Virus 2014
Patricio Berríos Etchegaray
Los virus como agentes inmunogénicos
Al considerar a los virus como inmunógenos nos referiremos específicamente a la inmunidad antiviral y a
los antígenos virales. Consecuentemente
trataremos el diagnóstico viral serológico y la inmunoprofilaxis, mencionando
los métodos serológicos de diagnóstico y las principales vacunas utilizados
en las enfermedades virales de los
animales domésticos.
Inmunidad antiviral
En la lenta pero persistente confrontación entre la selección viral
y la emergencia de efectivos mecanismos defensivos en los hospederos, los virus
alcanzarían un total éxito, en cuanto a adaptación se refiere, cuando insertan sus genes en el genoma
celular, transmitiéndose verticalmente a la progenie aunque sin producir
alteraciones patológicas, tal sería el caso de los retrovirus de la leucosis
aviar. Otros virus, no tan bien
adaptados, producen infecciones persistentes y recurrentes como es el caso del
virus de la anemia infecciosa equina. En forma similar los virus herpes, como
el virus de la rinotraqueítis infecciosa bovina, establecen infecciones
latentes que se reactivan en situaciones estresantes. En el otro extremo
estarían los virus que producen infecciones agudas que pueden ser mortales para
el hospedero, evidenciando una mala adaptación del virus.
Los mecanismos responsables de la inmunidad protectiva antiviral se
clasifican en innatos y adaptativos. Estos mecanismos pueden ser inmune o no
inmunes, específicos y no específicos.
Los mecanismos menos evolucionados son las defensas no inmunes que
no son adquiridas porque que no dependen de un contacto previo entre el virus y
el huésped susceptible, sino que están determinadas por factores genéticos y
fisiológicos propios de una determinada especie o raza, edad, preñez o
lactancia, estado de nutrición, o factores estresantes como el hacinamiento de
los animales domésticos. Ejemplos: Ciertas razas de ovejas europeas son
resistentes al virus de la lengua azul que es un orbivirus de la familia
Reoviridae. En cuanto a edad, se sabe que los animales
muy jóvenes son más susceptibles a ciertas infecciones virales probablemente
debido a la inmadurez de su sistema inmunológico, como es el caso de gatitos de
semanas de edad que son muy susceptibles al retrovirus de la leucosis felina.
Los neonatos felinos o caninos que presentan muchas células en división, a
nivel digestivo o de miocardio, son muy sensibles a los parvovirus que causan
la panleucopenia felina y la parvovirosis canina. Otros factores que
condicionan una deficiente respuesta inmune se refieren a un mal estado nutricional,
preñez o lactancia, y estrés causado por hacinamiento en el transporte o
aglomeraciones en las crianzas; esta suerte de inmunosupresión es similar a la
causada por el tratamiento con corticoides.
La inmunidad no específica o
innata se caracteriza por ser de amplio espectro o polivalente y de acción
rápida. Estos factores de resistencia pueden ser periféricos o internos.
Las defensas inespecíficas periféricas se expresan en forma mecánica
en la integridad de la piel y mucosas,
secreciones de mucus, y movimiento de los cilios respiratorios que impiden la fijación de los
virus a receptores celulares del tracto
respiratorio. Las defensas químicas inespecíficas se refieren a pH ácido
intestinal, vaginal o del sudor. Las sales biliares también tienen una cierta
actividad antiviral. Las defensas biológicas inespecíficas se refieren a la
microflora bacteriana que actúa competitivamente con las bacterias patógenas.
Las defensas inespecíficas internas pueden ser humorales y
celulares. Las humorales actúan a través del interferón y de inhibidores
termoestables como mucoproteínas y b
lipoproteínas, y de inhibidores termolábiles como el sistema del complemento.
Las celulares actúan por intermedio de células fagocitarias, macrófagos y
células “natural killer” (NK).
La inmunidad específica o adaptativa, de vital importancia en la
lucha del organismo contra los virus, actúa mediante anticuerpos y linfocitos T
citotóxicos.
Los mecanismos celulares antivirales están dirigidos hacia antígenos
virales expresados tempranamente en la superficie de las células infectadas
especialmente por virus envueltos, provocando la destrucción o lisis de la
célula infectada. Estos mecanismos son
importantes en la resolución de la infección viral debido a que actúan antes
que los viriones de progenie puedan ser liberados al medio extracelular.
La citolisis inmunológica de células infectadas por virus puede ser
causada por cinco procesos: macrófagos en presencia de anticuerpos, células K y
NK, citotoxicidad por linfocitos Tc y citotoxicidad celular mediada por
anticuerpos y/o complemento.
Macrófagos. Los macrófagos del sistema retículoendotelial y los
macrófagos alveolares reaccionan ante la infección viral sistémica, activándose
y fagocitando a los virus que serán destruidos y eliminados. Los macrófagos
alveolares actúan sobre los virus
respiratorios que afectan a animales sometidos a condiciones de hacinamiento.
Algunos virus como el del distemper canino, son capaces de evadir la acción defensiva
de los macrófagos, replicando en su interior, para posteriormente diseminarse
en el organismo afectado.
Los macrófagos activados por interferón c, llamados fagocitos inmunes, pueden unirse a la célula blanco, a
través de receptores para la porción Fc de los anticuerpos, y destruirla sin ingerirla.
También pueden actuar sobre la célula mediante proteasas, lisozimas, arginasas
y H2O2.
Células K. Tienen receptores
para el Fc de los anticuerpos, y a través de ellos se unen a la célula blanco
infectada por virus.
Tanto los macrófagos como las células K juegan un papel importante
en la citotoxicidad celular dependiente de anticuerpos (CCDA) debido a que
poseen receptores para el Fc del anticuerpo. Los anticuerpos confieren la
especificidad a la reacción defensiva de citotoxicidad. La IgM no participa en la CCDA.
Células “natural killer” al igual que los macrófagos pueden ser
activados por interferones. Su actividad es mayor durante los primeros días de
la infección viral. Las células NK son capaces de destruir células tumorales y
células infectadas por virus.
Complemento. El sistema del complemento se puede activar por
complejos antígeno-anticuerpos, lo que conducirá a la destrucción de viriones y
células infectadas por virus.
Interferón. La defensa inmune mediada por interferones es la más
rápida frente a una infección viral. Los virus respiratorios inducen la pronta
producción de grandes cantidades de interferones a y b luego de la infección intranasal, los
que pueden durar hasta una semana y actuar bloqueando la replicación de otros
virus respiratorios (rhinovirus).
La producción de interferones es fuertemente estimulada por virus
con ARN de doble hebra como son lo reovirus. El virus actúa desreprimiendo un
gen lo que hará que se produzca el interferón, el que va actuar indirectamente
a través de una proteína que inhibe la replicación viral en forma inespecífica
aunque especie (animal) específica. Además de la inhibición de la síntesis de
ácido nucleico y proteínas virales, el
interferón puede actuar en etapas más precoces o tardías de la replicación
viral, inhibiendo la penetración del virus a la célula, inhibiendo la
descapsidación, inhibiendo la funcionalidad de las polimerasas virales e
inhibiendo el ensamblaje y salida por gemación de retrovirus.
Interferencia viral. Es un estado de resistencia adquirido de
resistencia celular antiviral, que es inducido por un virus denominado
interferente. Además de la interferencia mediada por interferones se describen
tres tipos de interferencia.
2. Autointerferencia. Se produce en un nivel intracelular, también
por virus homólogos, en que uno de ellos es defectivo. En la estomatitis
vesicular, causada por un rhabdovirus, los virus defectivos interfieren con la
replicación de los viriones.
3. Interferencia heterológa o intrínsica. En este caso existe bloqueo de la transcripción viral por
productos proteicos originados en la replicación del virus interferente que es
heterólogo. Es clásico el caso del virus de la bronquitis infecciosa aviar (un
coronavirus) que no produce ECP, y que interfiere con la replicación del virus
de la enfermedad de Newcastle que si produce ECP. Situación que tiene
aplicación diagnóstica.
Linfocitos T citotóxicos (T8). Los LcTc son muy eficientes en su
actividad citotóxica, actúan directamente uniéndose a la célula blanco a la que
lisan rápidamente luego de destruir los organelos y núcleo celular. El LcTc
necesita reconocer primero al antígeno de histocompatibilidad mayor clase I
(restricción I) y luego al antígeno viral (doble reconocimiento). El LcTc actúa
secretando perforinas que se polimerizan y se insertan en la membrana celular
produciendo canalículos y la posterior lisis osmótica del núcleo por
endonucleasas. También pueden actuar liberando linfotoxinas al medio
extracelular que alterarían la membrana celular.
Anticuerpos antivirales. Pertenecen a las clases IgM, IgG e IgA. Los
anticuerpos dirigidos contra epítopes o determinantes antigénicos ubicados en
la superficie del virión, neutralizan su capacidad infectante al bloquear su
unión con receptores celulares complementarios y específicos. También pueden
actuar como opsoninas facilitando la acción fagocitaria de los macrófagos
sobre virus.
Antígenos virales
En términos generales los virus presentan una gran diversidad
antigénica. Los rinovirus en particular constituyen un número nada despreciable
de tipos antigénicos o serotipos lo que ha dificultado hasta el día de hoy la
producción de vacunas. El virus aftoso es un buen ejemplo de esta diversidad en
que la aparición de subtipos antigénicos implica romper la inmunidad conferida
por las vacunas antiaftosas. El caso más dramático de la variación antigénica
es el virus de la inmunodeficiencia humana o SIDA, en que los cambios ocurren
tan rápidamente de manera que en un mismo individuo se pueden encontrar virus
totalmente diferentes a los que iniciaron la enfermedad.
La presión inmunológica selectiva favorece la aparición de nuevas
variantes antigénicas. Tal es el caso del virus de la influenza humana, que
sufre modificaciones antigénicas periódicamente. Estos cambios se pueden deber
a mutaciones, como ocurre con los pequeños cambios o “drift” y a recombinación
genética que es responsable de los grandes cambios antigénicos o “shift”, en
que hay reordenamiento de los segmentos del ácido nucleico viral.
El conocimiento de los antígenos virales es de importancia
taxonómica y permite diferenciar y tipificar a los virus por sus antígenos. La
presencia de determinados antígenos en virus patógenos es de utilidad para
realizar su diagnóstico y la preparación de vacunas.
En los virus los antígenos se encuentran distribuidos principalmente
en estructuras externas como cápside, manto lipídico y proyecciones de
superficie, y también en estructuras internas como la nucleoproteína. Por lo
tanto los antígenos virales pueden ser externos e internos.
Antígenos virales externos. Se denominan antígenos tipo específicos. Se encuentran en estructuras virales
externas. Estos antígenos son neutralizados por anticuerpos específicos que en
último término impiden la unión del virus con la célula blanco. Los diferentes
serotipos virales se detectan por pruebas serológicas de seroneutralización e
inhibición de la hemoaglutinación, entre otras.
Ejemplos de antígenos tipo específicos: En el virus aftoso la
diversidad antigénica implica la presencia de siete tipos antigénicos (A, O, C,
SAT-1, SAT-2, SAT-3 y Asia 1) los que pueden presentar más de 60 subtipos que
no tienen reacción inmunológica cruzada
entre ellos. De las cuatro proteínas del virus aftoso sólo la
proteína 1 (PV-1) tiene importancia en la inmunoprofiláxis debido a que actúa
como antígeno contra el que se producen los anticuerpos neutralizantes de la
infecciosidad viral al bloquear la adsorción del virus a la célula susceptible.
En el caso del virus de la influenza equina los antígenos externos de las
proyecciones de superficie, hemoaglutininas y neuroaminidadas, permiten
clasificarlo en dos subtipos: H7 N7 (A equino 1) y H3 N8 (A equino 2) los que
no presentan reacción inmunológica cruzada. En el virus rábico la proteína G es
la responsable de la virulencia y capacidad de adsorción del virus a la célula
blanco, consecuentemente los anticuerpos seroneutralizantes antirrábicos se
dirigen específicamente contra ella.
Antígenos virales internos. Denominados antígenos grupo específico. Estos
antígenos se presentan en virus que pertenecen a una misma familia o género viral. Como ejemplos se citan la
ribonucleoproteína de los orthomyxovirus que permite clasificar a los virus de
la influenza en tres tipos A, B y C. Se diagnostican por la prueba de fijación
del complemento. Los rotavirus presentan un antígeno interno común a todos los
rotavirus que es diagnosticado por una prueba de ELISA diseñada para uso humano
pero que se utiliza en rotavirus de animales debido a este antígeno común. El
antígeno F de los paramyxovirus permite utilizar una vacuna contra el sarampión
humano en la inmunización del distemper canino.
Cabe destacar que las enzimas virales también pueden actuar como
antígenos virales como es el caso de la ARN polimerasa o antígeno VIA (Virus infectious
associated) del virus aftoso, que es de gran utilidad en el diagnóstico
epidemiológico de la fiebre aftosa. La detección de anticuerpos anti antígeno
VIA en la prueba serológica de precipitación en gel de agar, indica la
replicación del virus aftoso en animales sanos pero que han sido infectados
previamente.
En términos de su reacción con los antígenos virales, los
anticuerpos se clasifican en:
Anticuerpos seroneutralizantes: se unen con los antígenos virales de
superficie impidiendo su unión específica con receptores celulares. Son
considerados como anticuerpos
protectivos.
Anticuerpos inhibidores de la hemoaglutinación: se unen
específicamente con los determinantes antigénicos virales hemoaglutinantes impidiendo su unión
con los eritrocitos y consecutivamente inhibiendo la hemoaglutinación.
Anticuerpos precipitantes: al
unirse con los determinantes antigénicos virales forman con ellos complejos
Ag-Ac insolubles que precipitan siendo visibles por su opacidad en un medio de
agar transparente.
Opsoninas: son anticuerpos que se combinan con un antígeno viral
expresado en la superficie celular, y
son fácilmente fagocitados por células con función inmunológica que
tienen receptores para la fracción Fc del anticuerpo.
Diagnóstico viral
serológico
Una vez que se ha detectado la presencia de virus en muestras
enviadas al laboratorio, a través de su inoculación en cultivos celulares,
embriones de pollo o animales susceptibles, es necesario determinar su
identidad antigénica mediante pruebas serológicas que contienen antígenos o
sueros estándares lo que permite identificar antícuerpos o antígenos virales,
respectivamente. Los antisueros pueden ser preparados con anticuerpos
específicos policlonales o monoclonales.
La observación de viriones mediante microscopía electrónica permite
solamente ubicar a los virus en determinadas familias virales de acuerdo con su
morfología. La limitación de la microscopía electrónica en el diagnóstico viral
se ilustra con el siguiente ejemplo. Si en muestras fecales sanguinolentas de
origen canino se observan estructuras virales, pequeñas, no envueltas y con forma
icosaédrica, es perfectamente factible pensar en parvovirus, sin embargo, en el
perro existen dos parvovirus, 1 y 2,
siendo el 2 o parvovirus canino tipo 2 (PVC-2) el agente causal de la
parvovirosis canina o gestroenteritis hemorrágica. Por lo tanto el PVC-2 deberá
ser identificado mediante una prueba serológica de inhibición de la
hemoaglutinación utilizando un suero específico contra este serotipo.
Las pruebas serológicas deben ser específicas y sensibles, sencillas
de realizar y de bajo costo. La especificidad se refiere a la probabilidad de
una prueba serológica de identificar correctamente a los animales que no están infectados, mientras que la
sensibilidad es la probabilidad de identificar correctamente a los animales infectados.
Una prueba serológica es específica
cuando determina exactamente el reactante que busca. La prueba es
inespecífica cuando se equivoca e identifica un reactante en vez del verdadero,
entregando un resultado denominado falso positivo.
Un prueba serológica es sensible cuando es capaz de detectar
pequeñas cantidades del reactante problema. La prueba de precipitación es poco
sensible; si el reactivo problema se encuentra en pequeñas cantidades la prueba
se equivoca y entrega un resultado erróneo denominado falso negativo.
La interacción entre antígeno
y anticuerpo es específica, de alta afinidad y reversible dado que la unión
está dada por fuerzas débiles no covalentes. Se define por una constante de
equilibrio o de asociación que es una medida de la fuerza de la interacción,
afinidad y avidez de la reacción. La reacción final es dependiente de la
temperatura, pH y fuerza iónica del medio.
Pruebas serológicas
Las pricipales pruebas serológicas usadas en el diagnóstico viral
son:
1. Precipitación en gel de agar o inmunodifusion doble.
En esta prueba los antígenos son solubles y al combinarse con anticuerpos se forman complejos ag-ac
insolubles que precipitan. La inmunodifusión doble o método de Ouchterlony se realiza en placas Petri con agar noble.
En virología veterinaria se utiliza para el diagnóstico de la anemia infecciosa
equina (“test” de Coggins), hepatitis
aviar con cuerpos de inclusión y leucosis enzoótica bovina. De gran utilidad ha
sido la prueba antígeno VIA para determinar la presencia de anticuerpos dirigidos
contra la enzima ARN polimerasa del virus aftoso. La prueba de precipitación es específica
aunque de baja sensibilidad. En la actualidad se usa la nefelometría con rayos láser de helio y neón para medir con exactitud la cantidad
de complejos inmunes presentes en una prueba de precipitación.
2. Inhibición de la
hemoaglutinación (IHA). En esta prueba los anticuerpos específicos se unen con
las hemoaglutininas que presentan los orthomyxovirus, impidiendo la adsorción
del virus con los eritrocitos y por lo tanto la hemoaglutinación. La prueba de
IHA se utiliza para tipificar virus hemoaglutinantes como el de la influenza equina y cuantificar la respuesta
inmune sérica post vacunal.
El título IHA corresponde al valor inverso de la última dilución sérica
que inhibe la hemoaglutinación viral. En
forma similar se puede utilizar la
prueba de inhibición de la neuroaminidasa (NA) para determinar el tipo de NA
presente en los orthomyxovirus. La prueba de IHA se puede realizar en tubos
(macrométodo) o en microplacas (micrométodo).
3. Hemoaglutinación pasiva (HAP). La prueba de HAP se utiliza para
estudiar virus no hemoaglutinantes. Estos virus tratados con formalina
adquieren la propiedad de unirse a los eritrocitos. Los anticueros antivirales
se unirán a los determinantes antigénicos pegados a los eritrocitos y actuarán
como puentes de unión produciendo la hemoaglutinación indirecta. La prueba de
HAP se utiliza para titular anticuerpos contra virus herpes de la
rinoneumonitis equina y rinotraqueítis infecciosa bovina.
4. Fijación del complemento (FC’). La prueba
de FC’ se basa en la capacidad de los complejos ag-ac de unirse por medio de la
fracción FC del anticuerpo con el
componente C-1q del sistema del complemento, activándolo. La reacción antígeno
viral-anticuerpo específico no se
visualiza, para ello se agrega un sistema indicador o hemolítico
compuesto por antígeno (eritrocitos) y anticuerpo (hemolisina) que permitirá
detectar el consumo de C’ y consecuentemente
si la reacción antígeno viral - anticuerpo
antiviral es positiva o negativa. La prueba de FC’ se utiliza en la
tipificación del virus aftoso y virus herpes equino tipo 1 causante del aborto
viral o rinoneumonitis equina. También se puede utilizar para cuantificar la
respuesta inmune sérica anti viral.
5. Seroneutralización (SN).
En la prueba de SN los anticuerpos neutralizantes se unen al antígeno viral
impidiendo que el virus se adsorba a los receptores celulares impidiendo
por lo tanto que el virus penetre a la
célula e inicie la infección. Los anticuerpos seroneutralizantes sólo bloquean
la unión del virus con la célula sin destruir al virus, de manera que los virus
que se disocian de los anticuerpos mantienen su capacidad infecciosa.
La prueba de seroneutralización se puede realizar en dos
procedimientos:
1. Dilución punto final seroneutralizante (DPFS): en esta prueba se
enfrentan diluciones del suero en estudio con una cantidad fija de virus (100
DICT50). El título seroneutralizante corresponde al valor inverso de la última
dilución sérica que neutraliza la actividad infectante del virus. Esta prueba
se puede aplicar en cultivos celulares, embriones de pollo y animales
susceptibles. En cultivos celulares se realiza en tubos o en microplacas. La DPFS se utiliza ampliamente
en virología en el diagnóstico de la fiebre aftosa, rinoneumomitis equina,
rinotraqueítis infecciosa bovina, entre otras.
2. Indice neutralizante (IN): en esta prueba se enfrentan diluciones
del virus a una cantidad constante de un suero estándar (1/5). Como control se
mezclan las diluciones del virus con medio de cultivo. El IN está dado por la
diferencia entre los títulos infectantes obtenidos. IN entre 2,0 y 3,0 son
considerados positivos El IN se utiliza preferentemente para ganar tiempo en un diagnóstico debido a
que no es necesario titular el virus como ocurre en la DPFS.
Las pruebas de protección constituyen una forma de prueba de
neutralización que se realiza in vivo, inoculando diluciones
decrecientes de un antisuero específico a grupos de animales, para luego
inocularles (desafío) una dosis fija de virus infectante. Estas pruebas son
terciarias ya que miden los resultados que la interacción antígeno anticuerpoo
ejercen sobre la resistencia de los animales a contraer una enfermedad viral.
6. Microscopía electrónica inmune. Al agregar
anticuerpos específicos a una muestra preparada para microscopía electrónica,
es más fácil visualizar las partículas virales que se aglomeran, además que
tipifican rápidamente al virus en estudio. No es una técnica de uso rutinario.
7. Inmunofluorescencia (IF). La prueba de anticuerpos fluorescentes (AF) se
aplica en la identificación de antígenos virales en tejidos o en cultivos
celulares. Para ello se marcan los anticuerpos con una substancia fluorescente
como el isothiocianato de fluoresceína y la rodamina.
En la prueba directa de AF se coloca el anticuerpo marcado sobre la
preparación con el antígeno desconocido y se observa en un microscopio de
fluorescencia. La aplicación de LUV sobre la muestra positiva hace que los
antígenos unidos al anticuerpo fluorescente emitan una radiación verde
amarillo. Esta prueba se utiliza fundamentalmente para el diagnóstico rápido de
la rabia animal y peste porcina clásica.
En la prueba indirecta de
AF se determina la presencia de
anticuerpos en el suero sanguíneo o antígenos virales en tejidos o cultivos
celulares. Esta prueba utiliza una antiglobulina marcada con fluoresceína. La
antiglobulina son anticuerpos dirigidos contra anticuerpos de una especie
animal. La antiglobulina se unirá con el anticuerpo que se ha unido
específicamente con el antígeno viral y emitirá una fluorescencia verde amarillo.
La prueba indirecta permite observar una fluorescencia más brillante que en la
prueba directa. Además permite determinar el isotipo del anticuerpo problema.
La prueba de AF es muy rápida y en menos de 1 hora se puede llegar a un
diagnóstico acertado.
8. Inmunoperoxidasa (IP). En esta prueba
inmunoenzimática los anticuerpos o las antiglobulinas se marcan con una enzima,
fosfatasa alcalina o peroxidasas, lo que permite identificar antígenos virales
en cortes de tejidos o cultivos celulares. La enzima más utilizada es la
peroxidasa del rábano picante que actúa sobre el H2O2. Al agregar el substrato
de la enzima la reacción positiva se manifiesta por un color café oscuro. La
prueba de IP se realiza en forma directa e indirecta de la misma forma que en
la prueba de AF, pero tiene la gran ventaja de utilizar un microscopio óptico
de luz convencional. Esta prueba se ha aplicado al estudio de la diarrea viral
bovina.
9. Enzimoinmunoanálisis
(EIA). El enzimoinmunoanálisis se basa en dos fenómenos biológicos, la alta
especificidad de un anticuerpo por un antígeno determinado y la amplificación
por reacciones químicas producidas por enzimas. La EIA consiste en una reacción
inmunológica y una reacción indicadora
de tipo enzimático que demuestra la presencia o ausencia de reacciones
antígeno-anticuerpo.
La técnica de
ensayo inmunoabsorbente ligado a enzimas, ELISA (del inglés “enzyme linked immunosorbent
assay”, permite detectar y cuantificar anticuerpos y
antígenos virales. Esta prueba es tan sensible como el radioinmunoensayo aunque
mucho menos costosa. ELISA permite
detectar anticuerpos o antígenos en muy bajas concentraciones (1 ng/ml). En la
prueba indirecta de ELISA los anticuerpos se unen a una fase sólida, comúnmente
los pocillos de una microplaca de poliestireno. Posteriormente se agrega el
antígeno problema y luego de una incubación se agrega la antiglobulina marcada
con una enzima, generalmente peroxidasa. Luego de agregar el substrato para la
enzima, H2O2, la prueba se lee por el cambio de color del substrato. Rojo en el
caso “kit” de ELISA utilizado para el diagnóstico de rotavirus animales. La
lectura puede hacerse en forma cuantitativa por dilución del antígeno o a
través de una lectura fotocolorimétrica. En la prueba indirecta de ELISA se unen antígenos a la microplaca y se
utiliza para la detección y cuantificación de anticuerpos virales.
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