Mis primeros trabajos como médico veterinario, y mis estudios de post grado en Davis, UCD.
1.- Mi primer trabajo en el área de medicina veterinaria
Me costó mucho "enchufarme" en el laboratorio de diagnóstico de fiebre aftosa del Departamento de Microbiología del Instituto Bacteriológico ahora Instituto de Salud Pública. No sabía usar una centrífuga. No sabía lo que eran títulos virales o de anticuerpos. No sabía trabajar con logaritmos. Pero aprendí a puros patinazos. Incluso aprendí a hacer pipetas de globo con una simple pipeta Pasteur y un buen mechero Bunsen. El colorado Tapia, un buen empleado del laboratorio, me enseñó a sangrar directo al corazón en cuyes, y a la vena marginal en conejos. El chico Reyes me enseñó algo de la vida de los empleados al llegar todos los lunes con la cara golpeada y ojos en tinta, morados en realidad. El chico que era realmente chiquitín, era peleador y le sacaban la cresta y media por rosquero. Todas las semanas me pedía prestado $10 que nunca me devolvía; un día no pude prestarle y se enojó conmigo para siempre, así de simple…
Entré a la administración pública en categoría 5 con un sueldo miserable. Pagaban sólo 6 horas diarias. Pero, mi jefe nos pedía trabajar 8 horas o más por principio y no por la plata. Toda una escuela! Por mera casualidad un día, cuando iba al estadio nacional a ver fútbol, me encontré con un compañero de curso, Fernando Varas, el que trabajaba en el SNS en grado 7, es decir unos buenos grados arriba en el escalafón; se sorprendió por mi contrato, y me facilitó el suyo para que reclamara en el Instituto. Lo hice para molestia de mis colegas, entre ellos el Dr. Eduardo Fuenzalida L., que no veían con buenos ojos que un recién ingresado lo hiciera en una categoría superior. Pero, era ley de la República. Fuimos a la Contraloría con Sonia Vásquez, la que luego se casaría con un colega, allí nos atendió un grandote burócrata quien me negó la situación de entrada de los médicos veterinarios en grado 7; le mostré el contrato del pelao Varas, y no quería dar su brazo a torcer. Del Instituto enviaron un nuevo contrato adecuado a la ley vigente, el que fue rechazado tres veces. De hecho perdí medio sueldo durante 6 meses, para colmo pasé a llevar a mi jefa directa Dra. Edith Aguilera, quien parece que por eso no me miraba con buenos ojos…
En 1976 fui a un curso sobre Virus Vivo Modificado, en fiebre aftosa que dictaba el centro panamericano de Fiebre Aftosa a través de la OEA. Fue toda una experiencia al conocer tantos colegas aftosólogos de Sudamérica. Me lucí con mis pequeñas experiencias en que al difundir extractos de virus aftoso en geles de agar, había obtenido 4 líneas de precipitación en los puntos en que contactaban los antígenos virales con los anticuerpos específicos, las líneas correpondían al antígeno mayor y menor del virus; la tercera línea parecía corresponder a materiales de degradación viral, y la cuarta línea, no se sabía que era ni por aproximación. Por este motivo el Dr. Norambuena no quiso intentar publicar el trabajito. Pero, meses después Brown y Crick del laboratorio de aftosa de Pirbright , UK, descubrieron que correspondía a la enzima ARN polimerasa ARN dependiente. No sería la única vez que un jefe me impidiera publicar un pequeño hallazgo, que para mi era muy importante…
Tentado por la posibilidad de estudiar Virología en USA me fui a Veterinaria de la “U”. Arranqué de las llamas para caer en las brasas, así de simple. En ese entonces la Universidad y creo que el país empezaba a agitarse, convulsionándose políticamente hablando…
2.- Mis primeros años en la universidad, antes de viajar a USA a estudiar virología.
El primer día que fui a trabajar, se me acercaron los dos candidatos para algo, no recuerdo qué, y ambos me plantearon un programa realmente extraordinarios; a los dos les dije que iba a votar por él…
Mi contrato era como ayudante 2°, como debía ser, a pesar que después me enteré que otros habían entrado como ayudantes 1°. Tendrían más cuñas que yo… Pero mi problema fue que siendo ayudante de Microbiología, el decano Rodríguez en un golpe de timón, me derivó a la cátedra de Infecciosas con su amigo Emiliano Armijo R. hombre de rancio abolengo microbiológico que había tenido en sus manos el descubrimiento de la penicilina pero se la ganó el famoso A. Flemming, lo que lo amargó profundamente, y me lo hizo pagar a mí. Me molestaba harto, pero reconozco que así como Norambuena me enseñó a trabar duro, Armijo me enseñó a pensar, lo que no deja de ser. Trabajé con él en micoplasmas aviares, y con un colega en micoplasmas de bovinos. Con Nelson Cruz M. aislamos micoplasmas desde el semen de toros buscando una posible relación con infertilidad, y cuando Armijo se opuso por encontrar simple el trabajo, me reintegré a la Cátedra de Microbiología con Carlos Flores del Fierro y Gastón Alegría R. Cabe señalar que ya se había ido de la decanatura el Dr. Rodríguez.
Con María Luisa Sánchez Ch. y Nelson Cruz nos ganamos un proyecto interno para trabajar en micoplasmas de bovinos. No era mucha plata, pero lo suficiente para hacer algo en micoplasmosis. De hecho publicamos tres trabajos en revistas chilenas, con dos presentaciones a congresos. Todo un logro para aquellos incipientes investigadores.
En aquel entonces tuve el privilegio de enseñar las técnicas de cultivo de micoplasmas a gente del área de medicina del San Juan de Dios, de microbiología de medicina de la “U”, y a la Dra. Zenteno de la Católica. Alguna vez me encontré con personas de esos grupos, y me dijeron algo bonito sobre mi entrega de conocimientos sin reservas o intereses pecuniarios. Circunstancialmente aislé por primera vez en Chile un micoplasma hominis desde la uretra de un paciente crónico. Trabajo presentado a la Sociedad de Microbiología de Chile en 1970.
Volviendo a los grados, tuve oportunidad de postular a ayudante 1°, concurso que gané por 1 punto ponderado. Pero, bajé de sueldo al perder algunas ventajas económicas que tenían los ayudantes 2°. Reclamé hasta que me dio puntada. Ya estaba estudiando inglés para cumplir con el requisito de idioma que ponía la Universidad de California para conceder las becas de post grado. Y estos estudios costaban sus buenos pesos. Un día me llamó el encargado de estas cosas en la Escuela de Veterinaria, y me preguntó qué cuánto quería para resarcirme de las pérdidas, yo me tiré con un 12%, lo que fue aceptado, arreglo que quedó como mochila hasta que el gobierno militar reorganizó las finanzas universitarias.
Ah! La beca prácticamente la había perdido cuando el Dr. Rodríguez me había conminado a dar examen de inglés dentro una semana, a lo que me negué recordándole que el compromiso era rendirlo a fines de año. Y por lo tanto no lo rendí y quede fuera. Para que les cuento que en meses fue otro colega sin inglés a estudiar animales de laboratorio a Davis California.
Con el cambio de decano, ahora era el Dr. Oscar Valenzuela Saavedra, se abrieron las posibilidades para ir a USA, incluso eran dos las becas para Virología. Un buen día me llamó a una entrevista el Dr. Cripe del programa Chile-California quien me preguntó sobre que deportes hacia, que religión tenía, entre otras cosas, pero nada de política. Yo era independiente allendista… Parece que lo más que influyó fue que tenía un par de trabajos publicados. Hasta ahí todo bien para ir a USA sólo faltaba el inglés. Pasé a penitas el examen Aligu, y luego el Toefel. Era el más malo para el inglés y sacaba siempre un poco más del mínimo requerido. Al final me fui a estudiar a USA en 1970.
Pero antes, no debo dejarlo de lado, a la intelligentzia de la escuela se les ocurrió pedir un examen sobre estadística y bioquímica como requisito para que la Facultad diera el pase. Yo me negué. Y alegué que a algunos de los que habían ido a Alemania no les habían pedido alemán ni matemáticas, así que prefería perder la oportunidad de la beca, la verdad es que estaba casi seguro que con esos ramitos era muy fácil dejar pasar a unos y a otros no. Finalmente no tomaron ningún examen extra, evidentemente manipulador.
Una vez mi querido profesor Carlos Flores me pidió que lo reemplazara en una reunión de Facultad, a lo que accedí gustoso y orgulloso, pero, no sabía en qué me estaba metiendo. Los alumnos de derecha estaban juzgando al Dr. Tapia de genética, hombre de ideas de izquierda, bien de izquierda, y le espetaban injurias de todo tipo; para mi asombro vi al Dr. Tapia chuparse un poco hasta que se le pasó la molestia, y poco a poco les fue rebatiendo las acusaciones a los estudiantes, hasta que empataron. Después le agradecí al Dr. Flores por haberse sacado los balazos conmigo y no ir él a esa reunión que fue bravísima.
El Dr. Flores siempre me estimó y aceptó como yo era, me decía que yo era Patista Berriista, de la República Independiente de Patricio Berríos. También le agradezco a Oscar Valenzuela por haberme aceptado y ayudado sin ser de su ideología. Tal era mi carácter independiente que recuerdo haber alguna vez votado por un candidato de izquierda y un candidato de derecha en una elección universitaria; era como un voto anómalo, muy comentado, pero yo sabía que había sido yo el hechor…
Termino con mi paso por veterinaria haciendo prácticos de microbiología desde 1969, y con una gran empatía con los alumnos, que eran harto conflictivos. Yo les pasaba bacterias Gram + a los rojelios de la época, y Gram – a los más momios, pero no les aguantaba que se subieran arriba del piano. Eso si que no!
3.- Mis estudios de virología en la Universidad de California at Davis Campus
Para el Magister mis áreas fueron: Virología, Inmunología e Infecciosas. Para el doctorado: Virología, Inmunología y Epidemiología
A fines de los ’70 viajé a Los Angeles California en un Aero Perú. De allí a Sacramento en un viejo avión, donde me esperaba el Dr. Delbert Mc Kercher quien sería mi profesor guía durante 3 años 10 meses. Al principio me costaba hacerme entender en mi mal inglés, pero era capaz de entenderlo…
Desgraciadamente en marzo de 1970 falleció mi mamá, un poco de repente, lo que nos causó una gran pena a los Berríos Etchegaray. Mi mamá no alcanzó a saber que iba a estudiar a EE.UU., y obvio no conoció a su nieto Gonzalo. Así es la vida… Y...ya van a ser 40 años...
Entre 1971 y 1974 pasaron muchas cosas, el 71 nació mi hijo Gonzalo en el Hospital de Woodland, el 73 ocurrió el golpe militar en Chile. El 72 obtuve el grado de Magister y en diciembre del 74 el doctorado, este último en ausencia por estar de vuelta en Chile, exigencia hecha por las nuevas autoridades de mi escuela… Con mi tesis doctoral publiqué tres trabajos sobre herpes caprino, aunque perdí todo lo que tenía hecho para un estudio con inmunofluorescencia; aquí decían que había estado mucho tiempo en EE.UU., y por lo tanto debía volver inmediatamente, para aburrirme todo el año 75 sin tener nada que hacer!
Un hecho estresante fue la operación de Gonzalo para separar un hueso craneano mal consolidado. Quedó bien, sólo con una fea herida en el cuero cabelludo... El Dr. Holland que lo operó, era muy correcto, pero, un día leyendo un diario de Sacramento, resultó que lo acusaban de hacer operaciones sólo por plata... Who knows?
Mi primer éxito fue el examen de inglés que tomaba la universidad a todos los nuevos estudiantes extranjeros. Tuve harta suerte porque fue totalmente por escrito. Como era malo para el inglés estuve estudiando los días antes del examen, y escogí las materias del último curso del norteamericano. Estuvo buena mi tincada porque eso fue lo que preguntaron. Tuve suerte en la comprensión porque la gringuita que leía, la Sra. Schwabe, esposa del Dr Schwabe que había estado en Chile, hablaba en forma bien aguda lo que se adapta a mi oído, y el tema era sobre la acción del flúor sobre los dientes que yo conocía bien. Por último en las preguntas con selección múltiple, acerté plenamente, al usar el razonamiento ante preguntas muy bien hechas para perderlo a uno, ejemplo, una pregunta era sobre quien hablaba por la paz en Berlín, si el soldado ruso o el norteamericano. Todos pusieron sin pensar el norteamericano, yo no. Todas las otras preguntas eran del mismo tenor. Resultado: yo fui el único en aprobar con un 98%, y así no tuve que tomar el curso de inglés que tan bien me habría hecho, pero en su lugar partí con cuatro curso, sólo pedían dos, y obtuve dos a y dos b, algo así como dos 6 y dos sietes de acá. Desde ese momento se me facilitaron las cosas, y prácticamente en 1 año tenía cumplido los requisitos del Magister. Mis profesores me aconsejaron que siguiera tomando créditos pensando en un posible doctorado en virología, y así lo hice!
La verdad es que fui un buen alumno en EE.UU.,, con buen rendimiento. Los profes gringos decían que yo era el mejor entre los chilenos y los latinos, lo que no era cierto. Habían más inteligentes que yo, pero, ellos se impresionaron con mi dedicación a tomar cursos y a trabajar en el laboratorio. Obviamente no podía desaprovechar la oportunidad al tener todo a la mano...
Me llamó mucho la atención el sistema educacional universitario norteamericano, todo andaba sobre ruedas, nadie podía fallar o sea sacar menos de b en los ramos. Los horarios y programas se cumplían al pie de la letra. Allá aprendí a estudiar las materias antes de la clase lo que favorecía mucho la comprensión. En cuanto a las pruebas, eran difíciles pero muy correctas, incluso días antes pegaban en la pared las pruebas de los últimos 3 años. Yo no podía creerlo pero ahí estaba todo y lo más importante estaba el estilo de las preguntas del profesor. Otra cosa, en las salas de pruebas no habían profesores cuidando, y los alumnos no copiaban. De todas maneras en cada sala de clases había un buzón llamado “Honoris council” en el que los alumnos podían acusar a quien infligiera los reglamentos, es decir copiara. Cuestión de competencia por ser mejor que los otros, y de capacidad para aprender, de hecho los alumnos de pre y postgrado eran de nota 6 y 7. Cabe señalar que los estudiantes de veterinaria era iguales o mejores que los de medicina!
Los profesores eran todos de primera, sabían de lo que hablaban... eran, además, muy comprensivos y correctos, salvo Y. Zee el virólogo, quien en un curso de Virología Práctica puso sólo dos b, a mí y a un hindú; el hindú, con turbante y todo, turbante azul de casta superior, reclamó y le subieron, yo no lo hice y fue la única b del curso de post grado... la verdad que esa nota no era para mi sino para el Dr. Mc Kercher con quien eran rivales competitivos, siendo Zee el jóven y más al día en su especialidad. Tuve la suerte de tomar los curso de virología con Zee y la práctica con Mc Kercher, o sea combiné sabiamente la teoría con la práctica! El destino nuevamente me ayudó, Zee estaba en Australia cuando di mi examen de doctorado. Por suerte, porque el chino era heavy, se contaba que había sacado mal al hijo de su profesor norteamericano, de puro pesado y creído que era...
El campus estudiantil, Davis, era una taza de leche, con unos 30.000 estudiantes, policía y cuerpo de bomberos propios. Recuerdo que un amigo chileno químico de lomo y tomo, de la facultad de Ciencias, comunista de familia, pensaba que el campus era un verdadero estado policial, y que estaba lleno de prostitutas que no eran más que las estudiantes que en el verano usan poca ropa. Un día me sacó de paciencia porque el pobre Carlos era esclavo de sus consignas marxistas, y le espeté porqué no se iba a estudiar a Rusia…
Conocí y confraternicé con estudiantes de diversos países del mundo, iraníes e hindúes, africanos, chinos y sudamericanos. Recuerdo a un veterinario iraní y poeta, que nos invitó a su casa a cenar, y al llegar con las consabidas flores que la etiqueta americana exige, le dije a su señora, jovencita y bonita, que su vestido era muy hermoso, y para mi asombro ella arrancó y se escondió, estaba ruborizada; mi colega me dijo que en su país no se les decían esas cosas a las mujeres, salvo que hubiera otra intención. Me disculpé por mi mal inglés. Durante la cena nos preguntaron qué grado de parentesco teníamos mi señora y yo, que éramos muy diferentes, al decirles que ninguno, se sorprendieron porque en Irán todos eran parientes y los matrimonios lo armaban los padres… y de este modo tenían menos divorcios que en Occidente…!
Los japoneses que conocí en el laboratorio del Dr. Mc Kercher eran cosa seria. Una vez estuve una hora viendo trabajar a Joe Saito que estaba haciendo una microtitulación de un virus herpes. Como no me daba pelota, le pregunté qué estaba haciendo y no me contestó. Enojado le tomé un brazo y le dije que el profe me había pedido que me acercara a él para que me enseñara la tecnología de punta de aquella época. Saito me contestó: él es su profesor, yo no. Y punto… La Midori Ethel Wada no podía ver a los latinos, por flojos y picados de la araña. Dos años después me reconoció mi capacidad al ver como trabajaba en mi tesis. Cuando me resultó una técnica de plaqueo de placas en cultivos celulares, me dijo: Ud. es el primero que lo consigue a la primera vez, y sin ayuda al estilo norteamericano, y de allí en adelante confió en mi trabajo… Caso especial fue el de Hiroshi Ito, veterinario, con una horrible secuela de poliomielitis por lo que usaba abrigo hasta en el verano para tapar sus afectadas extremidades. Una vez que lo invité a mi casa, le convidamos vino tinto con frutillas, al beber parte del vaso, se puso morado y se sintió muy mal. Luego que se le pasó me dijo que tenía una especie de intolerancia al vino. Y que no había rehusado el vinito sencillamente porque a la dueña de casa no se le dice que no. Cuestión de cortesía japonesa.
Con los gringos fue diferente, tuve pocos amigos entre los estudiantes de veterinaria. Bob Garrindo hablaba español, el único latino del curso; la Anita Hennes, delegada del curso, una gringuita buenísima persona; yo me sentaba a su lado y una vez le dije calladito, en clases, que me ponía nervioso por su grandes y hermosas piernas que tenía al lado mio, ella me dijo: Ud tiene el diablo en el cuerpo (You have the devil on the mind), yo le argumenté que en mi país las chiquillas iban vestidas así a la playa o a la piscina, pero no a clases… Con otro gringo, Todd, que hablaba español, que lo había aprendido cuando iba a México a comprar marihuana, jugábamos ping-pong y yo le ganaba lo cual no le gustaba. Yo había sido vicecampeón del colegio en Curicó… A estos gringos cuando yo les decía que eran bien gringos, ellos contestaban que el que hacía el papel de gringo en USA era yo…
Una vez fui a una fiesta de ese curso, y para mi sorpresa lo primero que vi fue a una gringuita sin ropa de la cintura para arriba, al tiro pensé en que buena iba a ser la fiesta, no fue así, Susy era una excepcionalidad. Esa vez les llevé pisco chileno y no les gustó, ellos eran campeones para la cerveza…
Con la gente de color tuve algunos pequeños contactos, alcancé a conocer a un tecnólogo en virología, muy buena persona. Ellos hablan diferente el inglés, algo más arrastrado. El primer día que visité el campus, estaba admirando unas máquinas de expendio de alimentos y bebidas, cuando me topé con tres negritas, una hermosísima, la otra más o menos y la tercera gordísima. Les conté que era sudamericano y que me gustaba mucho EE.UU.,, estuvieron de acuerdo conmigo pero que a ellas no les gustaban los anglosajones… Problemas raciales no superados. Lo peor fue un negro que hacía el aseo en el laboratorio; una vez que conversamos sobre EE.UU., se exaltó y me gritó en un inglés que no le entendía mucho. Resultó que era un Pantera Negra. A los pocos días los echaron por peligrosos…
En el post grado tuve compañeros nigerianos, simpáticos e inteligentes, y para mi asombro no eran bien vistos por los argentinos del grupo que eran medios racistas y creídos…
Gente que trabajó en el laboratorio del Dr. Mc Kerchear fueron Cy Yanquee, un eterno estudiante adinerado; Giovanni Castruchi de Italia, un gran señor; Eliseo Hernández B. de México un buen amigo; un sudafricano cuyo nombre no recuerdo, y el japonés Iroshi Ito.
Mi hijo mayor nació por aquellos días y me alteró mi táctica para estudiar, que lo hacía en casa y comiendo mucho. Tuve que empezar a estudiar en la biblioteca del campus que estaba abierta hasta las 12 de la noche. Biblioteca completísima que tenía los últimos libros y revistas en la semana en que habían sido publicados… Ah! En el campus, todo se hacía en bicicleta, absolutamente todos andaba en dos ruedas, incluyendo a los profesores. De vez en cuando había verdaderas rodadas que dejaban más de algún herido…
Con respecto a las más de 40 familias de chilenos que estaban en el campus, fue difícil confraternizar con ellos, era la epoca de Allende y las tensiones del país se reflejaban allá. Recuerdo que para un 18 de septiembre, se celebró en conjunto, pero, aquí los momios y allá los upelientos. Se lo hice ver a un amigo agrónomo, y con ironía le sugerí que el próximo año la celebración se hiciera por separado... La verdad es que había una tensa tirantez entre los estudiantes chilenos y sus familias incluídas. Todos eramos presas de muestras consignas, y no veíamos claramente la verdadera realidad. Yo me di cuenta que algo andaba mal en Chile cuando mi suegro me contó que había ido a San Fernando a comprar unas gallinitas. Peor fue cuando supe que alguien del lado golpista, había enviado pañales de regalo a una pariente... Pañales, no se me hubiera ocurrido nunca un regalo así...
Aguanté dos meses sin auto, hasta que me convencí que el auto era imprescindible en USA. Primero tuve una camionetita Ford, luego una VW más nueva y más elegante que cambié al final por un Chevy Nova 1973, el que traje a Chile por barco y sin pagar impuestos gracias a la ley del retorno del gobierno militar…
Dada la intensa presión del estudio, había que arrancar del campus los fines de semana, así conocí mucho a San Francisco un hermoso puerto, Los Angeles tremendamente grande y contaminada, San Diego, bellísima, y la capital del estado de California Sacramento, una ciudad plana y extensa, sin edificios altos como San Francisco. Una vez fuimos al norte de California al Lake Tahoe, con su hermoso lago, sus bellos bosques y sus grandes casinos donde un buen día me gané 300 dólares a la primera jugada en que me salieron tres budas, y como no era jugador me retiré con toda la platita.
Los cursos pasaron rápidamente y completé el número de créditos requerido. Me dieron fecha para el examen y me enfermé , yo creo que de puro nervioso, así que lo rendí fuera de fecha. Di un mal examen porque estaba tenso y no entendía las preguntas. Pero aprobé!
Y de allí, a esperar el doctorado que era carrera segura, pero, no fue tan así porque me salió al paso mi colega H. Alcaíno C. de Parasitología quien se presentó 5 minutos antes que se cerrara el plazo aduciendo que en el membrete del llamado a concurso decía “Microbiología y Parasitología”. Con esa estrategia me ganó y me quedé saltando en una pata. Pero, mi buen amigo Donald Jasper, republicano de tomo y lomo, hombre muy correcto, me dijo que no me preocupara. Vino a Chile, y me propuso como candidato pero sin concurso, es decir la beca era para mi o para nadie. Pidió 3 años pero los del Consejo de Facultad le concedieron sólo 2 años, los que en realidad fueron 22 meses, y con la exigencia de que volviera luego a hacer la tesis en Chile. Nunca me imaginé donde podría hacer una tesis doctoral en el Chile de aquel entonces ya militarizado…Tuve la suerte que me cayó del cielo un trabajo sobre virus herpes caprino, un nuevo virus que había aparecido o emergido en California. No tuve mayores dificultades en realizar el trabajo, y lo terminé un par de meses antes del plazo. Recuerden que ya tenía los cursos necesarios. Incluso recuerdo que no estuve para la graduación y me la perdí con toga y todo.
Antes de hacer mi tesis tuve que cumplir con el requisito de un examen calificatorio (Qualifying). Lo preparé con una gran táctica y no menor estrategia. Empecé a estudiar las materias de virología, repasando y adentrándome en cada punto olvidado, fuera bioquímica o estadística, para ello me organicé en la Biblioteca del campus con un horario de 9:00 a 12:00 horas; de 14:00 a 17:00, y finalmente de 18:00 a 21:00. Estudiaba al lado de la V donde estaba Virología y Veterinaria. Aguanté un mes con ese training y ya cuando había despegado y se me había pasado el susto al darme cuenta que no me acordaba nada de los cursos, bajé el ritmo eliminando las horas de la tarde que dejé para una reconfortante siesta. Un buen día me di cuenta que ya no aprendía nada más, y le pedí al Dr. Jasper adelantar la fecha de mi examen, lo que él no podía creer ya que siempre le pedían postergaciones.
En mi examen, con 5 profesores de alto nivel, tuve la mala suerte que el Dr. Schwabe se quiso lucir en epidemiología y me mandó al pizarrón, a resolver un problema epidemiológico, justo creo que era lo único que no había tenido en mente para preparar. Como a la tercera tentativa le achunté al problema. Estuve 3 horas de pie en que me bombardearon con preguntas de inmunología. Y algo de virus. Ese fue un buen examen que rendí, incluso cuando ya estaba listo, el Dr. Schwabe me hizo la talla de preguntarme por diferentes hombres célebres, su especialidad y nacionalidad. Según él, supe alrededor de un 50%, lo que debía mejorar porque iba a ser profesor… después me confesó que a él en su examen de doctorado le habían hecho esa pregunta y él había jurado vengarse. Me tocó a mí, pero salí bien dignamente…
Después vino la redacción de la tesis, en que me ayudó mucho el Dr. McKercher quien al ver que me quedaba dormido, me obligó a hacer un “break” en San Diego. A easa alturas ya estaba reventado, incluso cuando mis amigos me dieron la despedida en un local con estriptiseras y todo, me quedé dormido a metros de ellas… Esto en San Francisco, la Babilonia de la costa oeste de EE.UU.
Con Mc Kercher tuve un par de desencuentros, una vez le dije: You do not have enough balls! Lo que le disgustó muchísimo. Me preguntó qué dónde había aprendido esas cosas, yo le dije que la Midori me las enseñaba... lo cual en parte era cierto. Siempre fui muy franco con él, y creo que me tenía buena ya que en la despedida dijo que lo que podía decir de mi era que él sabía lo que yo pensaba, ... y punto, y... me aceptaba como tal...
Volví en auto hasta Houston Texas, de allí en avión a Miami, en LAN Chile a Santiago, y después de casi 4 años de serios estudios me encontré con un país cambiado, incluso la escuela de veterinaria ya no estaba en la Quinta Normal sino que en Avda. Santa Rosa. Y con muchos nuevos profesores. Me costó reinsertarme, recuerdo que una tecnóloga, la Srta. María, al día siguiente que llegué me contó que le habían dicho que iba a llegar un mal hombre y comunista por añadidura, y lo importante es que la Srta. María que había estudiado para monja no lo veía así. Por lo demás nunca fui comunista ni marxista!!!
Todo un cambio. Vaya que cambio. Me costó un año acostumbrarme en Chile… y en la "U" de Chile...
Ese año ’75 fue un año negro, sin tener nada que hacer. Desde 1976 empecé con investigación en herpes animales, clases de Virología e Inmunología en pre y post grado. Tenía el mejor laboratorio de Virología que fue dotado de todo lo necesario por la Ford Foundation.
Trabajé intensamente desde 1976 hasta 1995 en que me retiré de la “U” ya jubilado por anticipación.
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