PESTE DE LOS PEQUEÑOS
RUMIANTES
Cecilia A. Henríquz C.
En el
pasado esta enfermedad había sido descrita bajo diferentes denominaciones: Pseudorinderpest,
Peste de las Cabras, Peste de los Pequeños Rumiantes, Peste de las ovejas y
cabras, Kata (en Nigeria), Síndrome de la Estomatitis-Pneumoenteritis, Complejo
Pneumoenteritis, sin embargo, la denominación
francesa de « peste des petits ruminants o peste de los pequeños rumiantes»,
dada por los primeros autores ha sido retenida como el nombre científico de la
enfermedad (Gargadennec & Lalanne, 1942).
La
FAO y la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) han comenzado este año a
movilizar a la comunidad científica y profesional a nivel internacional en
torno a una nueva iniciativa mundial: la lucha para erradicar la peste de los
pequeños rumiantes en 2030, luego de su exitosa campaña de erradicación de la peste
bovina finalizada el año 2011. Motivo por el cual entre el 31 de marzo y el 2 de abril de 2015 se reunieron
científicos internacionales y miembros de la OIE, en Abiyán, Costa de Marfil,
en ocasión de la Conferencia para el control y la erradicación de la peste de
los pequeños rumiantes. Las autoridades de los países afectados presentes en la
conferencia se comprometieron a colaborar en este plan mundial para eliminar la
enfermedad dentro de los próximos 15 años.
La peste de los
pequeños rumiantes (PPR), es una enfermedad animal viral no zoonótica,
transfronteriza, virulenta, y altamente contagiosa que afecta a los pequeños
rumiantes. Presenta una alta morbilidad (que puede llegar al 90%) y una alta
mortalidad (30-70%) una vez introducido el virus en el rebaño (FAO, 2015).
La PPR fue descrita por
primera vez en 1942 en Costa de Marfil y desde entonces, se ha extendido a
través de la zona Sahelo-sahariana, afectando a más de 76 países en amplias
regiones de África, Oriente Medio y Asia. Estas regiones albergan
aproximadamente 1.900 millones de
cabezas de ganado, ante lo cual, cerca del 80 por ciento de la masa mundial
ovina y caprina podría estar en riesgo de padecer esta devastadora enfermedad.
Según informaciones de la OIE, en 2007 se detectó por primera vez en China y en
2008 en Marruecos. Los últimos antecedentes de su expansión, muestran que ha
sido aislada además en Moldavia el 2009, Bután el 2010, en Argelia en 2011 y en
2012 ha sido descrita en Angola y en las islas Comoras (FAO, 2013; Cêtre-Sossah
et al., 2014; Salami, 2015,). Se estima
que la PPR causa más de 2.000 millones de dólares en pérdidas cada año en las
zonas afectadas, siendo además un factor importante de inseguridad alimentaria
y de medios de existencia para el 70% de las poblaciones más pobres y
vulnerables que dependen de la ganadería en el mundo. Debido a su transmisibilidad,
impacto sanitario y sus consecuencias económicas, la PPR está clasificada como
enfermedad de declaración obligatoria por la OIE conforme a las
condiciones establecidas en el Código
Sanitario para los Animales Terrestres de la OIE. En mayo del 2014, solo 44
países se encontraban libres de esta enfermedad, entre ellos, Chile (OIE/FAO,
2015).
Etiología.
El virus de la peste de los pequeños rumiantes o VPPR es un miembro del género
Morbillivirus de la familia Paramyxoviridae.
Pertenece a la misma familia de la peste bovina (PB), del moquillo canino y el
sarampión en humanos. Se han identificado cuatro linajes filogenéticos (líneas
I- IV) basados en los genes de las proteínas N y F (Shaila et al., 1996; Dhar et al.,
2002; Kwiatek et al., 2007; Albina et al., 2013), de estos linajes, tradicionalmente
se ha considerado que la línea IV se encuentra principalmente en Asia y que las
otras (I, II y III) circularían preferentemente en África. Estudios actuales han demostrado cambios en la
distribución de dichos linajes (Kwiatek et
al., 2011; Albina et al., 2013).
Su semejanza clínica
con la peste Bovina así como la fuerte inmunidad cruzada, durante mucho tiempo
condujeron a considerar a la PPR como una variante del virus de la PB. Sin
embargo, el aislamiento del virus de la PPR en 1962 y los estudios realizados
en 1970 sobre la protección serológica cruzada han permitido concluir que la PB
y la PPR son dos virus distintos, pero muy próximos (Gilbert et al;, 1962, Hamdy et al., 1976, citados por Salami, 2015). De hecho, el VPPR está más estrechamente relacionado con los
virus distemper canino y focino (de la foca), que con los virus del sarampión y
el VPB (Diallo et al., 1994).
El agente infeccioso de
la PPR, se caracteriza por ser un virus envuelto, pleomorfo, cuya tamaño varía
entre 400 a 500 nm y por poseer una sola cadena de ARN simple de polaridad negativa.
Este ARN genómico codifica para 6 proteínas estructurales (N, P, M, F, H, L) y
dos proteínas no estructurales (C y V) que se encuentran en las células
infectadas (Diallo et al., 2002;
Berhe et al., 2003; Minet et al., 2009).
Transmisión.
El virus está presente en las lágrimas, secreciones nasales y expectoraciones,
así como en las heces y la orina de los animales infectados (Abegunde et al,.1977). Por tanto, la enfermedad
se puede transmitir de forma directa por contacto estrecho entre animales,
especialmente por la inhalación de los aerosoles producidos por los estornudos
y toses de los animales infectados. Y de forma indirecta a través de los fómites
como abrevaderos, comederos y las camas de paja, donde el virus puede
sobrevivir hasta 72 horas. Cabe destacar que una de las principales vías de
transmisión es través del movimiento de animales, en especial durante las
migraciones o el comercio (EFSA, 2015).
Sintomatología
y especies afectadas. Afecta principalmente a cabras y
ovejas domésticas, siendo los caprinos y los animales jóvenes los más afectados,
igualmente puede afectar a pequeños rumiantes salvajes (Banyard et al,.2010). Un brote en 1987 en un
zoológico de los Emiratos Árabes Unidos afectó a gacelas, íbices o cabras
salvaje de los Alpes (Capra ibex) y
órices (Oryx gacella), demostrando por la primera vez que la enfermedad afectaba
a otras especies. Posteriormente, se informó de brotes graves en búfalos
susceptibles en 1995 y en gacelas en cautiverio en el 2002. Otras especies,
como los ciervos y parientes silvestres de ovejas y cabras domésticas así como
camellos, también pueden verse afectadas. El período de incubación puede variar
de 2 a 10 días; en la mayoría de los casos, los signos clínicos aparecen entre
2 y 6 días (CFSPI, 2010).
Los signos son
semejantes a los de la peste bovina. La PPR es clásicamente una enfermedad
respiratoria aguda. Se caracteriza clínicamente por una depresión
del animal probablemente relacionada con la fiebre repentina y la pérdida del
apetito. Rápidamente aparece secreción nasal, que se vuelve más espesa y
amarilla y que con frecuencia es tan profusa que forma una costra que bloquea
las narinas causando dificultad respiratoria. Pudiendo presentarse tos húmeda y
productiva. Se menciona además la presencia de secreciones oculares que impiden
la abertura de los parpados. Puede haber inflamación de los tejidos bucales con
formación de úlceras o placas diftéricas en las mucosas: en las encías
inferiores, la almohadilla dental, el paladar duro, los carrillos y la lengua,
4 a 5 días luego del inicio de la enfermedad. Algunos animales presentan una
diarrea profusa, con la consecuente deshidratación y pérdida de peso. La
neumonía es común en las fases ulteriores. Las hembras preñadas pueden presentar
lesiones en la vulva y abortar. (Kulkarni et
al., 1996; Abubakar et al., 2008;
Kull et al., 2008). El pronóstico de
la peste de los pequeños rumiantes es reservado y la muerte puede producirse
entre cinco y diez días después de aparecer la fiebre. Las
tasas de morbilidad y de mortalidad varían considerablemente (30 - 100%) dependiendo
de la especie infectada, la edad del animal, la raza, la prevalencia de agentes
infecciones secundarios y el linaje de la PPR (Zahur et al., 2009; CFSPH, 2010; Kivaria et al., 2013; OIE, 2013; Chowdhury et al., 2014). Existen otras dos formas de presentación de la PPR.
La forma sobreaguda, se observa principalmente en animales jóvenes de más de 3
meses. En el 100% de los casos, los animales mueren 5 días después de comenzada
la enfermedad, incluso antes de la aparición de los signos de bronconeumonía y
de lesiones erosivas necrosantes. Por el contrario, en la forma subaguda, los
signos clínicos son poco marcados o ausentes en algunos casos, pasando casi
inadvertida la enfermedad (Sanz-Alvarez et
al., 2008).
En el examen
post-mortem, la infección por VPPR revela una patología pulmonar significativa,
con parches de congestión en el tejido pulmonar y signos de neumonía. Los animales
afectados, muestran grandes daños a las membranas mucosas del tracto digestivo
y órganos linfoides. El examen inmunohistoquímico muestra que el virus es
principalmente linfotrópico, con compromiso de tejido epitelial en etapas
posteriores de la infección (Pope et al.,
2013).
Diagnóstico.Ante
la necesidad de un diagnóstico diferencial, el diagnóstico clínico debe ser
siempre confirmado por otras pruebas específicas inmunológicas y/o de
aislamiento viral. La identificación del virus o las
pruebas serológicas se efectúan conforme a las indicaciones del Manual de las Pruebas de Diagnóstico y de
las Vacunas para los Animales Terrestres de la OIE.
Identificación del
agente: Para hacer el diagnóstico mediante el aislamiento del virus es
importante tomar las muestras en el momento adecuado, y deberán obtenerse en la
fase aguda de la enfermedad cuando aún son evidentes los signos clínicos. Las
muestras pueden proceder de frotis de secreciones nasales, de las mucosas
bucales y rectales y de sangre no coagulada (OIE, 2004).
Pruebas serológicas: En
las pruebas serológicas empleadas rutinariamente se incluyen la neutralización
vírica (VNT) y la técnica ELISA de competición (ELISA-c). También pueden
utilizarse otras como la contrainmunoelectroforesis (CIE), la prueba de
inmunofluorescencia indirecta (IF) para anticuerpos y la inmunodifusión en gel
de agar (AGID) (OIE, 2004). Todas estas pruebas permiten determinar el estado
serológico para PPR de las especies susceptibles de hacer una seroconversión,
pero no permiten hacer la distinción entre animales vacunas e infectados
(Salami, 2015).
De animales vivos, se
deben recolectar hisopados de las descargas oculares y nasales y los residuos
de lesiones orales; una espátula puede ser frotada en la encía y en el interior
de los labios para tomar muestras de lesiones orales. Para el aislamiento del
virus y el PCR debe colectarse sangre entera no coagulada (heparina o EDTA).
Las muestras de biopsia de los nódulos linfáticos o el bazo, pueden ser útiles.
El diagnóstico
diferencial debe considerar enfermedades como: lengua azul, ectima contagioso,
fiebre aftosa, hidropericarditis (cowdriosis), coccidios, pleuroneumonía
contagiosa caprina (CCPP) o pasterelosis e intoxicación por minerales.
Ante la sospecha de un
caso, la peste de los pequeños rumiantes debe notificarse a la autoridad
sanitaria nacional y a la Organización Mundial de Sanidad Animal.
Tratamiento
y prevención. Cuando la enfermedad aparece en una
zona anteriormente indemne con focos epizoóticos, una identificación rápida del
virus debe ser realizada, a los animales enfermos y aquellos en contacto se les
debe aplicar el sacrificio sanitario, tomando en cuenta medidas de bienestar
animal, sus carcasas deben ser quemadas o enterradas. Deben aplicarse además,
medidas de cuarentenas estrictas y controles de los movimientos animales. La
limpieza y desinfección puede realizarse a través de productos químicos de pH
<4 o="">11 en las zonas contaminadas incluyendo las prendas de vestir y
todo los equipos de la granja. El virus es sensible a la mayoría de los
desinfectantes comunes. Una vacunación peri-focal estratégica de los animales
con alto riesgo puede realizarse seguido de un control de los animales salvajes
y en cautiverio. Cuando la enfermedad reaparece en una zona endémica, el medio
de control más frecuentemente utilizado es la vacunación de urgencia. 4>
Vacunación: Vacunas
homólogas muy eficaces contra la PPR han sido desarrolladas y producidas
principalmente para uso en África, por 12 laboratorios productores de vacunas a
nivel regional (Diallo et al,.1987; Diallo
et al,;2007; Sen et al,.2010). La mayoría, son vacunas vivas atenuadas que pueden inducir
inmunidad protectora para toda la vida en los animales vacunados. Estas vacunas
serán posiblemente certificadas por el African Union Pan-African Veterinary
Vaccine Centre (AU-PANVAC) como centro de Referencia de
control de calidad de vacunas veterinarias. (OIE/FAO, 2015). Sin embargo, nuevas
vacunas están en desarrollo esencialmente para responder a la problemática de
la termo-estabilidad en condiciones tropicales y a la cuestión del marcaje
antigénico de la vacuna para diferenciar los animales enfermos de los animales
vacunados (vacunas DIVA) (Salami, 2015), principalmente para uso durante los
próximos 15 años durante el programa mundial de erradicación de la PPR.
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