Resumen
La influenza o gripe porcina es causada por virus Influenza tipo A pertenecientes
a la familia Orthomyxoviridae. Los subtipos de virus influenza más frecuentemente reportados en el porcino a nivel mundial son H1N1, H1N2 y H3N2. En España, estudios recientes han revelado una amplia diseminación de estos subtipos en la cabaña porcina, así como un porcentaje considerable de animales con anticuerpos frente a diferentes subtipos simultáneamente.
La sintomatología clínica que causan los virus influenza en el cerdo incluye
fiebre, letargia, anorexia, pérdida de peso y tos, entre otros signos. Tradicionalmente, se ha descrito que la entrada de un nuevo virus en una explotación provoca la aparición de los signos característicos de la enfermedad
en animales de todas las edades. Sin embargo, nuevas investigaciones
apuntan hacia una enfermedad que frecuentemente cursa de forma subclínica.
El control y la prevención de la enfermedad recaen en establecer unas medidas de bioseguridad adecuadas y en el uso de estrategias vacunales.
Palabras clave: influenza, cerdo, prevención, diagnóstico Summary
Swine influenza update
Swine influenza is caused by Influenza virus type A from the Orthomyxoviridae
family. H1N1, H1N2 and H3N2 are the swine influenza virus subtypes
most frequently reported worldwide in pigs. In Spain, recent studies show a widespread dissemination of these subtypes in pig population, and a considerable proportion of animals presenting antibodies against different subtypes simultaneously.
Clinical signs caused by influenza virus in pigs include fever, lethargy, anorexia, weight loss and cough, among others. Traditionally, it has been reported that the introduction of a new virus on a farm would cause clinical disease in animals of all ages. However, new studies point to the spread of the infection in farms without clinical signs
Control and prevention of disease fall on the establishment of appropriate biosecurity measures and the use of vaccination strategies.
Key words: influenza, pig, prevention, diagnosis Meritxell Simon Grifé1, Gerard E. Martín Valls2 y Jordi Casal i Fàbrega3
Contacto con los autores: 1 Licenciada en veterinaria por la Universidad Autónoma de Barcelona - Centre de Recerca en Sanitat Animal (CReSA), UAB-IRTA, Campus de la Universitat Autònoma de Barcelona, 08193 Bellaterra (Barcelona, España) - Tel.: 935 814 527 - Fax: 935 814 490 - email: meritxell.simon@cresa.uab.cat
2 Licenciado en veterinaria por la Universidad Autónoma de Barcelona - Centre de Recerca en Sanitat Animal (CReSA), UAB-IRTA, Campus de la Universitat Autònoma de Barcelona, 08193 Bellaterra (Barcelona, España) - Tel.: 935 814 561 - Fax: 935 814 490 - email: gerard.martin@cresa.uab.cat
3 Doctor en veterinaria por la Universidad Autónoma de Barcelona - Departament de Sanitat Animal / Centre de Recerca en Sanitat Animal (CReSA) - Campus de la Universitat Autònoma de Barcelona, 08193 Bellaterra (Barcelona, España) - Tel.: 935 811 047 - Fax: 935 812 006 - email: jordi.casal@uab.cat
La influenza o gripe porcina es una enfermedad infecciosa producida por Orthomixovirus que afecta a una gran variedad de especies entre las que se incluyen humanos, cerdos, équidos y aves. En los mamíferos cursa clínicamente de manera abrupta con signos respiratorios y fiebre.
En los últimos tiempos la gripe ha sido tema de actualidad, en primer lugar debido
a la aparición de la gripe aviar altamente patógena por virus H5N1 en el sureste asiático y su posterior extensión hacia Europa a través de aves silvestres en el año 2006. Más recientemente, en abril de 2009 las alarmas se encendieron con la aparición en México de la nueva variante de H1N1 y su posterior extensión al resto del mundo. El nombre de gripe porcina que se dio inicialmente a este último brote ha servido para aumentar el interés por la gripe en esta especie y para constatar que realmente hay un desconocimiento importante de algunos aspectos de la infección en los cerdos. En este artículo revisamos brevemente los conocimientos existentes sobre esta infección en el porcino.
ETIOLOGÍA
La influenza o gripe porcina es una enfermedad causada por virus del género Influenzavirus tipo A pertenecientes a la familia Orthomyxoviridae (figura 1). Los virus influenza se dividen en subtipos dependiendo de las dos glicoproteínas de superficie: la hemaglutinina (HA) y la neuraminidasa (NA). La HA está implicada directamente en el proceso de infección puesto que permite al virus unirse a receptores de la membrana celular y colonizar la célula (Murphy et al., 1999). Por otro lado, la NA permite la liberación de viriones y así facilita la salida
del virus de la célula y su diseminación a otras células no infectadas (Murphy et al., 1999). En total se han descrito 16 tipos de hemaglutinina (H1-H16) y 9 de neuraminidasa (N1-N9).
El genoma de los influenzavirus tipo A está fragmentado en ocho segmentos de ácido ribonucleico (ARN), una particularidad que facilita la posible recombinación
genética entre diferentes virus que estén infectando simultáneamente a la misma célula. Por otra parte, los virus ARN están sometidos a una fuerte deriva genética debido a la elevada tasa de errores de la ARN polimerasa.
Los virus de la influenza A son originarios de aves. Sin embargo, algunos tipos pueden afectar a mamíferos, especialmente a humanos, cerdos, équidos y marinos.
El tracto respiratorio de los cerdos presenta receptores para virus de la influenza
tanto típicamente aviares (a-2,6) como de mamíferos (a-2,3). Por este motivo,la especie porcina se ha considerado una matriz para la generación de nuevos virus de influenza a partir de la recombinación genética de virus de aves y de mamíferos. Un ejemplo reciente lo tenemos con el virus A/H1N1 pandémico, que incorpora genes humanos, aviares y porcinos y, aunque esta cepa afecta a la especie humana, su origen podría estar muy relacionado con la especie porcina (Smith et al., 2009).
EPIDEMIOLOGÍA
La principal ruta de entrada del virus de la influenza porcina en una explotación es la introducción de animales infectados, aunque también se han descrito otras vías de entrada como los aerosoles, fómites e incluso el movimiento de personal con ropa o material contaminado (Alexander, 2007). Una vez dentro de la granja, el virus se transmitirá principalmente por contacto directo entre los animales de la explotación mientras existan individuos susceptibles (Olsen et al., 2006).
Como se ha comentado en el apartado anterior, los subtipos H1N1, H1N2 y H3N2 de influenza porcina son los más comunes. También se han aislado otros subtipos de virus influenza, aunque menos frecuentemente, y no han llegado a establecerse de forma extensa en la población porcina. Entre éstos cabe destacar los subtipos H1N7, H4N6, H3N3 y H3N1 (Brown et al., 1994; Karasin y Olsen, 2000; Karasin et al., 2004; Lekcharoensuk et al., 2006).
En España, los subtipos H1N1 y H3N2 se identificaron por primera vez a medianos
de la década de los 80 (Plana Duran et al., 1984; Castro et al., 1988). Por lo que refiere al subtipo H1N2, fue aislado por primera vez en muestras obtenidas en el año 2003 (Maldonado et al., 2006). Estudios recientes han revelado una amplia diseminación de los subtipos de influenza porcina predominantes en el cerdo en la cabaña porcina española. (Maldonado et al., 2006; Fraile et al., 2010; Simon-Grifé et al., 2010a). Este último trabajo, realizado en 100 explotaciones porcinas obtenidas al azar entre las granjas de todo el territorio español, detectó anticuerpos frente a H1N1, H1N2 o H3N2 en el 91%, 50% y 82% de las explotaciones
respectivamente. En el 79% de las granjas y en el 20% de los animales analizados
se detectaron anticuerpos frente a dos o más subtipos.
PATOGENIA Y CLÍNICA
La infección por los virus de la influenza porcina está limitada al tracto respiratorio aunque también se ha descrito algún caso de localización extrarespiratoria (Kawayoka et al., 1987). El virus se replica en células de la mucosa nasal, tonsilas, tráquea, pulmón y limfonodos traqueobronquiales (Brown et al., 1993; Heinen et al., 2000).
El periodo de incubación de la enfermedad es de 1-3 días (Olsen et al., 2006;
Kahn y Line, 2006). Normalmente la excreción vírica puede empezar 24 horas después de la infección y en la mayoría de casos continúa hasta los 7-10 días posteriores
(Olsen et al., 2006; OIE, 2008), y aunque se han descrito excreciones víricas
de duraciones superiores a los cuatro meses, estos casos son poco frecuentes
(Blasckovic et al., 2000).
Los anticuerpos frente al virus de la influenza porcina son detectables en suero
a partir de los siete días posinfección (PI), aunque el momento óptimo de detección
es a las 2-3 semanas PI, momento en el que se produce el pico en los títulos de
anticuerpos (Larsen et al., 2000).
La sintomatología clínica que causan los virus influenza A en cerdo es muy similar
a la que producen en los humanos. Entre los signos clínicos más frecuentes podemos
destacar fiebre, letargia, anorexia, pérdida de peso y tos (Van Reeth, 2007;
OIE, 2008). También pueden aparecer otros signos como la conjuntivitis, las secreciones nasales y los abortos (Heinen, 2003; OIE, 2008). Tradicionalmente, se
ha descrito que la entrada de un nuevo virus influenza en una explotación produce
el cuadro clínico típico de la enfermedad en un porcentaje elevado de los animales
(Olsen, 2006). Sin embargo, estudios recientes han mostrado que la infección de un lote completo de animales no tiene por qué ir acompañada de signos clínicos
(Simon-Grifé et al., 2010b).
En una explotación la morbilidad puede llegar al 100%, pero la tasa de mortalidad
es muy baja (<1%). Generalmente, la recuperación es rápida y comienza entre los 5 y 7días después de la aparición de los signos clínicos (Heinen, 2003; Olsen et al., 2006). Las infecciones bacterianas secundarias o las coinfecciones con otros virus pueden incrementar la gravedad de la enfermedad (Heinen, 2003; OIE, 2008).
Las lesiones macroscópicas que se observan en los animales con influenza porcina se corresponden a una neumonía bronquiolo-intersticial y se limitan habitualmente a los lóbulos apicales o cardiacos, aunque en infecciones experimentales se han descrito lesiones que abarcaban mas del 50% del pulmón (Richt et al., 2003).
MÉTODOS DIAGNÓSTICOS
El diagnóstico de la influenza porcina se puede realizar mediante aislamiento vírico,
detección del ácido nucleico y técnicas de detección de anticuerpos.
Aislamiento vírico
Existen diferentes formas de aislar los virus influenza. La metodología más utilizada
tradicionalmente es el aislamiento en huevos embrionados de pollo (OIE, 2008). No obstante, el trabajo con huevos de pollo es largo, tedioso y requiere de cierta práctica para realizar la inoculación. Además, es necesario el sacrificio del embrión. Por estas razones se han desarrollado diferentes líneas celulares que
pueden infectarse con los virus influenza, como la línea celular Madin-Darby
Canine Kidney (MDCK), que es la más comúnmente utilizada. La presencia del virus se hará evidente al observarse efecto citopático en las mismas. El uso de huevos embrionados y de MDCK permiten el aislamiento, producción y titulación vírica, y pueden aportar cierta información respecto al comportamiento infectivo de la cepa. Ambos son procedimientos necesarios para estudiar posteriormente con mayor detalle el comportamiento y origen del virus.
Amplificación de material genético
En la actualidad existen técnicas de detección genérica de los virus del tipo A y
también técnicas destinadas a la caracterización y determinación del subtipo de los
influenzavirus A.
Los métodos genéricos más empleados actualmente son las técnicas de reacción de la cadena de la polimerasa en transcripción reversa (RT-PCR) en tiempo real (figura 3) para la detección genérica de los influenzavirus tipo A (Spackman et al.,
2008; Slomka et al., 2010). Éstas técnicas se basan en la detección del gen de la matriz(M), una región altamente conservada de los virus influenza A (Spackman et al., 2008), de modo que permiten detectar y cuantificar prácticamente la totalidad de los virus de la influenza tipo A, pero no son de utilidad para caracterizar/subtipar las cepas.
De forma complementaria, otras RT-PCR (convencionales y en tiempo real) son capaces
de amplificar las hemaglutininas y neuraminidasas porcinas (H1, H3, N1 y N2). Mediante este tipo de técnicas es posible determinar directamente el subtipo en caso de que se trate de una cepa típicamente porcina (Young et al., 2002; Chiapponi
et al., 2003; Richt et al., 2004; Lee, 2008; Mallinga et al., 2010). La elevada tasa de mutaciones que presentan los virus influenza obliga a una renovación periódica de las técnicas de detección de ácido nucleico, adaptándolas a los nuevos virus originados.
Detección de anticuerpos
Estas técnicas son apropiadas para analizar las seroconversiones posteriores a las infecciones víricas ya sean clínicas o subclínicas, o también con posterioridad a una vacunación.
La técnica de referencia para la detección de anticuerpos es la inhibición de la hemaglutinación (IHA) (OIE, 2008). Esta técnica es capaz, a priori, de discernir
entre anticuerpos de diferentes subtipos víricos e incluso de diferentes
Toma de muestras
Para realizar un diagnóstico adecuado es muy importante que la muestra sea la apropiada. A modo de resumen, a continuación se especifica para cada técnica el tipo de muestra, el momento de la toma de muestra, los animales que se deben muestrear y la finalidad con la que se hace.
Características de las muestras de elección para cada técnica diagnóstica
Técnica laboratorial
Tipo de muestra
Momento óptimo de toma de muestra
Finalidad
RT-PCR convencional y en tiempo real
Hisopo nasal
Pulmón
1 a 7 días a partir
de la aparición de los signos clínicos
■■Detección y cuantificación vírica
■■Subtipado y secuenciación de la cepa circulante
Aislamiento en huevos embrionados o MDCK
Aislado, titulación y producción vírica para uso posterior
ELISA
IHA
Suero
A partir de las 2-3 semanas
post-infección
■■Confirmación de circulación del virus influenza
■■Valorar la eficacia vacunal
■■Determinar el/los subtipo/s circulante/s (solo IHA)
Recientemente, estudios realizados por Kyriakis et al. (2010) han demostrado que infecciones o vacunaciones consecutivas frente a uno o más subtipos en un mismo animal hacen que éste genere, en bajo título, anticuerpos frente a subtipos de influenza a los que no haya sido expuesto previamente. Estos datos sugieren un replanteamiento en la interpretación cepas pertenecientes a un mismo subtipo (Van Reeth et al., 2006; Kyriakis et al., 2010). La sensibilidad de esta técnica viene condicionada por las cepas utilizadas como antígeno. En este sentido, se recomienda utilizar para la IHA cepas homólogas a las aisladas en la región de donde se han obtenido los sueros que se pretenden analizar. títulos bajos obtenidos mediante IHA en muestras de campo, ya que podría tratarse de falsos positivos.
Actualmente, también se comercializan kits de ELISA capaces de detectar anticuerpos
frente a cualquier virus de Influenza A (Idvet, Idexx, Hipra). Se trata de pruebas rápidas y de sencilla aplicación basadas en la detección de anticuerpos específicos de la nucleocápside (NP) y la proteína M, que son proteínas altamente conservadas en todos los virus de la influenza A.
La técnica de IHA y los kits de ELISA son complementarios, ya que un resultado negativo en la IHA, que a su vez sea positivo para ELISA, sugiere la circulación de una cepa o subtipo distinto a los utilizados como antígeno para la IHA. No obstante, la sensibilidad de los ELISA comercializados es inferior a la de la IHA cuando nos referimos a un subtipo en concreto.
PREVENCIÓN Y CONTROL
La prevención de la influenza porcina se fundamenta en dos pilares básicos, las medidas de bioseguridad y las estrategias vacunales.
Medidas de bioseguridad
Las medidas de bioseguridad resultan apropiadas para prevenir y controlar la entrada y diseminación de los virus de la influenza en una explotación.
La llegada de animales infectados se ha postulado como una vía frecuente de introducción de virus de la influenza en una explotación porcina (Alexander et al., 2007; Simon-Grifé et al., 2010a). Por este motivo, la aplicación de un periodo de cuarentena en los animales de nueva introducción es una medida eficaz para disminuir el riesgo de infección de la granja.
El acceso de las aves a la explotación o a otros materiales, como el pienso o el agua, debería evitarse puesto que las aves se han descrito como una fuente potencial
de introducción de los virus influenza (Pensaert et al., 1981).
Las personas que tienen contacto con los animales de la granja pueden actuar como fuentes de introducción de virus huMANOS
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