lunes, 9 de enero de 2017

MECANISMOS MOLECULARES DE LA PATOGENIA VIRAL: ESTUDIOS CON EL RUBULAVIRUS PORCINO. Julio Reyes et al 2002

MECANISMOS MOLECULARES DE LA PATOGENIA VIRAL: ESTUDIOS CON EL RUBULAVIRUS PORCINO. Julio Reyes Leyva,1 Gerardo Santos,1 Jesús Hernández,2 Blanca Espinosa,3 María del Tránsito Borraz,1 Humberto Ramírez,3 Verónica Vallejo,1 y Edgar Zenteno4 1 Lab. de Virología, Centro de Investigación Biomédica de Oriente, IMSS, 19 sur 4717 Col. Reforma Agua Azul, 72430 Puebla. 2 Depto. de Nutrición Animal, Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, Hermosillo, Son. 3 Depto. Producción Animal Cerdos, Fac. Medicina Veterinaria y Zootecnia, UNAM 4 Lab. Inmunología, Depto. Bioquímica, Fac. Medicina, UNAM. jreyesleyva@correo.unam.mx

Introducción. Este capítulo discutirá algunos de los principios de la patogenia viral, el proceso completo mediante el cual los virus producen enfermedad. Los términos virulencia y patogenicidad, que describen la capacidad de un virus de producir enfermedad, son considerados algunas veces como sinónimos; sin embargo, la patogenicidad se refiere al tipo de alteraciones producidas por una infección que puede compararse entre virus diferentes, mientras que la virulencia se refiere a la severidad del daño causado por diversas cepas del mismo virus. Por ejemplo, el virus de la rabia es más patogénico que el virus del sarampión, ya que aunque los dos virus infectan sistema nervioso central, las  alteraciones que produce el virus rábico son más dañinas que las producidas por el del sarampión. En relación a la virulencia, también se pueden presentar diferencias notables, por ejemplo, dos cepas del virus rábico inoculadas en el cerebro del ratón pueden causar lesiones neurológicas, ambas son patogénicas; pero sólo 10 viriones de la cepa A pueden matar al ratón, mientras que se requieren 10,000 viriones de la cepa B para producir la muerte. La cepa A es mil veces más virulenta que la cepa B

1 No todos los virus son patógenos. Existen virus que han sido aislados al trabajar con diversas líneas celulares o tejidos, sin que se les demuestre una real capacidad patogénica, como los retrovirus endógenos identificados en células de origen porcino utilizadas para xenotransplantes del cerdo al hombre. Copias del genoma de este virus se encuentran en todas las células porcinas sin que manifiesten alteración aparente. No obstante, se ha logrado replicar experimentalmente a estos virus en líneas celulares humanas lo que sugiere una potencial capacidad patogénica para la especie humana.  No obstante la aparente simplicidad estructural de los virus, una infección viral involucra diversos procesos, algunos de ellos tan simples como las interacciones mediadas por cargas electromagnéticas; otros involucran diversas actividades enzimáticas y otros más pueden llegar a formar complejos sistemas de activación de señales y reguladores genéticos. Ante esta diversidad de eventos el organismo ha desarrollado un complejo sistema de defensa que lo protege de la mayoría de las infecciones virales; sin embargo, los virus son capaces de adaptarse a las adversidades del medio, evadir la respuesta inmune y, a pesar de lo que anteriormente se pensaba, evolucionar para perpetuar su especie. Por lo tanto, abordar el estudio de la patogenia viral equivale a estudiar la suma de los efectos en el hospedero debidos a la replicación viral y a la respuesta inmune. El interés en la patogenia viral se deriva en gran parte del deseo de eliminar enfermedades virales que afectan al hombre, sin embargo, el progreso en el conocimiento de las bases moleculares de la patogenia viral ha venido de estudios experimentales en modelos animales, en los que se utilizan virus estrechamente emparentados, con características patológicas similares. Ya que los animales son organismos complejos, el estudio de la patogenia viral envuelve un amplio rango de tópicos entre los que surgen las siguientes preguntas: ¿cómo ingresan los virus al organismo?, ¿cómo se propagan en el interior?, ¿por qué determinados tejidos son los sitios de replicación viral?, ¿cómo causan daño celular? y ¿cómo participa el sistema inmune en la generación del daño a los tejidos?. Antes de dar respuesta a estas preguntas, nos centraremos en la descripción del que ha sido nuestro modelo de estudio por más de diez años, el Rubulavirus porcino (RVP).

 Los paramixovirus son virus patógenos1 . Los paramixovirus conforman una familia de virus que producen importantes problemas a la salud humana y veterinaria (1). Entre los paramixovirus se encuentran el virus sincitial respiratorio y los virus de parainfluenza, causantes de infecciones de vías Reyes Leyva, Santos, Hernández et al. 2 Los virus con genoma de ARN de cadena negativa tienen su secuencia en sentido opuesto a la secuencia del ARN mensajero, por lo tanto su ARN genómico no puede participar directamente en la traducción y síntesis de proteínas; mientras que los virus de cadena positiva tienen un genoma con el mismo sentido que el ARN mensajero, por lo cual el ARN genómico puede participar directamente en la sínteis de proteínas. 101 respiratorias bajas en niños y animales jóvenes (1,2). Dentro de esta familia también se incluyen virus que producen infecciones neurológicas y sistémicas, como el virus del sarampión, el del moquillo canino, el de la enfermedad de Newcastle aviar y el de la parotiditis humana. El virus de la parotiditis es reconocido por producir inflamación de las glándulas salivales parótidas, sin embargo, en casi la mitad de los casos hay complicaciones neurológicas como meningitis, las cuales pasan desapercibidas o son mal diagnosticadas, pero que causan un importante detrimento a la salud y al desarrollo infantil. En ocasiones, la infección viral puede abarcar el parénquima nervioso produciendo encefalitis, la cual deja graves secuelas nerviosas en los niños afectados. Aunado a esto, el virus de la parotiditis se replica en diversos tejidos linfáticos y glandulares, incluyendo las células beta de los islotes de Langerhans del páncreas, por lo que se le ha asociado con la generación de diabetes y también puede replicarse en células epiteliales y germinativas de órganos reproductivos masculinos causando inflamación testicular y esterilidad en jóvenes pospúberes (3). El virus que utilizaremos como modelo en esta revisión, el Rubulavirus porcino, posee gran similitud estructural y genética con el virus de la parotiditis humana y comparte con él su tropismo tisular y sus características patológicas, ya que también provoca alteraciones en sistema nervioso central de cerdos neonatos y en tejido reproductivo en cerdos adultos; además, es capaz de replicarse en diversos tejidos glandulares y linfáticos, por lo que es un modelo adecuado para estudiar los factores de patogenicidad de los paramixovirus. Estatus taxonómico. La familia Paramyxoviridae (Tabla I) agrupa virus envueltos, cuyo genoma está constituido por una cadena de ácido ribonucleico (ARN) en sentido negativo,2 dividida en seis o siete genes que codifican para un número igual o mayor de proteínas estructurales y no estructurales, incluyendo su propia polimerasa de ARN. Los miembros de esta familia se clasifican en diferentes géneros de acuerdo a sus propiedades estructurales y biológicas, siendo determinante la presencia de las actividades hemaglutinante y neuraminidasa y el grado de similitud de sus secuencias genéticas (4,5). Los paramixovirus son muy variables y llegan a registrar en promedio una mutación por cada diez mil bases durante cada replicación, en contraste con otros organismos cuyos genomas son más estables, como por ejemplo en humanos, donde se registra una mutación por cada mil millones de bases replicadas. Por ello se dice que este tipo de  entidades autorreplicantes (en general los virus de ARN) son los de mayor capacidad mutagénica en la naturaleza (6). Además, son frecuentes las publicaciones que reportan la aparición de variantes o incluso nuevas especies de la familia Paramyxoviridae (7-13). Los virus emergentes, o virus conocidos que resurgen con mayor virulencia, llegan a ocasionar graves problemas de identificación, prevención, tratamiento y eliminación (14). Particularmente en el género Rubulavirus, se han identificado nuevas especies patógenas en diferentes partes del mundo (10-13). En la mayoría de los casos se han aislado virus emergentes que infectan animales domésticos o silvestres (cerdos, aves de corral o murciélagos). Sin embargo, también se han identificado virus causantes de zoonosis, como los recién descubiertos paramixovirus de Hendra (caballos), de Nipah (cerdos) y de Menangle (cerdos), que además de los daños ocasionados a su principal especie hospedera presentaron casos mortales en humanos que estuvieron en contacto con los animales infectados (15).
Tabla I. Organización Taxonómica de la Familia Paramyxoviridae. Subfamilia Género Patógenos Importantes Paramyxovirinae Respirovirus V. Parainfluenza 1, 3; V. Sendai Rubulavirus V. Parotiditis, Rubulavirus Porcino V. Parainfluenza 2, 4; V. Enf. de Newcastle Nuevo género1 V. Hendra, V. Nipah Morbillivirus V. Sarampión, V. Moquillo Canino Pneumovirinae Pneumovirus V. Sincitial Respiratorio Metapneumovirus V. de Rinotraqueitis del Pavo2

Esta familia viral está formada por patógenos conocidos y por nuevas variantes virulentas. 1 Género aún no determinado, todos ellos son virus emergentes causantes de zoonosis. 2 Recientemente se identificaron variantes de este virus que producen zoonosis. Tabla construida a partir de las referencias 4, 5, 13 y 15. Estructura viral. Los rubulavirus están constituídos por seis proteínas estructurales (16): la nucleoproteína (NP), la fosfoproteína (P) y la proteína de alto peso molecular (L), se encuentran asociadas al genoma viral; mientras que la proteína de matriz (M) y dos glicoproteínas, la hemaglutinina-neuraminidasa (HN) y las glicoproteínas de fusión (F1 y Reyes Leyva, Santos, Hernández et al. 103 HN F M L P NP F2) se localizan en la membrana viral. En la Figura 1 puede observarse la estructura de un virión típico de rubulavirus. Las glicoproteínas HN y F son transmembranales y su mayor parte se encuentra expuesta al exterior del virión, dejando un pequeño segmento intraviral que hace contacto con la proteína M, que se ubica en la parte interna de la membrana. Las unidades de NP se unen mediante interacciones hidrofóbicas al ARN genómico para dar origen a la nucleocápside; cada NP se enlaza a seis nucleótidos inmediatamente después de la síntesis del ARN genómico y no se separan durante la replicación ni la transcripción, así que a diferencia de los virus de ARN positivo, el genoma de los virus de ARN negativo nunca se encuentra desnudo. Esto último es muy importante para la sobrevivencia de los virus dentro de la célula porque ésta posee diversos mecanismos para eliminar las moléculas de ARN de cadena sencilla que se encuentren en el citoplasma (1). A la nucleocápside se asocian cerca de 50 complejos con actividad de ARN polimerasa. Cada uno de ellos está formado por 3 unidades de proteína P (P3) y una unidad de proteína L, esta última actúa como componente catalítico de la polimerasa y posee otras actividades relacionadas con la transcripción y replicación del genoma viral (1,17). Otras dos proteínas, V y C, se han identificado en las células infectadas pero no forman parte de la estructura del virión; éstas son codificadas por el genoma viral y se sintetizan al editarse el gen P (18). Al parecer estas proteínas participan en la regulación de la transcripción y la replicación viral. Figura 1. Esquema del Rubulavirus porcino y sus proteínas estructurales. En la membrana se encuentran las glicoproteínas HN y F, en la parte interna de la misma se ubica la proteína de matriz M. Íntimamente ligada a la cadena de ARN se encuentran las nucleoproteínas (NP) que conforman la nucleocápside helicoidal y las proteínas P y L que constituyen el complejo con actividad polimerasa del virus (de acuerdo con los datos de las referencias 1, 4, 16 y 19). 104 Ciclo biológico. El ciclo biológico de los rubulavirus incluye las fases de reconocimiento, adsorción a la superficie celular, fusión de membranas, penetración a la célula, desnudamiento, transcripción, replicación del genoma, ensamble y liberación de viriones (Figura 2). La partícula viral se adsorbe a la membrana de la célula por medio de la proteína HN, que reconoce un receptor específico, generalmente glicosilado. Un cambio conformacional de la HN activa la proteína F, que expone un dominio altamente hidrofóbico mediante el cual fusiona las membranas celular y viral. Este evento ocurre en la superficie celular y a pH neutro, por lo que es independiente de enzimas lisosomales, como ocurre en otros virus. La integración de la membrana viral al sistema de membranas celulares provoca la liberación de la nucleocápside en el citoplasma. Ya que el virión trae integrada su propia polimerasa, al liberarse el ARN viral se sintetiza una copia completa del genoma en sentido positivo que servirá de molde para los nuevos genomas, y por otro lado, se inicia la síntesis de los ARN mensajeros que codifican cada una de las proteínas virales. Los productos de la traducción se dirigen al sitio de ensamble, en donde las proteínas NP, P y L son acopladas al ARN recién sintetizado y la proteína M se acumula en la parte interna de la membrana celular. Las glicoproteínas HN y F que fueron sintetizadas en el retículo endoplásmico, son modificadas en el aparato de Golgi y posteriormente expresadas en la cara externa de la membrana, en sitios de contacto estrecho con la proteína M. La afinidad de las proteínas de la nucleocápside, NP, con la proteína M y de ésta con las glicoproteínas es determinante para el ensamble del virión, que es liberado de la célula por exocitosis (1). La replicación de los rubulavirus se realiza totalmente en el citoplasma, por lo cual se forman aglomerados de nucleocápsides que se observan como grandes inclusiones citoplasmáticas en las células infectadas (20). El material genético viral también puede pasar directamente de una célula infectada a una célula vecina sin que haya necesidad de que se libere la partícula viral, esto es debido al proceso de fusión de membranas celulares realizado por las proteínas HN y F. De esta manera se originan las células gigantes multinucleadas o sincitios (Figura 3) características de las infecciones por paramixovirus (1). Enfermedad del ojo azul. El Rubulavirus porcino es un virus emergente de importancia veterinaria que es responsable de la enfermedad del ojo azul de los cerdos. Este padecimiento consiste en alteraciones neurológicas, respiratorias y reproductivas, acompañadas en 1 a 10% de los casos por opacidad de la córnea (21). La identificación inicial de la enfermedad se realizó en 1980, en granjas porcinas de La Piedad, Michoacán. A partir de ahí el padecimiento se difundió rápidamente a otros poblados en Michoacán, Guanajuato y Jalisco, lugares que hoy persisten como focos de infección (22). Reyes Leyva, Santos, Hernández et al. 105 Señal de inicio de la transcripción Señal de terminación de la transcripción V / I / P C C V G Tercer marco de lectura ARNm editado por adición de una guanina no codificada Proteína I (304 aa) GG Sitio de edición Cuarto marco de lectura ARNm editado por adición de dos guaninas no codificadas Proteína P (404 aa) Segundo marco de lectura Proteína C (126 aa) Puede leerse en cualquiera de los tres ARNm Primer marco de lectura ARNm no editado Proteína V (298 aa) Gen P Cuadro 1. Edición genética. Algunos paramixovirus sufren un proceso de edición genética durante su transcripción. En el rubulavirus porcino este proceso ocurre en el gen P, que contiene dos marcos de lectura abiertos, uno codifica la proteína V y el otro codifica la proteína C. Sin embargo, al editarse pueden aparecer otros dos marcos de lectura más. En este proceso la polimerasa puede incorporar en un sitio específico una guanina (G) no codificada, haciendo que el marco de lectura termine antes que el de la proteína V, dando origen a la proteína I. La polimerasa también puede insertar dos guaninas (GG) originando un marco de lectura de mayor tamaño que codifica la proteína P. La proteína C puede ser traducida de cualquiera de los tres ARNm, ya sea el no editado, que da origen a la proteína V, o bien, de los ARNm editados que codifican para las proteínas I o P.

 INTERACCIÓN HN- RECEPTOR ENTRE CÉLULAS VECINAS TRANSCRIPCIÓN TRANSCRIPCIÓN Figura 2. Ciclo biológico de los rubulavirus. Los detalles se explican en el texto. Esquema modificado de la Ref. (1). Reyes Leyva, Santos, Hernández et al. 107 A B Figura 3. Efecto citopático producido por el Rubulavirus porcino en células de riñón de mono verde africano Vero. En los cultivos no infectados se observa una monocapa celular confluente (A). En los cultivos infectados se observa la formación de sincitios o células gigantes multinucleadas (B); nótese la aglomeración de núcleos dentro de un solo citoplasma resultado de la fusión de membranas. La etiología de la enfermedad del ojo azul fue demostrada por Stephano y colaboradores, quienes aislaron un virus hemaglutinante con morfología similar a los paramixovirus, a partir del tejido cerebral de lechones. Este virus denominado paramixovirus del ojo azul (POA), reprodujo el característico cuadro de lesiones neurológicas y respiratorias con opacidad corneal en cerdos lactantes menores de 20 días de edad, infectados por vía intranasal (21). Moreno-López y colaboradores reportaron el aislamiento de otro virus, a partir del cerebro de lechones con meningoencefalitis, al que llamaron virus de La Piedad, Michoacán (LPM). Este virus mostró actividades hemaglutinante, hemolítica, de neuraminidasa (sialidasa) y formadora de sincitios en cultivos celulares y reprodujo las alteraciones neurológicas en lechones y ratones infectados intracerebralmente (23). Al analizar sus propiedades demostraron también que los viriones contienen una nucleocápside helicoidal, constituída por ARN de cadena sencilla negativa, la cual está protegida por una membrana lipoproteica de origen celular. Análisis posteriores de las secuencias genéticas mostraron que el agente de la enfermedad del ojo azul presenta un elevado porcentaje de identidad en secuencias génicas y peptídicas con los virus de la parotiditis humana, de parainfluenza 2 y 4, de Newcastle aviar y el virus símico 5 (18,19), razón por la cual fue clasificado en el género Rubulavirus (4). 2) 108 Variantes clínicas en infecciones por rubulavirus. Los primeros reportes de la enfermedad del ojo azul describieron esencialmente cuadros de meningoencefalitis en cerdos lactantes menores de 1 mes de edad; la morbilidad fue del 20% y la mortalidad cercana al 90%. Los cerdos de mayor edad presentaron una morbilidad del 1-4%, con una mortalidad casi nula; las hembras gestantes infectadas mostraron índices altos de infertilidad, con abortos y mortinatos, pero sin otros signos clínicos ni lesiones aparentes (21). La falta de signos clínicos en los cerdos machos adultos, hizo pensar que éstos eran refractarios a la infección. A partir de 1983, se incrementó notablemente la identificación de cerdos de 3-4 meses de edad con opacidad corneal y signos de lesión neurológica, como parálisis del tren posterior e incoordinación motriz. La morbilidad y mortalidad de los animales de estas edades aumentaron hasta alcanzar el 30 y 20%, respectivamente. Desde 1988, se identificaron brotes de la infección en granjas reproductoras, las cuales sufrieron un drástico incremento en los índices de Cuadro 2. Identidad genética. El porcentaje de identidad entre los miembros del género Rubulavirus varía dependiendo de los genes analizados, por ejemplo el gen de la glicoproteína de adherencia (HN) muestra una identidad del 32-46%, un valor similar se observa en el gen de la proteína de matriz (M), 25-46%, pero puede ser mayor al 50% en el gen L. En la mayoría de los genes analizados, el rubulavirus porcino presenta los mayores porcentajes de identidad con el virus de la parotiditis humana. Porcentaje de identidad genética de los Rubulavirus con otros Paramixovirus. HN/H/G M L P2 V2 Rubulavirus1 32-46 25-46 33-76 31-43 49-60 Respirovirus 25-28 17-26 24-28 <20 -="" .="" 0.05="" 0.1="" 012345="" 0="" 1003="" 100="" 109="" 10="" 111="" 112="" 113="" 115="" 12.5="" 14-23="" 15-21="" 16="" 18-23="" 18="" 19.="" 1="" 200="" 20="" 21-25="" 23-27="" 25="" 26="" 28="" 2="" 3.="" 30="" 31="" 32="" 33.2="" 33.4="" 35="" 36="" 37542="" 38="" 3="" 4.="" 40="" 41="" 43="" 46="" 49="" 4="" 5.="" 50="" 51="" 52.8="" 53.7="" 56.3="" 56="" 5="" 6.0="" 60="" 6="" 70="" 80="" 9-o-acetilados="" 9-oacetilados.="" 90="" a="" abla="" abundantemente.="" abundantemente="" abundantes="" acci="" acido="" actividad="" acuerdo="" adem="" adherirse="" adir="" adsorci="" adultas.="" adultos="" afectar="" africano="" aglutinante="" aglutinina="" agruparlos="" ah="" aislamiento="" al.="" al="" alactosa="" alfa="" alg="" alguna="" alisco="" alteraciones="" alterarse="" alto="" amos="" amurensis="" an="" analizar="" animal="" animales="" ant="" anteriores="" antes="" anticuerpos="" aparato="" aquellas="" as="" asociado="" aspiraci="" atrapada="" atravesando="" atrofia="" aumenta="" aumentando="" aunado="" aunque="" az="" azul.="" b="" bacteriano="" barrera="" bioqu="" bovina.="" bronquios="" brotes="" buena="" bulbo="" bulo="" buscar="" c.="" c="" cabo="" cambio="" cambios="" capaces="" car="" carbohidrato="" carbohidratos.="" carbohidratos="" carbono="" cares="" casi="" caso="" casos="" cavidad="" celular="" celulares.="" celulares="" central="" cerdo="" cerdos="" cerebelo="" cerebral="" cholerae="" cida="" cido="" cidos="" citot="" clostridium="" cnicas="" co="" colaboradores="" comenzamos="" como="" comparaci="" comparativo="" competencia="" competir="" componente="" compuesto="" con="" concanavalina="" concentraci="" conducci="" conductos="" condujo="" confirmamos="" confirmar="" conjunto="" conoce="" consecuencia="" conservadas="" consisti="" consistieron="" contaminadas="" contenido="" contienen="" contraste="" convirti="" corneal="" correlaci="" corresponde="" corta="" corte="" cortes="" corteza="" cuadro="" cuales="" cuando="" cula="" culas="" culo="" culos="" cultivos="" curiosamente="" d-fucosa="" d-galactosa="" d-galactosamina="" d-glucosa="" d-manosa="" d-manosamina="" dato="" datos="" de="" debido="" del="" demostr="" demostrar="" denominados="" depositan="" desde="" desializada="" desoximanojirimicina="" desoxinojirimicina="" despu="" detalles="" detecci="" determina="" determinada="" determinado.="" determinados="" determinamos="" determinan="" determinante="" dexametasona.="" dexametasona="" dglucosamina="" dicas="" dico="" diferentes="" dimo="" directa="" directamente="" dirigida="" disac="" disemina="" disminuye="" disminuyendo="" diversas="" diversos="" dmm="" dmn="" dolicol="" donde="" dos="" dula="" durante="" dxm="" e="" efectos="" el="" eliminadas="" eliminamos="" eliminar="" eliminen="" ello="" ellos="" en="" encef="" encontr="" encontramos="" encontrar="" encubriendo="" endopl="" enf.="" enfermedad="" 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hemaglutinina-neuraminidasa="" hemaglutininas="" hematoencef="" hembras="" hern="" hicimos="" hip="" hipocampo.="" hipocampo="" histol="" hn.="" hn="" hora="" hospederos="" humana="" humanas="" i="" ichoac="" ideas="" identidad="" identific="" identificar="" identificaron="" iga="" igg="" igm="" igura="" ii.="" ii="" iii.="" iii="" importante="" imprescindible="" in="" incompletas="" increment="" incrementa="" incremento="" incuba="" incubar="" indican="" individuo="" induce="" infecci="" infecciones="" infecta="" infectados="" infectar="" infectara="" infectividad="" inferiores.="" infertilidad="" inflamaci="" ingresa="" ingresan="" ingreso="" inhibe="" inhibici="" inhibidores="" inhibieron="" inhibir="" inhibitoria2="" inhibitoria="" inicial="" inmunohistoqu="" inmunoprivilegiados="" inspiraci="" interact="" interfieren="" interior="" involucradas="" irreversible="" is="" iv="" j="" juegan="" l-="" l="" la="" lactantes.="" lactantes="" lactosa="" lamo="" las="" le="" lechones="" 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Tabla IV. Identificación de ácidos siálicos y antígeno viral en tejidos porcinos Neonatos Adultos Antígeno RVP1 RVP2 Ac. Siálico Reconocido NeuAc α2,3Gal NeuAc α2,6Gal NeuAc α2,3Gal NeuAc α2,6Gal Sistema Nervioso Central Bulbo olfatorio +++ 3 0 - 0 3 Corteza lóbulo piriforme +++ 3 0 - 0 2 Corteza cerebral + 3 0 - 2 3 Hipocampo ++ 2 1 - 2 3 Tálamo ++ 3 1 - 1 2 Tallo cerebral +++ 1 2 - 1 2 Cerebelo ++ 2 2 - 1 3 Sistema Respiratorio Mucosa nasal +++ 3 3 ++ 3 2 Tráquea ++ 2 2 ++ 2 2 Bronquios +++ 2 2 +++ 2 2 Pulmón +++ 3 2 +++ 3 2 Aparato reproductor Testículos - 2 2 ++ 3 2 Epidídimo - 1 0 +++ 3 1 Sistema linfático Amígdalas +++ 3 2 ++ 3 2 Nódulos linfáticos + 1 1 +++ 3 3 La histoquímica en cortes de tejidos porcinos fue realizada utilizando lectinas conjugadas a biotina y técnicas de amplificación con biotinil-tiramida (33). Las lectinas y su especificidad por azúcares fueron Maackia amurensis (MAA, Neu5Acα2,3Gal) y Sambucus nigra (SNA, Neu5Acα2,6Gal). La unión de las lectinas fue evaluada como sigue: 0, ausente; 1, baja reacción observada en células dispersas; 2, mediana reacción, presente en menos de la mitad del corte histológico y 3, alta intensidad, observada homogéneamente en todo un tejido. En la identificación de antígeno o aislamiento viral (RVP): +, indica raramente encontrado; ++, regularmente encontrado; +++, encontrado frecuentemente y en abundancia. Tabla elaborada en base a los datos publicados en (33). 1 En cerdos neonatos infectados con las cepas LPM, POA o PAC3 (ref. 20,25,34). 2 En cerdos adultos infectados con la cepa PAC3 (Ref. 27,29,34). ND: no determinado. El estudio de las historias clínicas y los datos patológicos relacionados con cada aislamiento, permitió definir tres grupos virales de acuerdo a las alteraciones observadas y a la edad de la población más afectada. En el primer grupo quedan los virus LPM, POA y POA-2, con alteraciones neurológicas presentadas exclusivamente en lechones; en el segundo grupo los virus PAC1, PAC4, y PAC5, con alteraciones neurológicas y alta mortalidad en lechones, presentación de alteraciones neurológicas en cerdos de 3-4 meses y reproductivas en los machos adultos; y en el tercer grupo los virus PAC2 y PAC3, como causantes de problemas reproductivos en adultos y manifestaciones neurológicas escasas en los lechones (Tabla V). Todos los virus aislados hasta ahora producen un cuadro similar de alteraciones respiratorias y nerviosas en cerdos neonatos infectados experimentalmente. Sin embargo, los virus PAC1, PAC4 y PAC5 son más virulentos ya que fueron aislados de brotes de la enfermedad con alta mortalidad y el virus PAC1 produjo la muerte de lechones infectados experimentalmente en menos días que los virus LPM, POA y PAC3 (34). Estudio de la variabilidad viral. Al conocer la existencia de variantes del Rubulavirus porcino decidimos estudiar sus propiedades para buscar factores inherentes a cada virus que pudieran explicar los cambios en las características patológicas descritas. Al realizar un seguimiento de la infección de cultivos celulares con las cepas LPM, PAC1 y PAC3, pertenecientes a cada una de las variantes patogénicas del Rubulavirus porcino, observamos que el virus PAC3 emerge de la célula hospedera antes que las otras dos cepas. Este virus además mostró mayor actividad enzimática y un nivel elevado de destrucción celular (citólisis). En este aspecto parece ser que, por lo menos in vitro, la cepa PAC3 es más virulenta que las otras dos, es liberada más rápidamente de la célula y probablemente por ello puede dispersarse con mayor facilidad en busca de otras células (35). Sin embargo, ensayos simultáneos de hemaglutinación, hemoelución y hemólisis, que indican respectivamente el grado de reconocimiento y adherencia al receptor celular, la eliminación del receptor celular (por la actividad neuraminidasa) y la capacidad de fusión y penetración celular, confirmaron que la cepa PAC3 posee mayor actividad neuraminidasa que la cepa LPM, pero también mostraron que la cepa PAC1 (al igual que las cepas PAC4 y PAC5) poseen una elevada actividad hemolítica, reflejo de la actividad de su proteína de fusión. Esto sugiere que la mayor virulencia in vivo de las nuevas cepas virales está más asociada a la proteína de fusión que a la proteína de adherencia y que el efecto citolítico observado in vitro en la cepa PAC3 está asociado con la actividad neuraminidasa que le permite al virus liberarse de la célula. Reyes Leyva, Santos, Hernández et al. 117 Tabla V. Alteraciones presentadas en los brotes de Rubulavirus porcino. Grupo 1 Grupo 2 Grupo 3 Sistema afectado1 POA2 LPM3 POA-2 PAC1 PAC4 PAC5 PAC2 PAC3 Michoacán 1980 Michoacán 1984 Puebla 1988 Michoacán 1990 Michoacán 1993 Texcoco 1994 Jalisco 1990 Jalisco 1992 Lactantes4 Nervioso ++ ++ ++ ++ ++ ++ + + Respiratorio ++ ++ ++ ++ ++ ++ + + 3-4 meses Nervioso - - - ++ ++ ++ - - Respiratorio + + + ++ ++ + - - Adultos5 Nervioso - - - - - - -- Respiratorio - - - + + + -- Reproductor Masculino - - - ++ ++ ++ ++ ++ Femenino + + + + + ++ ++ ++ + significa que el signo fue observado. ++ significa que el signo se presentó en abundancia, - significa que el signo no fue observado. 1 Conjunto de signos clínicos observados durante el aislamiento de cada cepa viral, los detalles clínicos se dan en el texto. 2 Datos publicados (Ref. 20) 3 El virus LPM fue aislado de la misma zona donde se aisló el POA, pero no se tienen los datos clínicos exactos de la granja donde se presentó el brote por este virus. 4 Cerdos menores de 1 mes de edad. 5 En este trabajo se consideran cerdos adultos a animales de más de 9 meses de edad que son maduros sexualmente. Nuestros estudios se centraron entonces en la glicoproteína HN, responsable del reconocimiento de receptores celulares y de la actividad neuraminidasa. Para esto se realizó la purificación de una forma activa de esta proteína en las cepas LPM, PAC1 y PAC3; y se realizaron ensayos de hemaglutinación y de competencia con azúcares. Aunque la proteína HN del virus PAC3 mostró una actividad hemaglutinante 1.5 y 2 veces más alta que los virus PAC1 y LPM, los ensayos de competencia realizados mostraron que las tres cepas tenían la misma especificidad, es decir, que todas reconocen residuos de ácido siálico unido en enlace α2,3 a galactosa (35). Algún otro factor debería estar involucrado en los cambios en la patogenicidad y virulencia viral. Al estudiar la actividad enzimática de la glicoproteína HN, encontramos que la cepa PAC3 presentaba 2 y 3 veces más actividad de neuraminidasa (Vmax) que PAC1 y LPM, respectivamente. Sin embargo, la afinidad por los sustratos (Km) fue similar y la especificidad por sialil(α2,3)lactosa y una proteína sialilada, fetuína, fue la misma en las tres cepas. Ninguna de las neuraminidasas hidrolizó los azúcares sialil(α2,6)lactosa, ni la caseína equina que tiene un alto contenido de ácidos neuramínicos O-acetilados (36). ¿Es la neuraminidasa un factor de virulencia? En estudios realizados con el virus de influenza humana tipo A, cuyas propiedades biológicas son similares a las de los rubulavirus, se ha observado que una mutante con baja actividad de neuraminidasa produce en ratones una infección más benigna que la observada con la cepa silvestre, la cual posee una actividad enzimática mayor (37). Estos datos sugieren que la neuraminidasa podría jugar un papel en la virulencia de estos virus. Se ha postulado que una de las funciones de la neuraminidasa es la de favorecer la salida de los viriones de la célula (38-40), así como evitar la autoagregación de los mismos cuando han sido liberados al exterior (1, 41). Respecto de la primera propuesta, un virión con baja actividad neuraminidasa se quedaría anclado en la membrana celular mucho más tiempo que un virión con una mayor actividad enzimática. Esto último puede ser extrapolado a la infección de cultivos celulares con las cepas del Rubulavirus porcino. Si consideramos que el virus PAC3 posee mayor actividad enzimática, sería lógico pensar que será liberado al medio antes que las otras dos cepas. En apoyo a esto se ha detectado la liberación del virus PAC3 a partir de las 12 horas pos-inoculación (hpi), mientras que las otras dos cepas tardan más de 24 h en ser identificadas en el medio de cultivo de las células infectadas. Un indicio más de la rápida liberación de los viriones es la lisis celular que se presenta en las células infectadas con PAC3, incluso antes de que se puedan observar sincitios. Esto sucede igualmente a las 12 hpi y se va incrementando con el transcurso de la infección, llegando a una lisis total del cultivo a las 72 hpi, mucho antes que las otras dos cepas (35). Estos datos sugieren que el virus, al ser liberado más fácilmente de la célula, puede migrar a otros sitios y provocar una infección más diseminada, aunque no necesariamente con mayor potencial de daño a los tejidos, como ocurre en los animales infectados por el virus PAC3. Por otro lado, se ha reportado que un virus con baja actividad de neuraminidasa, se puede diseminar de célula a célula por el proceso de fusión de membranas, mientras que un virus con mayor actividad de neuraminidasa no se disemina de esta manera porque la misma enzima degrada al receptor en la célula vecina y no pueden fusionarse sus membranas. Esto apoya nuestros resultados, ya que los virus con menor actividad enzimática LPM y PAC1, producen mayor número de sincitios. Extrapolando a manera de hipótesis a la infección en el organismo, un virus con baja actividad de neuraminidasa podría tener el tiempo suficiente para adherirse a la mucosa nasal y pasar por fusión al SNC, como lo hace el virus LPM. La combinación de un gran potencial fusionante y enzimático en el virus PAC1, tal vez sea responsable del incremento en la virulencia de esta cepa, que no sólo daña más el SNC de cerdos neonatos, sino que logra infectar Reyes Leyva, Santos, Hernández et al. 119 también el SNC de cerdos de 3-4 meses de edad (33). Por su parte el virus PAC3 tiene una actividad enzimática tan alta (y una actividad fusionante tan baja) que no siempre puede permanecer adherido al epitelio de la mucosa nasal el tiempo suficiente para asegurar un infección eficiente en la mucosa olfatoria y de ahí pasar al SNC, por lo que es arrastrado por la corriente aérea hacia otros sitios para producir una infección sistémica. ¿Puede la neuraminidasa inducir muerte celular? De acuerdo con nuevos hallazgos en el virus de la influenza A, la neuraminidasa es un factor esencial en el daño que se presenta en las células infectadas, ya que comparando dos cepas distintas, se observó que la cepa con mayor actividad indujo en cultivos celulares un mayor número de células apoptóticas. Dicho proceso parece ser desencadenado por la eliminación de un residuo de ácido siálico en el factor de crecimiento tumoral β (FCTb), lo que activa una serie de eventos que culminan con la lisis celular a través de apoptosis. Un evento similar ocurre en linfocitos: ciertas neuraminidasas, al eliminar los residuos de ácido siálico, exponen residuos de galactosa que son reconocidos por galectinas transmembranales que inducen una cascada de señales que culminan en apoptosis. Estos datos son importantes porque sugieren que el mayor daño a las células, observado en la infección de cultivos celulares con el virus PAC3, no es causado esencialmente por la replicación viral sino por el proceso apoptótico, desencadenado entre otros factores, por la neuraminidasa viral (42, 43). ¿Cómo responde el organismo a la infección viral? Como mencionamos al principio de este trabajo, la patogenia viral no sólo abarca el estudio del daño ocasionado directamente por la replicación viral. También debe incluir la participación de la respuesta inmune en el establecimiento de un estado de resistencia a la infección, su participación en la producción de factores que controlen la diseminación y la replicación viral y el papel que juegue esta respuesta en la generación del daño a los tejidos. Los anticuerpos y los linfocitos T son los principales sistemas efectores para resolver la infección viral. Los anticuerpos pueden reconocer virus en forma libre o células infectadas por virus. Ellos controlan las infecciones neutralizando las partículas virales o produciendo la muerte de las células infectadas a través del proceso de citotoxicidad mediada por anticuerpos realizada por el sistema del complemento o por células citotóxicas. Las proteínas importantes en estos procesos son las proteínas de la superficie viral y aunque se producen anticuerpos contra componentes internos del virión, éstos no son importantes en la neutralización de la infección. Cambios en la estructura o en la expresión de las proteínas de superficie pueden ser mecanismos importantes mediante los cuales los virus evaden el reconocimiento y la eliminación por anticuerpos. En contraste con los anticuerpos, los linfocitos T sólo pueden reconocer al antígeno en asociación con moléculas del complejo principal de histocompatibilidad (MHC), que se expresan en la superficie de macrófagos y otras células especializadas en la presentación de antígenos. Una importante consecuencia de este modo de reconocimiento es que los linfocitos T no pueden reconocer virus libres, y su actividad antiviral está confinada a las células infectadas. El mecanismo primario utilizado por los linfocitos T CD8+ para controlar la infección viral es eliminar a las células infectadas. Las células CD8+ también controlan el crecimiento viral produciendo citocinas antivirales como el interferón gamma y el factor de necrosis tumoral, que interfieren con la replicación viral. Los linfocitos T CD4+ juegan un papel central en la inmunidad antiviral pues participan en el control de la infección por medio de diversos mecanismos. Ellos producen proteínas con actividad antiviral, están involucrados en la activación y reclutamiento de macrófagos y ayudan, mediante la síntesis de citocinas, en la producción de anticuerpos y en la respuesta citotóxica mediada por linfocitos T CD8+ (44). La respuesta humoral contra el Rubulavirus porcino se inicia con la producción de anticuerpos desde la primera semana posinfección. Durante las primeras 4 semanas los títulos se incrementan entre 4 y 6 log2 (unidades logarítmicas en base 2) y a partir de la quinta semana llegan a incrementarse hasta 8.5 unidades logarítmicas (28). En la infección natural se han encontrado anticuerpos hasta 18 meses después de presentados los signos clínicos de la enfermedad (21). La inmunidad humoral es de gran importancia en el control de la diseminación sistémica de la infección ya que títulos elevados de anticuerpos coinciden con la desaparición de la viremia (27). Los anticuerpos generados están dirigidos principalmente contra la proteína HN y son capaces de inhibir la hemaglutinación y neutralizar la infección viral (28). Los anticuerpos contra el Rubulavirus porcino pueden ser inducidos utilizando como antígeno virus inactivado con formalina y esta inmunidad puede transmitirse de la madre a los hijos al vacunar a cerdas en gestación. Los anticuerpos adquiridos pasivamente de la madre, a través de la placenta o al consumir el calostro y la leche, logran controlar la infección y reducir los índices de morbilidad y mortalidad en los lechones nacidos de cerdas vacunadas (45). Ensayos in vitro muestran que los anticuerpos específicos contra el Rubulavirus porcino o contra determinantes antigénicos de la proteína HN poseen actividad neutralizante (46). No obstante estos resultados alentadores, hasta el momento no se ha logrado producir una vacuna que sea lo suficientemente efectiva para controlar la infección en el campo. Al respecto, en el laboratorio hemos encontrado que las diferentes cepas del rubulavirus que circulan en la población porcina poseen diferencias antigénicas (Figura 6) que les permiten evadir la respuesta inducida por algún otro serotipo viral (34). El primer cambio que se observa en la respuesta inmune celular después de la infección con Rubulavirus porcino es un aumento en el número de linfocitos T citotóxicos (CD8+). Esto ocurre durante la primera semana, demostrando la importancia de estas células en el control de la infección. Un evento intrigante es una notable reducción en el número de linfocitos CD4+ que ocurre en la tercera semana posinfección. Este fenómeno puede estar ligado a dos eventos: por un lado, las células específicas para antígenos virales son reclutadas a los tejidos infectados para participar en el control de la infección. Reyes Leyva, Santos, Hernández et al. 121 Esto es sugerido por la abundancia de linfocitos y monocitos observados en los tejidos infectados (29). Por otra parte, se ha demostrado que los linfocitos CD4+ estimulados por el virus se transforman en linfocitos CD4+CD8+. Los estudios realizados demuestran que esta población de linfocitos T responden de manera específica al virus para convertirse en células de memoria productoras de citocinas de tipo 2 (principalmente interleucina 10), las Anticuerpos perforinas célula infectada citocinas citocinas Tc TH1 TH2 B célula no infectada NK 1 2 3 4 7 6 5 Cuadro 4. Respuesta Inmune Antiviral. El sistema inmune está formado por diferentes tipos de linfocitos que participan en el control de la infección viral. Los linfocitos B se especializan en la producción de inmunoglobulinas o anticuerpos que al reconocer a los virus libres (1) evitan que se adhieran a la célula y por lo tanto neutralizan la infección viral (2). Al reconocer antígenos virales en las superficies de células infectadas (3), promueven la actividad citolítica (4) de células asesinas naturales (NK, natural killers). Los linfocitos T se encargan de la inmunidad mediada por células y se dividen en linfocitos T cooperadores (CD4+ o TH) y linfocitos T citotóxicos (CD8+ o TC). Los linfocitos TC CD8+ producen sustancias citotóxicas (perforinas) que destruyen la membrana de las células infectadas por virus (5). Los linfocitos TH CD4+ organizan las actividades de las demás células inmunes para producir una respuesta inmune adecuada a cada antígeno; esto lo logran mediante la liberación de mediadores químicos llamados citocinas, que modifican el estado de actividad de las otras células. A su vez los linfocitos T CD4+ se subdividen en Linfocitos TH1 (cooperadores 1) y TH2 (cooperadores 2): los primeros inducen respuestas de tipo citotóxico (6), mientras que los segundos inducen respuestas mediadas por anticuerpos (7). En el cerdo se ha identificado la abundancia de una población de linfocitos T CD4+CD8+ (muy escasos en el ser humano) que participa en la generación de memoria inmunológica contra virus y que, en el caso del Rubulavirus porcino se comportan como linfocitos TH2. MENSAJE BIOQUÍMICO, Vol. XXVI (2002) 122 1c LPM PAC1 PAC3 1a, 1b, 1c 1a, 1b PAC5 2a, 2b 2a, 2b 2a, 2b 3a, 3b 3a, 3b 4a, 4c 1c 1b 4b 3a, 3b 4a, 4b, 4c 1a, 1c 4a, 4b, 4c 1c LPM PAC1 PAC3 1a, 1b, 1c 1a, 1b PAC5 2a, 2b 2a, 2b 2a, 2b 3a, 3b 3a, 3b 4a, 4c 1c 1b 4b 3a, 3b 4a, 4b, 4c 1a, 1c 4a, 4b, 4c cuales inducen una respuesta inmune mediada por anticuerpos (47,48). Éste tal vez sea un mecanismo inducido por los rubulavirus para modular la respuesta antiviral y sobrevivir en el hospedero evitando la actividad citolítica de los linfocitos T. Figura 6. Reacciones antigénicas cruzadas entre cepas del Rubulavirus porcino. Este esquema es un compendio de diversos ensayos, los anticuerpos utilizados fueron: 1a: suero de cerdo infectado experimentalmente con virus LPM. 1b: suero hiperinmune de conejo anti- LPM. 1c: suero hiperinmune de conejo contra la proteína HN del virus LPM. 2a: suero de cerdo infectado experimentalmente con PAC1. 2b: suero de cerdo infectado naturalmente con PAC1. 3a: suero hiperinmune de conejo anti-PAC3. 3b: suero de cerdo infectado naturalmente con PAC3. 4a, 4b y 4c: suero de tres diferentes cerdos infectados naturalmente con PAC5. Una flecha ancha indica una reacción intensa de reconocimiento. Una flecha delgada indica una reacción antígénica débil. Una flecha truncada con cabeza redondeada indica falta de reconocimiento. La importancia de la respuesta inmune celular en el control de la infección viral fue evaluada midiendo la capacidad proliferativa de células inmunes en respuesta al antígeno viral y a los mitógenos concanavalina A y fitohemaglutinina. Una fase de inmunosupresión Reyes Leyva, Santos, Hernández et al. 123 pasajera fue identificada en los animales infectados, representada por índices de proliferación muy bajos con los dos mitógenos (28). Esta inmunosupresión puede ser la razón de que se haya descrito un incremento en la susceptibilidad a padecer infecciones secundarias en los animales infectados con Rubulavirus porcino (20). El análisis de los valores de los diferentes tipos de leucocitos en los animales infectados mostró que durante la tercera semana de la infección se presenta una disminución del 19% de linfocitos T, de 28% de linfocitos B y de 53% de monocitos en comparación con los valores promedios observados en los animales sanos utilizados como testigos (28). Esta disminución puede ser resultado de la infección de células sanguíneas que hemos identificado durante la fase de viremia que se presenta entre los días 14 y 21 pos-infección (27). La identificación de antígeno viral, en el interior de células mononucleares circulantes y en células inmunes de nódulos linfáticos, indica que el mismo sistema inmune es blanco de la infección viral, aunque no se presente una notable alteración en los mecanismos de respuesta como ocurre en virus verdaderamente inmunosupresores. Inmunopatología Hasta el momento no se han realizado experimentos para conocer la participación del sistema inmune en el daño a los tejidos durante la infección por Rubulavirus porcino. No obstante, observaciones indirectas indican que la respuesta inmune está involucrada al menos en dos eventos patológicos. Stephano ha propuesto que la opacidad de la córnea es una reacción de hipersensibilidad mediada por complejos inmunes (20). La gran respuesta de anticuerpos circulantes contra el Rubulavirus porcino observada en las infecciones experimentales y la identificación de una abundante expresión de receptores virales en el tejido ocular hacen suponer que efectivamente hay una deposición de complejos inmunes en la cámara anterior del ojo, lo que produce la opacidad corneal. El otro evento es la formación del granuloma epididimario que se presenta en los cerdos adultos. Al parecer el virus llega al epidídimo transportado por células inmunes que infiltran el tejido, la abundante replicación viral en ese sitio y en los conductos seminíferos atraen una gran cantidad de células inmunes: monocitos, linfocitos T y células plásmáticas, que en su afán por destruir las células infectadas, terminan por dañar las paredes de los conductos, dejando escapar a los espermatozoides al tejido intersticial, lo que genera un círculo vicioso de activación de células fagocíticas y citotóxicas que incrementan el daño a los tejidos circundantes. El granuloma que se forma produce un engrandecimiento testicular anormal, y el daño al tejido puede ser tan importante que induzca la involución y la atrofia del testículo afectado (29). Conclusiones. La generación del daño a los tejidos durante la infección por Rubulavirus porcino involucra diversos factores moleculares. El virus posee componentes estructurales que causan daño directo a las células infectadas o que modulan la respuesta inmune con el fin de asegurar su supervivencia en el organismo. Esto induce una inmunosupresion 4 pasajera que favorece las infecciones secundarias y el debilitamiento orgánico. Por otra parte, los elementos de la respuesta inmune en su intento de controlar y eliminar la infección viral, producen daño a las células infectadas y a los tejidos vecinos no infectados. No hay duda que la hemaglutinina-neuraminidasa juega un papel decisivo en la susceptibilidad celular y en el tropismo tisular del virus. Nuestros estudios indican que la neuraminidasa es un probable factor de virulencia. No obstante, aun nos falta mucho por conocer sobre las procesos moleculares que participan en la patogenesis viral.

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