Retos y oportunidades que nos plantean las enfermedades zoonóticas
Las enfermedades zoonóticas constituyen una amenaza permanente para nuestro mundo moderno que, a veces, originan crisis sanitarias de gran impacto humano y económico. Para prevenirlas y frenarlas es necesario entenderlas.
Unidad de Comunicación de la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE)
Sobre todas las naciones se cierne hoy la amenaza de las zoonosis emergentes y de un resurgimiento de antiguos agentes patógenos en diversos lugares y bajo nuevas formas. El control de estos riesgos sanitarios que se plantean hoy contra la salud del hombre y de los animales necesita la intervención de numerosos actores, tanto a escala local como internacional. Si bien estas amenazas se toman cada vez más en consideración, y movilizan a la comunidad mundial, la eficacia de la prevención y del control de estas enfermedades radica en gran parte en los actores locales. Los ganaderos cumplen una función esencial por su contacto cotidiano con los animales y su colaboración con los veterinarios.
Para prevenir y frenar las nuevas amenazas sanitarias y mejorar la salud de los animales y de los hombres, es esencial entender cómo aparecen y circulan las zoonosis, conocer las amenazas que entrañan, los medios de prevenirlas y controlarlas, y ser conscientes de las responsabilidades que incumben a cada uno. Estos son los retos de los profesionales de la salud animal hoy día y en el futuro.
Un mundo complejo con numerosas interacciones entre el hombre y el animal
El mundo en el que vivimos y trabajamos está sometido a una amenaza zoonótica permanente debido a la globalización sin precedente de los movimientos de las personas, animales y bienes de consumo, que representa otras tantas oportunidades de diseminación de patógenos en todas los rincones del planeta. Los elementos determinantes de este contexto pueden resumirse mediante el concepto de las “cinco T”: trade, travel, transport, tourism and terrorism, es decir: comercio, viajes, transporte, turismo y terrorismo. Hoy día, los hombres, los animales y sus productos derivados pueden recorrer el mundo a una velocidad superior al periodo de incubación de casi todos los agentes patógenos conocidos.
La mundialización ha hecho evolucionar profundamente las bases de la gestión de la sanidad animal. La interdependencia con la salud humana no constituye un fenómeno nuevo para los criadores, los veterinarios y demás responsables de la salud; no obstante, el alcance, la amplitud y el impacto real y potencial planetario de las zoonosis actuales no tiene precedente en la historia. De ahí que más vale prevenir los riesgos asegurándose de combatirlos en los animales.
La interacción entre los ecosistemas del hombre y de los animales es permanente y favorece la circulación de agentes patógenos. Algunos son capaces de cruzar la barrera de las especies y de infectar a varios hospedadores gracias a poderosos mecanismos de adaptación. La fauna silvestre en particular puede constituir un reservorio y ser el vector de transmisión a los animales domésticos y a los humanos. De igual modo, el hombre, los animales domésticos y la fauna silvestre pueden infectarse mutuamente en numerosos casos.
Además de la mundialización, varios factores influyen en la propagación de las enfermedades por el mundo y suponen nuevos retos que debemos superar, debido a su impacto sobre el hábitat, la alimentación, las defensas de los hospedadores y los vectores de enfermedades. Sin hacer una lista exhaustiva, podemos mencionar el cambio climático, el envejecimiento de las poblaciones humanas de los países desarrollados paralelamente al crecimiento de la población de los países emergentes o en desarrollo, y las modificaciones de los sistemas de cría de animales y del medio ambiente.
La combinación de todos estos factores constituye un terreno favorable para la aparición de graves casos de salud pública a escala mundial, tales como los registrados durante estos últimos años con los virus de la gripe, por ejemplo.
Sin embargo, la ganadería es hoy más que nunca uno de los pilares de la alimentación de una población mundial creciente en demanda de proteínas nobles. Por tanto, preservar la sanidad animal implica igualmente controlar la seguridad sanitaria que permite un abastecimiento alimentario sano y seguro. Los veterinarios, los ganaderos y los responsables de la sanidad animal tienen una misión que cumplir: son los garantes de esta seguridad sanitaria tanto a nivel nacional como internacional. Los criadores, que junto con los veterinarios están presentes cada día en la zona de interacción entre el hombre y los animales y entre los animales domésticos y los animales salvajes, y que trabajan al inicio de la cadena alimentaria, tienen una posición esencial en este contexto.
Ellos ocupan un lugar de primera línea para la observación de los animales, así como para la prevención y la detección de la aparición de episodios infecciosos. Son quienes dan la alerta y pueden aplicar medidas de control, trabajando en colaboración con los veterinarios.
¿Cómo enfrentarse a las crisis sanitarias?
Para poder hacer frente a los riesgos zoonóticos y prevenir las crisis sanitarias es indispensable una armonización internacional de las políticas de sanidad animal. Un solo país puede poner en peligro a todo el planeta. La Organización Muncial de Sanidad Animal (OIE) tiene por mandato la mejora de la salud animal y del bienestar animal a escala mundial, y elabora normas y recomendaciones establecidas sobre fundamentos científicos y adoptadas democráticamente por los 178 Países miembros. Son el fruto de debates que reúnen a científicos de alto nivel, a los servicios veterinarios, ONG internacionales y, por supuesto, a los ganaderos y a los actores del sector de la producción animal (leche, carne, huevos…).
Estas normas tienen por objeto la prevención y la detección precoz de las enfermedades animales. Además, permiten que los Países miembros se preparen para reaccionar de modo más adecuado ante una enfermedad emergente o reemergente o ante crisis sanitarias. Efectivamente, el lapso de tiempo que transcurre entre el momento en que se desarrolla una enfermedad y el momento en el que es detectada tiene una importancia decisiva. El coste de erradicación de una enfermedad puede llegar a ser exponencial si no se frena desde su aparición.
Para favorecer la aplicación de estas normas, los ganaderos y los veterinarios deben trabajar mano a mano. Los ganaderos cumplen una función de centinelas para la detección precoz de enfermedades, zoonosis incluidas, que pueden afectar a la productividad y al comercio internacional. Resulta imprescindible brindar una atención cada vez mayor a las estrategias de vigilancia, de detección, de respuesta y de prevención.
Preservar nuestras herramientas de lucha contra las enfermedades es igualmente esencial. Los patógenos bacterianos se adaptan y evolucionan bajo la presión de los tratamientos (antibióticos) para combatirlos y que les permiten evolucionar por la permanente selección genética. Su notable capacidad de adaptación favorece la aparición de resistencias a los antimicrobianos. Al ritmo actual, algunos patógenos resistentes a los antibióticos causantes de enfermedades emergentes o reemergentes se seleccionan con una rapidez que el desarrollo de nuevos medicamentos no puede igualar. Las consecuencias sobre la medicina humana y veterinaria son inquietantes y potencialmente muy importantes.
Sin embargo, somos capaces de limitar esta selección de patógenos resistentes mediante un uso prudente y responsable de los agentes antimicrobianos para preservar su eficacia. Esta utilización está basada en una cadena de responsabilidades que incluye a las autoridades competentes, los fabricantes y los usuarios finales (veterinarios y ganaderos). Para ello, es indispensable respetar la prescripción y el seguimiento del consumo de los antimicrobianos.
Conclusión
Se han llevado a cabo numerosos proyectos; sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer para no asistir, impotentes, a la multiplicación de los agentes patógenos zoonóticos y a su diseminación en el mundo. La OIE continúa explorando nuevas normas a petición de sus Países miembros para adaptarse a la realidad de un mundo en constante cambio, pero respetando siempre el mismo objetivo: proteger a los animales, preservar nuestro futuro.
Un mundo, una sola salud que preservar
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El éxito de la gestión de la salud animal, y por ende de la salud humana, radica en la responsabilidad asumida por cada uno de nosotros a escala nacional, regional e internacional.
Un funcionamiento eficiente de los servicios veterinarios está basado en una buena gobernanza y una buena colaboración entre los ganaderos y los veterinarios del sector público y del sector privado.
A mayor escala, la capacidad de los organismos de salud pública y de sanidad animal, de las universidades y del sector de la producción para entablar colaboraciones estratégicas público-privadas resulta determinante para el control de las zoonosis emergentes. Los episodios de zoonosis emergentes registrados en el mundo siguen multiplicándose y necesitan progresos reales en la prevención y control. Dichos progresos solo pueden alcanzarse mediante una colaboración eficaz entre los responsables de la salud humana y de la salud animal, a escala local y mundial.
En este marco en particular, la OIE, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) se han aliado emprendiendo acciones comunes bajo el concepto de “One Health, Une seule santé, Una sola salud” desde 2011.
La OIE se ha aliado también con otros organismos regionales e internacionales para prevenir los desastres biológicos que podrían resultar de acciones de bioterrorismo. El fortalecimiento de los mecanismos de detección precoz, alerta y reacción rápidas, tales como los preconizados por las normas de la OIE en materia de buena gobernanza veterinaria, constituyen el fundamento de una prevención más eficaz.
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