organismo. Los virus como entidades patogénicas infecciosas deben entrar al organismo a través de sus superficies, para luego diseminarse  localmente o por vía linfática o sanguínea y causar la enfermedad viral. Una vez que el virus se libera al medio exterior podrá ser ingerido por un vector que lo diseminará en el medio ambiente. Si ingresan en el feto a través de la placenta o en el embrión, podrán ser transmitidos en forma congénita. El ciclo de entrada y salida de los virus al organismo animal, pasando por la enfermedad viral, tiene gran importancia epidemiológica.

La virulencia es una propiedad de todos los patógenos que puede aumentar o disminuir dependiendo del mecanismo de transmisión y del momento evolutivo, así la transmisión que requiere un contacto directo suele llevar al patógeno a reducir su virulencia. Según Ewald la transmisión de un individio a otro por estornudos, tos y otros medios directos son factores de selección que favorecen  una virulencia baja, por otra parte los vectores de enfermedades como los mosquitos, utensilios contaminados favorecen una virulencia elevada.

Vías de entrada de los virus al organismo. Las células de la piel, mucosa respiratoria y digestiva, vía urogenital y conjuntiva son las primeras en ser infectadas por los virus.

La infección cutánea no es inusual en los animales domésticos, pese a ser la piel una excelente barrera defensiva, así tenemos virus Pox: que causan la viruela bovina, ectima contagioso en caprinos y difteroviruela aviar, los que provocan serias lesiones locales en estos animales. Algunos virus pueden traspasar las superficies externas del organismo por la picadura de un artrópodo o por agujas hipodérmicas. La mayoría de los virus que se transmiten por la picadura de insectos se multiplican en dichos vectores y se denominan arbovirus. Al respecto son clásicas las infecciones por mordeduras en la rabia animal, y la penetración viral por agujas contaminadas, en anemia infecciosa equina. El exantema que se presenta en la enfermedad vesicular porcina y en la viruela ovina se debe a la propagación de los virus por vía sanguínea lo que causa la infección generalizada de la piel.

La infección respiratoria constituye la vía de entrada de virus más importante a través de  la inhalación de aerosoles, a pesar que el aparato respiratorio tiene una buena protección por el mucus y cilios vibrátiles. Los principales virus que producen enfermedad respiratoria son: orthomyxovirus de la influenza equina; paramyxovirus parainfluenza tipo 3 bovino; rhinovirus bovino, y la mayoría de los virus herpes y adenovirus. Otros virus que ingresan por la vía respiratoria producen sus efectos patogénicos luego de su diseminación sistémica, ejemplos: virus de la enfermedad de Newcastle o neumoencefalitis aviar, peste porcina clásica, distemper canino y fiebre aftosa.

La infección digestiva es común debido a que muchos virus penetran por ingestión a pesar que el intestino está protegido por mucus que puede contener IgAs y substancias antivirales como son los ácidos, sales biliares y enzimas proteolíticas. Los coronavirus, rotavirus, parvovirus y calicivirus son los principales virus digestivos.

Diseminación viral en el organismo. Los virus pueden permanecer localizados en el lugar por donde contactaron con el organismo, o pueden causar infecciones generalizadas caracterizadas por viremia y posterior ubicación en órganos sensibles.

Diseminación local en epitelios.  Ciertos virus como los poxvirus y papilomavirus se mutltiplican en células epiteliales del punto de entrada del virus al organismo, donde producen infecciones localizadas o generalizadas en la piel. Estos virus se liberan directamente al medio ambiente.  Los virus que penetran por vía respiratoria o digestiva no se multiplican en otros tejidos.

Invasión subepitelial y diseminación linfática. Los virus que atraviesan los epitelios alcanzan los tejidos subepiteliales desde donde pueden entrar a los vasos linfáticos. En este nivel los macrófagos fagocitan y destruyen a la mayoría de los virus que son inactivados y procesados, exponiéndose sus determinantes antigénicos a los linfocitos lo que inicia la respuesta inmunológica. Algunos virus como el causante del distemper canino pueden replicarse en los macrófagos.

Diseminación vía sanguínea. Los virus que han alcanzado el torrente sanguíneo a través del sistema linfático pueden alcanzar rápidamente cualquier parte del organismo. La presencia de virus en la sangre se denomina viremia. Se denomina viremia primaria a la que se produce inmediatamente después de la entrada del virus al organismo; en este momento la cantidad de virus es pequeña, aunque los virus pueden ir a infectar órganos lejanos. Luego de la multiplicación viral en estos órganos, se produce gran cantidad de virus los que al pasar a la sangre producen la viremia secundaria desde donde los virus van a infectar otros órganos.

Durante la viremia, los virus pueden estar libres en el plasma sanguíneo o asociados con linfocitos como es el caso de los virus del distemper canino y de la lengua azul ovina; circunstancialmente el virus de la peste porcina africana se asocia con eritrocitos.  En la sangre dos tipos de células, los macrófagos y las células del endotelio vascular, condicionan el comportamiento de los virus invasores.

1. Macrófagos. Estas células fagocitarias se encuentran en todo el organismo, fijos o circulantes, en alveolos pulmonares, tejido subepitelial y en los sinusoides de  ganglios linfáticos, hígado, bazo y médula ósea, y libres en el plasma. Un buen modelo de su accionar son las células de Kupffer de los senos hepáticos que pueden interactuar con los virus infectantes en las siguientes formas: Los virus resisten a la fagocitosis; ejemplo: el virus de la encefalitis equina venezolana que condiciona una larga viremia. Los virus son fagocitados y destruidos; ejemplo: picornavirus. Los virus son fagocitados aunque son transferidos a las células vecinas que pueden ser hepatocitos donde producirán una hepatitis con viremia elevada. Los virus son fagocitados y se multiplican en los macrófagos; ejemplo: virus de la hepatitis infecciosa canina.

2. Células endoteliales vasculares. El endotelio vascular es una buena barrera defensiva para los virus, aunque algunos pueden pasar entre estas células o cruzarlas. Este paso de virus a los tejidos u órganos es importante en el SNC, piel; epitelio pulmonar, epitelio de glándulas salivales e intestinal, riñones y placenta.

Diseminación viral a la piel por vía sanguínea. En este caso se produce un exantema caracterizado por la presencia de máculas, pápulas, vesículas o pústulas; ejemplo: virus de la fiebre aftosa.

Diseminación viral al sistema nervioso central. Los virus pueden pasar de la sangre al cerebro a través de la corriente sanguínea, atravesando los capilares cerebrales o por las fibras nerviosas periféricas; ejemplo: virus de la rabia y de la pseudorrabia. Estos virus se dirigen al sistema nervioso central por el citoplasma del axón, pudiendo infectar o no a las células de Schwann de las vainas nerviosas, diseminándose por nervios motores, sensoriales y autónomos. Incluso el virus de la rabia puede utilizar el nervio olfatorio.

La infección de las neuronas por togavirus o herpesvirus produce  alteraciones histológicas tales como: necrosis y fagocitosis de las neuronas, e infiltración perivascular con células inflamatorias.

Los virus causantes de meningitis atraviesan la unión sangre-líquido cefalorraquídeo, en las meninges o en el plexo coroide, alterando la presión osmótica de los espacios intersticiales del cerebro.

En el caso de los virus lentos se produce una lenta degeneración o vacuolización de las neuronas (Scrapie en las ovejas). En la enfermedad denominada Visna se produce desmielinización de las células de la glía.

Invasión viral, vía sanguínea, de otros órganos. La mayoría de los órganos pueden ser infectados por la vía sanguínea, aunque la enfermedad viral sólo se producirá cuando existan receptores específicos. Los pulmones, además de ser infectados por la vía aerógena también pueden serlo por la vía sanguínea, así en las infecciones sistémicas los virus pueden llegar al epitelio respiratorio provocando bronquitis y neumonia; ejemplo: rinoneumonitis equina.

Infección del feto. Los virus que son capaces de atravesar la placenta y alcanzar la circulación fetal, pueden causar la muerte, reabsorción fetal y aborto; ejemplo: parvovirosis porcina.

El virus de la diarrea viral bovina tiene un efecto teratogénico en los fetos, consecutiva a una infección materna que cursa con viremia y paso del virus por la placenta. Además puede causar, en el adulto, inmunotolerancia y un estado  de portador permanente.

Cuando se produce una infección viral de diseminación rápida por alphaherpesvirus se puede producir muerte fetal y aborto, incluso en el último tercio de la gestación, en equinos, bovinos, porcinos y perros. Otros virus que pueden producir muerte fetal y aborto son los togavirus: virus de la diarrea viral bovina y virus de la arteritis viral equina, y reovirus de la lengua azul en bovinos y ovinos.

Eliminación viral desde el organismo infectado. La eliminación de los virus desde el animal infectado al medio ambiente mantiene a los virus en circulación entre los animales susceptibles. Los virus salen por las aberturas y superficies corporales: piel, fosas nasales; heces, orina, leche y semen.

La piel es importante en la eliminación de virus que se transmiten por contacto directo; ejemplos: ectima contagioso, viruela bovina, y papilomatosis bovina y canina. En la enfermedad de Marek el virus se elimina por los folículos de las plumas, lo que se utiliza para su diagnóstico.

El aparato respiratorio infectado, elimina virus por los exudados ya sea en gotas grandes que contaminan diversos fómites, o en gotas pequeñas que se evaporan rápidamente manteniéndose en el aire como aerosoles. Virus como el de la rinotraqueítis infecciosa bovina, parainfluenza tipo 3 bovino, coronavirus y virus respiratorio sincicial bovino, se eliminan por las secreciones nasales y orales, transmitiéndose directamente desde los animales infectados a los animales susceptibles.

Los virus que afectan al aparato digestivo se eliminan por las heces, persistiendo algún tiempo fuera del organismo. Ejemplos: parvovirus porcino, canino y bovino: rotavirus y coronavirus.

Algunos virus que afectan a bovinos y ovinos se eliminan continua o intermitentemente por el semen; ejemplos: virus de la rinotraqueítis infecciosa bovina, leucosis bovina, fiebre aftosa y virus de la lengua azul en bovinos.

Los virus de la fiebre aftosa y hepatitis infecciosa canina se multiplican en las células del epitelio tubular del riñón y se eliminan por la orina.

El virus de la artritis-encefalitis caprina y el de la fiebre aftosa se eliminan por la leche, pudiendo contaminar al ternero.

Defensas antivirales del hospedero. La primera reacción defensiva es de carácter inflamatorio.  En un esfuerzo por detener la infección, el hospedero inicia una respuesta inflamatoria. Los componentes principales de esta respuesta incluyen interferón, linfocitos T citotóxicos, linfocitos B productores de anticuerpos, diversas moléculas efectoras y complemento. Estos componentes trabajan en conjunto y se potencian unos a otros en un intento de liberar al hospedero de la infección viral. En este esfuerzo por liberarse del virus infectante, la respuesta inflamatoria causa muchos de los signos clínicos y lesiones asociados con las infecciones virales.

Los interferones (α y β) son producidos por las células infectadas por el virus. Actúan para detener replicación viral adicional en la célula infectada y en las células vecinas. Los interferones también fomentan la expresión de antígenos en la célula infectada, haciéndolas más fáciles de reconocer para las células T citotóxicas. Algunos virus como los adenovirus producen ARNs que bloquean la fosforilación de un factor inicial, reduciendo así la habilidad del interferón para bloquear la replicación viral.

Las células T citotóxicas destruyen a las células infectadas mediante la liberación de perforinas, que crean poros en las células infectadas por virus. Posteriormente son liberadas granzimas dentro de la célula infectada, las que degradan a los componentes celulares. Finalmente, las células T citotóxicas estimulan la apoptosis de la célula hospedera.

Algunos virus reducen la expresión, en la superficie de la célula hospedera, de los antígenos de superficie del CMH (complejo mayor de histocompatibilidad) clase I (por ejemplo citomegalovirus, herpesvirus bovino tipo I y adenovirus). Como las células T citotóxicas no pueden detectar antígenos virales que no estén formando complejos con los antígenos del CMH clase I, las células infectadas con estos virus no pueden ser destruidas de esta manera, permitiendo la "supervivencia" del virus dentro de la célula hospedera. Sin embargo, células con insuficientes o ningún antígeno de CMH clase I en sus superficies son reconocidas por las células asesinas naturales, que destruyen a la célula de manera similar a la descrita para las células T citotóxicas.

Los linfocitos B productores de anticuerpos secretan anticuerpos específicos para neutralizar los viriones infectantes cuando son liberados por las células. Los complejos antígeno-anticuerpo a su vez pueden activar el sistema del complemento.

El complemento ayuda a estimular la inflamación, la neutralización efectiva de virus, y la destrucción de células infectadas por virus.

Las diferentes moléculas efectoras (citoquinas) que son producidas por las células del sistema inmune, desempeñan muchos papeles, incluyendo la inducción de fiebre y la atracción de otras células inflamatorias (por ejemplo neutrófilos y macrófagos) al sitio dañado.

Algunos virus poseen receptores para una variedad de citocinas (por ejemplo, el virus de la viruela bovina tiene receptores para la interleuquina 1, que estimula la producción de fiebre). Cuando las células inmunes liberan la citoquina, ésta se une al virus, reduciendo entonces la cantidad de citoquinas disponibles para modular la respuesta inmune. Esto aumenta la "supervivencia" del virus dentro del hospedero.

El tropismo de los virus por las células  no sólo está relacionado con los receptores, sino que también con proteínas que favorecen la unión del virus a la célula, y a la presencia de promotores tejido específico y activadores transcripcionales.

Un mecanismo alternativo de los virus  para evadir la respuesta inmune es tener muchos tipos antigénicos (serotipos). Una respuesta inmune hacia un serotipo no garantiza protección contra otro serotipo del mismo virus. Por ejemplo, hay más de 100 serotipos de rinovirus y 24 serotipos de virus de lengua azul.
Es necesario recordar que la selección natural no puede proporcionar una protec­ción perfecta contra los patógenos virales y bacterianos, debido a que ellos tienden a evolucionar mucho más rápido de lo que son capaces los animales. Las mismas defensas que poseen los vertebrados superiores, ac­túan como una gran fuerza de selección, por lo que los patógenos están obligados a de­sarrollar sus defensas para no extinguirse. Por otra parte, los cambios de la virulencia de un agente infeccioso se relacionan con el momento evolutivo y el mecanismo de trans­misión, así habrían factores de selección que favorecen una virulencia baja como es la transmisión directa de animal a animal, y otros que favorecen una virulencia elevada como son los vectores intermediarios encargados de diseminar a los microorganismos y que son capaces de incrementar la virulencia. Consecuentemente no es prudente subesti­mar a los patógenos y a la selección natural, ya que a pesar de haberse logrado impor­tantes avances en la guerra contra los patógenos infecciosos como son el desarro­llo de los antibióticos y las vacunas, la mítica caja de Pandora sigue abierta diseminando nuevos males.
Mecanismos de producción de la enfermedad viral

Infecciones agudas. Debido a la naturaleza de la severidad y rápida asociación de los síntomas con la infección, las enfermedades virales agudas han sido importantes en desarrollar los conceptos de patogénesis viral. Estas enfermedades fueron las primeras en ser controladas por las vacunas debido a que la exposición inicial a un patógeno viral producía una buena memoria inmunológica disminuyendo los niveles de una infección secundaria y de la enfermedad misma. De hecho las actuales prácticas de  vacunación controlan la mayoría de las infecciones virales agudas.

Modelo respiratorio: Influenza equina y porcina

En las infecciones virales respiratorias agudas, lo primero que ocurre es la inhalación de las partículas virales que se encuentran en gotitas pequeñas; posteriormente son atrapadas por el mucus del epitelio respiratorio alto. La infección se inicia entonces en las fosas nasales, faringe y tráquea, pudiendo ser neutralizados los virus por IgA del mucus. Los cilios vibrátiles llevan a los virus a la faringe donde son deglutidos.

Los virus influenza (Orthomyxovirus) se unen por sus hemoaglutininas al ácido N acetilneuroamínico de la pared celular, se introducen por endocitosis, se replican y se diseminan en el aparato respiratorio. En los cuadros respiratorios virales puede ocurrir la infección y destrucción del parenquima pulmonar y del epitelio alveolal, sobreinfección bacteriana, y obstrucción de las vías aéreas, lo que produce hipoxia, acidosis y aumento de la producción de exudados, todo lo cual es de extrema gravedad en el recién nacido. La destrucción del epitelio respiratorio durante la infección viral es muy rápida, aunque también lo es la regeneración.

Complejo respiratorio bovino. En las infecciones respiratorias existe un marcado sinergismo virus-bacterias. En el complejo respiratorio bovino específicamente se trata de un sindrome de bronconeumonía llamado “fiebre del transporte”, en que participan virus respiratorios como el parainfluenza tipo 3, estrés y pasteurellas. La infección viral inicial puede ser inmunosupresora o actuar aumentando la respuesta inflamatoria en el epitelio de los alveolos y alterando las propiedades tensoactivas de estos epitelios, lo que favorece la adherencia de las bacterias.

Modelo digestivo.  Se presenta en las primeras semanas de vida y puede ser causado por más de un tipo de virus enteropatógeno y alguna bacteria como Escherichia coli.

Las diarreas virales son causadas generalmente por rotavirus, coronavirus y parvovirus. La enfermedad se produce por la ingestión de los virus, con excepción de los parvovirus que lo hacen por vía sistémica. Los virus afectan en forma específica a diferentes zonas de las vellosidades intestinales, acortándolas y reduciendo la superficie de absorción, con acumulación de líquido intestinal y diarrea. Los rotavirus y coronavirus se multiplican en células de la punta de las vellosidades, mientras que los parvovirus lo hacen en células de la cripta; en ambos casos las células absortivas son reemplazadas por células epiteliales cuboidales con menor capacidad de absorción y actividad enzimática, pero que son resistentes a la infección viral por lo que la infección es autolimitante.

El mecanismo de pérdida de líquido en la infección viral entérica corresponde a pérdida de líquido extracelular por mala absorción. Posteriormente se pierden enzimas de la digestión de disacáridos y se produce una baja en el transporte de Na, K, glucosa y ATPasa Na, K con pérdida de Na, K, Cl , bicarbonato y  H20 lo que produce acidosis.

Infección generalizada.  Modelo: Distemper canino. La infección del morbillivirus se produce por inhalación, afectando inicialmente al epitelio alveolar y macrófagos alveolares, para luego aproximadamente 2 días después, infectar a  las células mononucleares de los ganglios linfáticos bronquiales y de las tonsilas. Los virus asociados a las células se diseminan por la vía sanguínea a la médula ósea, bazo, timo y ganglios linfáticos mesentéricos y cervicales, y a los macrófagos del estómago e intestino delgado. Todo esto dentro de la primera semana post-infección. El distemper canino es una enfermedad viral aguda, sistémica autolimitada, aunque en algunos casos puede invadir el SNC provocando encefalitis, incluso el virus persiste en el cerebro manifestándose la enfermedad neurológica o encefalitis de los perros viejos.

La inoculación de perros susceptibles con el virus distemper canino por vía oronasal se ha seguido cronológicamente, encontrándose el virus en ganglios linfáticos entre 24 y 48 horas post inoculación; a las 72 horas se presentó viremia primaria y síntomas respiratorios; entre 4 y 5 días el virus se encontraba en médula ósea, bazo y ganglios linfáticos (linfoadenitis); a los 6 días se presentó viremia secundaria. Entre 7 y 9 días el virus se multiplica en células del SRE. Posteriormente se disemina a células digestivas y renales, fase digestiva. La tercera fase, neurológica, es más tardía.

La calidad de la respuesta inmune es fundamental en la diseminación y distribución del virus distemper. Si en la primera semana se alcanzan títulos neutralizantes ³ 100 no se va a diseminar el virus y desaparece de los tejidos linfáticos, presentándose la infección en forma subclínica. Si en el día 9 no hay anticuerpos específicos detectables, o al día 14 no se detectan títulos ³ 100 el virus se propaga por todo el organismo, produciéndose una infección generalizada del epitelio intestinal, respiratorio y urogenital, de la piel y de glándulas exocrinas y endocrinas. Clínicamente se observan vómitos y diarrea, bronquitis, neumonías y dermatitis.

Ocasionalmente se puede infectar el cerebro y el virus se presenta en los macrófagos de las meninges y en células mononucleares de la adventicia perivascular, y en las células del epéndimo, glía y neuronas. Apreciándose cambios en el comportamiento, mioclonía local, espasmos tónico-clónicos y paresia. Después de entre 1 y 1,5 meses de la recuperación algunos perros sufren una encefalitis con desmielinización que les produce la muerte. Cabe señalar que se han descrito casos de perros recuperados del distemper que sufren de encefalitis años después, es la encefalitis del perro viejo, semejante a la panencefalitis esclerosante en personas recuperadas del sarampión.  La "encefalitis del perro viejo" parece ser una condición semejante a las infecciones virales lentas.

Enfermedad neurológica.  Modelo: Rabia

1. Vía centrípeta. El virus rábico ingresa por la mordedura de un animal rabioso y se ubica en la musculatura estriada. Se multiplica en las células musculares o de los tejidos subepiteliales para luego alcanzar las terminaciones nerviosas, motoras o sensitivas, del músculo o de la piel, donde se contacta con receptores de la acetilcolina u otros lo que le permite penetrar en las terminaciones nerviosas.

La infección de las neuronas y los movimientos pasivos centrípetos del ácido nucleico viral por los axones van a terminar por infectar al SNC. El virus en la médula espinal produce disfunción neuronal. Una vez que afecta al sistema límbico, donde se replica en grandes cantidades, produce una pérdida del control cortical de la conducta, situación conocida como rabia furiosa. El virus llega al neocortex y se produce la rabia muda caracterizada por depresión, coma, y muerte por paro respiratorio

2. Vía centrífuga. El virus rábico se disemina desde el sistema límbico, vía nervios periféricos, hacia diversos órganos: glándulas salivares, adrenales, páncreas. La gran producción de virus en las glándulas salivares coincide con la rabia furiosa. En la replicación viral no se observa lisis celular.  Llama la atención la escasa lesión cerebral lo que contrasta con la gran disfunción neurológica consecutiva a la infección viral. El virus está prácticamente secuestrado. No hay diseminación de antígenos que pudieran estimular una respuesta inmune. El período de incubación de la rabia es muy variable, entre 14 y 90 días o más.

Infecciones virales persistentes. Estas infecciones virales se caracterizan porque el virus persiste en el animal, después de la recuperación, durante meses o años, al estado de provirus o como episoma. El virus puede replicar (infección productiva) o no (infección no productiva). Son muy importantes desde un punto de vista epidemiológico, debido a que mantienen el virus en la naturaleza constituyéndose en fuente de infección para otros animales. Además el virus puede reactivarse produciendo la enfermedad, que pueden ser de base inmunopatológica, incluso causar neoplasias. Las infecciones virales persistentes se clasifican en infecciones latentes, crónicas y lentas.

Infecciones latentes. En esta situación el virus no se aisla por métodos convencionales. Prácticamente el virus se oculta en el trigémino como ocurre en algunas infecciones herpéticas (Rinotraqueítis infecciosa bovina, pseudorrabia porcina y herpes simplex en el hombre). La infección es subclínica, asintomática. En ciertas circunstancias estresantes el virus se reactiva y se produce la enfermedad recurrente. La aplicación de corticoides como dexametasona puede ractivar un virus latente. Otros virus que hacen latencia son citomegalovirus y adenovirus.  En ambos casos los virus se mantienen como episomas.

Infecciones crónicas. Se caracterizan por la producción contínua o intermitente de virus, con o sin enfermedad. Ejemplos: fiebre aftosa (sin enfermedad), distemper canino (tardía: encefalitis),  peste porcina africana (con enfermedad) y peste porcina clásica. Son muchas las enfermedades virales que pueden hacerse crónicas después de una infección primaria, generalmente sólo afectan a una pequeña proporción de la población afectada

Infecciones lentas. Son enfermedades progresivas que afectan al SNC, con períodos de incubación largos pero que siempren conducen  a la muerte. Son causadas por lentivirus y priones. Ejemplos: Lentivirus: VISNA/MAEDI; neumonia progresiva del ovino, artritis-encefalitis caprina y sindrome de inmunodeficiencia en humanos. Priones: Scrapie en ovinos y caprinos, encefalitis del visón, Kurú en humanos, enfermedad debilitante del ciervo y alce, enfermedad de Kreutzfeldt-Jacob en humanos y la encefalopatía espongiforme o enfermedad de las vacas locas.

Oncogénesis viral. Diversos virus participan en la génesis de tumores en los animales domésticos. Los principales son los retrovirus de la familia Retroviridae sub-familia Oncovirinae, género tipo C. Otros virus oncogénicos son los herpes,  polioma, adeno, pox y papilomas. En el hombre solamente un limitado número de virus humanos ha sido considerado como oncogénicos, ellos son: HTLV 1 y 2, virus de la hepatitis B, virus Epstein-Barr y algunos virus papiloma humanos.

Los tumores pueden ser benignos o malignos, los benignos permanecen localizados sin invadir los tejidos adyacentes; los malignos son invasivos y se diseminan por la sangre o vía linfática produciendo metástasis. Los tumores se denominan carcinomas cuando son cánceres que se originan en células epiteliales; sarcomas si son de origen mesenquimático. Los fibromas son tumores benignos de la piel. Las leucosis o leucemias se caracterizan por el aumento de linfocitos circulantes, mientras que los linfomas son tumores sólidos.

En los animales doméstico los principales virus oncogénicos son retrovirus, virus herpes y papilomavirus. Otros virus oncogénicos son adenovirus,  virus pox y hepadnavirus

Retrovirus.  En términos generales se habla de retrovirus al referirse a los virus oncogénicos de la  familia Retroviridae la que contiene siete géneros.  Los retrovirus infectan a células CD4+; tienen lípidos en su cubierta por lo que son sensibles en el medio ambiente
La transcriptasa reversa permite el paso  (transcripción reversa) de ARN viral a ADN el que se integra en el ADN celular (por integrasas). Una vez integrado dentro del genoma del hospedero, el ADNds viral, es llamado provirus. El provirus permanece latente hasta que es "estimulado" a entrar en transcripción a ARN mensajero por la maquinaria celular del hospedero.  La transcripción del ARNm viral del provirus es mediada por la enzima celular ARN polimerasa II. Los nuevos viriones son liberados por gemación o protrusión de yemas, la cual no siempre resulta en lisis celular.
 En la transcripción reversa se pierden “las pruebas de lectura” de la transcrición del ADN, por lo que los retrovirus mutan frecuentemente y se hacen resistentes a los antivirales, y no permiten el desarrollo de vacunas.

El genoma de los retrovirus pueden ser defectivo y no defectivo.

El genoma de un típico retrovirus no defectivo contiene dos copias idénticas de ARN, cada una con tres genes, denominados gag que codifica 4 proteínas del “core” o antígenos grupo específico, env que codifica 2 glicoproteínas de la envoltura, y pol que codifica la polimerasa transcriptasa reversa, proteasas e integrasas.

Los retrovirus defectivos presentan un cuarto gen onc (oncogénico) el que se incorpora al ARN viral reemplazando a uno o más genes virales, generalmente el gen env.   Estos virus son considerados como no competentes en cuanto a su replicación, debido a que necesitan un virus ayudante para poder replicar. Los virus ayudantes son competentes porque poseen su dotación  genética completa y se replican en forma autónoma.  Los v-onc codificados por muchos retrovirus fueron capturados originalmente de secuencias celulares c-onc.

Los oncovirus complejos contienen, además de los clásicos genes de los retrovirus, una región X que contiene dos genes tax y rex, cuyos productos proteicos están involucrados en la regulación trans y postrancripcional de la expresión viral. El virus de la leucosis bovina tiene además dos  alternativos “open reading frames” R3 y G4 que son necesarios para mantener una alta producción de virus durante el curso de la infección persistente in vivo.  R3 y G4 serían candidatos para desarrollar  drogas antivirales y vacunas vivas atenuadas con una deleción en dichas secuencias.

El virus del sarcoma de Rous contiene un  gen extra (oncogén v-src) aunque mantiene su dotación genética completa, por lo tanto no es defectivo.

Según el tipo de transmisión los retrovirus pueden ser endógenos o exógenos.  Los retrovirus endógenos se transmiten en forma vertical en la línea germinal (ADN) de la madre a los hijos mediante una copia completa del genoma viral (ADN), que en este caso se denomina provirus. Los provirus son controlados por los genes regulatorios de la célula y normalmente no se expresan (silentes), aunque pueden ser activados por factores inductores como luz ultravioleta o substancias químicas. Los provirus pueden perpetuarse en cualquier célula de un animal infectado, generalmente en forma latente.

Además de la transmisión vertical de los retrovirus por vía genética o endógena a través de células germinales con provirus, se describe la transmisión vertical por infección congénita con viriones a través de huevos en aves y placenta o leche en mamíferos; la viremia puede ser crónica cuando se produce inmunotolerancia.

Los retrovirus exógenos se diseminan en forma horizontal mediante viriones detectándose una viremia transiente y producción de anticuerpos seroneutralizantes. Los retrovirus exógenos lentos producen leucosis luego de largos períodos de incubación. Los retrovirus exógenos rápidos, defectivos y con un oncogén, producen transformación celular en forma rápida, 2 semanas en el caso del virus del sarcoma de Rous.

Los oncogénes son genes cuyos productos son responsables de la oncogénesis. Existen oncogénes celulares y virales.  Los retrovirus, adenovirus y poliomavirus poseen oncogénes. El oncogén viral (v-onc) se origina de un oncogén celular (c-onc) por recombinación accidental del c-onc que se incorpora en el genoma del retrovirus (provirus). La capacidad transformante de los oncogénes se demuestra destruyendo el v-onc lo que termina con la oncogenicidad del virus; por transfección de una copia del ADN (onc) y promotores se produce el cáncer, ejemplo el v-src más LTR produce sarcomas. Virus ts con v-src replicados a temperatura permisiva producen transformación, mientras que a temperatura no permisiva se produce el fenotipo normal.

El mecanismo de acción de los oncogénes celulares o virales se explica  por: Transducción de un oncogén celular por un retrovirus. El c-onc  se integra por recombinación en el genoma de un retrovirus, el que en una nueva integración del provirus en el genoma celular sufre mutaciones de manera que el v-onc será diferente del c-onc progenitor.  Activación de un oncogén celular por lectura equivocada de un c-onc, es decir por transcripción anormal y  oncogénesis múltiple o cooperación entre oncogenes en que la célula se va desrregulando paulatinamente.

Actualmente se aceptan tres formas en que los retrovirus pueden transformar a las células: Captura de un c-onc y sobreproducción del v-onc por el provirus, inserción de un promotor de un gen celular que controla el crecimiento celular,  e inserción de un estimulador  de genes celulares que controlan el crecimiento celular.

Otros virus oncogénicos:

Herpesvirus. Los virus herpes de la sub-familia Gammaherpesvirinae son responsables de  la produccción de linfomas y carcinomas. El mecanismo de la oncogénesis no es mediado por oncogénes. En el caso del virus Epstein-Barr múltiples copias del  ADN viral  se encuentran como episomas en el citoplasma celular. La célula infectada no produce viriones pero si antígenos nucleares que se detectan por inmunofluorescencia.

En la enfermedad de Marek o neurolinfomatosis aviar el herpesvirus aviar 1 afecta a los linfocitos T. El virus se elimina por el folículo de las plumas. Existen diversas vacunas contra esta enfermedad que previenen la producción de tumores aunque no impiden la replicación viral. El herpesvirus silvilagus produce el linfoma del conejo. El herpesvirus saimiri produce  tumores en monos.

Papovavirus. La familia Papovaviridae contiene dos géneros: Polyomavirus y Papillomavirus. Los  polyomavirus no tienen importancia en medicina veterinaria. Solamente cuando se inoculan ratones recién nacidos son afectados por el virus polioma del ratón.  El virus SV 40  fue utilizado como modelo de virus oncogénico.

Los  papilomavirus  son  oncogénicos  en  forma  natural,   produciendo   papilomas   o verrugas en  piel y mucosas de varias especies animales, principalmente en perros, conejos y bovinos. En bovinos existen 7 tipos; el 1 y 3 afectan también a los caballos. Generalmente  son neoplasias benignas que pueden remitir en forma espontánea, ocasionalmente causan carcinomas asociadas con cofactores. El virus papiloma del conejo o papiloma de Shope sirvió como modelo para el estudio de la oncogénesis viral. Otros virus papiloma afectan a equinos, ovinos y porcinos.

El ADN de los virus papiloma no se encuentra integrado en el genoma celular, se presenta en forma de episoma. Estos virus producen neoplasia del epitelio estratificado cutáneo o papiloma cutáneo, hiperplasia del epitelio escamoso no estratificado y papiloma cutáneo con fibroma del tejido conjuntivo circundante.

En el bovino los papilomas presentan una zona central fibrótica cubiertoa por un epitelio escamoso estratificado de variable grosor. Las lesiones pueden ser nódulos pequeños o grandes masas semejantes a una coliflor, de color gris o negro, y rugosos al tacto. Son frecuentes en la cabeza y cuello, también en ubres, pezones y aparato genital. Se ha descrito el cambio de papiloma benigno a un carcinoma  invasivo del tracto digestivo o de la vejiga.  La papilomatosis bovina es autolimitante. Las verrugas pueden ser extirpadas.            

En el equino los papilomas se presentan como verrugas pequeñas, sobresalientes y queratinizadas, ubicadas en los labios y ollares. Si interfieren con la alimentación deben ser extirpados quirúrgicamente.

En los perros los papilomas se presentan inicialmente en los labios, ocasionalmente se  extienden a la mucosa bucal, lengua, paladar y faringe para luego remitir espontáneamente. En el caso de persistir las verrugas deben ser eliminadas quirúrgicamnente. Las autovacunas usadas en el país  en perros con papiloma bucal han dado buenos resultados.



VIRUS 2014 Vacunas virales Patricio Berríos Etchegaray

VIRUS 2014 
Patricio Berríos Etchegaray

Vacunas virales

Generalidades

Las vacunas son preparados biológicos que contienen  bacterias, virus o parásitos,  capaces de inducir una respuesta inmunológica completa, humoral y celular;  activa,  mediada por  anticuerpos y células inmunes producidas por el animal inoculado,  y específica con una respuesta dirigida sólo contra el antígeno vacunal.  La inoculación inicial de un preparado vacunal  inducirá una respuesta primaria que dejará memoria que al ser reactivada por un contacto secundario con la misma vacuna o el agente patógeno de campo, montará una respuesta secundaria más rápida, mayor y de más duración.  

La clave en la preparación de las vacunas es modificar al microorganismo patógeno, haciéndolos inócuos es decir no patógenos, aunque sin perder su antigenicidad. Básicamente esto es posible porque tanto los anticuerpos específicos como los linfocitos T son capaces de reconocer parte de los antígenos microbianos y no necesariamente al virus  completo.

Las vacunas deben ser inocuas,  y no  contener  contaminantes microbianos, mycoplasmas, otros virus, ácidos nucleicos virales o células transformadas potencialmente oncogénicas.  Luego de ser aplicadas no deben provocar ninguna alteración, local o sistémica.  La inocuidad de una vacuna debe ser específica e inespecífica. La actividad de una vacuna es la capacidad que tienen de conferir  protección adecuada a un individuo. La actividad de una vacuna  se establece  mediante pruebas in vivo, utilizando animales de laboratorio como modelo de semejanza. La potencia de una vacuna  se establece in vitro  utilizando métodos indirectos de medición.

Las vacunas deben ser estables, capaces de mantener  inalterables sus propiedades de inocuidad y actividad, desde su elaboración (envase, almacenaje y transporte) hasta la  fecha de vencimiento. La  calidad del producto comercial se asegura siguiendo exactamente las instrucciones del laboratorio productor.  No deben emplearse después de la fecha de vencimiento indicada en el envase. Se deben mantener a la temperatura indicada por el productor. Una vez abiertos, los envases que contengan varias dosis se utilizarán lo antes posible a fin de evitar contaminaciones y pérdida de eficacia.

Las vacunas deben ser seguras y  no producir problemas post vacunales, especialmente alérgicos.  Siempre se debe aplicar la dosis recomendada por el laboratorio productor. Los productos vacunales comerciales deben ser controlados cuidadosamente tanto a nivel interno del laboratorio productor como por organismos estatales. Un buen control debe asegurar que la vacuna no contenga contaminantes de cualquier tipo y que el producto antigénico corresponda exactamente con las cepas actuantes a nivel de terreno.
La potencia debe exceder los mínimos requeridos para conferir una adecuada protección en las especies a utilizar. Puede ser cuantificada indirectamente inoculando animales susceptibles con diferentes dosis de la vacuna, y midiendo la respuesta inmune entre 3 y 4 semanas después por alguna prueba serológica como la seroneutralización viral en cultivos celulares.  El desafío consiste en vacunar un número significativo de animales susceptibles y aplicar posteriormente una dosis preestablecida del agente infeccioso virulento. La vacuna debe proteger a los animales de la enfermedad.

Generalmente las vacunas son preparadas con virus tratados con inactivantes para eliminar su infectividad; en este caso se habla de vacunas  inactivadas. En el proceso de inactivación se requiere un cuidado extremo para evitar la presencia de virus vivos virulentos residuales, manteniendo la total capacidad inmunizante del antígeno viral

Las vacunas preparadas con virus vivo se han obtenido principalmente con cepas atenuadas en forma natural o propagando el virus en serie en diversos huéspedes o cultivos celulares hasta obtener cepas virales atenuadas. Actualmente se trata de conseguir mutantes virales que antigénicamente coincidan con el virus salvaje o de campo pero cuya actividad esté restringida en algún paso esencial de la patogénesis viral. La vacunación con virus vivo modificado tiene la ventaja de parecerse a la infección natural. Estos virus se multiplican en el huésped estimulando una producción más duradera de anticuerpos además de inducir una mejor respuesta inmunológica mediada por células y resistencia a nivel local.

En el presente la biología molecular está facilitando nuevas tecnologías para obtener vacunas diferentes a las tradicionales. Las técnicas de ADN recombinante permiten insertar el gen que codifica la proteína viral inmunizante en un vector viral o bacteriano, el que puede administrarse como vacuna. Virus animales como herpes, adeno y pox han sido utilizados como vectores. Es importante señalar a las vacunas preparadas con subunidades virales, péptidos sintéticos, proteínas purificadas mediante el uso de genes clonados. 

Según las mezclas de antígenos, las vacunas antivirales se denominan  monovalentes, cuando contienen un solo tipo antigénico viral, ejemplo: vacuna anti aftosa tipo A y polivalentes cuando contienen más de un tipo antigénico viral, ejemplo: vacuna anti aftosa tipos  O, A y  C.

Las vacunas que contienen mezclas de antígenos virales y bacterianos se denominan combinadas, ejemplo: vacuna octuple con  virus distemper canino, hepatitis infecciosa, adenovirus tipo 2, parainfluenza canina, parvovirosis canina, leptospirosis canina e icterohaemorrhagiae y coronavirus.

Las autovacunas antivirales son preparadas con el antígeno viral obtenido de las lesiones del mismo individuo  que será inmunizado con ella, ejemplo: autovacuna contra el papiloma canino. En la papilomatosis bovina una autovacuna se puede aplicar en todo el rebaño.

Las vacunas antivirales se aplican por diversas vías: intramuscular, subcutánea, e intranasal; ocular; aerógena (nebulización) y en el agua de bebida. En peces pueden ser administradas directamente en el agua.

Tipos de vacunas virales. Las vacunas  virales  deben inducir una respuesta inmunológica  que se traduzca en resistencia eficiente y durable contra la enfermedad infecciosa, aunque no siempre  logren  impedir la infección viral  o  estados de latencia viral.  Las vacunas antivirales deben inducir una respuesta inmune celular y humoral (sistémica y local) que neutralice la acción patógena del virus, disminuya el número de animales excretores de virus y la cantidad de virus eliminado al medio ambiente.

Estas vacunas son esencialmente preventivas. Inducen una respuesta inmune activa en que el tipo y grado  de respuesta está influido por el tipo de antígeno viral, dosis empleada, vía de administración y fundamentalmente por  el funcionamiento normal del sistema inmune del huésped.  La edad, estado fisiológico (gestación), nutrición, y manejo pecuario influyen en la respuesta del hospedero al antígeno inmunizante.

Básicamente existen dos tipos de vacunas antivirales: vacunas preparadas con virus vivo: virulentas y no virulentas; modificadas, heterotípicas; preparadas con mutantes termosensibles y vacunas recombinantes.  Estos virus vacunales mantienen su infecciosidad, pueden replicar y diseminarse fuera del animal vacunado y vacunas inactivadas o muertas. Inmunosomas,  vacunas subunitarias y  sintéticas  En este caso no hay replicación viral. 

1. Vacunas preparadas con virus vivo.  En estas vacunas el genoma viral  mantiene su capacidad de replicación.

Vacunas preparadas con virus virulento.  En Medicina Veterinaria se  utilizaron estas  vacunas solamente como recurso extremo al no disponerse de otras vacunas.

2. Vacunas preparadas con virus vivo modificado (VVM).  No son virulentas. Se preparan con virus modificados en su patogenicidad original, a través de pasajes seriados en otra especie animal no susceptible en que  la patogenicidad se pierde para el hospedero natural y se desvía para el nuevo hospedero. Dependiendo del hospedero utilizado las vacunas preparadas con VVM se denominan: lapinizadas en conejos  y avianizadas en huevos embrionados. En la  mayoría el virus es adaptado en  cultivos celulares.

Se exige que en las vacunas preparadas con VVM  el virus deba mantener su inmunogenicidad y el tipo antigénico original. La modificación de la patogenicidad debe ser estable, sin posibilidad de reversión a la patogenicidad original. En ningún caso deben producir la enfermedad; el VVM no debiera diseminarse  por contacto de un animal vacunado  a otro no vacunado. Además no deben contener otros virus adventicios.

Las vacunas preparadas con virus vivo modificado inducen una respuesta inmune rápida,  alta y duradera, debido a que el virus se multiplica en el organismo. Esta respuesta es completa, celular y humoral. La inducción de citoquinas es mejor que en el caso de las vacunas inactivadas. Si se aplican localmente por vía nasal, la respuesta es  mediada principalmente por interferones e IgA  que actúan en el punto de entrada natural del virus.

Vacunas heterotípicas o paraespecíficas.   Se preparan con virus taxonómicamente diferentes pero que presentan un alto grado de parentesco antigénico aunque afecten a especies animales diferentes. Ejemplos: vacuna “cow-pox” usada en el hombre; vacuna diarrea viral bovina contra la peste porcina clásica; vacuna panleucopenia felina contra la parvovirosis canina; vacuna sarampión humano contra el distemper canino; virus herpes del pavo contra la enfermedad de Marek o neurolinfomatosis aviar y  virus del fibroma de Shope contra la mixomatosis del conejo.

Vacunas preparadas con virus mutantes termosensibles.  Experimentalmente se han preparado vacunas vivas con virus mutantes termosensibles (ts) en que el virus sólo se multiplica a una temperatura diferente, tal es el caso de la mutante ts del virus mixomatosis del conejo (SG 33)  que sólo replica a 33º C. Posiblemente la mutación afecte a una transcriptasa o a proteínas de superficie. El virus de la rabia también presenta mutantes ts que forman placas en cultivos celulares a  33,5º C y no a  38,5º C. Actualmente se comercializa una vacuna Ts contra el virus herpes bovino tipo 1 causante de la rinotraqueítis infecciosa bovina y el virus parainfluenza tipo 3.

Vacunas preparadas con cepas virales avirulentas.  Se pueden emplear cepas virales avirulentas siempre que mantengan su inmunogenicidad. En el caso del virus rábico, se han obtenido dos cepas avirulentas que inducen una fuerte respuesta inmunitaria en el ratón.

Vacunas preparadas con virus inactivo.  En estas vacunas el ácido nucleico viral no tiene capacidad de replicar.

Vacunas inactivadas o muertas.  El virus vacunal es tratado con  inactivantes  y pierde su capacidad de replicación e infección.  Los inactivantes pueden ser químicos o físicos. Los  más usados  entre los químicos son: cristal violeta, B-propiolactona, formalina y acetil etilenimina binaria (AEIb).  Los inactivantes físicos más importantes son: calor, luz ultravioleta, radiaciones ionizantes y ultrasonido.  La acción inactivante está influida directamente por la dosis  y tiempo de tratamiento empleados. Las vacunas inactivadas inducen exclusivamente una respuesta inmunitaria  de tipo humoral; y  tienen una potencia inmunogénica menor que la que poseen las vacunas preparadas con virus vivo modificado.  Las vacunas inactivadas deben, por lo tanto,  ser complementadas con  substancias que estimulen la respuesta inmune, son  los coadyuvantes  inmunológicos que se agregan a las suspensiones virales previamente inactivadas. Los más usados son compuestos de aluminio y calcio: hidróxido de aluminio y fosfato de calcio.  Actualmente se están  empleando los coadyuvantes oleosos o emulsiones de agua en aceite mineral como el Arlacel A. La saponina es un buen coadyuvante pero a veces provoca una violenta reacción en el punto de inoculación.  El glucósido activo de la saponina es el Quil A que en concentraciones críticas  forma micelas en solución. Cuando estas micelas se mezclan con glicoproteínas virales purificadas se forman estructuras  compuestas por las glicoproteínas depositadas en una base micelar del Quil A, denominadas “iscoms” (del inglés: inmuno stimulating complexes). Los “iscoms” son más inmunogénicos que las glicoproteínas solas. El Quil A, además de actuar como  inmunoestimulante, es capaz de romper la envoltura lipídica de los virus envueltos inactivándolos. Quil A no induce la formación de granulomas crónicos.

Inmunososmas o liposomas.  Constituyen verdaderos virus artificiales en que las proteínas virales se han adherido a unas  pequeñísimas esferas de lípidos, manteniendo las propiedades inmunogénicas del virus pero sin ser infectantes al carecer de ácido nucleico. Estas vacunas tienen un carácter experimental. Actualmente existe una vacuna comercial de este tipo contra la micoplasmosis porcina.

Vacunas subunitarias.  Estas vacunas se  preparan con fracciones virales inmunogénicas separadas de la superficie del  virión o extraídas del sobrenadante del cultivos celular en que el virus se replicó y posteriormente son purificadas. Un buen ejemplo es la vacuna anti influenza equina preparada exclusivamente con hemoaglutinina y neuroaminidasa del virus

Las vacunas con sub-unidades se pueden preparar expresando antígenos virales en vectores adecuados. Así se han formulado vacunas antirotavirus bovino en baculovirus, las que contienen partículas virales vacías de envoltura simple o doble.  Su aplicación en vacas gestantes indujo una respuesta humoral y calostral que se transfería a los terneros alimentados con calostro.

Vacunas sintéticas.  Considerado el éxito de las vacunas subunitarias,  los laboratorios productores de vacunas  han  reproducido artificialmente  las proteínas virales de superficie por  síntesis orgánica y clonaje molecular.

Vacunas preparadas por síntesis orgánica. La síntesis orgánica de péptidos por procedimientos manuales o automatizados ha permitido obtener péptidos que reemplacen a los antígenos naturales de la superficie de los viriones y que sean capaces de inducir la producción de anticuerpos neutralizantes específicos.  También se pueden producir péptidos, identificando  la secuencia del ácido nucleico que codifica para una determinada proteína viral de superficie y luego derivar la secuencia de aminoácidos de la proteína y sintetizarlos posteriormente. Para verificar su capacidad inmunogénica se inyectan en animales de laboratorio y se determina la respuesta inmune humoral por anticuerpos neutralizantes.

Vacunas sintéticas preparadas por clonaje molecular.  Consiste en insertar un fragmento de ADN, que codifica la proteína inmunógena que se desea producir, en un ADN vector de doble hebra de un plasmidio bacteriano o de un virus (Pox), este  nuevo ADN recombinante se transfiere a una célula huéped, generalmente bacteriana, para su multiplicación y expresión de la proteína deseada.

Las vacunas preparadas con virus vivo (virulento o modificado) inducen una respuesta inmunológica completa, es decir humoral y celular, mientras que las vacunas inactivadas (muertas) sólo inducen una respuesta humoral.

La base inmunológica que explica esta vital diferencia es la siguiente:

Los linfocitos T citotóxicos (LTc), citolíticos y productores de interferones, presentan un mecanismo de reconocimiento restringido a los antígenos que se presenten unidos a moléculas clase II del sistema mayor de histocompatibilidad (SMH); para que esto ocurra es necesario que estos antígenos sean sintetizados por la célula presentadora de antígenos (CPA). 

De hecho, los LTc no reconocen ni se unen a antígenos virales libres; es requisito “sine qua non” que los antígenos virales sean procesados por las células CPA para posteriormente ser presentados a los LTc asociados con moléculas codificadas por el SMH.

La activación de los LTc requiere que las células precursoras sean estimuladas mediante la interacción con células infectadas por virus y que presenten antígenos virales asociados a moléculas clase II del SMH.  El reconocimiento del antígeno por parte de los LTc requiere la presentación de los antígenos virales sintetizados en la propia célula como una consecuencia de la infección viral.  El LTc así activado expresará receptores para la interleuquina-2 (IL-2).

Las vacunas preparadas con virus vivo modificado se caracterizan por que los virus se replican y se producen más antígenos virales, los que a través de las moléculas clase II, estimularán a los LTc a actuar en la inmunidad celular, que en último término sería el mecanismo inmune más efectivo contra las infecciones virales.

En el caso de los virus herpes se describe un doble reconocimiento: 

Restricción 1: Los LTh (helpers, ayudantes o cooperadores) o CD4 solamente reconocen a los antígenos asociados a moléculas clase I del SMH que se encuentran en las células presentadoras de antígenos (macrófagos).

Restricción 2: Los LTc (CD8) reconocen solamente a los antígenos cuando están asociados a moléculas clase II del SMH que se encuentran en la casi totalidad de las células del organismo.