viernes, 22 de mayo de 2015

INFLUENZA CANINA A POR H3N8 Y H3 N2 Cecilia A. Henríquez C. 2015

INFLUENZA CANINA A POR H3N8 Y H3 N2

Cecilia A. Henríquez C.

La influenza canina (IC) es una enfermedad emergente. En enero de 2004 en Florida, EE.UU, se identificó por primera vez en perros la influenza A provocando brotes de enfermedad respiratoria aguda en galgos de carreras; posteriormente entre 2004 y 2006 este mismo virus se diseminó a otros 9 estados del mismo país (Crawford et al., 2005; Yoon et al., 2005; Payungporn et al., 2008). Una investigación realizada, demostró que esta enfermedad respiratoria era causada por el virus de la influenza equina A H3N8 (Crawford et al., 2005) que se adaptó a la especie canina;  una nueva evidencia sugiere que el virus H3N8 puede haber estado circulando en las poblaciones de galgos de EE.UU., desde el año 1999 (CFSPH, 2014). Un informe de casos similares detectados en un criadero de perros de caza en Reino Unido y causado por la cepa H3N8, indicó que este virus se había extendido a través del límite del Atlántico, posiblemente a través del intercambio de perros mascota (Daly et al., 2008; Li et al., 2010). Por otro lado, otra cepa identificada como H3N2 de origen aviar, surgió en Asia en 2006 - 2007 entre los perros que sufrían de enfermedades respiratorias. El nuevo virus canino difundió ampliamente entre los perros en Corea del Sur (Song et al., 2008) y en varias regiones de China (Li et al., 2010), y causó un brote de enfermedad respiratoria entre los perros en Tailandia en 2012. El 2012, en Costa Rica, el SENASA  informó de un foco de influenza canina en una casa particular, donde 7 perros de un total de 15 murieron a causa del virus (SENASA, 2012). En 2015 un nuevo brote fue registrado en Chicago, EE. UU donde un virus casi idéntico al asiático se detectó en perros y fue identificado como la cepa H3N2 por el Laboratorio Veterinario de Diagnóstico de Wisconsin. La Escuela de Medicina Veterinaria de la Universidad de Wisconsin-Madison informó que este virus de influenza H3N2 había afectado en muy poco tiempo a por lo menos 1.000 perros en Illinois, Wisconsin, Ohio e Indiana causando problemas respiratorios (AVMA, 2015).

Etiología y especies afectadas

Los virus de influenza A pertenecientes a la familia Orthomyxoviridae, se conocen como causa de enfermedad respiratoria aguda en los humanos, caballos, cerdos y aves de corral (Webster et al., 1992; Lipatov et al., 2004; Yoon et al., 2005) y recientemente han sido reconocidos en perros (Crawford et al., 2005. Daly et al., 2008). Las aves silvestres son el principal reservorio natural de todos los subtipos de los virus de influenza A y se cree que son la fuente de los virus de influenza A en todos los demás animales (Webster et al., 1992, Parrish & Kawaoka, 2005). Los virus de influenza A están estrechamente relacionados entre sí y se dividen en subtipos según dos proteínas de la superficie del virus: la hemaglutinina (H) y la neuromidasa (N). Hasta la fecha, 18 subtipos diferentes de hemaglutinina y 11 subtipos diferentes de neuromidasa han sido descritos (Tong et al., 2012, 2013; CFSPH, 2014; CDC, 2015).

La influenza del perro o influenza canina (IC) es una enfermedad respiratoria canina contagiosa de alta morbilidad (que puede llegar al 100% en lugares de alta concentración de animales), baja mortalidad (entre 1-8 %) y rápida recuperación (CFSPH, 2014). En todo el mundo se han identificado dos virus de influenza canina: un virus de la influenza A H3N8 y un virus de la influenza A H3N2 (Crawford et al., 2005; Yoon et al., 2005; Payungporn et al., 2008; CDC, 2015). Estos dos subtipos han sido identificadas basándose en la composición de aminoácidos de la hemaglutinina (H) y la neuraminidasa (N), glicoproteínas en la capa externa de lípidos de la cápsida. Los virus tienen entre 80-120 nanómetros de diámetro, y consisten en un núcleo de ocho piezas separadas de ácido ribonucleico de una sola hebra (ARN) rodeado por una disposición de espinas de glicoproteínas (AVMA, 2015).

El virus H3N2 de la influenza canina es un virus que deriva de la influenza aviar y se adaptó para infectar a los perros (Lee et al., 2009). Este virus es diferente de los virus de la influenza estacional H3N2 que infectan a los seres humanos (CDC, 2015). En cambio, el virus H3N8 está estrechamente relacionado con el virus H3N8 equino, cuya adaptación canina se ha atribuido a cuatro cambios en los aminoácidos de la proteína hemaglutinina (Crawford et al., 2005, CFSPH, 2014), sin embargo, actualmente, este virus se considera como un linaje del virus de la influenza A (H3N8) específico de perros (Crawford et al., 2005; Payungporn et al., 2008; CDC, 2015).

Aunque el virus H3N8 fue observado por primera vez en galgos, todos los perros son susceptibles a la infección por los virus de la influenza canina (Dubovi & Njaa, 2008), pudiendo infectarse los cachorros desde los 3 meses de edad, afectando tanto razas puras como mestizos (Payungporn et al., 2008). Hasta el 2014, estudios realizados con perros infectados experimentalmente han demostrado que el virus de la influenza canina H3N8 no se transmite a los caballos, pollos, pavos ni patos. Sin embargo, el virus H3N2 ha causado casos clínicos tanto en perros como en gatos y anticuerpos de esta cepa viral han sido encontrados en ambas especies. Perros y gatos pueden ser infectados por contacto con perros infectados experimentalmente, así mismo gatos infectados experimentalmente pueden infectar a otros gatos (Lakshmanan et al., 2008; CFSPH, 2014).

Históricamente, se ha informado de perros infectados con la influenza humana estacional H3N2, con el virus H1N1 de la pandemia del 2009, con el virus equino H3N8, con el virus de la influenza aviar altamente patógena (IAAP) H5N1, la influenza aviar levemente patógena (IALP) H9N2, y más recientemente, con el virus de la influenza aviar H10N8 (Crawford et al., 2005; Songserm et al., 2006; Sun et al., 2013, 2014; Su et al., 2014 a,b; Yin et al., 2014). Sin embargo, la mayoría de estos virus no se mantiene en las poblaciones caninas y no son considerados virus de la IC (CFSPH, 2014).
Un estudio realizado en Brasil, el 2012, con perros sanos,  reveló que 9 (19,56%) y 37 (80,43%) perros procedentes de zonas rurales y urbanas del país, respectivamente, exhibieron altos títulos medios de anticuerpos (≥ 40 HIU / 25 l) contra el virus de la influenza A subtipos: H1N1, H3N2, H7N7 y H3N8, lo que sugiere que estos perros habían estado previamente en contacto con los virus influenza humanos y equinos (Mancini et al., 2012).

Hasta la fecha, no hay pruebas de contagio con los virus de la influenza canina entre los perros y las personas y, además, no se han informado casos de infección en seres humanos con los virus de esta enfermedad, salvo la influenza canina H3N2, que de hecho se sabe que ha causado infecciones en gatos. En términos generales, se considera que los virus de la influenza canina representan una baja amenaza para los seres humanos. (Krueger at al., 2013; CDC, 2015).

Transmisión

El periodo de incubación va desde 1 a 5 días, con un mayor número de casos entre 2 a 3 días cuando los perros son asintomáticos. Los perros pueden eliminar el virus durante 7 - 10 días, aunque estudios realizados en cachorros infectados experimentalmente muestran que los títulos virales más altos se detectaron el día 3 post inoculación presentando una disminución de los títulos virales el día 6 post inoculación (Desphande et al., 2009; AVMA, 2015). La enfermedad tiende a propagarse entre los perros alojados en perreras; guarderías y refugios, donde los animales en contacto cercano y los ambientes cerrados favorecen la transmisión que puede llegar al 100% (CFSPH, 2014). En Corea del Sur, un estudio realizado con pruebas de ELISA demostró que la influenza canina de origen aviar causada por H3N2 fue significativamente más frecuente en perros de perreras que en los perros mascotas (19% vs 0,5%) (Lee et al., 2009). Los virus de influenza canina H3N8 han sido detectados en secreciones respiratorias tanto en perros sintomáticos como en perros infectados subclínicamente (CFSPH, 2014). La influenza canina H3N8 y H3N2, se puede propagar a otros perros a través del contacto directo con microgotas de secreciones respiratorias (tos y estornudos) de perros infectados, por medio del contacto de perros no infectados con objetos contaminados, y por el movimiento de objetos o materiales contaminados entre perros infectados y no infectados (Crawford et al., 2005; Jirjis et al., 2010; CFSPH, 2014; AVMA, 2015, CDC, 2015). Los perros infectados de forma subclínica sirven de fuente principal de infección para los otros perros (Jirjis et al., 2010).

Sintomatología

Los perros afectados pueden presentar dos formas de enfermedad: una forma leve caracterizada por fiebre inicial, seguida de tos durante 10 a 14 días y una posterior recuperación o una forma peraguda caracterizada por hemorragias en el tracto respiratorio y muerte (Desphande et al., 2009). Los signos de la infección con influenza canina en los perros incluyen tos por 3 a 21 días, secreción nasal purulenta y fiebre leve (39.6~39.9°C) aunque no todos los perros muestran signos de enfermedad (Payungporn et al., 2008; Song et al., 2008).

La sintomatología provocada por el virus influenza canina H3N8 se parece a la infección por traqueobronquitis canina (tos de las perreras). Comienza con fiebre, presentando posteriormente tos persistente (hasta 3 semanas después del tratamiento) que tiende a ser de tipo seca y no productiva (sin complicaciones secundarias), pudiendo ser también suave y húmeda. Otros signos clínicos incluyen descarga nasal mucopurulenta generalmente asociada a una infección bacteriana secundaria, estornudos, descarga ocular, letargia y anorexia (Jirjis et al., 2010). Algunos perros solo presentan fiebre baja sin signos clínicos siendo reportada una seroconversión asintomática. Los casos severos pueden presentar fiebre alta con un aumento de la frecuencia respiratoria y otros signos respiratorios de neumonía o bronconeumonía e incluso muerte asociada a hemorragias en pulmones, mediastino y cavidad pleural. Crawford en 2009 (citado por Jirjis et al., 2010), estimó que entre un 15 - 20%  de los perros infectados con influenza canina desarrollan neumonía, sin embargo, otro estudio realizado por Jirjis y colaboradores el 2010, obtuvo como resultados que el 100% de los perros infectados experimentalmente y el 75% de los perros expuestos por contacto, presentaron grados variables de neumonía evidenciado por consolidación pulmonar. En el caso de infecciones provocadas por H3N2, los signos clínicos reportados son fiebre, signos respiratorios incluyendo descarga nasal, estornudos, tos y anorexia (Crawford et al., 2005). En gatos afectados por infecciones de tipo H3N2 presentan disnea, taquipnea, tos, estornudos, descarga nasal y ocular además de letargia (CFSPH, 2014).

En casos mortales de infecciones con el virus H3N8, se pueden encontrar hemorragias en los pulmones, mediastino y la cavidad pleural. En perros inoculados con virus H3N2 se detectó consolidación rojiza multifocal a coalescente en los pulmones. Las lesiones histopatológicas fueron traqueobronquitis necrotizante difusa o multilobular grave, como así también alveolitis y bronquiolitis multilobular grave (CFSPH, 2014). El examen histológico revela traqueítis, bronquitis, bronquiolitis, y bronconeumonía supurativa asociado con amplia erosión de las células epiteliales además de infiltración con neutrófilos, linfocitos y macrófagos (Crawford et al., 2005; Yoon et al., 2005; Payungporn et al., 2008).

Diagnóstico

En la actualidad, los métodos más confiables para detectar la influenza canina H3N8 son la serología y los ensayos de reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa (RT-PCR).  La prueba serológica utilizada con mayor frecuencia es la inhibición de la hemaglutinación. También se puede realizar una neutralización del virus (microneutralización), pero esta prueba suele ser demasiado engorrosa para su uso habitual. Para el diagnóstico las muestras de hisopados nasales en animales vivos o muestras de tejidos pulmonares  obtenidas por necropsias pueden utilizarse. El RT-PCR es el método más confiable para detectar el virus de manera directa. Se puede utilizar esta prueba en animales vivos (hisopados) o durante la necropsia. El aislamiento del virus puede dar buenos resultados en algunos perros durante las fases tempranas de la enfermedad antes del desarrollo de anticuerpos. Se ha aislado el virus de la influenza canina H3N8 tanto de huevos embrionados como de cultivos celulares (células MDCK); algunos virus han sido recuperados únicamente en huevos o en células, mientras que otros pueden ser aislados de ambos sistemas  (CFSPH, 2014).
Los anticuerpos contra el virus de la influenza canina se pueden detectar en la sangre tan pronto como siete días después del inicio de los signos clínicos hasta 21 días, y el virus se puede identificar en hisopados nasales o faríngeas durante los primeros 4 días de la enfermedad (etapas temprana) o 10 a 14 días después durante la etapa de convalecencia (AVMA, 2015). De ser posible, se recomienda enviar muestras pareadas de la fase aguda y convaleciente, tomadas con 2 a 3 semanas de diferencia (Jirjis et al., 2010). Cabe mencionar que el tiempo y el sitio de colección de la muestra son críticos para determinar el éxito de las pruebas (Duvobi & Njaa, 2008).

Ante un diagnostico positivo, la influenza canina debe notificarse ante la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) (CFSPH, 2014).
Diagnóstico diferencial

Otros patógenos como el parainfluenza canina, Mycoplasma, Bordetella bronchiseptica y Streptococcus equi subespecie zooepidemicus pueden también causar enfermedad respiratoria provocando tos y lesiones pulmonares (Deshpande et al., 2009).

Tratamiento, control y prevención
No existe un tratamiento específico para la influenza canina, solo se utilizan tratamientos de sostén como fluidoterapia y antibióticos contra las infecciones bacterianas secundarias. Todas las medidas de prevención utilizadas para otras enfermedades contagiosas respiratorias pueden aplicarse en infecciones por influenza canina, éstas incluyen el aislamiento de animales infectados; limpieza y desinfección de las jaulas, comederos y bebederos y otros fómites; y las medidas de higiene que incluye uso de guantes descartables, lavado de manos y de ropa (CFSPH, 2014; AVMA, 2015, CDC, 2015). En general, los virus de la influenza son susceptibles a diversos desinfectantes, entre ellos el hipoclorito de sodio al 1 %, compuestos del amonio cuaternario, etanol al 70 %, glutaraldehído, formaldehído y los solventes para extracción de lípidos. Además, se pueden inactivar por calor a 56 °C (133 °F) durante al menos 30 minutos, como así también por radiación o pH bajo (pH 2,0) (CFSPH, 2014).
Los veterinarios deben aplicar protocolos para enfermedades contagiosas con todos los perros que presenten síntomas respiratorios. Esto incluye el aislamiento de los perros infectados durante el diagnóstico y el tratamiento, y durante la hospitalización, si ésta fuera necesaria. Se debe recordar que los perros asintomáticos también pueden contagiar la enfermedad. Si se produce un brote en un establecimiento, la cuarentena y el aislamiento de los animales infectados pueden reducir la diseminación del virus a la comunidad y dentro de las instalaciones. Una higiene adecuada puede ayudar a prevenir la propagación de los virus de la influenza a través de fómites. Después de un brote se deben limpiar y desinfectar los establecimientos infectados (CFSPH, 2014).
La primera vacuna contra la influenza para los perros es una vacuna inactivada que contiene virus influenza canina subtipo H3N8, fue condicionalmente aprobada por el Departamento de Agricultura (USDA) para obtener la licencia en mayo de 2009 y cuenta con licencia en junio de 2010. La vacuna NOVIBAC CANINE FLU H3N8 del laboratorio Intervet/Schering-Plough Animal Health, según sus fabricantes, ha demostrado que disminuye significativamente los signos, la gravedad y extensión de la infección por VIC. La vacuna reduce la duración y la gravedad de la tos, protege contra la formación y la gravedad de las lesiones pulmonares y reduce significativamente la duración y grado de diseminación viral, el período en que la enfermedad es contagiosa. Se administra en forma SC a animales mayores de 6 semanas, en dos dosis aplicadas a intervalos de 2 a 3 semanas (Intervet, 2011).
Referencias bibliográficas

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