INFLUENZA CANINA A POR H3N8 Y H3 N2
Cecilia A. Henríquez C.
La influenza canina
(IC) es una enfermedad emergente. En enero de 2004 en Florida, EE.UU, se identificó
por primera vez en perros la influenza A provocando brotes de enfermedad
respiratoria aguda en galgos de carreras; posteriormente entre 2004 y 2006 este
mismo virus se diseminó a otros 9 estados del mismo país (Crawford et al., 2005; Yoon et al., 2005; Payungporn et
al., 2008). Una investigación realizada, demostró que esta
enfermedad respiratoria era causada por el virus de la influenza equina A H3N8
(Crawford
et al., 2005) que se adaptó a la especie canina; una nueva evidencia sugiere que el
virus H3N8 puede haber estado circulando en las poblaciones de galgos de
EE.UU., desde el año 1999 (CFSPH,
2014). Un informe de casos similares
detectados en un criadero de perros de caza en Reino Unido y causado por la
cepa H3N8, indicó que este virus se había extendido a través del límite del
Atlántico, posiblemente a través del intercambio de perros mascota (Daly et al., 2008; Li et al., 2010). Por otro lado, otra cepa identificada como H3N2 de origen aviar, surgió en Asia en
2006 - 2007 entre los perros que sufrían de enfermedades respiratorias. El
nuevo virus canino difundió ampliamente entre los perros en Corea del Sur (Song
et al., 2008) y en varias regiones de China (Li et al., 2010), y causó un brote de enfermedad respiratoria entre
los perros en Tailandia en 2012. El 2012, en Costa Rica, el SENASA informó de un foco de influenza canina en una
casa particular, donde 7 perros de un total de 15 murieron
a causa del virus (SENASA, 2012). En 2015 un
nuevo brote fue registrado en Chicago, EE. UU donde un virus casi idéntico al
asiático se detectó en perros y fue identificado como la cepa H3N2 por el
Laboratorio Veterinario de Diagnóstico de Wisconsin. La Escuela de
Medicina Veterinaria de la Universidad de Wisconsin-Madison informó que este
virus de influenza H3N2 había afectado en muy poco tiempo a por lo menos 1.000
perros en Illinois, Wisconsin, Ohio e Indiana causando problemas respiratorios (AVMA, 2015).
Etiología y especies afectadas
Los
virus de influenza A pertenecientes a la familia Orthomyxoviridae, se conocen como causa de enfermedad respiratoria
aguda en los humanos, caballos, cerdos y aves de corral (Webster
et al., 1992; Lipatov et al., 2004; Yoon et al., 2005) y
recientemente han sido reconocidos en perros (Crawford et al., 2005. Daly et al.,
2008). Las aves
silvestres son el principal reservorio natural de todos los subtipos de los
virus de influenza A y se cree que son la fuente de los virus de influenza A en
todos los demás animales (Webster et al., 1992, Parrish & Kawaoka, 2005). Los virus de influenza A están estrechamente relacionados
entre sí y se dividen en subtipos según dos proteínas de la superficie del
virus: la hemaglutinina (H) y la neuromidasa (N). Hasta la fecha, 18 subtipos
diferentes de hemaglutinina y 11 subtipos diferentes de neuromidasa han sido
descritos (Tong et al., 2012,
2013; CFSPH, 2014; CDC, 2015).
La
influenza del perro o influenza canina (IC) es una enfermedad respiratoria
canina contagiosa de alta morbilidad (que puede llegar al 100% en lugares de
alta concentración de animales), baja mortalidad (entre 1-8 %) y rápida
recuperación (CFSPH, 2014). En todo el mundo
se han identificado dos virus de influenza canina: un virus de la influenza A H3N8
y un virus de la influenza A H3N2 (Crawford et al., 2005; Yoon et al., 2005; Payungporn et
al., 2008; CDC, 2015). Estos dos subtipos han sido identificadas basándose en la
composición de aminoácidos de la hemaglutinina (H) y la neuraminidasa (N),
glicoproteínas en la capa externa de lípidos de la cápsida. Los virus tienen
entre 80-120 nanómetros de diámetro, y consisten en un núcleo de ocho piezas
separadas de ácido ribonucleico de una sola hebra (ARN) rodeado por una
disposición de espinas de glicoproteínas (AVMA, 2015).
El
virus H3N2 de la influenza canina es un virus que deriva de la influenza aviar
y se adaptó para infectar a los perros (Lee et al., 2009). Este virus es diferente de los virus de la influenza estacional H3N2
que infectan a los seres humanos (CDC, 2015). En cambio, el virus H3N8 está
estrechamente relacionado con el virus H3N8 equino, cuya adaptación canina se
ha atribuido a cuatro cambios en los aminoácidos de la proteína hemaglutinina
(Crawford et al., 2005, CFSPH, 2014), sin embargo, actualmente,
este virus se considera como un linaje del virus de la influenza A (H3N8)
específico de perros (Crawford et al., 2005; Payungporn et
al., 2008; CDC, 2015).
Aunque el virus H3N8
fue observado por primera vez en galgos, todos
los perros son susceptibles a la infección por los virus de la influenza canina
(Dubovi & Njaa, 2008), pudiendo infectarse
los cachorros desde los 3 meses de edad, afectando tanto razas puras como
mestizos (Payungporn et al.,
2008). Hasta el 2014, estudios realizados con
perros infectados experimentalmente han demostrado que el virus de la influenza
canina H3N8 no se transmite a los caballos, pollos, pavos ni patos. Sin embargo, el virus H3N2 ha causado casos
clínicos tanto en perros como en gatos y anticuerpos de esta cepa viral han
sido encontrados en ambas especies. Perros y gatos pueden ser infectados por
contacto con perros infectados experimentalmente, así mismo gatos infectados
experimentalmente pueden infectar a otros gatos (Lakshmanan
et al., 2008; CFSPH, 2014).
Históricamente,
se ha informado de perros infectados con la influenza humana estacional H3N2,
con el virus H1N1 de la pandemia del 2009, con el virus equino H3N8, con el
virus de la influenza aviar altamente patógena (IAAP) H5N1, la influenza aviar
levemente patógena (IALP) H9N2, y más recientemente, con el virus de la influenza
aviar H10N8 (Crawford et al., 2005;
Songserm et al., 2006; Sun et al., 2013, 2014; Su et al., 2014 a,b; Yin et al., 2014). Sin embargo, la mayoría
de estos virus no se mantiene en las poblaciones caninas y no son considerados
virus de la IC (CFSPH, 2014).
Un
estudio realizado en Brasil, el 2012, con perros sanos, reveló que 9 (19,56%) y 37 (80,43%) perros
procedentes de zonas rurales y urbanas del país, respectivamente, exhibieron
altos títulos medios de anticuerpos (≥ 40 HIU / 25 l) contra el virus de la
influenza A subtipos: H1N1, H3N2, H7N7 y H3N8, lo que sugiere que estos perros
habían estado previamente en contacto con los virus influenza humanos y equinos
(Mancini et al., 2012).
Hasta
la fecha, no hay pruebas de contagio con los virus de la influenza canina entre
los perros y las personas y, además, no se han informado casos de infección en
seres humanos con los virus de esta enfermedad, salvo la influenza canina H3N2, que de
hecho se sabe que ha causado infecciones en gatos. En términos generales, se
considera que los virus de la influenza canina representan una baja amenaza
para los seres humanos. (Krueger at al.,
2013; CDC, 2015).
Transmisión
El
periodo de incubación va desde 1 a 5 días, con un mayor número de casos entre 2
a 3 días cuando los perros son asintomáticos. Los
perros pueden eliminar el virus durante 7 - 10 días, aunque estudios realizados
en cachorros infectados experimentalmente muestran que los títulos virales más
altos se detectaron el día 3 post inoculación presentando una disminución de
los títulos virales el día 6 post inoculación (Desphande et al., 2009; AVMA, 2015). La enfermedad
tiende a propagarse entre los perros alojados en perreras; guarderías y
refugios, donde los animales en contacto cercano y los ambientes cerrados
favorecen la transmisión que puede llegar al 100% (CFSPH, 2014). En Corea del Sur, un
estudio realizado con pruebas de ELISA demostró que la influenza canina de
origen aviar causada por H3N2 fue significativamente más frecuente en perros de
perreras que en los perros mascotas (19% vs 0,5%) (Lee
et al., 2009). Los
virus de influenza canina H3N8 han sido detectados en secreciones respiratorias
tanto en perros sintomáticos como en perros infectados subclínicamente (CFSPH, 2014). La influenza canina H3N8 y H3N2, se puede propagar a
otros perros a través del contacto directo con microgotas de secreciones
respiratorias (tos y estornudos) de perros infectados, por medio del contacto
de perros no infectados con objetos contaminados, y por el movimiento de
objetos o materiales contaminados entre perros infectados y no infectados (Crawford
et al., 2005; Jirjis et al., 2010; CFSPH, 2014; AVMA, 2015, CDC, 2015). Los perros infectados de forma
subclínica sirven de fuente principal de infección para los otros perros (Jirjis
et al., 2010).
Sintomatología
Los
perros afectados pueden presentar dos formas de enfermedad: una forma leve caracterizada
por fiebre inicial, seguida de tos durante 10 a 14 días y una posterior
recuperación o una forma peraguda caracterizada por hemorragias en el tracto
respiratorio y muerte (Desphande et al.,
2009). Los signos de la infección con influenza canina en los perros incluyen
tos por 3 a 21 días, secreción nasal purulenta y fiebre leve (39.6~39.9°C) aunque no todos los perros muestran signos de enfermedad (Payungporn
et al., 2008; Song et al., 2008).
La
sintomatología provocada por el virus influenza canina H3N8 se parece a la
infección por traqueobronquitis canina (tos de las perreras). Comienza con
fiebre, presentando posteriormente tos persistente (hasta 3 semanas después del
tratamiento) que tiende a ser de tipo seca y no productiva (sin complicaciones
secundarias), pudiendo ser también suave y húmeda. Otros signos clínicos
incluyen descarga nasal mucopurulenta generalmente asociada a una infección
bacteriana secundaria, estornudos, descarga ocular, letargia y anorexia (Jirjis
et al., 2010). Algunos perros solo
presentan fiebre baja sin signos clínicos siendo reportada una seroconversión
asintomática. Los casos severos pueden presentar fiebre alta con
un aumento de la frecuencia respiratoria y otros
signos respiratorios de neumonía o bronconeumonía e incluso muerte asociada a
hemorragias en pulmones, mediastino y cavidad pleural. Crawford en 2009 (citado
por Jirjis et al., 2010), estimó que
entre un 15 - 20% de los perros
infectados con influenza canina desarrollan neumonía, sin embargo, otro estudio
realizado por Jirjis y colaboradores el 2010, obtuvo como resultados que el
100% de los perros infectados experimentalmente y el 75% de los perros
expuestos por contacto, presentaron grados variables de neumonía evidenciado
por consolidación pulmonar. En el caso de infecciones provocadas por H3N2, los
signos clínicos reportados son fiebre, signos respiratorios incluyendo descarga
nasal, estornudos, tos y anorexia (Crawford et
al., 2005). En gatos afectados por infecciones de tipo H3N2 presentan
disnea, taquipnea, tos, estornudos, descarga nasal y ocular además de letargia
(CFSPH, 2014).
En casos mortales de
infecciones con el virus H3N8, se pueden encontrar hemorragias en los pulmones,
mediastino y la cavidad pleural. En perros inoculados con virus H3N2 se detectó
consolidación rojiza multifocal a coalescente en los pulmones. Las lesiones
histopatológicas fueron traqueobronquitis necrotizante difusa o multilobular
grave, como así también alveolitis y bronquiolitis multilobular grave (CFSPH, 2014).
El examen histológico revela traqueítis, bronquitis,
bronquiolitis, y bronconeumonía supurativa asociado con amplia erosión de las
células epiteliales además de infiltración con neutrófilos, linfocitos y
macrófagos (Crawford et
al., 2005; Yoon et al., 2005;
Payungporn et al., 2008).
Diagnóstico
En la actualidad, los
métodos más confiables para detectar la influenza canina H3N8 son la serología
y los ensayos de reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa
(RT-PCR). La prueba serológica utilizada
con mayor frecuencia es la inhibición de la hemaglutinación. También se puede
realizar una neutralización del virus (microneutralización), pero esta prueba
suele ser demasiado engorrosa para su uso habitual. Para el diagnóstico las muestras de hisopados nasales en animales vivos o
muestras de tejidos pulmonares obtenidas
por necropsias pueden utilizarse. El
RT-PCR es el método más confiable para detectar el virus de manera directa. Se
puede utilizar esta prueba en animales vivos (hisopados) o durante la
necropsia. El aislamiento del virus puede dar buenos resultados en algunos
perros durante las fases tempranas de la enfermedad antes del desarrollo de
anticuerpos. Se ha aislado el virus de la influenza canina H3N8 tanto de huevos
embrionados como de cultivos celulares (células MDCK); algunos virus han sido
recuperados únicamente en huevos o en células, mientras que otros pueden ser
aislados de ambos sistemas (CFSPH, 2014).
Los
anticuerpos contra el virus de la influenza canina se pueden detectar en la
sangre tan pronto como siete días después del inicio de los signos clínicos
hasta 21 días, y el virus se puede identificar en hisopados nasales o faríngeas
durante los primeros 4 días de la enfermedad (etapas temprana) o 10 a 14 días
después durante la etapa de convalecencia (AVMA, 2015). De
ser posible, se recomienda enviar muestras pareadas de la fase aguda y
convaleciente, tomadas con 2 a 3 semanas de diferencia (Jirjis et al., 2010). Cabe
mencionar que el tiempo y el sitio de colección de la muestra son críticos para
determinar el éxito de las pruebas (Duvobi & Njaa, 2008).
Ante
un diagnostico positivo, la influenza canina debe notificarse ante la
Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) (CFSPH,
2014).
Diagnóstico diferencial
Otros patógenos como el
parainfluenza canina, Mycoplasma, Bordetella bronchiseptica y Streptococcus
equi subespecie zooepidemicus pueden también causar enfermedad respiratoria
provocando tos y lesiones pulmonares (Deshpande et al., 2009).
Tratamiento, control y prevención
No existe un
tratamiento específico para la influenza canina, solo se utilizan tratamientos
de sostén como fluidoterapia y antibióticos contra las infecciones bacterianas
secundarias. Todas las medidas de prevención
utilizadas para otras enfermedades contagiosas respiratorias pueden aplicarse
en infecciones por influenza canina, éstas incluyen el aislamiento de animales
infectados; limpieza y desinfección de las jaulas, comederos y bebederos y
otros fómites; y las medidas de higiene que incluye uso de guantes
descartables, lavado de manos y de ropa (CFSPH, 2014; AVMA, 2015, CDC, 2015). En
general, los virus de la influenza son susceptibles a diversos desinfectantes,
entre ellos el hipoclorito de sodio al 1 %, compuestos del amonio cuaternario,
etanol al 70 %, glutaraldehído, formaldehído y los solventes para extracción de
lípidos. Además, se pueden inactivar por calor a 56 °C (133 °F) durante al
menos 30 minutos, como así también por radiación o pH bajo (pH 2,0) (CFSPH, 2014).
Los
veterinarios deben aplicar protocolos para enfermedades contagiosas con todos
los perros que presenten síntomas respiratorios. Esto incluye el aislamiento de
los perros infectados durante el diagnóstico y el tratamiento, y durante la
hospitalización, si ésta fuera necesaria. Se debe recordar que los perros
asintomáticos también pueden contagiar la enfermedad. Si se produce un brote en
un establecimiento, la cuarentena y el aislamiento de los animales infectados
pueden reducir la diseminación del virus a la comunidad y dentro de las
instalaciones. Una higiene adecuada puede ayudar a prevenir la propagación de
los virus de la influenza a través de fómites. Después de un brote se deben
limpiar y desinfectar los establecimientos infectados (CFSPH, 2014).
La primera vacuna contra la influenza para los perros es una
vacuna inactivada que contiene virus influenza canina subtipo H3N8, fue
condicionalmente aprobada por el Departamento de Agricultura (USDA) para
obtener la licencia en mayo de 2009 y cuenta con licencia en junio de 2010. La
vacuna NOVIBAC CANINE FLU H3N8 del laboratorio Intervet/Schering-Plough
Animal Health, según sus fabricantes, ha
demostrado que disminuye significativamente los signos, la gravedad y extensión
de la infección por VIC. La vacuna reduce la duración y la gravedad de la tos,
protege contra la formación y la gravedad de las lesiones pulmonares y reduce
significativamente la duración y grado de diseminación viral, el período en que
la enfermedad es contagiosa. Se administra en forma SC a animales mayores de 6
semanas, en dos dosis aplicadas a intervalos de 2 a 3 semanas (Intervet, 2011).
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