Patricio Berríos
Etchegaray
CUREPTO (1948 – 1956)
De Calbuco a Curepto, o desde un pueblito rodeado de mar a otro rodeado de
cerros. Vaya cambio. De los moscardones a los zancudos, de la arena a la greda,
de las grosellas y murtas o murtillas a las zarzamoras. De los bosques de
avellanos a los bosques de pino o eucaliptos; del mar a la erosión y dunas de
arena… De los botes a las carretas y caballos… De los barcos a los trenes...En
fin todo un cambio, la greda con que hacía cacharros me produjo alergia y se
acabó mi vena artística, para que decir el litre alergénico, hasta que aprendí
que hay que saludarlo tres veces y así no pasa nada… Y no llovía nunca. Un día
cayeron unas gotitas de agua, nada que ver con los aguaceros del sur… y salimos
de la casa a ver llover en Curepto…
CUREPTO ... antes del terremoto...
Curepto era bien huaso! De dónde venís le preguntaron a un hombre de los
cerros, de Rapilermo contestó, y adónde vay, a Cureuto, y que llevay ahí,
sandillas, tumates, cirguelas y uraznos, y que vay a hacer en Curepto, voy al
Espital… Cierto, ciertísimo, así hablaban los huasos, no como en Calbuco que lo
hacían cantadito… y en muy buen español…
En esta casa vivímos en Curepto en 1949 (Caupolicán s/n)
En esta casa nació mi hermana Ariela el 20 de abril de 1948. El
chalet lo construyó el Dr Leigh, hermano del colega Leonel Leigh F. Una vez que
lo compró el obispado de Talca nos fuimos a vivir a una casa que compró mi papá
en la calle Mateo de Toro y Zambrano, esquina del estero, casa que ya no existe
porque fue demolida después del terremoto.
Antiguo Hospital de Curepto
En Curepto había tres o cuatro automóviles y dos camiones… y el jeep del
cura norteamericano de los Maricknoll; mi papá se compró un Ford 35
descapotable (convertible) patente XG 371 Ñuñoa (No lo olvido)…en ese autito
aprendí a manejar casi solo, guiado por el maestro Garay. Bueno en
Calbuco sencillamente no había autos ni nada parecido, en aquel entonces…
Un Ford 35 igualito al de mi papá
La antigua micro que hacía el recorrido entre Curepto y Licantén
Recordados amigos de Curepto: Aquiles González, Antonio Concha, Estrellita
Castro, Mario Gajardo, Oriana Gajardo, Gladys Gajardo, Willy Gajardo, Julia
González, Edith González, Kena González, Tegualda Rojas y hermanas, Sila
Barrios y hermanas, Lalo Misle, el Chito Veliz, el Pitío Andrade, Fresia
Flores, los mellizos González, entre otros.
Con mi amigo cureptano Aquiles González (el Quilo) en Castro, 1986.
Ahora recuerdo que lo más parecido a veterinarios eran los mariscales de carabineros, que atendían y herraban a los caballos de carabineros. Y harto que anduve en esos caballos, (mi papá era médico de carabineros). Nunca me caí de esos caballos, pero si en una yegua de gran alzada, corriendo en un fundo, frente al fundo Lora, o sea al otro lado del río Mataquito. Quedé inconsciente con el golpazo y rota la cara…
En Curepto vi matar gallinas apretándoles el cogote contra el brazo, matar cerdos con un cuchillazo en el corazón, y a los pavos de un hachazo en el cogote. Cosas del campo… Un buen día mi papá les aconsejó a unos huasitos que construyeran un pozo para hacer sus necesidades, y ellos contestaron que no porque qué iban a comer las gallinitas… cosas del campo de los ´60.
Tantas carretas chanchas (de rueda chica), tantos bueyes; trillas a yeguas,
carreras de caballo a la chilena… recuerdo el olor a pasto seco en el verano,
la clara agua del estero, y los cerros de la cordillera de la costa típicos… Y
tanta fruta, sandías y uva que no había en Calbuco. Y las flores hermosas de
Calbuco dalias y amapolas, y en Curepto las famosas camelias blancas y rojas!
De mi mamá heredé el amor a las flores, y yo le puse mi amor a las flores
silvestres como el dedal de oro (Scolcia californiana)…
Casa parroquial. Curepto.
Pero… a Curepto sólo lo conocí en vacaciones porque estuve interno en el Liceo de Hombres de Talca, donde terminé mis preparatorias y luego en el Instituto San Martín de Curicó, colegio donde terminé mis humanidades. Estas vivencias estudiantiles fueron fundamentales en mi vida pre universitaria. En esos colegios estuve interno.
En ambos colegios tuve muy buenos profesores, a la antigua los del Liceo, y
muy pero muy eficientes los “mochitos” del Instituto. Por recordar algunos, el
barraco Mariano González, el pelao Carlos Marchant, la zorra Villarroel, el
pichula Navarrete, la Marta Pezoa, monsieur Aguilera, el temblorcito
Norambuena, don Guillermo Solar Cruz, el señor Rubén Valdez Albornoz,
Domingo Huerta, Marcos Fernández Guzmán, “topaze” Gastón Lagos Urbeta,
entre otros. Y el compadre Guerrero.
Nunca he olvidado al pelao Guillermo Vila que murió ahogado en el río Claro, el día de san Carlos en octubre de 1948. Día libre por ser el santo de don Carlos Soto Ayala, rector del liceo!
Edificio Oriente del Internado del Liceo de Hombres de Talca
Puerta de entrada al internado del LHT
Internado LHT. Edificio Poniente
Amigos que recuerdo del internado del LHT: Tomás Laurie Luengo, Abel Segovia y hermanos, Zenón Cornejo Galaz, Hugo Arellano Valdéz, Osmán Pérez Chacón, Federico Araneda Fuentes, Omar Oyarzún Salazar (QEPD), Claudio Morales Bahamondes, Claudio y Mario López, el turco Jadue, Sergio Lutjen Changaroti, Nazary Itech, Jorge Giacaman Bendek, entre otros.
En el internado cantábamos: “Quiero ser del internado, donde la vida es mejor, donde la vida es mejor, en la puerta hay un candado y en la mesa un inspector; los primeros y los quince sábanas hay que cambiar...” Y recitábamos: “Por la pucha, pucha Diego, Diego Portales, Portales Fernández, Fernández Concha, concha de tu madre, madre cordero, Cordero Compañía, Compañía de gas, gas pobre, pobre huevón, ¿tenis un peso que me prestis??”
Como apoderados en el LHT tuve a don Luis Contreras Rueda, Hugo Jara Poblete, y al Dr. Hernán Parraguez. El teniente Contreras me llevaba el día Lunes en bicicleta al internado, no olvido el frío que sentía en las piernas sentado en el manubrio; Don Hugo me compraba todo lo que yo le pedía, no lo olvido; y al Dr Parraguez que me invitaba todos los domingos a su casa donde compartía con su señora, el Chicho Parraguez (QEPD) y la Patricia Parraguez futura pianista!!!!
Durante 4 años viajé en tren de Licantén a Curicó (tren de trocha angosta),
y de Curicó a Talca, y en los últimos años sólo de Curicó a Licantén. Una vez
viajé solo a Santiago en tren, partí en tercera clase de Talca y llegué
Santiago en primera clase. Nadie me dijo nada porque era cabro chico... (Los
asientos eran de madera en la tercera clase que era más barata).
Locomotora del recorrido Curicó a Licantén
Tipico vagón de tercera clase de Ferrocarriles del Estado
Anécdotas de aquella época hay muchas, pero las dejaré para otra oportunidad. Valga recordar que una vez fui elegido representante de mi curso para asistir a un evento en el Liceo de Niñas de Talca, no olvido a las chiquillas con sus hermosos trajecitos, sus bailes y sus actuaciones… En el Instituto fui obligado por mis malas notas en música a ingresar al coro del colegio, lo que hice con gran gusto y con gran mala voz, incluso canté en la catedral de Santiago para un 8 de diciembre (1955) con la suerte que mi mamá que estaba en Santiago, asistió, y se dio cuenta que estaba yo porque según ella, el que desafinaba era su hijo… También recuerdo que en 6° Humanidades los alumnos de todos los cursos me eligieron como el mejor compañero. Una gran cosa para mi!!!
Volviendo a Curepto propiamente tal, recuerdo los velorios que duraban toda
la noche, con comida y trago, y muchos chistes… recuerdo haber visto, cerca de
mi casa, a una güagüita muerta, exhibida en una ventana y muy adornada con
cosas de colores, como un angelito... Ví algunos muertos en la morgue del
Hospital, a donde tenía entrada liberada... Recuerdo a una chiquilla totalmente
azul, muerta por problemas cardíacos y a un ahogado en el río Mataquito que ya
estaba verde…No olvido haber acompañado a mi papá a realizar una autopsia a un
señor enterrado una semana antes. Le abrieron la cabeza y mi papá rápidamente
dictaminó que había muerto por un golpe contundente…la verdad es que todavía no
olvido el hedor que despedía, terrible, espeso…
Un día en que andaba en bicicleta por el pueblo, por la calle Lien, vi un tumulto en una casa y me bajé a ver qué pasaba, se había matado un señor de un balazo en la cabeza y todo estaba disperso, pegado en una pared… en eso estaba, medio espantado, cuando alguien me agarra de un brazo y me echa para afuera, era mi papá que junto al cura y al juez eran los primeros en llegar a constatar este tipo de macabros hechos…
Mi primera comunión. Curepto 12 de febrero de 1950.
En Calbuco era algo parecido, recuerdo en un gran temporal, llegaron a buscar a mi papá para ir a ver un enfermo de una isla vecina, y él tenía sus dudas de embarcarse en un chalupón, pero lo convencieron al decirle que el cura ya estaba en el muelle… Ahora, me han contado que en esos pueblitos de no más de 3.000 habitantes, hay 2 ó 3 médicos, con ambulancia y buenos hospitales, nuevos como el recientemente inaugurado en Curepto… Con buenos Liceos, por lo que me imagino que los cabros no tendrán que ir a estudiar a Curicó o a Talca…
Familia Berríos Etchegaray. Curepto, 1952
Un día me arranqué de mi casa enojado y furioso, caminé unos 4 kilómetros hacia Licantén. No pensaba volver, pero, un camión con gente se paró cerca del puente donde yo estaba, y me subí pero volví a la casa... Algo de gatos, un día, en verdad en la noche, una de las gatas parió en mi cama sobre mis pies... toda una experiencia veterinaria. Otra: teníamos una gatita, la gatita alzada, que mi mamá se la regaló a una viejecita del campo la señora Peta (Petronila) que vivía lejos del pueblo. Echábamos de menos a la gatita alzada tan dulce y bonita, pero brava, hasta que apareció de nuevo en casa, nunca se supo como lo hizo para volver, yo sí lo supe, en camión…
Recuerdo del padre Tomás. Fallecido en Curepto en 1949
Vuelvo al Instituto curicano. Cuando íbamos a jugar fútbol al Estadio La Granja, volvíamos al internado y nos pasábamos a tomar una cerveza al boliche de la Sra. Zenobia que estaba en la esquina enfrente del colegio… o cuando en 6° año íbamos a escuchar música en un Burlitzer que tenía un localcito cercano a la estación de ferrocarriles, por supuesto nos tomábamos 1 ó 2 cervezas, no más, hasta que unas señoras de cierta edad nos acusaron, porque nuestro uniforme nos había delatado como alumnos del Instituto San Martín el colegio más “high” de Curicó…y hasta ahí llegó nuestra incursión por la vida.
Mi apoderado en el ISM fue el guatón Aravena, ex alumno del colegio. A
veces salíamos en bicicleta a las
afueras de Curicó y nos tomábamos unos buenos vasos de chicha con naranja!
Estadio La Granja. Curicó. 1954 (Claudio Quezada, el Quezo; el pollo Juan
Pedro Carrasco y yo el Pato Berríos)
Recordados amigos del ISM fueron: Rodolfo Iglesias (QEPD), Arturo Passi, Claudio Quezada, Juan Camilo (QEPD), Tomás Bravo Cuervo, Patricio Pavéz y hermanos, Carlos Fuentes y hermanos, Guillermo y Pancho Toledo, los hermanos Boetto, Arturo Boetto (QEPD), entre muchos otros.
Buenos profesores los mochitos: los mejores el “palmeras” hermano Pedro Estalisnao, el “micrón” hermano Hilario, el hermano Pascual, el hermano Víctor, el hermano Clemente, el hermano Juan Epifanio, el hermano Antonio, y el hermano Cristóbal, viejito sabihondo; todos ellos exigentes y de primera, realmente eran buenos profesores, todos ellos.
El Hno Hilario Juan Segura, junto al
Padre Hurtado en 1945
Venerable y recordado Hermano Cristóbal (1955)
El grandote Hno Clemente
Seleccionado de ping-pong. ISM. 1955
Seleccionado de basquetbol. ISM 1955.
Equipo de fulbito. ISM 1954
Equipo de fútbol con el Hno Juan de Dios
Patio del colegio ISM
El colegio y su patio
Del edificio del ISM en que estudié no queda nada. Actualmente hay un
edificio moderno, y es un colegio mixto y su director es rectora… ¡Cómo cambian
los tiempos!
Instituto San Martín de Curicó (Viejo edificio que ya
no existe)
No tengo la menor duda que el Bachillerato de
aquel entonces, marcó la transición de mis estudios de las humanidades a los de
Medicina Veterinaria. Tuve mucha suerte en el mentado Bachillerato, en el
sorteo de asignaturas a rendir me tocó francés, zoología y física. Obtuve 29
puntos (29/35) distribuidos de la siguiente manera: un 6 en Comprensión y
Redacción (nunca bajé de 6 en los ensayos), un 5 en historia (no me
acordé de quienes eran Los tres Antonios), un 6 en francés (con un artículo muy
parecido al castellano), un 6 en Zoología (con antiparasitarios y cosas
parecidas que conocía desde Calbuco), y un 6 en Física, en un examen oral en
que pasé a la pizarra muerto de miedo, mi dictaron un problema y yo dije aquí
estoy frito, pero era solamente una sumatoria sobre valores obtenidos por las
leyes de Kirkov o algo así, con la trampita que había que manejar fracciones, y
como yo sabía, obtuve un resultado concordante con el esperado. Con estos 29
puntos salí hasta en el diario La Prensa de Curicó, como los mejores puntajes de
esa temporada junto a Benjamín Rodrigo Mellado En ese mismo año mi papá se trasladó a
Santiago, y yo empecé a estudiar veterinaria en la Chile, lo que en sí mismo es
otra historia… y desde allí inicié realmente la veterinaria y yo!
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